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domingo, 29 de mayo de 2011

Dom 29 5 11. Dijo Jesús "os enviaré el Espíritu Santo"... y llegaron los musulmanes


Publicado por El Blog de X. Pikaza

Domingo 6º de Pascua. Juan 14,15-21. Culmina el tiempo de Pascua como un experiencia fuerte de Presencia de Dios: Jesús nos ofrece el gran Consuelo, el Defensor que es el Espíritu... y, sin embargo,parece que seguimos estando bajo los poderes ambiguos de una historia dirigida por principios de mentira y muerte, de gran desconsuelo, sin defensa alguna.
-- Jesús nos promete el Espíritu Paráclito, que es consuelo en la tristeza, abogado en la prueba,defensor en la batalla de la vida, presencia del Reino de Dios.
-- A pesar de eso, en contra de eso, muchos piensa que seguimos atados a la rueda de un duro destino, donde no reina el Paráclito de Cristo, sino en anti-paráclito, el poder de la Mentira y las tinieblas, el gran des-consuelo.
En este contexto quiero presentar hoy una parábola en dos partes.
a) Recojo primero las palabras de Jesús sobre el Paráclito, el don del Espíritu Santo.
b) Y luego evoco una página dura (o luminosa) de la historia: Jesús dijo que llegaba el Paráclito, y llegaron a Jerusalén los musulmanes (el año 638), tras la batalla de Yamuk (636). Y lo extraño no es que llegaran, sino que pensaban ser portadores del Espíritu de Jesús, que se había expresado por Muhammad.
Ésta es la historia doble que sigue, iluminada en su segunda parte por unas palabras de Benedicto XVI. Ésta es la forma final del post de este domingo de preparación para Pentecostés.Buen fin de semana a todos, con el Espíritu Santo.
1. JESÚS NOS HA DICHO: OS ENVIARÉ EL ESPÍRITU SANTO
Texto:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor (=Paráclito), que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él (Juan 14,15-21).
Todo el Evangelio de Juan: Una Catequesis del Espíritu
El evangelio de Juan puede entenderse como una catequesis del Espíritu, como dice el mismo Jesús a Nicodemo, maestro de Israel: «En verdad te digo, si alguien no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios» (Jn 2, 5). El evangelio es experiencia de nacimiento: nos hace ver que somos hijos de Dios, con Jesús, en el Espíritu. La religión anterior ha pasado, los montes sagrados y templos, los cultos antiguos. Llega en Jesús la novedad de una adoración gratuita, abierta a todos:
«Créeme, mujer: viene la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre... Pero llega la hora y es ésta en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en Verdad; estos son los adoradores que Dios busca: Dios es Espíritu, y quienes le adoran deben adorarle en Espíritu y Verdad» (Jn 4, 21-24).
Los hombres estaban divididos por sacralidades. Ahora han de unirse en el Espíritu y Verdad universal. Eso lo sabían los judíos helenistas (Filón y Sabiduría), pero no habían podido concretarlo. Muchos cristianos posteriores han seguido encerrados en una cultura o ciudad (nación) particular. En contra de eso, Jesús quiere que todos se vinculen por el Espíritu, que brota como río de su seno:
«Esto lo dijo refiriéndose al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él; pues todavía no había Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado» (Jn 7, 39).
Jesús resucitado es manantial del Espíritu, que mana hacia todos los humanos (como las aguas del paraíso: Gen 2, 10-14; Ap 22, 1-2).
Jesús pascual, la promesa del Espíritu:
En ese fondo se sitúan los textos del Espíritu-Paráclito, como abogado, defensor de los fieles en la prueba (cf. Mc 13, 11 par), intérprete y autoridad de Jesús en la iglesia.
(1) Rogaré al Padre y os dará otro Paráclito, que esté con vosotros para siempre (Jn 14, 16).
Ésta es la palabra clave del evangelio de hoy. Jesús mismo había sido el Paráclito, defensor de sus discípulos. Pero ahora que se va y les deja en plano físico, pide al Padre otro, que sea presencia interior y compañía (no os dejaré huérfanos: 14, 18). Los hombres que están cerrados en el “mundo” viven en un plano de carne, de lucha mutua, mentira. La misma vida se les cierra y aparece como círculo de muerte. Por el contrario, aquellos que viven iluminados por Jesús (desde la presencia de Dios) reciben la promesa del el Espíritu. Están acompañados. Esta experiencia del Dios-Compañía es la clave de pascua cristiana.
(2) El Paráclito... os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os dije, como Maestro interior divino (Jn 14, 26).
La iglesia ha corrido a veces el riesgo de entender la verdad como algo impuesto por fuera, resuelto y enseñado desde arriba. Pero Jesús promete a los suyos un magisterio interior: los cristianos sólo conocen la autoridad del Espíritu-Paráclito, que interpreta y actualiza a Cristo. Corremos el riesgo del engaño, de la manipulación de diverso tipo. Pues bien, si confiamos en el Cristo (en el Dios que vive dentro de nosotros) tendemos la garantía de la verdad. Ésta es la verdad interna, aquella que alumbra nuestra vida, desde el interior de Dios, que es nuestra luz.
(3) Cuando venga el Paráclito... dará testimonio de mí, y vosotros también daréis testimonio, porque habéis estado conmigo desde el principio (15, 26-27).
Jesús no ha prometido según Juan un magisterio externo para dogmas y enseñanzas. Tampoco ha dejado una estructura de poder. Su verdad se expresa en la enseñanza interior del Espíritu, que actúa a través al testimonio de los fieles. Cuando están en riesgo las instituciones, queda y crece ese testimonio. La verdad se expresa así como “testimonio” de vida interior. Tenemos a nuestro lado el Gran Testigo de Dios, que es Jesús. Podemos ser y somos testigos de Dios unos para los otros.
(4) Conviene que yo me vaya, porque si no me fuere, el Paráclito no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré (16, 7).
Una presencia material de Jesús estorbaría, pues él quedaría fuera de la vida de sus fieles. Muchos parecen añorarle así, actuando a través de milagros, apariciones, seguridades exteriores. Pues bien, es necesario que Jesús se vaya, que cumpla su tarea, para que sus fieles asuman la verdad en el Espíritu, que es presencia y experiencia interior de Jesús. Por encima de todas las restantes instancias eclesiales, Jesús apela a la Confianza del Espíritu, Paráclito (Abogado y Consolador) de los fieles.
Es Consolador, pues lo buscamos allí donde nuestras tradiciones patriarcales, de seguridad externa, van envejeciendo.
Es Abogado, porque necesitamos defensa en este mundo convulso, en crisis de violencia y muerte.
Es el don pascual de Jesús, que se aparece y habla, dándoles poder de perdonar (=vincular en amor) a todos los humanos: «Dicho esto, alentó sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo» (Jn 20, 22).
Este es el momento clave de la nueva creación, reverso y cumplimiento de Gen 2, 7: el Espíritu de Dios se identifica con el Aliento que Jesús da a los hombres, en el momento cumbre de la pascua, cuando alienta y ofrece su Espíritu a sus discípulos, para que así vivan en gesto de gracia y perdón a todo el mundo.
Ésta es la gran promesa que sostiene el camino de la historia tantas veces oscura y angustiosa de los hombres.
2. Y LLEGARON LOS MUSULMANES

