Por Dominicos.org
"No hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen".
En la primera lectura el Profeta se queja del comportamiento voraz de los sacerdotes. No son equitativos en el reparto de los bienes del pueblo. Sobre todo se queja el Profeta del los bienes escatimados a la tribu de Leví.
Esta voracidad sacerdotal es una profanación del nombre de Yavé, el tres veces santo, que ha escogido a su pueblo, a todos los miembros de su pueblo. Por lo que todos los miembros de este pueblo deben ser respetados y alentados.
Yavé, además, ha hecho una Alianza con este pueblo, por la que este pueblo reconoce a Yavé como su Dios, y Yavé se compromete a protegerle en todas las vicisitudes de su vida. Los sacerdotes debían ser el brazo largo de Yavé en la protección de los miembros de su pueblo.
El profeta da un paso más. La Alianza no es un mero pacto jurídico con obligaciones bilaterales. En esta Alianza Yavé es el Padre, y el pueblo es el hijo. Un padre no tiene acepción de hijos, los quiere a todos igual, y quiere que los bienes de su casa se repartan equitativamente entre sus hijos.
En la segunda lectura San Pablo se desahoga con los tesalonicenses y les abre de par en par su corazón: los quiere como una madre ama a sus hijos por la acogida que han prestado desde el primer momento a la Palabra de Dios: Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no solamente el Evangelio, sino hasta nuestras propias personas.
En el Evangelio Jesús desenmascara a los letrados y fariseos. No se preocupan por conocer y enseñar la ley de Moisés. Se preocupan de medrar con motivo de la ley de Moisés. Se preocupan de agradar a la gente y que la gente les reconozca un puesto de privilegio en la sociedad. Hacen lo contrario de lo que dicen. Dios no cuenta. Se diría que ellos han usurpado el papel de Dios.
Primera lectura: (Malaquías 1,14b-2,2b.8-10)
Marco: El contexto de este fragmento es una sección que recoge diversos oráculos contra los sacerdotes y su poco cuidado en el servicio de Dios.
Reflexiones
1ª) ¡El rey soberano merece un culto digno!
Yo soy el Rey soberano, dice el Señor de los ejércitos; mi nombre es temido entre las naciones. Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes: Si no obedecéis y no os proponéis dar la gloria a mi nombre os enviaré mi maldición. Para la comprensión de estas palabras de Malaquías es necesario tener en cuenta todo el protocolo de los reyes orientales y helenistas. En las cortes se solía cumplir un ritual esmeradamente cuidado.
El profeta recuerda que el rey que es honrado en todas las naciones requiere un culto cuidado en el interior y en el exterior. La obediencia y la gloria del nombre de Dios van juntos, de lo contrario la gloria sería un gesto externo que no compromete al hombre, no le transforma. Dios prefiere ser obedecido que recibir un culto vacío y su voluntad es beneficiosa para el hombre. Malaquías recoge elementos de la predicación profética anterior que insistía constantemente en denunciar un culto vacío porque el corazón no seguía los mandamientos de Dios expresión de su voluntad y cláusulas de la alianza.
2ª)¡Honor con honor se paga!
Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la Ley, habéis invalidado mi alianza con Leví... Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo. El servicio a Dios se manifiesta en un culto digno y vivo, cuidadosamente realizado. El servicio al pueblo se ejerce también en que son los intérpretes autorizados de la ley de Dios en la etapa posexílica. Como los sacerdotes no han realizado un culto que favorecía el honor de Dios, Dios a su vez no cuidará de la honra de los sacerdotes ante el pueblo.
Dios no ha sido honrado en el servicio al pueblo por varios motivos: porque no han sido fieles a los caminos de Dios expresión de su voluntad; porque en este servicio se dejan arrastrar por la acepción de personas al aplicar la ley. En realidad se trata de falta de fidelidad y de falta de justicia y equidad en la aplicación de la ley al pueblo. El profeta fundamenta la urgencia de la injusticia en que todos los miembros del pueblo de Dios tienen un mismo Padre y un mismo Señor. La justicia* es una consecuencia lógica del reconocimiento de un solo Señor.
Segunda lectura: (1Tesalonicenses 2,7b-9.13)
Marco: El fragmento proclamado recoge el comportamiento de Pablo con los Tesalonicenses.
