Por Sergio Sinay
Publicado por LNR
¿El agradecimiento tiene fecha de vencimiento o uno debe pagar toda su vida los favores recibidos, como dice el tango? Cuando aparecen los "y todo lo que hice yo por ella", después de mucho tiempo y pensando que uno ya ha pagado suficientes facturas en la vida, me pregunto cuándo termina esto, cuándo uno se libera de agradecimientos de por vida. ¿Hay alguien o algo que ponga el sello de "pagado" a los favores recibidos?
Betty Lemos
RE:
Si la ayuda que se nos brindó se convierte en una hipoteca con cuotas eternas, quien nos favoreció estuvo haciendo una inversión especulativa. No nos ayudaba. Se ayudaba. Apuntalaba su ego, intentaba fortalecer su autoimagen. La ausencia de agradecimiento es tan empobrecedora como el permanente recuerdo de lo que se hizo por otro. El psiquiatra Richard Alpert, que se convirtiera en el maestro espiritual Ram Dass, se refiere a esto en ¿Cómo puedo ayudar?: "Una vez que asociamos la ayuda a una recompensa, comenzamos a utilizarla al servicio de una amplia gama de motivos personales, en lugar de convertirla en expresión de nuestra compasión natural".
Cuando a una acción de ayuda se responde con una acción de agradecimiento, allí se cierra un círculo virtuoso. El ayudador y el ayudado quedan libres y es posible que, en los caminos de la vida, en algún momento intercambien sus lugares. Podrán hacerlo con gracia, virtud y desapego. Si no es así, quedan atrapados en una red de manipulación que degrada a uno y encarcela al otro en la culpa y el agobio, como lo menciona nuestra amiga Betty.
Ponerle el sello de pagado al favor recibido es fruto de un mutuo acuerdo. Y este se firma con la indeleble tinta de la buena fe. Es de mala fe no agradecer y también lo es creer que haber ayudado nos convierte en acreedores perpetuos. Esto ocurre cuando el que ayuda se enamora de su propia imagen de asistente. Entonces andará siempre a la búsqueda de un necesitado, sentirá que si no ayuda no es y exigirá un permanente agradecimiento que lo confirme en su rol. En ese caso, el sello de pagado lo debe poner quien ya supo agradecer.
sergiosinay@gmail.com
Cuando a una acción de ayuda se responde con una acción de agradecimiento, allí se cierra un círculo virtuoso. El ayudador y el ayudado quedan libres y es posible que, en los caminos de la vida, en algún momento intercambien sus lugares. Podrán hacerlo con gracia, virtud y desapego. Si no es así, quedan atrapados en una red de manipulación que degrada a uno y encarcela al otro en la culpa y el agobio, como lo menciona nuestra amiga Betty.
Ponerle el sello de pagado al favor recibido es fruto de un mutuo acuerdo. Y este se firma con la indeleble tinta de la buena fe. Es de mala fe no agradecer y también lo es creer que haber ayudado nos convierte en acreedores perpetuos. Esto ocurre cuando el que ayuda se enamora de su propia imagen de asistente. Entonces andará siempre a la búsqueda de un necesitado, sentirá que si no ayuda no es y exigirá un permanente agradecimiento que lo confirme en su rol. En ese caso, el sello de pagado lo debe poner quien ya supo agradecer.
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