En su catequesis de los miércoles , con su hondura habitual, evocando los problemas del presente de la iglesia...(periodistadigital.com/religion/vaticano/2011/05/25; http://www.vatican.va/news_services/or/or_quo/text.html ), tras hablar de la lucha de Jacob en la noche con el Desconocido del vado de Yaboq, cerca del río Yarmuk, donde los musulmanes derrotaron a los bizantinos (636) para conquistar después Jerusalén, el Papa habló de una dura batalla:
“Toda nuestra vida es como una larga noche de lucha y plegarias, basada en el deseo y en la petición de una bendición de Dios, que no puede ser arrancada o ganada sólo con nuestras fuerzas, sino que debe ser recibida con humildad por Él, como un don gratuito que permite al final reconocer la gracia del Señor".
La vida es una noche de batalla junto al río Yaboq, donde Jacob venció a su Dios (Gen 32)... Está muy bien lo que dice el Papa, la cosa es o parece así en un nivel (aunque hay mucha alegría también en el mundo, aunque mucho don de amor...). Pero se trata de saber:
-- si esa batalla es sólo interior (con el ángel/diablo de la noche)
-- o si es también exterior e histórica, pues los cristianos fueron derrotados allí cerca (en el Yarmuk, un río vecino), varios siglos más tarde, perdiendo la tierra de Jesús,todo el oriente, en manos de los nuevos creyentes musulmanes(luchadores de Dios), paladines de Allah, hasta el día de hoy (2011) (con el paréntesis de las cruzadas del siglo XII).
Introducción. Presencia del Espíritu Santo en la Lucha de la historia
Del tema evocado en la parte anterior(presencia del Espíritu de Dios en la lucha del mundo) seguiré tratando en lo que sigue, a partir de las palabras de Benedicto XVI, desde la perspectiva del evangelio de hoy (la promesa del Espíritu santo en la vida de los creyentes).

