La Navidad para muchos es una fiesta de abrazos y regalos, para otros una fiesta de familia, para otros una fiesta de negocio, para otros un exceso de consumo, para otros una fiesta religiosa. Quizás de descarga de las pesadas conciencias de muchas empresas, con el propósito de sacar tajada de su generosidad. Y para la ciudad es un mes de apabullante publicidad, para obligar a comprar y comprar, para vender más y más.
Pero con todo eso no sabemos si hemos perdido el rumbo o es simplemente ignorancia o puro oportunismo de muchas empresas, de tiendas y supermercados. Pero lo que sí es verdad es que la navidad es a una de las fiestas más explotadas por el sistema económico que impera, sobre todo en occidente.
En las iglesias se repiten los mismos discursos sin mayor trascendencia, que de tanto oírlos resbalan como el agua entre las manos o en la arena del desierto. Y sin embargo algo tuvo que pasar con aquel nacimiento para que todavía dure su eco aunque desfigurado por el tiempo y las aguas. Algo que cambió no sólo la historia y el calendario, con un antes y después de Cristo, sino que cambió la historia de mucha gente y con repercusiones sociales de mucha trascendencia, aunque en su nombre también se hayan hecho muchos atropellos, guerras, masacres, torturas y abusos contra personas y pueblos enteros, y que todavía se siguen haciendo como hemos dicho más arriba.
Desde una visión de fe en el Misterio del que participamos todos quiero decir esta palabra, sin enseñanzas ni discursos, sólo con las palabras de Jesús cuando proclama su misión en la sinagoga de Nazaret con las palabras del libro del profeta Isaías: “El Espíritu del señor está sobre mí. Me envió a traer la buena noticia a los pobres. A anunciar a los cautivos la libertad y devolver la vista a los ciegos; a despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de la gracia del Señor”.
El año de gracia del Señor era la devolución de las tierras adquiridas por los ricos de los pobres, que por necesidad tuvieron que vender durante los 50 años anteriores. Y la liberación de los esclavos comprados por deudas no pagadas. Y el pasaje termina: “Al oír estas palabras todos los que estaban en la sinagoga se enojaron mucho. Se amotinaron y lo arrastraron fuera de la ciudad, llevándolo hasta un barranco del cerro en el que estaba construida la ciudad, para arrojarlo desde ahí. Pero él, pasando en medio ellos, siguió su camino” (Lucas 4, 14-30).
Muchos profetas como Jesús han perdido la vida, no hace muchos años en Latinoamérica por anunciar estas buenas nuevas a los pobres, voces que nos siguen diciendo que mientras no se den buenas noticias a los pobres y se haga algo de verdad para luchar contra la pobreza, se está desvirtuando la Navidad, si negar las buenas intenciones de estas fechas y las buenas voluntades de muchos de nosotros, pero no parece suficiente.
El año de gracia se anuncia hoy cuando los indígenas, las comunidades campesinas, los señalados y proscritos por su orientación sexual, las mujeres segregadas por su condición sexual y tantos otros y otras se atreven a pronunciar su palabra para defender su dignidad. ¿La Navidad de este 2011 será una buena noticia para los pobres? (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Pero con todo eso no sabemos si hemos perdido el rumbo o es simplemente ignorancia o puro oportunismo de muchas empresas, de tiendas y supermercados. Pero lo que sí es verdad es que la navidad es a una de las fiestas más explotadas por el sistema económico que impera, sobre todo en occidente.
En las iglesias se repiten los mismos discursos sin mayor trascendencia, que de tanto oírlos resbalan como el agua entre las manos o en la arena del desierto. Y sin embargo algo tuvo que pasar con aquel nacimiento para que todavía dure su eco aunque desfigurado por el tiempo y las aguas. Algo que cambió no sólo la historia y el calendario, con un antes y después de Cristo, sino que cambió la historia de mucha gente y con repercusiones sociales de mucha trascendencia, aunque en su nombre también se hayan hecho muchos atropellos, guerras, masacres, torturas y abusos contra personas y pueblos enteros, y que todavía se siguen haciendo como hemos dicho más arriba.
Desde una visión de fe en el Misterio del que participamos todos quiero decir esta palabra, sin enseñanzas ni discursos, sólo con las palabras de Jesús cuando proclama su misión en la sinagoga de Nazaret con las palabras del libro del profeta Isaías: “El Espíritu del señor está sobre mí. Me envió a traer la buena noticia a los pobres. A anunciar a los cautivos la libertad y devolver la vista a los ciegos; a despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de la gracia del Señor”.
El año de gracia del Señor era la devolución de las tierras adquiridas por los ricos de los pobres, que por necesidad tuvieron que vender durante los 50 años anteriores. Y la liberación de los esclavos comprados por deudas no pagadas. Y el pasaje termina: “Al oír estas palabras todos los que estaban en la sinagoga se enojaron mucho. Se amotinaron y lo arrastraron fuera de la ciudad, llevándolo hasta un barranco del cerro en el que estaba construida la ciudad, para arrojarlo desde ahí. Pero él, pasando en medio ellos, siguió su camino” (Lucas 4, 14-30).
Muchos profetas como Jesús han perdido la vida, no hace muchos años en Latinoamérica por anunciar estas buenas nuevas a los pobres, voces que nos siguen diciendo que mientras no se den buenas noticias a los pobres y se haga algo de verdad para luchar contra la pobreza, se está desvirtuando la Navidad, si negar las buenas intenciones de estas fechas y las buenas voluntades de muchos de nosotros, pero no parece suficiente.
El año de gracia se anuncia hoy cuando los indígenas, las comunidades campesinas, los señalados y proscritos por su orientación sexual, las mujeres segregadas por su condición sexual y tantos otros y otras se atreven a pronunciar su palabra para defender su dignidad. ¿La Navidad de este 2011 será una buena noticia para los pobres? (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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