Reflexiones
1ª)¡ La delicadeza se manifiesta en el esfuerzo, la fatiga y el desprendimiento!
Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos.. Recordad nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.. La comparación con el trato que una madre tiene con sus hijos evoca al Segundo Isaías y revela la hondura del corazón del apóstol. El afecto del apóstol se refleja en su decisión de entregarles no sólo el Evangelio sino su propia vida, porque se habían ganado su amor.
El amor evangélico es la disposición de entregar lo mejor de uno mismo. Pablo, en estas efusiones de su corazón, recuerda ahora que la evangelización se llevó a cabo con mucho esfuerzo y muchas fatigas. Ciertamente el Espíritu Santo asistía a los apóstoles en su misión pero no exime a nadie del propio esfuerzo. La espiritualidad de Pablo es una espiritualidad encarnada. Quizá el rasgo más llamativo es la referencia al trabajo para no ser gravoso aunque el evangelizador tiene derecho al sustento (cf. Mt 10). No obstante, Pablo trabajó mientras pudo para ganarse el pan. Muchas son las razones que se podrían buscar: libertad en el ejercicio del apostolado; conocía bien las costumbres de los rabinos, entre los que vivió y aprendió la tradición, que solían ejercer sus oficios y luego se dedicaban a la enseñanza.
2ª) ¡La palabra de los predicadores es la palabra de Dios!
Al recibir la Palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino como Palabra de Dios. Los predicadores son embajadores de Dios, como lo recuerda y enseña Pablo en la carta a los Corintios. Un embajador representa los intereses de la nación que le envía y cumple las directrices que el gobierno a quien representa le indica. Coherente con estas afirmaciones, Pablo se lo aplica ahora y recuerda a los Tesalonicenses que ellos se adhirieron a la fe en Jesús porque recibieron una Palabra de Dios.
Pablo puso siempre especial cuidado en que los oyentes no se quedaran en la palabra de los mensajeros. Y este cuidado responde a realidades acontecidas en sus comunidades, sobre todo en Corinto. Los ministros son servidores de un proyecto superior y su recompensa consiste en ser fieles a ese ministerio. La fuerza de la Palabra de Dios no está sujeta a la elocuencia o falta de elocuencia en los proclamadores. San Ireneo nos recuerda que en la transmisión de la tradición de la Iglesia ni añaden nada los elocuentes predicadores no restan nada los que carecen de elocuencia. Aunque, como recuerda san Agustín, hay que poner todo esmero en la proclamación de esta Palabra para que llegue suavemente a los corazones de los oyentes.
Evangelio: (Mateo 23,1-12)
Marco: El contexto inmediato es la próxima venida del reino de los cielos, enmarcado en la sección narrativa.
Reflexiones
1ª) ¡Una enseñanza sin compromiso!
En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Reconocimiento de que la enseñanza de los fariseos y de los doctores es una interpretación de la Escritura ortodoxa pero es una enseñanza carente de vida y de compromiso con aquellos a los que se dirige. Las enseñanzas rabínicas abarcaban todos los aspectos de la vida tanto religiosos como civiles.
Los contenidos y la meticulosidad con que trataban los asuntos ya que descendían hasta detalles inverosímiles. Igualmente conocemos las interpretaciones midrásicas, en concreto las parábolas que utilizaban en su enseñanza. En el aspecto jurídico multiplicaban los preceptos sin límite. Entre los obligatorios con mayor gravedad se contabilizaban más de 600. Todo este conjunto de prescripciones, interpretaciones y enseñanzas hacía casi imposible el conocimiento de las mismas y la posibilidad de llevarlas a la práctica. Pero son excesivamente académicas y presentadas con poca calidez de vida. Jesús les reprocha que ellos mismos no hacen lo que enseñan.
Eran dos campos distantes: la enseñanza meticulosa sin límites y la ausencia de compromiso personal. Esto creaba un distanciamiento entre los doctores y el pueblo cada vez mayor y más insoportable. Esto es lo que denuncia Jesús. En contraposición el evangelio nos ha conservado algunas escenas y rasgos peculiares de Jesús. En primer lugar, las gentes exclamaban entusiasmadas cuando oían hablar a Jesús: este habla con autoridad. En segundo lugar, Jesús se dirige a todos los agobiados y cansados y les ofrece su ayuda y cercanía para llevar adelante sus cargas. En tercer lugar, Jesús declara que su yugo es llevadero y su carga ligera.
