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viernes, 5 de septiembre de 2008

Cuatro momentos para meditar el Evangelio del Domingo

XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A
Por Rogelio Narváez Martínez

I - LA AFIRMACIÓN DE LA NEGACIÓN.

1.- Muy gentiles amigos: Por causas humanas, se incluyó otra reflexión para este domingo. Aquí aparece el texto correspondiente y de antemano: gracias por su comprensión y preferencia.

Cuando los líderes del mundo hacen sus campañas proselitistas suelen prometernos los cielos, los mares, los montes y los valles: regulación de terrenos, facilidad para conseguir una casa, mejores sueldos y mejor posicionamiento en los trabajos, becas para la educación académica, arreglos en los servicios primarios, etc...

Sin que descartemos gratuita e injustamente la existencia de algunos buenos líderes, el común de ellos suele proceder con una estudiada demagogia atacando ese lado flaco que todos los hombres tenemos: nuestro afán de vivir confortablemente, nuestra pretensión de comodidades y nuestra búsqueda de una creciente gama de lujos.

¡Imagina por un solo momento: que nuestros líderes prometieran renuncias, sacrificios, persecuciones y algo espiritual!... Se quedarían sin adeptos.

2.- ¿Te das cuenta? El Evangelio parece que no esta en consonancia con ese tipo de propuestas temporales que le agradan al hombre. Es por ello que, nos debe resultar admirable esa desnuda sinceridad: En el mensaje de Cristo todo está claro y sin paliativos, sin placebos, sin esa agua azucarada que se usa para engañar a los ingenuos.

¡Fíjate como a San Pedro y a los otros apóstoles, el Señor no les promete menos horas de trabajo, ni convertirlos en dominadores, ni un aumento de salario, ni temporales prestaciones de trabajo. Jesús invita a sus discípulos a renunciar a sí mismos, a tomar la cruz, les invita a perder la vida.

¿Se trata acaso de un juego? ¿De una adivinanza? ¿Son una utopía o una mera posibilidad estas palabras del Señor Jesús? Pareciera esto, en definitiva, una errónea estrategia en búsqueda de discípulos. Se trata, sin lugar a dudas, de un programa poco atractivo y escasamente alentador.

3.-Si quisiéramos utilizar un juego de palabras diríamos que este Evangelio parece una negación de la afirmación o, mejor dicho, una afirmación de la negación. Pero, ¿sabes?, nos presenta una verdad que se ubica en el tiempo y en el espacio, aunque de la misma manera, se trata de una verdad que trasciende el tiempo y el espacio, y se proyecta hacia la eternidad.

4.- Se trata de la negación de esas rimbombantes afirmaciones del mundo. El mundo en que vivimos suele ser “progresista” en casi todos los sentidos del término. Y subrayo el “casi”, porque hay un sentido en el que no se puede disimular la regresión en que vivimos: el “progreso económico” de muchos hogares coincide con la pérdida de la familia, el bienestar material viene acompañado del malestar en la salud del alma y del cuerpo. Resulta interesante lo que escribe Friesjol Capra en su libro “El Punto crucial”:
“Hoy se nos habla del brillo de las vajillas y de la suavidad de la ropa, pero se olvidan de mencionar la pérdida del brillo de los ríos y de los lagos”.

Lo anterior, no es tan sólo un texto que mereciera ser estudiado en alguna de las cumbres de la tierra. Esto también lo podríamos analizar en una especie de cumbre para nuestras familias, de nuestra vida, y podríamos afirmar que hasta de nuestra Iglesia.

Y al aplicarlo a nuestras familias podríamos agregarle: Muchos nos presumen de esos prominentes puestos que detentan en las empresas, son muchos los que se jactan por los exóticos lugares que visitaron en el pasado verano, son cada vez más los que se envanecen por esa membresía del selecto club en nuestra ciudad, son tantos los que alardean por sus triunfos empresariales, muchísimos fanfarronean por las cuentas bancarias, pero..., ellos no nos hablan de sus fracasos matrimoniales, de sus hijos emproblematizados, de sus familias destruidas, de sus conciencias intranquilas o, de ese síndrome tan frecuente, que consiste en el ya no tener conciencia.

El sociólogo J. Leinermann en su libro “LA ANGUSTIA DE LOS ALEMANES”, nos dice que en su país los estudiantes acuden a las Universidades desilusionados y los hombres maduros se dirigen a sus trabajos abatidos.

¡Créeme! No son sólo los alemanes... en las pantallas de los aparatos de televisión de todo el mundo y en nuestras mismas calles podemos ver con mayor frecuencia de la que pensamos todos esos rostros inexpresivos, caras anodinas, risas falsas, semblantes maquillados, máscaras sobrepuestas, vidas vacías, existencias monótonas, seres sin alma... Ellos reflejan desgraciadamente el rostro de un hombre contemporáneo aparentemente lleno de “progreso”, pero que no tienen ilusiones, sin un proyecto de vida, sin garra y sin espíritu.

