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sábado, 9 de agosto de 2008

XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: Jesús del madero, Jesús del mar.

Publicado por El blog de X. Pikaza

Mt 14, 22-23. Cada vez que paso junto al Cabo entre Bermeo y Bakio, me paro un momento y contemplo el mar bravío, para leer después los números y nombres de aquellos que murieron en las duras galernas de Cantábrico. Con mi mente en aquel cabo batido por las olas recordar una vez más este evangelio, que interpreta la vida de los hombres (y en especial de los cristianos) como dura tormenta. Parece que las aguas de la muerte van a derrotarnos para siempre. Pero el Jesús del Madero/Cruz que ha vencido a la muerte vence a la tormenta. Tenemos un gran miedo Pero aquí está Jesús. Quien sepa llegar hasta el final del evangelio sabrá que puede vencer todas las tormentas, con el mismo Pedro vacilante y miedo, mi Pero, porque hay Dios. Buen domingo.

Texto. Mateo 14,22-33

Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario.
De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: "¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!" Pedro le contestó: "Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua." Él le dijo: "Ven." Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Señor, sálvame." En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: "¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?" En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: "Realmente eres Hijo de Dios."
Trasfondo. El tema de Jesús y el mar.

Este evangelio recoge casi todos los aspectos de la vida. Éstos son los recuerdos básicos que puede evocar para un cristiano:

1. Está en el fondo el relato de la creación (Gen 1), retomado por muchos salmos y relatos de la historia de Israel: Dios ha vencido y sigue venciendo a la tormenta, al mar del caos, para hacer que este mundo sea un lugar habitable.

2. Sigue estando al fondo el recuerdo de los hebreos liberados (Ex 15), que pasaron por el duro Mar Rojo, salvados por Dios, mientras otros muchos (Egipcios) se ahogaban entre las olas inmensas. Somos herederos de un naufragio. Dios ha querido que vivamos para algo.

3. Jesús fue hombre de mar. Los evangelios le presentan como carpintero/obrero de la construcción. Pero tenía amigos pescadores y con ellos aparece en los evangelios pasando una vez y otra, de un lado al otro, por el mar de Galilea. Alguien ha dicho que el centro de los evangelios de Marcos y Mateo es una especie de relato de navegaciones y tormentas. Ese recuerdo de Jesús que acompaña en el barco a sus amigos y que “calma” su vida tormentosa (¿tormenta de dentro o de fuera?) está en el fondo de la tradición cristiana.

4. La pascua cristiana está vinculada al mar. De formas diversas han “visto” los cristianos a Jesús, le han “visto” y le han sentido vivo tras la muerte. Pues bien, de un modo especial le hen hecho allá en el mar de sus tormentas, pasando de un lado al otro. Él estaba allí diciendo: ¡No temáis, sigue la pesca, sigue la gran navegación!

5. Los cuatro evangelios han recogido ese tema (Jesús navega con los suyos, Jesús vence la tormenta) y lo han desarrollado de diversas formas, elaborando así algunas de las páginas más hermosas de la tradición cristiana.

Jesús en la galerna, una lectura personal y eclesial.

Recoge unas de las versionas más hermosas de este tema (Jesús y el mar) desde la perspectiva de Mateo, que recoge y reelabora el texto base de Mc 6, 45-52 (que tiene unos matices distintos, igualmente geniales). Estos son algunos de los rasgos básicos de nuestro relato.

1. Tras la multiplicación. Comer es necesario y así lo hemos visto a lo largo de toda la semana anterior (con el tema de la multiplicación de los panes y los peces). Pero después de comer hay que seguir navegando. El mismo Jesús «mete a sus amigos en los barcos… y les lleva a la tormenta».