2ª) ¡Una religión de apariencias!
Lo que hacen es para que los vea la gente... Ya en el sermón de la montaña, Jesús había denunciado la hipocresía de los fariseos, en los que piensa ahora de modo especial. Y esta hipocresía se manifestaba en tres prácticas particularmente cuidadas por los fariseos: la oración, que la hacen ostentosa y cargada de apariencia con muy poca intimidad que requiere la verdadera oración como diálogo del corazón con el Dios Padre que ve en lo secreto. En segundo lugar, la práctica de la limosna que calculan cuidadosamente cuándo y a quién darla porque lo que pretenden es conseguir un premio personal no aliviar una necesidad del prójimo.
En tercer lugar, la práctica del ayuno que lo realizaban meticulosamente varias veces a la semana, pero ponían especial cuidado en que se notara públicamente. Ahora añade Jesús algunas prácticas que completan el cuadro del comportamiento fariseo. Las filacterias eran pequeños estuches que contenían los principales preceptos de la ley que se colgaban de la frente o en los brazos, practicando materialmente Ex 13,9.16; Dt 6,8; 11,18 pero lo habían deformado ya que en la intención de los narradores del Ex y Dt era pedagógica, es decir, recordar constantemente al israelita sus compromisos con Dios y la necesidad de ponerlos en práctica para seguir disfrutando de la protección y bendición divinas. Las franjas del manto son borlas cosidas a las puntas del manto (Nm 15,38ss). El fleco con un hilo de púrpura (que juega un papel importante en los paños cultuales) debe recordar el carácter sagrado de la comunidad. En las reproducciones antiguas del vestido palestinense, y según Dt 22,12, estos flecos guarnecen todo el faldón.
En la época judía, es decir en tiempos de Jesús, no se los colocará más que en los bordes. Cristo se acomodó a la costumbre (Mt 9,20), pero censuró la afectación en su práctica. Les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas. Todo forma parte de la necesidad que tenían de honor y de reconocimiento, tan importante en la sociedad de aquel entonces.
3ª) ¡Siempre en actitud de servicio!
El primero entre vosotros será vuestro servidor. En la escuela de Jesús se aprende la única enseñanza que conduce a la salvación. Jesús es el último y definitivo enviado del Padre para anunciar e interpretar su voluntad de forma definitiva. Jesús es un lugarteniente y un intérprete autorizado de la voluntad del Padre (Jn 1,18). Es probable que en las iglesias mateanas hiciera falta una llamada de atención a las personas que habían recibido algún carisma en la comunidad. No llaméis padre vuestro...
Probablemente, Jesús quiere corregir la costumbre que tenían de llamar a los rabinos «padre mío» como un título honorífico. Siempre con la misma intención de corregir la ostentación. Sólo hay un Abbá que está en cielo. Jesús viene a revelar que nuestro Abbá, que es el suyo, es el único que merece ese tratamiento. Pero además significa que todos somos hijos del único Padre y, por tanto, todos iguales y todos hermanos realmente. Esta llamada de atención corta toda ostentación de los fariseos y es una advertencia a la propia comunidad cristiana en la que, según el testimonio de 1Corintios, existía el peligro de división por la inadecuada utilización de los carismas recibidos.
No os dejéis llamar guías... El texto sugiere estas dos posibilidades: primera, entender el término guía como lo entiende el autor de la carta a los Hebreos y como se entiende en los títulos kerigmáticos, es decir, el que conduce hacia la vida. En este caso Jesús es el único príncipe de la vida, el único que abre caminos hacia la vida. El sentido sería profundamente cristológico con fuerte significación soteriológica.
En segundo lugar, por la respuesta se observa que el título que subyace en el término guía es el de kúrios (Señor). Y ciertamente en el testimonio unánime del Nuevo Testamento es que el único Señor es Jesucristo. En definitiva, Jesús es el único que conduce a la vida, que abre el camino de la vida y el único que es el Señor de la historia. Recuérdese que también a los rabinos les gustaba que se les llamase mari (señor mío).