Preguntémonos ahora sobre lo que nos afirma el Evangelio: ¿Qué significa perder la vida para ganarla? No estaremos hablando de la oposición a la alegría. Diría Cardona que la tristeza es el antecedente de ese transtorno médicamente patológico llamado depresión.

5.- ¡Bueno!,... Después de haber hablado algo, de lo mucho que se podría decir, sobre la negación de la afirmación del mundo, es ahora el momento preciso para que hablemos sobre la afirmación de aquello que niega nuestro mundo.

El Señor Jesús nos invita a perder la vida para ganarla, y es aquí en donde ubicamos la afirmación de la negación. Veamos que no es tan descabellada esta afirmación que el Evangelio nos presente el día de hoy.

Y la verdad es que el día de hoy quisiera detenerme en una de las afirmaciones de la negación del mundo: El mundo niega la fidelidad en el matrimonio y nosotros la afirmamos. El mundo niega el amor generoso y desinteresado y nosotros apostamos por él. El mundo niega la posibilidad del sacrificio y nosotros lo reconocemos con un valor salvífico...

6.- Al respecto de lo anterior, te quería compartir un artículo de Marco Antonio Batta que escribió para “Buenas Noticias” hace unos tres años, lo transcribo fielmente:

“Por desgracia, el mundo del fútbol no siempre se caracteriza por los buenos ejemplos. Más bien, a veces es necesario hacer “la vista gorda” para seguir alabando la calidad deportiva de algunos jugadores o entrenadores cuya vida privada deja mucho que desear. No es el caso de hoy.

El entrenador César Prandelli fue contratado hace tres meses por el Roma (o “la Roma”, como dicen los italianos). El equipo fue vice-campeón en el torneo del año pasado; es decir, segundo lugar, tan sólo por debajo del Milán de Silvio Berlusconi.

Después de dirigir equipos modestos de segunda y primera división, como el Venecia o el Parma, ahora tenía en sus manos una de las principales formaciones italianas.

El futuro para Prandelli no podía ser más prometedor: el reto de ganar el campeonato italiano y la posibilidad de participar en la Champions League, el torneo de mayor prestigio en Europa y en el mundo entero. Algo a lo que pocos pueden aspirar. De hecho, el 28 de septiembre, el Roma debe enfrentarse al Real Madrid, en el estadio Santiago Bernabeu de la capital española.

Desde su llegada había trabajado por fortalecer el equipo: adquirió nuevos jugadores –entre ellos el defensa central francés Philipe Mexes– y dirigió los entrenamientos transmitiendo a los jugadores sus tácticas de juego.

Con todo, dos semanas antes de iniciar el campeonato, César Prandelli, de 47 años, renunció a su cargo. Dejó a un lado grandes sueños profesionales. ¿El motivo? La grave enfermedad de su esposa, Manuela. Él mismo lo explicó con estas palabras: «Ya no me siento tranquilo, me es difícil concentrarme, no puedo seguir aquí. Ahora debo estar con mi familia, junto a mi esposa».

El gobernador de la región, Francesco Storace, comentó: «La decisión de estar al lado de su mujer en un momento dramático, demuestra que es también un gran hombre, capaz de anteponer a todo los verdaderos valores de la vida».

No cabe duda: el amor existe. El verdadero amor no se compone únicamente de romanticismo y atractivo físico. El amor auténtico es donación sincera y desinteresada al otro, tal como es, incluyendo sus defectos físicos o temperamentales y sus limitaciones, como por ejemplo, una enfermedad. Cuando esto falta, los “amores eternos”, esos que se juran a la luz de la luna, duran poco… Muy poco.

Gracias, César, por tu testimonio”.

7.- Esto es lo que el mundo no comprende: afirmamos lo que ellos niegan. Y la verdad es que nos causa tristeza, propia y ajena, el contemplar a tanta gente que camina sin rumbo en la vida, tantas familias destrozadas, tanta gente desorientada y... tantos hombres y mujeres que no han sabido asumir su marco de responsabilidades. Diría Ludwig Wittgenstein “La vida eterna le pertenece a aquellos que viven el presente”.

El Señor no nos engaña. Él nos presenta también a nosotros esas exigencias del Reino: Renunciar a nosotros mismos, dar la vida, tomar la cruz, no tenerle miedo a las dificultades.

Revisemos: ¿Cuántos de nosotros por evitar el sufrimiento y el dolor, queremos distraernos de nuestra misión y de nuestra renuncia?

En la realidad, estamos perdiendo la vida en ese momento en que no hayamos hecho el bien a los demás, cuando no nos hayamos entregado... y, será entonces, sólo entonces, que estaremos perdiendo la posibilidad de la vida eterna.



