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sábado, 8 de noviembre de 2008

Cuatro momentos para meditar el Evangelio del Domingo: La Dedicación de la Basílica de San Juan de Letran

I - LAS CASAS SE HAN CONVERTIDO EN MERCADOS

Muy queridos amigos:

En este domingo en el que celebramos la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán y contemplamos en el Evangelio de san Juan las actitudes del Señor Jesús en el Templo de Jerusalém, y que son provocadas por el celo que como Dios verdadero tiene por su Casa, me he puesto a reflexionar sobre el sentido que tienen nuestras casas y el celo que deberíamos tener hacia el santuario de Dios que son nuestras familias; de la misma manera, en que el Hijo de Dios le reclama a la casta sacerdotal la transformación y degradación de su Casa en un mercado, me he puesto a pensar en la gran cantidad de aquellas nuestras casas que se han convertido con el paso de los años, y la con llegada de nuestra indiferencia, en verdaderos mercados.

2.- Te quería compartir un texto que acerca de los hogares cristianos, escribió Don Ramón de Campoamor, un excelente poeta español que vivió en el siglo XIX, en su obra titulada: Pequeños Poemas, y en la que se cuestionaba: ¿Qué es un hogar?

“El hogar no son piedras, son almas.
El mueblaje no es oro, es cariño.
Si se quieren, qué ricos los pobres,
Si no se aman, qué pobres los ricos.
El amor inventó los hogares
Y las aves del cielo los nidos.
Si se quieren, el agua qué fresca,
El pan qué exquisito.
No hacen falta en la mesa más flores
Que las flores que pone el cariño”.

Fíjate como tendríamos que detenernos a profundizar en algunos de los sustantivos que van describiendo, en el lenguaje del poeta, las cualidades de una casa convertida en un verdadero hogar: las almas, el cariño, el quererse, el amor..., y leerlas en contraste con aquel lugar físico al que se le llama mercado y que se describe de la siguiente manera: “Sitio público destinado permanentemente, o en días señalados, para vender, comprar o permutar géneros o mercancías”.

“¡No conviertan en un mercado la Casa de mi Padre!” Nos advierte el Señor, pero..., ¿qué significa convertir las casas en mercados? ¡Somos tantos los que estamos aludidos en su denuncia!

3.- Como cristianos, es bueno que primero clarifiquemos, ¿qué entendemos por la Casa del Padre? Tendríamos que subrayar cuatro realidades distintas: La Casa de Dios es cada cristiano, cada familia, la misma Iglesia y la Creación entera.

4.- El Cristiano sabe que como bautizado es un Santuario de Dios, y es por ello que predicamos una moral que sobrepasa una simple ética humana. No podemos aceptar atentados contra la Casa de Dios que es cada cristiano.

Debido a lo anterior, si, por ejemplo, en todos los pueblos la prostitución debiera ser considerada como algo absolutamente inmoral, porque denigra la persona humana. En la religión cristiana, un hijo de Dios no puede estar atentando contra el Templo del Dios altísimo en la degradación de su propio cuerpo.

Es muy cierto que en todas las culturas, la pornografía es y debe ser vista como un atentado contra el ser humano. ¡Cuánto más, si pensamos que cada uno de nosotros somos el Santuario de Dios!

Démonos cuenta de todo el mercantilismo con el que se trata, hoy en día, la Casa de Dios que somos cada uno de nosotros.

Actualmente, existen nuevas formas de mercadeo: En primer lugar esa importancia absoluta que se le concede a los atletas (se les dan salarios inauditos y se les va empujando a través de una carrera interminable al recurso de los esteroides y anabólicos) y los colocan muy por encima de otro tipo de tareas superiores de la sociedad (pensadores, investigadores, inventores), así mismo nos encontramos con el desenfreno ciclónico de la porno-telefonía, la ciber-pornografía, así como la creación y promoción de las así llamadas concupiscencias artificiales (la moda, la apariencia, la vanidad, el culto al cuerpo, el blof)...

5.- Ahora bien, es el momento de preguntarnos: ¿qué hemos hecho con la Casa de Dios que es cada una de nuestras familias? ¿Somos conscientes de que la familia es una Iglesia Doméstica?