Por eso Jesús advierte que sólo hay un Señor en realidad. El que se enaltece será humillado. En primer lugar, es necesario ofrecer una traducción más clara: el que se enaltece a sí mismo Dios lo humillará. Jesús utilizaba gustoso el pasivo divino de tal manera que ha pasado a ser una característica propia de su lenguaje. En los pasivos divinos se ha de traducir el verbo por activo pero poniendo a Dios por sujeto, es decir, Él es quien exalta o humilla. La enseñanza de Jesús es que consistiendo la humildad evangélica en permanecer cada uno en su lugar y no abrigar pretensiones que desborden su realidad, la acción de Dios consiste en poner a cada uno en su realidad, en su lugar adecuado, en su rango. La enseñanza de Jesús es instructiva y responde a la realidad en que vivía rodeado de personas que se autoestimaban en exceso y, además, despreciaban a los demás.
El Evangelio se puede resumir en muy pocas palabras:
1. Que hay una manera de practicar la religión que hace odiosa la religión.
2. Que hay una manera de relacionarse con Dios que en lugar de acercar a Dios, aleja de Dios.
¿Qué es esto que hace odiosa la religión y aleja de Dios?
Es la hipocresía, la falsedad, la falta de sinceridad en la propia vida del creyente. Jesús fustiga aquí a los fariseos, escribas y doctores de la ley porque hacían consistir la religión en meras apariencias sin que se preocupasen ni poco ni mucho por hacer las cosas por motivos interiores que son los que Dios ve: muchos rezos, inclinaciones, postraciones y golpes de pecho. Hay que reconocer que externamente los escribas y fariseos era gente piadosa y devota, que se sabían de memoria los salmos y se los recitaban a cualquiera que se lo pidiera. Se sabían de memoria también párrafos enteros de la ley, pero su corazón no estaba ahí. En su boca todos esos textos eran fórmulas vacías, huecas, sin ningún valor.
Practicaban una religión de fachada, de meras apariencias, por eso el Señor en otro lugar los ha llamado “sepulcros blanqueados”, muy bonitos por fuera, pero por dentro no hay más que podredumbre. “Haced lo que ellos dicen, pero no hagáis lo que ellos hacen”, terrible este reproche del Señor.
¿Qué nos dice a nosotros esta Palabra de Dios aquí y ahora?
¿Qué dirá el Señor de nuestros rezos, de nuestras misas, de nuestro cristianismo en general y en particular? Algunas veces se oye decir: las personas que más van a misa, y que más rezan y que aparentemente son más devotas son las que más murmuran, las que más critican y las que más despellejan. Yo supongo que estas afirmaciones tendrán una buena dosis de exageración, porque de lo contrario ¿en qué nos distinguiríamos de aquellos sepulcros blanqueados que detestaba el Señor? Y aunque todo sean exageraciones, y en nuestras misas, rosarios y devociones haya sinceridad, y nuestro corazón esté en nuestros labios ¿no hay una manera de practicar la religión que le da todo a Dios y al prójimo ni agua?
Ya veíamos el domingo pasado que al Señor le preguntaron por el primer mandamiento de la ley de Dios y respondió con dos: amarás al Señor tu Dios y al prójimo como a ti mismo. Es una manera de decir que en la práctica no se pueden separar, que el amor de Dios y el amor del prójimo son como dos hermanitos que siempre van de la mano. Donde está el uno, está el otro. Y donde no está el uno, tampoco está el otro. No podemos decir que amamos mucho a Dios haciendo caso omiso del prójimo. Esto quiere decir que nuestro cristianismo tiene que tener necesariamente una dimensión social.
El Concilio Vaticano II, hablando de la génesis del ateismo moderno, pone de relieve este texto: …en esta génesis del ateismo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión.
Tenemos que tener especial cuidado y delicadeza:
en la educación religiosa que se les da a los hijos. Es una cuestión fundamental. Aquí tiene una importancia en cierto modo decisiva el comportamiento religioso de los padres. La fe actúa por contagio.
en las clases de teología, catequesis, homilías, charlas
en la vida religiosa, pueden velar la imagen de Dios
en la vida moral, pueden conducir al fariseísmo
en la vida social, pueden conducir a una religión sin prójimo.