II - Y AL FINAL TODO SE AFIRMA.

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?

1.- Muy queridos amigos:

Aún cuando la siguiente reflexión procede de un domingo de adviento y el vocabulario hará referencia al Evangelio de san Lucas que nos invita a estar vigilantes y preparados para las requisitorias divinas, considero que te puede ser de utilidad, puesto que complementa los contenidos ya referidos…

Concluíamos el segmento anterior con esta afirmación desde la rotundidad de nuestra sinceridad: Esto es lo que el mundo no comprende: afirmamos lo que ellos niegan. Digamos que aquel que tiene un porqué en la vida encontrará siempre un cómo y en el ámbito de la fe el porqué es nuestro Señor.

¡Oye! Te pido que respondas con sinceridad a la siguiente pregunta: ¿No somos nosotros de los que tienen medios para vivir, pero nos faltan motivos para seguir viviendo?

¿Y no estará ahí la raíz más profunda de nuestras depresiones, pesimismos y horas bajas? ¿No será ésta precisamente nuestra enfermedad terminal?

3.- El día de hoy quisiera asumir la parte complementaria del artículo que sobre Cesar Prandelli se ha escrito, o mejor dicho te quiero referir los capítulos que él y su esposa han escrito en el amor que se han profesado. ¿qué tiene que ver esto con el comentario posterior y con el Evangelio de este domingo?

Antes de explicarte, te quiero comentar no la secuela del artículo de Marco Antonio Batta, sino la precuela como hoy le llaman, es decir el pasaje anterior, la historia desde la perspectiva de Manuela. Efectivamente Manuela Caffi en el 2005 ya estaba padeciendo un cáncer de seno agresivo y en una entrevista anterior le preguntó la periodista Arianna Ravelli del Corriere della Sera, si acaso había algo que prefiriera sobre el deseo humano de su mismísima salud física y ella respondió señalando una fotografía que estaba detrás de ella: “Si me dan a escoger entre mi salud física y estar en esa fotografía que ven allí, yo les diría que escogería estar en esa fotografía”. Ella se refería a una fotografía en blanco y negro en la que estaba ella con su esposo César Prandelli, ambos con Jeans y camisa blanca, jóvenes, bellos y enamorados, ella recargada en el hombro de su esposo cuando él militaba en el Atalanta. Después de que Manuela manifestó su predilección de estar en esa fotografía sobre su misma salud ella refería: “Se trata del tiempo de mayor felicidad, en el que yo era aficionada al futbol y le seguía por todas partes”.

4.- Y la historia de César Prandelli y Manuela Caffi escribió sus últimas líneas en este mes de Noviembre del 2007 al concluir la vida de Manuela teniendo ella 47 años de edad, el periódico Corriere della Sera puso en su nota: “Drama para Prandelli: ha muerto su mujer”.

La verdad he de decirla, me hubiese gustado una mayor cobertura de la nota de parte de la prensa; puesto que busqué en los otros medios de comunicación escrita y brilló por su ausencia aunque no para los clubes: la Roma, la Juve, el Milán y el Inter, así como jugadores de la categoría de Francesco Totti y Rui Costa, el síndico de la Fiorentina Leonardo Domenici y el de la Roma Walter Veltroni, así como de algunos cantantes de la talla de Biagio Antoniacci, quien en un concierto en Florencia le dedicó a Manuela la canción “Sognami”.

Y, ¿qué tiene que ver esta historia con el Evangelio? Muchísimo más de lo que te imaginas, empezando por entender que una vida, un matrimonio y un amor como el que ellos se tenían es fruto de la comprensión del Evangelio. Bastaría que leyerás la nota del Corriere della Sera del martes 27 de Noviembre de 2007 que nos refiere la amistad, y más que la amistad una especie de dirección espiritual que tenían Cesar y Manuela con el hermano Elia, un religioso de Calvi en la región de Umbría.

5.- El Evangelio del día de hoy nos invita a comprender que nuestra vida no es tan sólo un Casarse, Comer y Beber, y nos advierte que quien así lo considere será sorprendido como lo fue la gente en tiempo de Noé. La exhortación para esta nuestra vida es la de considerarla como un adviento, es decir como un tiempo de espera, y para que esto pueda darse se tienen que vivir las actitudes de la vigilancia y la preparación: ¡Velen y estén preparados!

¿Velamos auténticamente en nuestra vida o nos mantenemos somnolientos? ¿Estamos preparados o adolecemos por la indolencia y la negligencia?

Se trata de vivir la vida, pero de hacerlo con actitudes cristianas. De dos hombres y de dos mujeres en la misma aparente situación uno es tomado y el otro es dejado. ¡Mira!, la explicación no está en la situación, sino en las actitudes. Los que participen de la vida de Dios que Cristo nos ofrece serán aquellos que en la mismísima situación que los demás vivan con actitudes distintas, y esta ha sido la vivencia de Cesar Prandelli y Manuela Caffi.

