Por Autor: P. Antonio Campillo
Mensaje doctrinal:
“Formamos todos un solo cuerpo, porque comemos de un mismo pan”
1. La Eucaristía alimento del pueblo peregrino.
“...el que me come vivirá por mi”
Hoy celebramos la fiesta del Corpus, de gran arraigo popular, a pesar de que ya no sea, entre nosotros, un jueves que “reluce más que el sol”. La historia de esta festividad surge en la edad media como reacción contra la herejía de un tal Berengario, que negaba la presencia real de Jesús en el pan y en el vino consagrados…y tiene, por tanto, como el significado peculiar de afirmación de la presencia real de Jesús, bajo las especies de pan y de vino, a quien se saca solamente por nuestras calles en la tradicional procesión de Corpus…En los últimos años, el Corpus se ha convertido también en el día de la caridad, por la intima relación que tiene el pan que partimos, que es la Eucaristía, con el pan material, que tenemos que compartir…Es el día del Corpus como un eco que “duplica”, por así decirlo, la tarde del jueves Santo, en recuerdo de la institución de la Eucaristía por el Señor.
El Apóstol S. Juan, que en aquella noche del jueves Santo estuvo tan cerca del Corazón de Cristo, que “tanto había amado a los hombres”, cuando ya de anciano, recuerda aquella escena, la resume en estas palabras: “Cristo, habiendo amado a los hombres, los amó hasta el fin”, es decir: los amó hasta el extremo…Hasta más no poder. Y la explicación de esta frase es la narración de la institución de la Eucaristía, recogida por los otros tres evangelistas y por el Apóstol S. Pablo, reflejando en ellas las celebraciones de los cristianos de las primitivas Iglesias, (Corintio, Efeso, Antioquia, Jerusalén etc.), cuando partían con alegría el pan eucarístico en sus casas.
Y es que el Señor, aquella noche del jueves Santo, tenia como dividido su corazón: Por una parte tenia que irse por caminos de sangre y de cruz…y después de resucitar, subir al cielo. Y por otra parte quería quedarse con nosotros…El se va y se queda…porque pone en juego de su amor toda la Omnipotencia de un Dios…e instituye la Eucaristía con las palabras que, en su memoria y en su poder, repite el sacerdote en cada una de las misas: “Tomad y Comed, esto es mi Cuerpo”, “Tomad y bebed, esta es mi sangre y haced esto en memoria mía”, y “cada vez que comáis este pan y bebáis este cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva”, dice S. Pablo en clara referencia y unidad entre la Eucaristía y la muerte y la resurrección del Señor:
Del Amor de Cristo que quiso quedarse hasta el final de los tiempos, porque quiso, y por el gusto de estar sensiblemente, aunque invisible, más cerca de cada uno de los que creyeran en El: Ternura, por tanto, del amor del corazón de Cristo, por este modo tan admirable de permanecer entre nosotros…Y junto a la ternura… el ardor, la sabiduría y la potencia del Amor de su corazón, que para hacer posible el prodigio de la Eucaristía, tiene que hacer otros como milagros, como es convertir el pan y el vino, sin variar su color, sabor etc., en su Cuerpo y Sangre, que está presente bajo estas especies de pan y vino, a modo de Espíritu… y junto con la ternura, ardor, sabiduría y potencia del amor del corazón de Cristo…La constancia y firmeza de su amor, al dejarla encomendada a su Iglesia para que fuese el cauce seguro de llegar hasta cada uno de nosotros después de los siglos, sin tener en cuenta las ofensas, olvidos y blasfemias de lo que podíamos llamar la historia negra de la Eucaristía.
Ternura, por tanto, ardor, sabiduría y potencia, junto con la constancia del Amor de su Corazón por cada uno de nosotros. Con razón podemos repetir con S. Pablo:
“Me amó y se entrego a la muerte por mí”, que cada uno de nosotros puede repetir para sí, cada vez que recibe la Sagrada Comunión.
