El hombre interior es el que tiene mayor capacidad de intuir lo que ocurre a su alrededor. El que se mueve siempre en lo superficial raramente se va a percatar de lo que ocurre a su lado.
Saber mirar hacia adentro es de suma importancia para captar lo que hay fuera. Sí, hay que mirar adentro porque de adentro salen las buenas y malas acciones. Tenemos que mirar y examinar detenidamente en nuestro interior para exterminar de raíz las malas inclinaciones y cultivar con esmero los buenos sentimientos. Como dice Jesús en el Evangelio es del corazón que salen las malas acciones.
Nadie es químicamente puro por ello hay que cuidar con esmero nuestro jardín interior para que crezcan frutos de bondad, compasión, entrega, alegría. Y estos frutos los podamos ofrecer a los que nos rodean. Lo más fantástico de estos frutos es que no se estropean y tienen la propiedad de curar muchas dolencias. ¿No es cierto que una palabra amable, una sonrisa, un gesto de bondad hacen mucho bien al que está en una situación dolorosa?
Nadie es químicamente puro por ello hay que cuidar con esmero nuestro jardín interior para que crezcan frutos de bondad, compasión, entrega, alegría. Y estos frutos los podamos ofrecer a los que nos rodean. Lo más fantástico de estos frutos es que no se estropean y tienen la propiedad de curar muchas dolencias. ¿No es cierto que una palabra amable, una sonrisa, un gesto de bondad hacen mucho bien al que está en una situación dolorosa?
Texto: Hna. María Nuria Gaza.
Publicado por Mi Vocación
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