Esta voracidad sacerdotal es una profanación del nombre de Yavé, el tres veces santo, que ha escogido a su pueblo, a todos los miembros de su pueblo. Por lo que todos los miembros de este pueblo deben ser respetados y alentados.
Yavé, además, ha hecho una Alianza con este pueblo, por la que este pueblo reconoce a Yavé como su Dios, y Yavé se compromete a protegerle en todas las vicisitudes de su vida. Los sacerdotes debían ser el brazo largo de Yavé en la protección de los miembros de su pueblo.
El profeta da un paso más. La Alianza no es un mero pacto jurídico con obligaciones bilaterales. En esta Alianza Yavé es el Padre, y el pueblo es el hijo. Un padre no tiene acepción de hijos, los quiere a todos igual, y quiere que los bienes de su casa se repartan equitativamente entre sus hijos.
En la segunda lectura San Pablo se desahoga con los tesalonicenses y les abre de par en par su corazón: los quiere como una madre ama a sus hijos por la acogida que han prestado desde el primer momento a la Palabra de Dios: Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no solamente el Evangelio, sino hasta nuestras propias personas.
En el Evangelio Jesús desenmascara a los letrados y fariseos. No se preocupan por conocer y enseñar la ley de Moisés. Se preocupan de medrar con motivo de la ley de Moisés. Se preocupan de agradar a la gente y que la gente les reconozca un puesto de privilegio en la sociedad. Hacen lo contrario de lo que dicen. Dios no cuenta. Se diría que ellos han usurpado el papel de Dios.
Fr. Aristónico Montero Galán O.P.
Convento de San Pedro Mártir (Madrid)
Convento de San Pedro Mártir (Madrid)
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Comentario Bíblico
Comentario Bíblico
Primera lectura: (Malaquías 1,14b-2,2b.8-10)
Marco: El contexto de este fragmento es una sección que recoge diversos oráculos contra los sacerdotes y su poco cuidado en el servicio de Dios.
Reflexiones
1ª) ¡El rey soberano merece un culto digno!
Yo soy el Rey soberano, dice el Señor de los ejércitos; mi nombre es temido entre las naciones. Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes: Si no obedecéis y no os proponéis dar la gloria a mi nombre os enviaré mi maldición. Para la comprensión de estas palabras de Malaquías es necesario tener en cuenta todo el protocolo de los reyes orientales y helenistas. En las cortes se solía cumplir un ritual esmeradamente cuidado.
El profeta recuerda que el rey que es honrado en todas las naciones requiere un culto cuidado en el interior y en el exterior. La obediencia y la gloria del nombre de Dios van juntos, de lo contrario la gloria sería un gesto externo que no compromete al hombre, no le transforma. Dios prefiere ser obedecido que recibir un culto vacío y su voluntad es beneficiosa para el hombre. Malaquías recoge elementos de la predicación profética anterior que insistía constantemente en denunciar un culto vacío porque el corazón no seguía los mandamientos de Dios expresión de su voluntad y cláusulas de la alianza.
2ª)¡Honor con honor se paga!
Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la Ley, habéis invalidado mi alianza con Leví... Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo. El servicio a Dios se manifiesta en un culto digno y vivo, cuidadosamente realizado. El servicio al pueblo se ejerce también en que son los intérpretes autorizados de la ley de Dios en la etapa posexílica. Como los sacerdotes no han realizado un culto que favorecía el honor de Dios, Dios a su vez no cuidará de la honra de los sacerdotes ante el pueblo.
Dios no ha sido honrado en el servicio al pueblo por varios motivos: porque no han sido fieles a los caminos de Dios expresión de su voluntad; porque en este servicio se dejan arrastrar por la acepción de personas al aplicar la ley. En realidad se trata de falta de fidelidad y de falta de justicia y equidad en la aplicación de la ley al pueblo. El profeta fundamenta la urgencia de la injusticia en que todos los miembros del pueblo de Dios tienen un mismo Padre y un mismo Señor. La justicia* es una consecuencia lógica del reconocimiento de un solo Señor.
Segunda lectura: (1Tesalonicenses 2,7b-9.13)
Marco: El fragmento proclamado recoge el comportamiento de Pablo con los Tesalonicenses.
Reflexiones
1ª)¡ La delicadeza se manifiesta en el esfuerzo, la fatiga y el desprendimiento!
Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos.. Recordad nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.. La comparación con el trato que una madre tiene con sus hijos evoca al Segundo Isaías y revela la hondura del corazón del apóstol. El afecto del apóstol se refleja en su decisión de entregarles no sólo el Evangelio sino su propia vida, porque se habían ganado su amor.
El amor evangélico es la disposición de entregar lo mejor de uno mismo. Pablo, en estas efusiones de su corazón, recuerda ahora que la evangelización se llevó a cabo con mucho esfuerzo y muchas fatigas. Ciertamente el Espíritu Santo asistía a los apóstoles en su misión pero no exime a nadie del propio esfuerzo. La espiritualidad de Pablo es una espiritualidad encarnada. Quizá el rasgo más llamativo es la referencia al trabajo para no ser gravoso aunque el evangelizador tiene derecho al sustento (cf. Mt 10). No obstante, Pablo trabajó mientras pudo para ganarse el pan. Muchas son las razones que se podrían buscar: libertad en el ejercicio del apostolado; conocía bien las costumbres de los rabinos, entre los que vivió y aprendió la tradición, que solían ejercer sus oficios y luego se dedicaban a la enseñanza.
2ª) ¡La palabra de los predicadores es la palabra de Dios!
Al recibir la Palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino como Palabra de Dios. Los predicadores son embajadores de Dios, como lo recuerda y enseña Pablo en la carta a los Corintios. Un embajador representa los intereses de la nación que le envía y cumple las directrices que el gobierno a quien representa le indica. Coherente con estas afirmaciones, Pablo se lo aplica ahora y recuerda a los Tesalonicenses que ellos se adhirieron a la fe en Jesús porque recibieron una Palabra de Dios.
Pablo puso siempre especial cuidado en que los oyentes no se quedaran en la palabra de los mensajeros. Y este cuidado responde a realidades acontecidas en sus comunidades, sobre todo en Corinto. Los ministros son servidores de un proyecto superior y su recompensa consiste en ser fieles a ese ministerio. La fuerza de la Palabra de Dios no está sujeta a la elocuencia o falta de elocuencia en los proclamadores. San Ireneo nos recuerda que en la transmisión de la tradición de la Iglesia ni añaden nada los elocuentes predicadores no restan nada los que carecen de elocuencia. Aunque, como recuerda san Agustín, hay que poner todo esmero en la proclamación de esta Palabra para que llegue suavemente a los corazones de los oyentes.
Evangelio: (Mateo 23,1-12)
Marco: El contexto inmediato es la próxima venida del reino de los cielos, enmarcado en la sección narrativa.
Reflexiones
1ª) ¡Una enseñanza sin compromiso!
En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Reconocimiento de que la enseñanza de los fariseos y de los doctores es una interpretación de la Escritura ortodoxa pero es una enseñanza carente de vida y de compromiso con aquellos a los que se dirige. Las enseñanzas rabínicas abarcaban todos los aspectos de la vida tanto religiosos como civiles.
Los contenidos y la meticulosidad con que trataban los asuntos ya que descendían hasta detalles inverosímiles. Igualmente conocemos las interpretaciones midrásicas, en concreto las parábolas que utilizaban en su enseñanza. En el aspecto jurídico multiplicaban los preceptos sin límite. Entre los obligatorios con mayor gravedad se contabilizaban más de 600. Todo este conjunto de prescripciones, interpretaciones y enseñanzas hacía casi imposible el conocimiento de las mismas y la posibilidad de llevarlas a la práctica. Pero son excesivamente académicas y presentadas con poca calidez de vida. Jesús les reprocha que ellos mismos no hacen lo que enseñan.
Eran dos campos distantes: la enseñanza meticulosa sin límites y la ausencia de compromiso personal. Esto creaba un distanciamiento entre los doctores y el pueblo cada vez mayor y más insoportable. Esto es lo que denuncia Jesús. En contraposición el evangelio nos ha conservado algunas escenas y rasgos peculiares de Jesús. En primer lugar, las gentes exclamaban entusiasmadas cuando oían hablar a Jesús: este habla con autoridad. En segundo lugar, Jesús se dirige a todos los agobiados y cansados y les ofrece su ayuda y cercanía para llevar adelante sus cargas. En tercer lugar, Jesús declara que su yugo es llevadero y su carga ligera.