El cáncer de Manuela empezó en el año 2000 y concluyó en el año 2007. La situación es indéntica a la de miles de personas que han sido atormentadas por esta enfermedad, pero las actiotudes son distintas... “Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada”.

6.- Cesar y Manuela vivieron estos episodios de su vida en la fidelidad que exige el matrimonio cristiano, que de acuerdo a la Carta a los Efesios debe vivirse en conformidad con el amor que Cristo ha tenido para con la Iglesia y que la Iglesia le debe a Cristo.

La actitud distinta aparentemente hubiese sido la de la deserción, pero te quiero decir que no es así, ya que sí relées el Evangelio encontrarás que se nos menciona a dos hombres y a dos mujeres que se mantienen en la misma situación y la invitación final es la que nos marca la diferencia: “También ustedes estén preparados”. La diferencia no es la de la permanencia y la deserción sino las diferentes actitudes que se tienen en la permanencia, y esto en el matrimonio puede ser: o aguantar o ser verdaderamente fieles.

7.- Hoy se confunde, a menudo, la fidelidad y el aguante. Aguantar significa resistir el peso de una carga, y es condición propia de los muros y columnas.

La fidelidad supone algo mucho más elevado: crear en cada momento de la vida lo que uno, un día, prometió crear. Para cumplir la promesa de crear un hogar con una persona, se requiere soberanía de espíritu, capacidad de ser fiel a lo prometido aunque cambien las circunstancias y los sentimientos que uno pueda tener en una situación determinada.

El que es fiel a una promesa no debe ser considerado como terco, sino como tenaz, es decir, perseverante en la vinculación a lo valioso, lo que nos ofrece posibilidades para vivir plenamente, creando relaciones relevantes. Ser fiel no significa sólo mantener una relación a lo largo del tiempo, pues no es únicamente cuestión de tiempo sino de calidad. Lo decisivo en la fidelidad no es conseguir que un amor se alargue indefinidamente, sino que sea auténtico merced a su valor interno.

Por eso la actitud de fidelidad se nutre de la admiración ante lo valioso. El que malentiende el amor conyugal, que es generoso y oblativo, y lo confunde con una atracción interesada no recibe la fuerza que nos otorga lo valioso y no es capaz de mantenerse por encima de las oscilaciones y avatares del sentimiento. Será esclavo de los apetitos que lo acucian en cada momento. No tendrá la libertad interior necesaria para ser auténticamente fiel, es decir, creativo, capaz de cumplir la promesa de crear en todo instante una relación estable de encuentro.

Así entendida, la fidelidad nos otorga identidad personal, energía interior, autoestima, dignidad, honorabilidad, armonía y, por tanto, belleza.

8.- Y tú, ¿estás vigilante?, ¿ te mantienes preparado? La vida cristiana no se identifica solamente con un estar situados sino sobre todo de mantener actitudes adecuadas: Velen y estén preparados.



III - UNA PIEDRA FRAGIL.

Pastor que con tus silbos amorosos
Me despertaste del profundo sueño;
Tú, que hiciste cayado de ese leño
En que tiendes los brazos poderosos.

Vuelve tus ojos a mi fe piadosos,
Pues te confieso por mi amor y dueño,
Y la palabra de seguirte empeño
Tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, Pastor, que por amores mueres,
No te espante el rigor de mis pecados,
Pues, tan amigo de rendidos eres.

Espera pues, y escucha mis cuidados;
Pero; ¿Cómo te digo que me esperes,
Si estás para esperar los pies clavados?
(Rima Sacra XIV, de Félix Lope de Vega).

1.- ¿Conoces cuántas luchas debemos librar en nuestro interior? ¿Alguien sabe cuál es la razón de que no seamos consistentes en nuestros buenos propósitos asumidos y en los buenos deseos promovidos? Podrías responderme: ¿Cómo puede ser posible que en un momento de la vida nos encontremos viviendo a plenitud nuestra vida cristiana y, al poco tiempo, nos encontremos, una y otra vez, estampándonos en el grueso muro de esa nuestra impotencia que genera tantas insatisfacciones?

Las preguntas anteriores, y la causa que les origina, parecen ser no tan sólo el problema de cada uno de nosotros, sino que también lo fue de san Pedro, así como de san Pablo y de cada uno de los grandes santos testigos de nuestro Señor, con la excepción expresa de la Virgen María, Madre de Cristo y Madre nuestra.

Ya el apóstol san Pablo nos refería esa lucha interna que libramos cada uno de nosotros, cuando nos decía en el capítulo 7 de la carta a los Romanos: El bien que quiero hacer no lo hago y el mal que no quiero hacer eso es lo que hago.