2. Jesús arriba, ellos en el mar… Sí, Jesús orando en el monte de la Pascua, ante el Dios del misterio profundo. Mientras tanto, nosotros, los amigos de Jesús, bregamos en la noche oscura, con el mar contrario, entre las olas…¿Por qué nos ha dejado? ¿Por qué se ha empeñado en hacer que crucemos el mar a oscuras, entre grandes olas? Además, muchos de nosotros somos de mar adentro…

3. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. La madrugada, cuando apunta en oriente la luz, es la hora de las revelaciones: hora de creación, hora de la pascua del Señor… hora de los monjes que alaban a su creador. Tras la dura noche, en la madrugada, una luz… ¿qué será?

4. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Todos lo hemos pensado. ¿No será mejor morir del todo, hundirnos en la noche de las olas sin fondo? ¿Por qué comenzar de nuevo la navegación, hacia la luz del día?

5. Jesús les dijo en seguida: "¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!" Éste SOY YO es la palabra de Dios que dice: soy Yahvé, soy el que soy… Es la palabra de Jesús, que dice «Aquí Estoy». Es el Señor resucitado que vive en los que sufren y navegan en la oscuridad, que vive en los que mueren… Éste ¡Yo soy! (que significa ¡Estoy contigo, estoy con vosotros!) es el centro de toda la vida cristiana.

6. Pedro le contestó: "Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua." Él le dijo: "Ven." Pedro es en el evangelio de Mateo el signo de aquel que abre un camino…el signo de todos los creyentes. Quiere una prueba: ¡Andar sobre el mar! Quiere una prueba: ¡Caminar con Jesús sobre las olas, arriesgarse, en nombre de todos, por todos!. No es el Pedro que queda en el castillo o en la catedral, vestido de sagrado… sino el que tira la túnica y el mando y en ropa interior de trabajo camina sobre el agua, para experimentar el camino de Jesús.

7. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Señor, sálvame." Tiene valor este Pedro, empieza bien, es capaz de arriesgarse… Pero, lógicamente, tiene miedo. La travesía de la vida es dura, fuerte es la travesía que Jesús le pide y que nos pide a todos, al amanecer, con las luces inciertas y las olas inmensas.

8. En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: "¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?" Pedro ha dudado de Jesús, ha dudado de sí mismo… Este Pedro que duda y que grita es el signo de la Iglesia entera. Prefiero a este Pedro que duda y grita, llamando a Jesus, llamando a sus hermanos… No quiero a un Pedro que se sienta seguro (un Pedro roqueño, rocoso…). Este Pedro del agua vacilante es el mío. «Sobre esta Piedra…, sobre este miedo y sobre este grito edificaré mi Iglesia». Todos somos Pedro, caminando con él sobre el agua, con miedo de hundirnos.

9. En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. No siempre estamos sobre el agua, batidos por el viento… Jesús nos toma de la mano y nos sube a su barca (nuestra barca), en la madrugada, con todo un día por delante… Tenemos que tensar vela, otear el horizonte, encauzar la ruta… Queda un largo día, el día de Jesús, la vida entera, con el Señor resucitado en la barca.

10. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: "Realmente eres Hijo de Dios." Ésta es la confesión cristiana. El texto de Mateo no lo dice, pero en muchas versiones del evangelio se añade que inmediatamente, dicho eso, miraron y vieron que Jesús no estaba. Había desaparecido. Ciertamente, dijeron: ¡Es el Hijo de Dios! Pero ya no le vieron. Y supieron que eran ellos, Pedro y todos, los hijos de Dios, con Jesús resucitado invisible en su barca, con una larga navegación. Buen día a todos... con Machado.

Un último poema: Jesús del Madero, Jesús del Mar.

(Retomar quizá el tema con un famoso canto de Antonio Machado, pero poniendo quizá de relieve –en contra del mismo Machado– que no se pueden separar el Jesús del Madero y el Jesús del Mar. Por haber andado así sobre el mar llevaron a Jesús al Madero… Desde el Madero pascual nos acompaña en el mar).

Dijo una voz popular:
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?

Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar.

Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.

Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía
y es la fe de mis mayores.

¡Oh, no eres tú mi cantar
no puedo cantar, ni quiero
a este Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!

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