En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: “Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 16-20).
1. La Ascensión del Señor
Las lecturas bíblicas de este domingo [Hechos 1, 1-11; Salmo 47 (46); Efesios 1, 17-23; Mateo 28, 16-20], se relacionan con lo que decimos en el Credo: que Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, después de haber padecido, muerto y resucitado, “subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre”.
Hay que entender lo que expresa esta fórmula en un sentido espiritual. No se trata de la subida física a las alturas de un superhéroe como los de las historietas, el cine y la televisión, sino de un misterio que consiste en la exaltación o glorificación de Jesucristo, quien como nos dice san Pablo en la segunda lectura, después de haber descendido a la condición de los muertos fue resucitado por Dios Padre para hacerlo en su naturaleza humana plenamente partícipe de la gloria divina, “sentándolo a su derecha en el cielo”: una imagen simbólica tomada de la costumbre que en aquellas épocas tenían los reyes de hacer subir y situar junto a su trono a quien se había distinguido por el cumplimiento cabal de una misión que le había sido encomendada.
2. “¿Qué hacen ustedes ahí plantados mirando al cielo?”
Del relato de los Hechos de los Apóstoles podemos destacar aquella frase que oyen al final los discípulos de Jesús: “¿Qué hacen ustedes ahí plantados mirando al cielo?” Esta pregunta se dirige hoy como en tiempos de Jesús, a la mentalidad equivocada de quienes se quedan plantados en una religiosidad estática que, por quedarse mirando al cielo sin tomar conciencia de los problemas de la tierra, no lleva a la acción comprometida con la construcción de una sociedad justa y equitativa.
Se trata por lo mismo de una invitación también a todos y cada uno de nosotros, para que nos pongamos en marcha con los pies en la tierra, dispuestos a colaborar activamente en la misión que Cristo resucitado le encomienda a su Iglesia: dar testimonio de Él “hasta los confines del mundo”, como dice Jesús en la primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles.
Este compromiso es muy importante que lo conozca todo bautizado, y por lo tanto su conocimiento es parte especial de la educación en la fe. Por eso mismo, al coincidir el presente domingo con la “Jornada de la Infancia misionera” oremos por los catequistas responsables de la formación de los niños y niñas en su proceso de formación cristiana, para que sepan inculcarles el entusiasmo por ser testigos auténticos de la resurrección de Cristo con su comportamiento de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio.
3. Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
Hoy celebra también la Iglesia Católica la 42ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, establecida por el Concilio Vaticano II para promover anualmente los valores éticos en el uso de los medios modernos de comunicación.
Cada año la Santa Sede señala para esta Jornada Mundial un tema específico, desarrollado en un breve mensaje. El contenido completo del mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada de este año 2008, puede encontrarlo AQUÍ. Oremos para que, como concluye el mensaje pontificio,
“El papel que los medios de comunicación han adquirido en la sociedad debe ser considerado como parte integrante de la cuestión antropológica, que se plantea como un desafío crucial del tercer milenio. De manera similar a lo que sucede en el campo de la vida humana, del matrimonio y la familia, y en el ámbito de los grandes temas contemporáneos sobre la paz, la justicia y la tutela de la creación, también en el sector de la comunicación social están en juego dimensiones constitutivas del ser humano y su verdad. Cuando la comunicación pierde las raíces éticas y elude el control social, termina por olvidar la centralidad y la dignidad inviolable del ser humano, y corre el riesgo de incidir negativamente sobre su conciencia y sus opciones, condicionando así la libertad y la vida misma de las personas. Precisamente por eso es indispensable que los medios defiendan celosamente a la persona y respeten plenamente su dignidad. Más de uno piensa que es necesaria en este ámbito una "info-ética", así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida.
Se ha de evitar que los medios se conviertan en megáfono del materialismo económico y del relativismo ético, verdaderas plagas de nuestro tiempo. Por el contrario, pueden y deben contribuir a dar a conocer la verdad sobre el hombre defendiéndola ante los que tienden a negarla o destruirla. Se puede decir incluso que la búsqueda y la presentación de la verdad sobre el hombre son la más alta vocación de la comunicación social. Utilizar para este fin todos los lenguajes, cada vez más bellos y refinados, de los que los medios disponen, es una tarea entusiasmante confiada, en primer lugar, a los responsables y operadores del sector. Es una tarea que, sin embargo, nos corresponde en cierto modo a todos, porque en esta época de globalización todos somos usuarios y a la vez operadores de la comunicación social. Los nuevos medios, en particular la telefonía e Internet, están modificando el rostro mismo de la comunicación y tal vez ésta es una maravillosa ocasión para rediseñarlo y hacer más visibles, como decía mi venerado predecesor Juan Pablo II, las líneas esenciales e irrenunciables de la verdad sobre la persona humana”.
Finalmente, en la semana de oración por la unidad de los cristianos que comienza hoy y culmina el domingo de Pentecostés -la gran fiesta de la comunicación humana lograda por el Espíritu de Dios que hace posible el entendimiento entre las distintas lenguas y culturas gracias al lenguaje del amor-, oremos también para que los medios de comunicación sean factores positivos de la unidad entre todas las iglesias que profesan la fe en Jesucristo. -
1. La Ascensión del Señor
Las lecturas bíblicas de este domingo [Hechos 1, 1-11; Salmo 47 (46); Efesios 1, 17-23; Mateo 28, 16-20], se relacionan con lo que decimos en el Credo: que Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, después de haber padecido, muerto y resucitado, “subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre”.