2.- Querido amigo:

Dentro de cada uno de nosotros parecieran cohabitar dos individuos que actúan con criterios dispares, y en muchas ocasiones, con valoraciones contrapuestas. Uno de ellos pretende conducirnos según los lineamientos del mundo; el otro, en cambio, busca que sigamos los criterios del Evangelio de Jesús. Ese conflicto interior, que todos conocemos, provoca que nos experimentemos, en muchas ocasiones, impulsados hacia las alturas y, en otros momentos nos hace sabernos sumergidos en los abismos más profundos y vergonzosos. Pareciera que en mi propia vida, luchan el así llamado hombre espiritual y aquel que es reconocido como el hombre según la carne.

La anterior, parece ser la situación con la que san Pedro se enfrenta este domingo.

3.- Este domingo leemos en el Evangelio según san Mateo:
“En aquel tiempo, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: “No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti”. Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: “¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!”.

¡Oye! ¿Te acuerdas del domingo pasado? Jesucristo en el Evangelio exaltaba la agudeza del pensamiento y el origen sobrenatural de la percepción petrina, en torno a su divina persona. Este domingo parece que san Pedro se ha precipitado a los rincones más profundos.

Así es nuestra vida. Se trata de una lucha constante. Cuando nos dejamos llevar por nuestro egoísmo, y se nos olvida considerar esa forma en que Dios ve las cosas nos convertimos en un estorbo para el proyecto divino y en ocasión de tropiezo para muchos de los que están junto a nosotros.

4.- Y esa es nuestra experiencia. Más allá de una predicación sobre el yo y el super-yo de un estudio psicoanalítico, desde nuestra visión cristiana somos perfectamente conscientes sobre esa nuestra personalidad fracturada. Los hombres no tenemos, a causa del pecado original, ese don de la integridad en nuestra vida interior. Esa disparidad entre lo que conocemos como bondadoso y aquello que queremos, y entre lo que queremos hacer y las cosas que no hacemos, lo ha dibujado a su estilo Somertsen Maugham al decir: "Ninguno de nosotros está formado de una sola pieza; más de una persona reside en nuestro interior, y a menudo con un molesto compañerismo con los otros vecinos".

Sobran las descripciones sobre esta realidad: Edouard Sanfor Martin decía: "Dentro de mí existe una multitud de gentes. Hay quien es humilde, otro que se llena de orgullo. Hay quien está angustiado de sus pecados. Otro, que impertinente se tumba y hace muecas; No falta el que ama a su prójimo y el que no se preocupa por nada que no sea el dinero y la fama."

5.- Querido amigo:

Se encuentran dentro de nosotros esos dos elementos de los que estamos formados: la tendencia al bien y la inclinación al mal. Estos dos elementos nos hacen capaces del crimen más horrendo o de la acción más noble. El bien nos hace remontarnos por encima de cualquier mezquindad que nos irrite y de los antojos y caprichos de la vida diaria, mientras que el mal nos encadena y arrastra hacia lo mezquino, oponiéndose a la nobleza que existe en cada uno de nosotros, siempre y en cualquier sitio en donde puede. Durante toda la vida, esos dos elementos se mantienen en lucha constante entre sí, y siguiendo el desarrollo normal de los hechos, cada uno de ellos consigue una ventaja sobre el otro por un tiempo determinado, y luego suele sucumbir en la batalla.

Podríamos decir que todos nosotros estamos compuestos de luz y de oscuridad a la vez. Todos podemos ser extremadamente malvados, sólo pensando en nosotros mismos, engreídos, recelosos, libertinos, ladrones, perjuros y traidores. Y muchas de nuestras perversas inclinaciones las ocultamos y disimulamos bajo una capa de bondad. Pero incluso en el ser más vil y más perverso siempre existe un ansia, aunque dominada, por todo aquello que objetivamente es bueno y noble, por la verdad, la bondad y la belleza. Tenemos en nosotros esos dos elementos, y precisamente esa coexistencia de elementos diametralmente contradictorios es lo que hace que seamos hombres, y no ángeles, ni demonios ni fieras.

Sucede en nuestro interior como en aquella pieza musical : Obertura 1812 de Pietr IlichTchaikovsky. En ocasiones se escucha nítidamente el son de la marsellesa y, en otras ocasiones, lo que se escucha es el himno de la victoria rusa. En nuestro interior se libra una verdadera batalla: en ocasiones triunfa el bien y en ocasiones triunfa y hace gala la fragilidad.

Recuerda que todo cristiano que se encuentre en la tierra continúa, incluso después de la inserción en Cristo, rodeado de peligros, por factores externos pero también internos. Peligros que exigirán de nosotros un esfuerzo comprometido.

Recuerda que aquello que para el hombre es una seguridad, para Dios es señal de fragilidad.

