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lunes, 27 de febrero de 2012

Actitud Cristiana con Respecto a la Salvación de No-cristianos


Por Ron Rolheiser (Traducción Carmelo Astiz)

A nosotros, como cristianos, se nos pide cargar con una tensión muy real por lo que respecta al modo cómo entendemos la salvación de los no-cristianos, ya que tenemos dos enseñanzas aparentemente en conflicto dentro mismo de nuestras Escrituras y nuestra Tradición.
Por una parte, Jesús nos revela un Dios que es siempre justo e imparcial y que, de modo inequívoco, quiere la salvación de todos y cada uno. Por otra parte, Jesús nos dice que él, y sólo él, es el camino, la verdad y la vida, y que nadie va a Dios sino por él. Y a través de dos mil años de historia, los cristianos han interpretado esas palabras, siempre y esencialmente, al pie de la letra. Entonces, ¿qué hacer? ¿Cómo tomar en serio ambas teorías, la voluntad salvífica universal de Dios y la creencia de que todos y cada uno de los seres humanos necesitan ser salvados por medio de Cristo?
No hay respuestas fáciles, aunque tanto los conservadores radicales como los liberales radicales sienten la tentación de pensar que sí las hay. A nosotros se nos pide cargar con esa tensión, sin ser capaces de resolverla plenamente. Así pues, me permito proponer aquí, como sugerencia, diez principios que nos puedan ayudar a cargar con esa tensión.

1- Dada nuestra teología de Dios, podemos no creer que Dios favorezca a algunos en detrimento de otros.
2- Dada nuestra teología de Dios, tenemos que creer que a la humanidad entera nunca le ha faltado la Providencia Divina.
3- Dada nuestra teología de Dios, tendríamos que titubear al juzgar a otros y, tanto para otros como para nosotros mismos, habríamos de aceptar la posibilidad de padecer de “ignorancia invencible”.
4- Dada nuestra teología de Dios, podemos no creer que Dios, de alguna manera, ha considerado ilegítimos e indignos de salvación los corazones sinceros y las oraciones igualmente sinceras de miles de millones de seres humanos, ya que sus corazones y plegarias no eran explícitamente cristianas.
5- Dada nuestra teología de Dios, podemos no creer que, en cualquier momento dado de la historia, la inmensa mayoría de la humanidad esté siendo excluida de la salvación porque no tiene enlace explícito a Jesús o a las iglesias cristianas.
6- Dada nuestra teología de Dios, podemos no creer que una conexión al cristianismo puramente externa, histórica, sea más importante para nuestra intimidad con Dios y para la salvación de nuestras almas que la gratitud, la cordialidad, la humildad, la buena disposición para reconciliarse con otros y la apertura del corazón.
7- Dada nuestra teología de Dios, es sabio creer que la compasión del corazón y los dones del Espíritu Santo al interior de una persona superan a todo lo simplemente externo, por lo que respecta a nuestra conexión con Dios.
8- Dada nuestra teología de Dios y nuestra tradición cristiana, se nos pide que creamos estas verdades, a saber:
Que el misterio pleno de Cristo es más amplio de lo que se puede percibir dentro del cristianismo histórico. Existe, como afirmaban los catecismos antiguos, no sólo un “Cristo visible”, sino también un “Cristo invisible”.
Que todas las cosas y realidades buenas tienen a Dios como su autor y que, por lo tanto, todo lo que es bueno, incluyendo lo que hay de bueno en otras religiones, procede de Dios. Lo mismo vale para todo lo bueno, verdadero y bello que haya en la cultura secular.
Que Dios se revela de muchas maneras: en la naturaleza, en la razón humana, en la conciencia humana y en nuestras vidas.
Que Cristo es una estructura dentro de la creación física y que la creación física misma fue creada por medio de Cristo y lleva su impronta en su estructura y en su diseño.
Que los no-cristianos pueden también ser santos.
Que la comunidad cristiana visible es gracia tangible y salvación tangible: Ofrece salvación, aquí y ahora, en persona, en carne y hueso, aunque de modo imperfecto. Es la última etapa ya presente, de modo que, al menos de forma ideal, dentro de ella se puede encontrar explícitamente ayuda, apoyo, afirmación, revelación, sabiduría, celebración y desafío necesarios para lograr la plenitud de vida.
Que la comunidad cristiana visible le comunica a una persona su derecho de nacimiento (por el bautismo) y le ayuda a apropiarse más plenamente ese derecho, es decir, como hijo o hija de Dios y como hermano o hermana de todos.
Que la comunidad cristiana visible es un instrumento privilegiado de mediación y de salvación. Jesús le ha exigido predicar la salvación, de modo explícito, a toda la tierra. La comunidad tiene un papel y una responsabilidad especiales (como María, la Madre de Jesús) de llevar a término la voluntad salvífica universal de Dios. Por medio de ella “todas las naciones de la tierra serán bienaventuradas”.
9- Dada nuestra teología de Dios, nuestras Escrituras y la tradición cristiana, tenemos dos opciones finales, ajustadas al modo cómo podríamos entender la salvación de los no-cristianos: Una opción teológicamente agnóstica (No especulemos sobre esto, dejémoslo en las manos de Dios) o una segunda opción cristiana con sabios matices, que propone varias distinciones; con respecto al bautismo (“bautismo de deseo”, “bautismo de sangre”) o con respecto a las diferentes maneras de estar dentro del misterio de Cristo (cristianismo “anónimo”, el misterio de Cristo que es más amplio que el cristianismo histórico, un Cristo visible y otro invisible).
10- Dada nuestra teología de Dios, tal vez lo más saludable es volver a la belleza y riqueza del misterio y, con las palabras del famoso obispo y teólogo anglicano Kenneth Cragg, creer que: “Se necesita un mundo entero para comprender a un Cristo entero”.

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