2ª) ¡Una religión de apariencias!
Lo que hacen es para que los vea la gente... Ya en el sermón de la montaña, Jesús había denunciado la hipocresía de los fariseos, en los que piensa ahora de modo especial. Y esta hipocresía se manifestaba en tres prácticas particularmente cuidadas por los fariseos: la oración, que la hacen ostentosa y cargada de apariencia con muy poca intimidad que requiere la verdadera oración como diálogo del corazón con el Dios Padre que ve en lo secreto. En segundo lugar, la práctica de la limosna que calculan cuidadosamente cuándo y a quién darla porque lo que pretenden es conseguir un premio personal no aliviar una necesidad del prójimo.
En tercer lugar, la práctica del ayuno que lo realizaban meticulosamente varias veces a la semana, pero ponían especial cuidado en que se notara públicamente. Ahora añade Jesús algunas prácticas que completan el cuadro del comportamiento fariseo. Las filacterias eran pequeños estuches que contenían los principales preceptos de la ley que se colgaban de la frente o en los brazos, practicando materialmente Ex 13,9.16; Dt 6,8; 11,18 pero lo habían deformado ya que en la intención de los narradores del Ex y Dt era pedagógica, es decir, recordar constantemente al israelita sus compromisos con Dios y la necesidad de ponerlos en práctica para seguir disfrutando de la protección y bendición divinas. Las franjas del manto son borlas cosidas a las puntas del manto (Nm 15,38ss). El fleco con un hilo de púrpura (que juega un papel importante en los paños cultuales) debe recordar el carácter sagrado de la comunidad. En las reproducciones antiguas del vestido palestinense, y según Dt 22,12, estos flecos guarnecen todo el faldón.
En la época judía, es decir en tiempos de Jesús, no se los colocará más que en los bordes. Cristo se acomodó a la costumbre (Mt 9,20), pero censuró la afectación en su práctica. Les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas. Todo forma parte de la necesidad que tenían de honor y de reconocimiento, tan importante en la sociedad de aquel entonces.
3ª) ¡Siempre en actitud de servicio!
El primero entre vosotros será vuestro servidor. En la escuela de Jesús se aprende la única enseñanza que conduce a la salvación. Jesús es el último y definitivo enviado del Padre para anunciar e interpretar su voluntad de forma definitiva. Jesús es un lugarteniente y un intérprete autorizado de la voluntad del Padre (Jn 1,18). Es probable que en las iglesias mateanas hiciera falta una llamada de atención a las personas que habían recibido algún carisma en la comunidad. No llaméis padre vuestro...
Probablemente, Jesús quiere corregir la costumbre que tenían de llamar a los rabinos «padre mío» como un título honorífico. Siempre con la misma intención de corregir la ostentación. Sólo hay un Abbá que está en cielo. Jesús viene a revelar que nuestro Abbá, que es el suyo, es el único que merece ese tratamiento. Pero además significa que todos somos hijos del único Padre y, por tanto, todos iguales y todos hermanos realmente. Esta llamada de atención corta toda ostentación de los fariseos y es una advertencia a la propia comunidad cristiana en la que, según el testimonio de 1Corintios, existía el peligro de división por la inadecuada utilización de los carismas recibidos.
No os dejéis llamar guías... El texto sugiere estas dos posibilidades: primera, entender el término guía como lo entiende el autor de la carta a los Hebreos y como se entiende en los títulos kerigmáticos, es decir, el que conduce hacia la vida. En este caso Jesús es el único príncipe de la vida, el único que abre caminos hacia la vida. El sentido sería profundamente cristológico con fuerte significación soteriológica.
En segundo lugar, por la respuesta se observa que el título que subyace en el término guía es el de kúrios (Señor). Y ciertamente en el testimonio unánime del Nuevo Testamento es que el único Señor es Jesucristo. En definitiva, Jesús es el único que conduce a la vida, que abre el camino de la vida y el único que es el Señor de la historia. Recuérdese que también a los rabinos les gustaba que se les llamase mari (señor mío).