6.- Y la causa de nuestra inconsistencia, es esa misma causa que provocó que san Pedro se manifestara incapaz de comprender el proyecto redentor que se trazaba conforme al pensamiento divino, y que supera en mucho la forma de pensar del hombre. Lo peor de todo es, ese nuestro intento, de querer aconsejarle a Dios y el intentar persuadirle sobre la supuesta “superioridad” de nuestro pensamiento.

La gran tentación de san Pedro fue quererle dar clases a Jesús, indicarle qué era lo que debía hacer. Nuestra gran tentación consiste en decirle a Dios: “Señor, yo tengo otra idea”... y me parece que es mejor que la tuya.

7.- Nuestra santificación consistirá en velar que, día a día, vaya muriendo en nosotros, más y más, nuestro hombre no espiritual, y que crezca el hombre espiritual. A eso se le llamaría santidad, lo cual consiste en un irse configurando cada vez más a Jesús.

Nuestra santificación se podrá realizar solamente en la medida en que aprendamos a realizar ese movimiento del corazón llamado conversión. Pero, sólo habrá conversión si es que aprendemos a reconocer nuestra fragilidad, en la modestia debemos reconocer nuestra humanidad y la necesidad que tenemos de la Gracia que proviene de Dios.

Cierto que en nuestras personas encontraremos siempre elementos frágiles, pero esas fragilidades no desalientan a Dios; al contrario, lo ratifican en su decisión. La iniciativa divina es, pues, gratuita; se ha ejercido desde nuestra propia nada.

8.- ¡Oye! ¿No te has preguntado?:

¿Por qué el Señor le ha dejado a san Pedro al frente de su Iglesia, si es que se equivocó varias veces y hasta necesitó de una reprimenda tan severa de parte del Maestro?

¿Sabes? El sacar nuestra cabeza en alguna situación provoca que nos pongamos en la posibilidad de que nos asesten la pedrada, caminar es ingresar a la posibilidad de caerse uno, emitir opiniones es entrar en la posibilidad de equivocarse.

Argumentaríamos con contundencia: "Es que los demás apóstoles no se equivocaron tanto". Y tendríamos que decir: “Es que se mantuvieron en el silencio, preferían no hablar por eso no tuvieron errores tan notorios, en un principio eligieron quedarse sentados y por ello no tropezaban, ellos mantenían la cabeza agachada y no se arriesgaron tanto, es por ello que nadie podía darles un riscazo”. Dicen que el resultado de nuestros miedos a hacer las cosas, suele ser el de cero pérdidas pero también el de cero ganancias. El Señor eligió al que no tuvo miedo a invertir, y que cuando vivió las pérdidas más lamentables supo reconvenir en su caminar.

¿Sabes? Yo también prefiero a san Pedro, aunque se haya equivocado, "el Señor prefiere a los que han corrido riesgos negociando sus talentos que a los que los entierran bajo tierra".

¡Que Dios siga bendiciendo a los sucesores de san Pedro! ¡El Señor le conceda la vida eterna al Beato Juan Pablo II que trabajó incesantemente por su Iglesia, por el cual ofreceremos en la oración nuestro mejor obsequio y la más bella expresión de gratitud! ¡Dios bendiga a alguien que le ama tanto como lo es S.S. Benedicto XVI!



IV - LA TERCERA EDAD.

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y que me siga”.
1.- Muy queridos amigos:

¿Saben?... Hay dos cosas que me agradan en la vida:

Me agrada contemplar cuando alguien emite conscientemente sus promesas y me agrada constatar la realización de las mismas.

¿Lo ignorabas?... Hay dos acciones que me llenan de gozo en la existencia:

Disfruto con el Compromiso que se adquiere como una expresión de la madurez humana y cristiana, y disfruto percatarme de que esa misma vida ha respaldado el compromiso asumido ante Dios y ante los hombres.

¿No sé si te lo había comentado?... Hay dos situaciones que disfruto en mi historia:

Gozo contemplando la promesa y la ilusión que representa el rostro de un niño y gozo contemplando el caminar consecuente del hombre maduro que ha concretizado las promesas y que ha transformado sus ilusiones en realidades.

¿Tengo dudas sí te lo había mencionado?... Hay dos momentos que me deleitan en lo cotidiano:

Me deleito en la contemplación del amanecer en el día que Dios nos ofrece y me extasío contemplando la caída del atardecer después de una intensa jornada.

¿Te lo estaré repitiendo otra vez? ¡No lo sé!... Pero hay dos realidades que me ilusionan en mis quehaceres:

Con cuanta ilusión leo la introducción de un buen libro y con cuanto agrado me deleito al pasar la vista en la lectura de la conclusión en una obra que he asimilado.