2. Día del Corpus, día de la Caridad
Y damos un paso más: S. Pablo en la primera carta a los Corintios trae el relato de la institución de la Eucaristía, después de describir y criticar severamente las relaciones de los cristianos de Corinto, que se reunían en las casas a “partir el pan” eucarístico, mientras unos “comían y bebían” mucho, nadando en la abundancia, y otros pasaban necesidad. Por eso decíamos la intima relación del día del Corpus con el día de la Caridad, como una llamada a la fraternidad y al amor efectivo entre nosotros, los que celebramos el amor de Cristo del pan multiplicado de la Eucaristía…
En la primera lectura de hoy del A. Testamento leemos estas palabras:
"Recuerda el camino que el Señor te ha hecho recorrer cuarenta años por el desierto" Duro fue el camino de aquel desierto para el pueblo de Israel, lleno de peligros y contrariedades etc...Dura es la vida en el desierto de este mundo, sobre todo para algunos pueblos, para algunas personas, que sufren enfermedades, escasez, soledad, hambre, abandono, que recordamos especialmente este día de caridad. Pero recuerda también que en esa aridez el Señor te alimentó con el maná (sigue diciendo el texto sagrado), que era profecía de la Eucaristía. Dios siempre es providencia: En aquel desierto, el maná. En el desierto de nuestra peregrinación hacia la patria, el pan de vida. Jesús es el pan de la vida para nuestras almas, y el maná de nuestra caridad para repartir mejor el pan material para nuestros cuerpos.
En el evangelio de hoy de San Juan, leemos su forma original al afirmar la Institución de la Eucaristía: “El pan que yo daré, es mi carne para la vida del mundo” "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá siempre. Y el pan que yo os daré es mi carne para la vida del mundo". Lo que Dios hizo con el pueblo liberado por El de Egipto, que pasaba hambre en el desierto lloviéndoles el pan del maná, lo va a hacer con la Eucaristía en todos los pueblos, que era prefigurada por el maná. El hombre pasa hambre: casi se asimilan los nombres: hombre = hambre. Millones de hombres en el tercer mundo pasan hambre. Y también en los suburbios de las macrociudades, que son el cuarto mundo. Mientras unos acaparan riquezas, lujos, trabajo, otros se mueren de hambre y de depresión, los sin trabajo; mucha desesperación en enfermedades incurables o terminales, los que no tienen salud etc. Jesús viene a saciar el hambre de los pobres y de los potentados con el pan vivo bajado del cielo ciertamente. Como dijo Gandhi: “Hay tanta hambre en el mundo que cuando Dios quiso hacerse presente en él lo hizo en forma de pan”. Pero Jesús nos urge a repartir nuestro pan material
Pidamos al Señor la fe iluminada para creer que la eucaristía está vivificando perennemente al universo entero: "Danos siempre de este pan", en el desierto de la peregrinación en nuestra vida, que "es una noche en una mala posada", como decía Santa Teresa, para vivir tu vida para siempre. Y concédenos que no te obliguemos a que multipliques de nuevo los panes, sino que, después de haber comido tu carne y bebido tu sangre, nosotros los multipliquemos como una eucaristía. ¿Como? pues repartiendo algo mejor nuestro pan material, para que una vez que nos ha saciado a nosotros podamos saciar el hambre de los dem
El Apóstol S. Juan, que en aquella noche del jueves Santo estuvo tan cerca del Corazón de Cristo, que “tanto había amado a los hombres”, cuando ya de anciano, recuerda aquella escena, la resume en estas palabras: “Cristo, habiendo amado a los hombres, los amó hasta el fin”, es decir: los amó hasta el extremo…Hasta más no poder. Y la explicación de esta frase es la narración de la institución de la Eucaristía, recogida por los otros tres evangelistas y por el Apóstol S. Pablo, reflejando en ellas las celebraciones de los cristianos de las primitivas Iglesias, (Corintio, Efeso, Antioquia, Jerusalén etc.), cuando partían con alegría el pan eucarístico en sus casas.
Y es que el Señor, aquella noche del jueves Santo, tenia como dividido su corazón: Por una parte tenia que irse por caminos de sangre y de cruz…y después de resucitar, subir al cielo. Y por otra parte quería quedarse con nosotros…El se va y se queda…porque pone en juego de su amor toda la Omnipotencia de un Dios…e instituye la Eucaristía con las palabras que, en su memoria y en su poder, repite el sacerdote en cada una de las misas: “Tomad y Comed, esto es mi Cuerpo”, “Tomad y bebed, esta es mi sangre y haced esto en memoria mía”, y “cada vez que comáis este pan y bebáis este cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva”, dice S. Pablo en clara referencia y unidad entre la Eucaristía y la muerte y la resurrección del Señor:
Del Amor de Cristo que quiso quedarse hasta el final de los tiempos, porque quiso, y por el gusto de estar sensiblemente, aunque invisible, más cerca de cada uno de los que creyeran en El: Ternura, por tanto, del amor del corazón de Cristo, por este modo tan admirable de permanecer entre nosotros…Y junto a la ternura… el ardor, la sabiduría y la potencia del Amor de su corazón, que para hacer posible el prodigio de la Eucaristía, tiene que hacer otros como milagros, como es convertir el pan y el vino, sin variar su color, sabor etc., en su Cuerpo y Sangre, que está presente bajo estas especies de pan y vino, a modo de Espíritu… y junto con la ternura, ardor, sabiduría y potencia del amor del corazón de Cristo…La constancia y firmeza de su amor, al dejarla encomendada a su Iglesia para que fuese el cauce seguro de llegar hasta cada uno de nosotros después de los siglos, sin tener en cuenta las ofensas, olvidos y blasfemias de lo que podíamos llamar la historia negra de la Eucaristía.
