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sábado, 11 de mayo de 2013

El valor de las crisis

La Ascención del Señor – C

Hoy se habla de crisis.
Está en crisis la sociedad.
Está en crisis la Iglesia.
Está en crisis la familia.
Está en crisis el matrimonio.
Está en crisis el hombre mismo.

La Ascensión puso en crisis a los discípulos, por más que Lucas diga que “se volvieron a Jerusalén con gran alegría”.
Una alegría que no significaba que el problema estaba solucionado ahora para ellos.
Era fácil “estar siempre en el templo bendiciendo a Dios”.
Jesús no les encomendó ser sacerdotes del templo.
Jesús no les encomendó tener limpio el templo.
Jesús les encomendó salir al mundo como sus “testigos”.
Jesús, dicen los otros Evangelios, les mandó “salir por todo el mundo predicando el Evangelio”.
Ahora tendrían que caminar solos, mientras hasta ahora era El quien caminaba delante de ellos.
Ahora tendrían que pensar por dónde comenzar para continuar su obra, cuando hasta ahora era El quien decidía qué hacer.
Ahora tendrían que replantearse sus vidas, cuando hasta ahora vivían tranquilos a su lado.


Era la crisis de quienes tienen que comenzar todo de nuevo:
Pero era un comenzar sin “guía de carreteras”.
Era un comenzar sin el libreto de cómo hacer las cosas.
Era un comenzar sin saber cómo hacerlo.
Era un comenzar asumiendo responsabilidades que nunca habían tenido.

Un momento difícil para ellos.
Pero también un momento importante.
Porque no hay nada más bello que arriesgarse a abrir caminos.
Porque no hay nada más bello que arriesgarse a nuevas empresas.
Porque no hay nada más bello que no tener que repetirse cada día.
Porque no hay nada más bello que ver nacer nuevas flores y nuevos rosales.
Porque no hay nada más bello que ver como el niño comienza a andar por sí mismo.
Porque no hay nada más bello que ser sembrador de nuevas esperanzas.

Nada será fácil.
No será fácil enfrentarse con el viejo Templo.
No será fácil enfrentarse con las autoridades que condenaron al Maestro.
Pero tendrá el sabor de algo nuevo que comienza.
Tendrá el sabor de aventurarse a nuevos caminos.

Lo más fácil es vivir a la sombra de Jesús que daba cara por todos.
Lo más fácil es repetir lo de siempre.
Lo difícil es tener el coraje de ser creativos, incluso si se equivocan.
Lo difícil es tener la valentía situarse de una manera nueva en el mundo.
Lo difícil es tener la valentía de mirar hacia un futuro desconocido.
Lo difícil es tener la valentía de pensar que las cosas pueden ser de otra manera.

Esta es la valentía que Jesús pide y reclama hoy a la Iglesia.
La valentía de hacer lo que El hizo, pero no como lo hizo El.
La valentía de decir lo que el dijo, pero no como lo dijo El.
La valentía de estar con los hombres con los que El estuvo, aunque eso no sea del agrado de muchos.
La valentía de defender a los que El defendió, aunque esto exaspere a muchos.
La valentía de comer con los que El comía, aunque muchos se escandalicen.

Jesús no les encomendó el servicio del Templo.
Jesús les encomendó el servicio de los hombres del mundo entero, por encima de razas y culturas y fronteras.
Jesús no les encomendó repetir el pasado.
Jesús les encomendó anunciar y proclamar lo nuevo.
Ahora tendrán que aprender lo que es salir a los caminos de los hombres sin nada, sin dinero en el bolsillo ni una maleta cargada de vestidos para lucir según las celebraciones.
Ahora tendrán que aprender lo que es lanzarse al mundo sin tener reservada la habitación del hotel.
Ahora tendrán que aprender a sentir compasión de los débiles.
Ahora tendrán que aprender lo que significa el “dadles vosotros de comer”.

Nos da pena que te vayas, Señor, y nosotros nos quedemos solos.
Pero era necesario que tú te fueses, para que nosotros aprendiésemos a andar.


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