Prometo que si te lo he comentado no te lo volveré a comentar... Hay dos etapas que me entusiasman en los procesos:

Me entusiasma ver a un joven con sus proyectos bajo el brazo y me llena de entusiasmo asistir a la inauguración de aquello que habiéndose proyectado un día se ha concretizado y nos ofrece el beneficio de su utilidad.

2.- No obstante hoy quisiera dejar a un lado los proyectos, los votos de compromiso, las solas promesas para así dirigir mi pensamiento hacia las realizaciones, hacia las concreciones de los compromisos, hacia el caminar conclusivo, hacia la belleza del atardecer, hacia la virtud que nos trae la lectura del epílogo en una obra que hemos disfrutado profundamente...

Hoy quisiera dirigir la mirada hacia nuestros hermanos de la tercera edad, aquellos para quienes la cruz de Cristo no significa un proyecto sino que se ha convertido en una parte o en la totalidad de su propia existencia, aquellos que aún a la hora nona de su viernes santo siguen amando la cruz de Cristo y se adhieren a la voluntad del Padre.

3.- El pasado jueves fue la fiesta de san Agustín en la Iglesia y en la sociedad civil se ha tenido un festejo especial para nuestros ancianitos. Ojalá que en la congruencia, el día de hoy y el día de mañana no abandonemos a aquellos que el jueves rodeamos de tanto ruido y papeles multicolores, así como de luces y cámaras de televisión.

¡Qué extraño! ¿No te parece así? Un día de todo mundo les abraza y al día siguiente ni siquiera les ofrecemos el asiento en el autobús.

Y es que quizá tú y yo hemos olvidado que los cristianos estamos llamados a vivir el amor. Ese amor que en algún momento de nuestra vida se traducirá en ayuda e implicará el respeto más sagrado para aquellos que nos ofrecen el rostro de la vejez, incluso cuando la senectud ofrezca el semblante inquietante de la decadencia y de la ruina, tanto física como intelectual.

4.- ¿No te has dado cuenta? En nuestro tiempo, muchos ancianitos están condenados al olvido, a la soledad, a la ingratitud más obtusa, a la exclusión y, si no precisamente al desprecio, sí es palpable el desinterés.

¿Te acuerdas? Cuando hace algunas décadas se imponía, de forma dramática, el problema de los huérfanos en la niñez.

Hoy se podría afirmar, y constatar con suma tristeza, que los huérfanos de nuestra sociedad son los ancianos.

En el momento actual, más que hijos sin padres, circulan (o están en escuálidas áreas de aparcamiento) muchos padres sin hijos.

Ahora resulta que no son los viejos los que están perdiendo la memoria, sino los jóvenes. Y es que, nuestros jóvenes suelen ser esclavos de la eficiencia, de la producción, del confort a toda costa, de una carrera interminable en el consumismo, de un bienestar sin sacrificios ni renuncias. Ellos se olvidan fácilmente de los ancianos, y los consideran una presencia fastidiosa.

5.- No debemos olvidar que nuestros hermanos de la tercera edad son aquellos que nos han legado su herencia de trabajo y cuyos frutos nos siguen alimentando en la actualidad.

Ellos fueron los creadores tanto de esta fisonomía del mundo que ahora disfrutamos como de ese patrimonio de unas familias que el día de hoy en ocasiones injustamente les proscriben a los asilos, lugares muchas veces dignos pero que en algunas ocasiones más que ese recurso de ayuda especializada se convierten en una especie de desván de la vida al que se van enviando aquellos, que en un momento preciso son considerados ya como inservibles.

6.- Hoy, resulta necesario el cultivar la comprensión para con ellos. Ellos viven su época, y la distancia del tiempo y, en muchas ocasiones, la distancia del espacio va minando su recuerdo.

Los años van dejando sus huellas en su rostro, en sus manos, en su memoria y en sus emociones.

El trato reservado, el trato infligido a muchos ancianos suele ser uno de los pecados más grande e imperdonable de una sociedad utilitarista y locamente inclinada al interés inmediato.

Una vez más nuestros intereses van sofocando nuestros valores.

7.- Les quería comentar que una de las películas que, sin duda, más me impacto durante mi juventud fue la de “El Exorcista”. Recuerdo que ya estaba en el Seminario cuando la vi. Y nunca se me olvida aquella escena en que cuando el sacerdote se presenta ante Linda Blair, entonces casi una niña, el demonio que la mantenía poseída le empieza a decir al sacerdote sus propios pecados. Recuerdo una escena en que el diablo en aquella niña imita la voz de aquella viejecita, que era madre del sacerdote, y le dice: "¿Por qué no me has venido a ver?, Me siento muy sola".

El demonio le estaba restregando al sacerdote sus pecados y le recordaba su propio descuido por su madre ya anciana y sola. Recuerdo que en el camino ya hacia el sacerdocio me hice un firme propósito acompañado de una oración: Pedirle a Dios que me ayudara a cumplir con los mandamientos de su Ley, pero especialmente con el cuarto mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre.