He dicho que los cristianos (al menos los imperiales bizantinos) perdieron batalla y tierra… Pero, en ese contexto, debemos preguntarnos por el tipo de "guerra" especial de los cristianos, partiendo de la promesa de Jesús, que es el Espíritu Santo:
¿Los cristianos han de librar sólo de una Yihad interior, como la de Jacob en el Yaboq, toda la noche, con el ángel/diabolos de Dios?
¿Ellos han de mantener también una Yihad externa, como la de Omar, el sucesor de Muhamad, luchando en el río Yarmuk y entrando en la tierra de Abraham, de Moisés y de Jesús?
En el fondo, el problema está en saber quién ganó y quién perdió la guerra externa del Yarmuk, pues muchos cristianos de Jerusalén abrieron las puertas a Omar, el hermano musulmán, a quien juzgaron mejor que a Heraclio, el bizantino. Además, Omar respetó escrupulosamante el culto cristiano de Jerusalén. En ese contexto podemos preguntar:
¿Dónde estaba el Espíritu de Dios en aquella Guerra? ¿Estaba más con los cristianos, que le invocaban en la fiesta de la Santa Cruz... o estaba más con los seguidores de Muhammad, que se creyó enviado del Espíritu de Cristo?
¿Aquella guerra la perdieron de verdad los cristianos de Jerusalén, o la perdió sólo el Imperio Bizantino, que tenía otros intereses?
¿No estaba Dios en los nuevos musulmanes más que en el ejército de Heraclio que había conquistado años atrás la Cruz de Jesús por la armas (627), instituyendo la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz del 14 de Septiembre…?
¿No estaría la derrota cristiana más en la línea de la Cruz de Jesús, y más sabiendo el tipo de opresión de aquellos bizantinos que llevaban a sus mercenarios árabes atados con cadenas para que desertaran y se pudieran de parte de los árabes musulmanes?
Todos estos problemas son difíciles de responder, de manera que no voy a seguir en esa línea. Lo único cierto para los cristianos es que Jesús dice “volveré, os PROTEGERÉ”, os daré al verdadero Defensor:
¿Dónde estuvo ese defensor en momentos de guerra, como aquel del Yarmuk?
¿Dónde está tantas veces como pierden, sufren y mueren los más pobres de la tierra?
a. ¿Estuvo Jesús con su Espíritu en la victoria de Heraclio del año 614, cuando derrotó a los persas, les quitó la Cruz y la llevó en triunfo en Jerusalén… hasta el día de hoy, cuando celebramos en misa solemne la Exaltación de la Cruz?
b. ¿Estuvo Jesús más lejos de los "suyos" en la derrota del mismo Heraclio (¡que no se celebra!), el año 636, que permitió que los musulmanes entraran en Jerusalén, el 638, recordando no sólo a Abraham y a Muhammad (que habría subido de Jerusalén al Cielo), sino también a Jesús, con inmenso respeto, para quedarse, derrotando poco después, en tres años, a los sasánidas de Persia y a los bizantinos de Egipto, para quedarse, hasta el día de hoy?
Una pregunta
No quiero entrar en la disputa histórica (sobre Jacob y su lucha interior, sobre el Islam y los cristianos bizantinos, que tanto le preocupaba a Benedicto XVI en el discurso de Ratisbona), sino profundizar en la promesa del Espíritu, que está en el mundo, por don de Jesús.
Jesús nos dice que nos dará su “defensor”, su Espíritu. ¿Lo hemos recibido de verdad? ¿Dónde se manifiesta mejor el Espíritu de Dios?:
-- ¿En Heraclio el cristiano que entró en Jerusalén el 627, con la cruz a cuestas, para ponerla en el lugar del Santo Sepulcro, tras vencer a Cosroes, el persa... ratificando así la presencia cristiana en el templo del Santo Sepulcro, hasta el día de hoy?

-- ¿O en el Califa Omar que entró en Jerusalén el año 638, tras la victoria del vado de Jacob, orando sobre el lugar del templo de Jerusalén, donde está hoy la mezquita de su nombre… pero negándose a orar en el lugar del Sepulcro de Jesús, como le pidió el patriarca Sofronio, porque dijo que si él oraba allí los musulmanes tomarían el lugar como propio (haciéndolo mezquita) y se lo arrebatarían a los cristianos, cosa que él no quería hacer en modo alguno?
Quizá planteadas a ese nivel esas preguntas no tienen respuesta. Por eso, hoy he querido ofrecer un post de fondo, comentando primero el evangelio… y luego la batalla del Yarmuk, con la conquista de Jerusalén. Quedan así abiertos otros temas:
¿Cómo se relaciona Muhammad con el Espíritu Santo? ¿Tienen razón los musulmanes cuando dicen que fue portador de ese Espíritu de Cristo?
¿Qué podemos pensar de la visión del Abad Joaquín de Fiore, el cristiano que quizá ha meditado mejor sobre la venida del Espíritu Santo, es decir, sobre la “tercera edad” que está por venir?.
(Imagen 2: Piero de la F., Victoria de Heraclio contra Cosroes;
Imagen 3: Batalla del Yarmuk/Yaboq: Tropas de Omar vencen a bizantinos;
Imagen 4: Califa Omar entra en Jerusalén, que la abre las puertas, el 638, tras batalla del Yarmuk
Nota erudita: Como he dicho, los ríos de nuestra historia son distintos, pero discurren cerca, en la misma dirección, por la alta meseta de la actual Jordania, desembocando en el Jordán, el Yarmuk más al norte, el Yabok más al sur... De todas formas, en el imaginario bíblico/cristiano podemos identificarlos).

1 comentario:

Unknown dijo...

hola me parece muy bien que seas cristiano, pero dejen de meterse ya con los musulmanes, cada uno es libre de elegir su religión.


PD: NOSOTROS TAMBIÉN CREEMOS EN JESUS