Por eso Jesús advierte que sólo hay un Señor en realidad. El que se enaltece será humillado. En primer lugar, es necesario ofrecer una traducción más clara: el que se enaltece a sí mismo Dios lo humillará. Jesús utilizaba gustoso el pasivo divino de tal manera que ha pasado a ser una característica propia de su lenguaje. En los pasivos divinos se ha de traducir el verbo por activo pero poniendo a Dios por sujeto, es decir, Él es quien exalta o humilla. La enseñanza de Jesús es que consistiendo la humildad evangélica en permanecer cada uno en su lugar y no abrigar pretensiones que desborden su realidad, la acción de Dios consiste en poner a cada uno en su realidad, en su lugar adecuado, en su rango. La enseñanza de Jesús es instructiva y responde a la realidad en que vivía rodeado de personas que se autoestimaban en exceso y, además, despreciaban a los demás.
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)
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Pautas para la Homilía
Pautas para la Homilía
El Evangelio se puede resumir en muy pocas palabras:
1. Que hay una manera de practicar la religión que hace odiosa la religión.
2. Que hay una manera de relacionarse con Dios que en lugar de acercar a Dios, aleja de Dios.
¿Qué es esto que hace odiosa la religión y aleja de Dios?
Es la hipocresía, la falsedad, la falta de sinceridad en la propia vida del creyente. Jesús fustiga aquí a los fariseos, escribas y doctores de la ley porque hacían consistir la religión en meras apariencias sin que se preocupasen ni poco ni mucho por hacer las cosas por motivos interiores que son los que Dios ve: muchos rezos, inclinaciones, postraciones y golpes de pecho. Hay que reconocer que externamente los escribas y fariseos era gente piadosa y devota, que se sabían de memoria los salmos y se los recitaban a cualquiera que se lo pidiera. Se sabían de memoria también párrafos enteros de la ley, pero su corazón no estaba ahí. En su boca todos esos textos eran fórmulas vacías, huecas, sin ningún valor.
Practicaban una religión de fachada, de meras apariencias, por eso el Señor en otro lugar los ha llamado “sepulcros blanqueados”, muy bonitos por fuera, pero por dentro no hay más que podredumbre. “Haced lo que ellos dicen, pero no hagáis lo que ellos hacen”, terrible este reproche del Señor.
¿Qué nos dice a nosotros esta Palabra de Dios aquí y ahora?
¿Qué dirá el Señor de nuestros rezos, de nuestras misas, de nuestro cristianismo en general y en particular? Algunas veces se oye decir: las personas que más van a misa, y que más rezan y que aparentemente son más devotas son las que más murmuran, las que más critican y las que más despellejan. Yo supongo que estas afirmaciones tendrán una buena dosis de exageración, porque de lo contrario ¿en qué nos distinguiríamos de aquellos sepulcros blanqueados que detestaba el Señor? Y aunque todo sean exageraciones, y en nuestras misas, rosarios y devociones haya sinceridad, y nuestro corazón esté en nuestros labios ¿no hay una manera de practicar la religión que le da todo a Dios y al prójimo ni agua?
Ya veíamos el domingo pasado que al Señor le preguntaron por el primer mandamiento de la ley de Dios y respondió con dos: amarás al Señor tu Dios y al prójimo como a ti mismo. Es una manera de decir que en la práctica no se pueden separar, que el amor de Dios y el amor del prójimo son como dos hermanitos que siempre van de la mano. Donde está el uno, está el otro. Y donde no está el uno, tampoco está el otro. No podemos decir que amamos mucho a Dios haciendo caso omiso del prójimo. Esto quiere decir que nuestro cristianismo tiene que tener necesariamente una dimensión social.
El Concilio Vaticano II, hablando de la génesis del ateismo moderno, pone de relieve este texto: …en esta génesis del ateismo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión.
Tenemos que tener especial cuidado y delicadeza:
en la educación religiosa que se les da a los hijos. Es una cuestión fundamental. Aquí tiene una importancia en cierto modo decisiva el comportamiento religioso de los padres. La fe actúa por contagio.
en las clases de teología, catequesis, homilías, charlas
en la vida religiosa, pueden velar la imagen de Dios
en la vida moral, pueden conducir al fariseísmo
en la vida social, pueden conducir a una religión sin prójimo.
Fr. Aristónico Montero Galán O.P.
Convento de San Pedro Mártir (Madrid)
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