Hay que entender lo que expresa esta fórmula en un sentido espiritual. No se trata de la subida física a las alturas de un superhéroe como los de las historietas, el cine y la televisión, sino de un misterio que consiste en la exaltación o glorificación de Jesucristo, quien como nos dice san Pablo en la segunda lectura, después de haber descendido a la condición de los muertos fue resucitado por Dios Padre para hacerlo en su naturaleza humana plenamente partícipe de la gloria divina, “sentándolo a su derecha en el cielo”: una imagen simbólica tomada de la costumbre que en aquellas épocas tenían los reyes de hacer subir y situar junto a su trono a quien se había distinguido por el cumplimiento cabal de una misión que le había sido encomendada.
2. “¿Qué hacen ustedes ahí plantados mirando al cielo?”
Del relato de los Hechos de los Apóstoles podemos destacar aquella frase que oyen al final los discípulos de Jesús: “¿Qué hacen ustedes ahí plantados mirando al cielo?” Esta pregunta se dirige hoy como en tiempos de Jesús, a la mentalidad equivocada de quienes se quedan plantados en una religiosidad estática que, por quedarse mirando al cielo sin tomar conciencia de los problemas de la tierra, no lleva a la acción comprometida con la construcción de una sociedad justa y equitativa.
Se trata por lo mismo de una invitación también a todos y cada uno de nosotros, para que nos pongamos en marcha con los pies en la tierra, dispuestos a colaborar activamente en la misión que Cristo resucitado le encomienda a su Iglesia: dar testimonio de Él “hasta los confines del mundo”, como dice Jesús en la primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles.
Este compromiso es muy importante que lo conozca todo bautizado, y por lo tanto su conocimiento es parte especial de la educación en la fe. Por eso mismo, al coincidir el presente domingo con la “Jornada de la Infancia misionera” oremos por los catequistas responsables de la formación de los niños y niñas en su proceso de formación cristiana, para que sepan inculcarles el entusiasmo por ser testigos auténticos de la resurrección de Cristo con su comportamiento de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio.
3. Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
Hoy celebra también la Iglesia Católica la 42ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, establecida por el Concilio Vaticano II para promover anualmente los valores éticos en el uso de los medios modernos de comunicación.
Cada año la Santa Sede señala para esta Jornada Mundial un tema específico, desarrollado en un breve mensaje. El contenido completo del mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada de este año 2008, puede encontrarlo AQUÍ. Oremos para que, como concluye el mensaje pontificio,
“El papel que los medios de comunicación han adquirido en la sociedad debe ser considerado como parte integrante de la cuestión antropológica, que se plantea como un desafío crucial del tercer milenio. De manera similar a lo que sucede en el campo de la vida humana, del matrimonio y la familia, y en el ámbito de los grandes temas contemporáneos sobre la paz, la justicia y la tutela de la creación, también en el sector de la comunicación social están en juego dimensiones constitutivas del ser humano y su verdad. Cuando la comunicación pierde las raíces éticas y elude el control social, termina por olvidar la centralidad y la dignidad inviolable del ser humano, y corre el riesgo de incidir negativamente sobre su conciencia y sus opciones, condicionando así la libertad y la vida misma de las personas. Precisamente por eso es indispensable que los medios defiendan celosamente a la persona y respeten plenamente su dignidad. Más de uno piensa que es necesaria en este ámbito una "info-ética", así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida.
Se ha de evitar que los medios se conviertan en megáfono del materialismo económico y del relativismo ético, verdaderas plagas de nuestro tiempo. Por el contrario, pueden y deben contribuir a dar a conocer la verdad sobre el hombre defendiéndola ante los que tienden a negarla o destruirla. Se puede decir incluso que la búsqueda y la presentación de la verdad sobre el hombre son la más alta vocación de la comunicación social. Utilizar para este fin todos los lenguajes, cada vez más bellos y refinados, de los que los medios disponen, es una tarea entusiasmante confiada, en primer lugar, a los responsables y operadores del sector. Es una tarea que, sin embargo, nos corresponde en cierto modo a todos, porque en esta época de globalización todos somos usuarios y a la vez operadores de la comunicación social. Los nuevos medios, en particular la telefonía e Internet, están modificando el rostro mismo de la comunicación y tal vez ésta es una maravillosa ocasión para rediseñarlo y hacer más visibles, como decía mi venerado predecesor Juan Pablo II, las líneas esenciales e irrenunciables de la verdad sobre la persona humana”.
Finalmente, en la semana de oración por la unidad de los cristianos que comienza hoy y culmina el domingo de Pentecostés -la gran fiesta de la comunicación humana lograda por el Espíritu de Dios que hace posible el entendimiento entre las distintas lenguas y culturas gracias al lenguaje del amor-, oremos también para que los medios de comunicación sean factores positivos de la unidad entre todas las iglesias que profesan la fe en Jesucristo. -
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