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sábado, 9 de julio de 2011

XV Domingo del T.O. (Mt 13,1-23) - Ciclo A: DIOS ES GENEROSO EN SEMBRAR SU PALABRA

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Por José María Maruri, SJ

1.- Esta parábola me trae el recuerdo de mañanas limpias y claras de Aranjuez cuando por las ventanas del Seminario se nos entraba la voz sonora de un labriego que sembraba a voleo el trigo de los surcos abiertos bajo los olivos. Su canto era de alegría del que siembra con generosidad y con seguridad espera una cosecha abundante.

Este es el sentido de la parábola de Jesús y de la primera lectura que acabamos de oír. Jesús sabe que parte de la semilla que está sembrando se va a perder, pero está seguro de que la gran mayoría de sus palabras van a ser bien recibidas y van a dar un alto tanto por cierto de cosecha. Como la lluvia de la primera lectura que cae generosa sobre la tierra, la fecunda, hace germinar la semilla y no regresa vacía el seno de Dios de donde vino.

a).- La palabra de Dios es poderosa: una palabra de Dios creo el universo, una palabra saco al hombre del barro, una palabra humana del Hijo de Dios calma la tempestad, “calla enmudece”. Cura al leproso, “quiero se limpio”. Sana al paralítico, “levántate y anda” y saca a Lázaro, amigo, del sepulcro, “sal afuera”. Y es la palabra de Dios prestada a los hombres la que la Eucaristía convierte el pan y vino…”Esto es mi Cuerpo…esta es mi Sangre”. O perdona los pecados. “yo te perdono en nombre del Padre.”

b).- Esa palabra poderosa de Dios ha tomado sonido humano y ha quedado escrita en las Escrituras y sigue conservando su fuerza. De ella dice San Pablo que es como espada de dos filos que llega hasta lo más hondo del ser humano. Y es que esa palabra está vivificada por el Espíritu Santo y es capaz de mejorar la tierra en que cae. Habéis visto las hierbecillas que nacen milagrosamente sobre las rocas o los pinos retorcidos que han sido capaces de meter sus raíces entre hendiduras de rocas y levantan sus brazos triunfantes hacia el cielo.

c).- Jesús nos dice que Dios es generoso en sembrar su palabra. Dios no es ingeniero agrónomo que primero analiza el terreno y sólo siembra donde espera fruto. Dios da la oportunidad a todos los terrenos, aunque sea el duro camino, la tierra entre zarzas o el pedregal…quién sabe si allí dará su fruto.

La única semilla que no da fruto es la que queda en el puño cerrado de un sembrador calculador y prudente que no quiere desperdiciar la semilla, perdiendo la ocasión tal vez de que donde no pensaba dé fruto.

d).- Tan poderosa es la palabra de Dios que aun cuando por circunstancias adversas se la transforma en silencio forzoso, aún así resuena y produce su fruto.

2.- No estaría de más que cada uno de nosotros examinase si mostramos nuestra estima por esa palabra de Dios.

--si leemos la Escritura.

--si la escuchamos en la iglesia o más bien no nos importa llegar tarde con tal de acortar la duración de la misa.

--si tenemos hambre de la Palabra de Dios que nos ha dejado el Señor como alimento de nuestras almas o estamos tan satisfechos de las cosas humanas que no echamos en falta la necesidad que tenemos de la Palabra del Señor.

--¿no nos quejamos a veces que sentimos que la fe nos flaquea? ¿Nos hemos preguntando si tratamos de alimentarla con el alimento que el Señor nos ha dado?

Pidamos al Señor, que puesto que su Palabra es siempre poderosa que a pesar de nuestra frialdad y poco aprecio hacia ella que eche raíces hondas en nosotros y que seamos capaces de dar si quiera el 30 por ciento de fruto.

1 comentario:

Unknown dijo...

Maruri:En el Noviciado, y no Seminario, de Aranjuez no se veía, desde las ventanas de los edificios a ningún labrador. Era un edificio bien protegido del exterior.
De todos modos tus reflexiones son dignas de consideración, aunque me parecen mucho menos profundas que las de otros "colegas" sobre este pasaje evangélico.
Comentario que te hago sin ningún tipo de malicia, sino como autoreflexión "in voce" para que recapacites los diferentes modos de "llegar" al prójimo en materia religiosa.