8.- En algunos de nosotros, resulta paradójico el que a la esplendidez de nuestros obsequios le añadamos el desinterés en el afecto.

En los cuartos de muchos de nuestros ancianos, tanto en los hospitales como en las casas, abundan los alimentos, incluso los prohibidos, en ocasiones hay saturación de aparatos clínicos y eléctricos, pero suelen faltar las palabras de aliento, los gestos silenciosos y esa presencia de cariño que es tan necesaria.

Ellos sufren por el abandono, se sienten desatendidos, les lastima ser identificados con una carga... Son personas que hicieron mucho en la vida y que ahora, aún cuando se les dan cosas, se les suele negar el amor y la presencia.

9.- Una idea de lo que significa para nuestros ancianitos ese contacto físico, la cordialidad, la ternura y la solicitud se han retratado magistralmente en un poema titulado RECUERDOS DE MINNIE, de Donna Swanson. Fue publicado en su libro “Canción de la Mente”:
"¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que alguien me hizo una caricia? Hace veinte años quedé viuda. Respetada. Todos me sonríen, pero jamás nadie me hace una caricia... ¡Oh Dios, estoy tan sola! Recuerdo a mi esposo Hank y a los bebés, ¿De qué otra forma podría recordarlos si no es juntos? A Hank no parecía importarle si mi cuerpo se había vuelto grueso y un tanto debilitado; lo amaba y le agradaba acariciarme. Y los niños acostumbraban abrazarme, mucho... ¡Oh Dios, qué sola me encuentro! Dios mío, yo no sé por qué no educamos a nuestros hijos para que sean un tanto más tontos pero más afectuosos, así como mesurados y dignos. Conducen sus elegantes automóviles. Llegan hasta mi habitación a ofrecerme sus respetos; charlan animados y rememoran. Pero no me tocan. Me llaman mamá, me llaman madre, me llaman abuela, pero ya nadie me llama Minnie. Mi madre me llamaba Minnie y también lo hacían mis amigos. Hank me llamaba Minnie. Hace veinte años que nadie me acaricia, hace veinte años que nadie me llama Minnie. Todos se han ido. Y Minnie también se está yendo con ellos."

Es triste decirlo, pero Minnie no es un personaje extraño para la mayoría de nosotros. Nos hemos convertido en una cultura de individuos en su mayoría bien vestidos, alimentados muchas veces en exceso y algunos con muy buenos automóviles, tenemos tanto y a pesar de ello sufrimos una de las privaciones más peligrosas... la incapacidad de expresarle a nuestros ancianitos nuestro amor con un afecto franco y honesto y sin temor. Se necesita tan poco para abrirles los brazos a nuestros padres. Es una de las declaraciones más claras y más expresivas que podemos hacer.

10.- Concluyo esta reflexión con un pensamiento que nos comparte Paul Claudel cuando cumplió sus 80 años: “¡Ochenta años! ¡Ya no me quedan ojos, ni oídos, ni dientes, ni piernas, ni pulmones! Pero, a pesar de todo, ¡Qué maravillosamente vivo sin nada de esto!”. Claudel rezaba esta oración en la noche no tan sólo de su día, sino también la noche de la vida que se llama ancianidad:

“ Llegó la noche.

Ten piedad del hombre, Señor,
En este momento en que,
Habiendo acabado su tarea,
Se pone ante ti,
Como el niño al que le preguntan
Si se manchó las manos.

Las mías están limpias.
¡Acabé la jornada!

He sembrado trigo y lo he recogido
Y de este pan que he hecho
Han comido mis hijos y mis amigos.

Ahora, he acabado.
¡Vivo en el quicio de la muerte
y una alegría inexplicable me embarga!”
Por Rogelio Narváez Martínez

LA AFIRMACIÓN DE LA NEGACIÓN.

11.- Muy queridos hermanos:

Me agradan las auroras como me agradan los ocasos. Pero en la conciencia de que entre el amanecer y el anochecer se encuentra la jornada de la vida y es allí en donde la vida se desarrolla, puedo asegurarte que me agrada más el anochecer de alguien que ha sido fiel a su misión.

Valoro tanto la entrada como la salida en la jornada de la vida, pero entre estos dos polos se encuentra la vida misma, en la que se hacen presentes las dificultades, es por ello que me agrada más contemplar a alguien que con el cansancio acumulado ha sido capaz de cruzar la meta de la existencia.
¡Felicidades para todos nuestros abuelitos por el pasado día de la tercera edad, y le solicito que sigan siendo aquellos que como lo decía el católico Víctor Hugo, saben que el invierno puede estar sobre su cabeza pero que la eterna primavera puede y debe permanecer en su corazón!

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