Ternura, por tanto, ardor, sabiduría y potencia, junto con la constancia del Amor de su Corazón por cada uno de nosotros. Con razón podemos repetir con S. Pablo:
“Me amó y se entrego a la muerte por mí”, que cada uno de nosotros puede repetir para sí, cada vez que recibe la Sagrada Comunión.
2. Día del Corpus, día de la Caridad
Y damos un paso más: S. Pablo en la primera carta a los Corintios trae el relato de la institución de la Eucaristía, después de describir y criticar severamente las relaciones de los cristianos de Corinto, que se reunían en las casas a “partir el pan” eucarístico, mientras unos “comían y bebían” mucho, nadando en la abundancia, y otros pasaban necesidad. Por eso decíamos la intima relación del día del Corpus con el día de la Caridad, como una llamada a la fraternidad y al amor efectivo entre nosotros, los que celebramos el amor de Cristo del pan multiplicado de la Eucaristía…
En la primera lectura de hoy del A. Testamento leemos estas palabras:
"Recuerda el camino que el Señor te ha hecho recorrer cuarenta años por el desierto" Duro fue el camino de aquel desierto para el pueblo de Israel, lleno de peligros y contrariedades etc...Dura es la vida en el desierto de este mundo, sobre todo para algunos pueblos, para algunas personas, que sufren enfermedades, escasez, soledad, hambre, abandono, que recordamos especialmente este día de caridad. Pero recuerda también que en esa aridez el Señor te alimentó con el maná (sigue diciendo el texto sagrado), que era profecía de la Eucaristía. Dios siempre es providencia: En aquel desierto, el maná. En el desierto de nuestra peregrinación hacia la patria, el pan de vida. Jesús es el pan de la vida para nuestras almas, y el maná de nuestra caridad para repartir mejor el pan material para nuestros cuerpos.
En el evangelio de hoy de San Juan, leemos su forma original al afirmar la Institución de la Eucaristía: “El pan que yo daré, es mi carne para la vida del mundo” "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá siempre. Y el pan que yo os daré es mi carne para la vida del mundo". Lo que Dios hizo con el pueblo liberado por El de Egipto, que pasaba hambre en el desierto lloviéndoles el pan del maná, lo va a hacer con la Eucaristía en todos los pueblos, que era prefigurada por el maná. El hombre pasa hambre: casi se asimilan los nombres: hombre = hambre. Millones de hombres en el tercer mundo pasan hambre. Y también en los suburbios de las macrociudades, que son el cuarto mundo. Mientras unos acaparan riquezas, lujos, trabajo, otros se mueren de hambre y de depresión, los sin trabajo; mucha desesperación en enfermedades incurables o terminales, los que no tienen salud etc. Jesús viene a saciar el hambre de los pobres y de los potentados con el pan vivo bajado del cielo ciertamente. Como dijo Gandhi: “Hay tanta hambre en el mundo que cuando Dios quiso hacerse presente en él lo hizo en forma de pan”. Pero Jesús nos urge a repartir nuestro pan material
Pidamos al Señor la fe iluminada para creer que la eucaristía está vivificando perennemente al universo entero: "Danos siempre de este pan", en el desierto de la peregrinación en nuestra vida, que "es una noche en una mala posada", como decía Santa Teresa, para vivir tu vida para siempre. Y concédenos que no te obliguemos a que multipliques de nuevo los panes, sino que, después de haber comido tu carne y bebido tu sangre, nosotros los multipliquemos como una eucaristía. ¿Como? pues repartiendo algo mejor nuestro pan material, para que una vez que nos ha saciado a nosotros podamos saciar el hambre de los dem
No hay comentarios:
Publicar un comentario