Hay una novela española, titulada EL DIABLO COJUELO, en la que un personaje se va desplazando por encima de los tejados de las casas de un pueblo, levantándolos y observando lo que acontece en su interior. Si nosotros tuviéramos la misma cualidad, nos quedaríamos asombrados al contemplar tanta amargura, tanta desilusión, tanta incomprensión, tanta apatía y tanto mercadeo.

Hoy sobreabundan las casas que se han convertido en centros comerciales. Se va intercambiando una moneda por la prestación de un servicio.

El padre de familia piensa que dando un peso merece toda la atención y todo el respeto. Los hijos profesionistas piensan que el sólo hecho de aportar un centavo a la casa les hace merecedores de derechos y les va eximiendo de las obligaciones.

Las casas se convierten en mercados en donde las personas son adquisitores de servicios y exijen un derecho por las monedas que aportan a la casa: a tener la ropa limpia y planchada en el lugar en que se le antoja. La madre se convierte en la prestadora de servicios, a la que se le puede reclamar y gritar, por no tener las cosas en el tiempo y en el lugar, que uno quiere. ¡Y todo por un triste peso que se da para ayudar en la manutención de la casa! ¡Qué lamentables resultan las cosas!

Las casas se convierten en un mercado, en donde alguien paga y se sienta a la mesa pidiendo el menú que más se le antoja, y si el platillo no le satisface se puede uno molestar y ponerse a regañar a la cocinera y a la mesera, -que no suele ser otra que la misma que les dio la vida y mucho más que la vida-. Como si fuera un restaurante, la mesa tiene que estar servida a la hora que se quiere, y nadie, una vez que termina de ingerir los alimentos, es capaz de levantar, ni siquiera el plato y el tenedor con el que comieron.

Las casas se convierten en mercados, en donde las personas que dan unos pocos pesos, poco a poco ven su casa como si fuera un hotel o una casa de huéspedes. A esas casas se puede llegar a la hora que se quiere, cuando se quiere, y sí es que se quiere. ¿Acaso no son los hoteles esos lugares en donde la persona que paga, sabe si usa la habitación o no la usa, y en dónde se puede llegar a la hora que a uno más se le antoje? En un hotel se trataría del cliente, y recuerda que allí el cliente siempre tendrá la razón.

6.- Hoy, hablemos también de nuestra Santa Madre Iglesia que es también la Casa de Dios. Nosotros los sacerdotes deberíamos detenernos al escuchar, cómo el Señor Jesucristo ha considerado a aquellos que eran considerados los amigos del templo como a los más peligrosos enemigos del Templo.

Las consecuencias resultan molestas para nosotros. Podemos aprender en cabeza ajena: los peores enemigos del cristianismo no han de buscarse normalmente afuera, sino dentro de su recinto sacro. Y entre ellos, no hagamos aspavientos, podemos estar cada uno de nosotros. Con toda la razón del mundo se ha dicho que a nuestra Iglesia le hacemos mucho más daño los hipócritas que los ateos.

Aquel Templo ya no era la casa del Padre del Cielo; era la casa de ellos. Digamos que era el santuario de sus mezquinos intereses. Aquel templo terrenal dejó de ser la morada de Dios, tan pronto como se ha convertido en el centro de sus intereses mercenarios. Sin Dios, aquel Templo ya no era una Casa, sino un mercado.

7.- ¿Y qué podemos pensar sobre la Creación entera? Se trata del estrado de los pies de Dios. Hoy, la creación se ha convertido en ese lugar en donde Dios ya no puede pasear con tranquilidad. ¡A Dios se le ha expulsado de su Casa! Dios se ha convertido en un “verdadero extraño” dentro de su mismo hogar, los inquilinos le hemos desterrado, o, por lo menos, le limitamos el acceso a ciertos espacios. Y es que existen ciertos espacios en los que Dios no tiene derecho de inmiscuirse: los quirófanos, las maternidades, los asilos, los orfelinatos…

El hombre contemporáneo no se quiere conformar con ser el centro, la cúspide y el vértice de la creación de Dios. Los hombres no queremos ser los lugartenientes de Dios en la creación, sino los dueños de la misma.

El hombre se ha adueñado de la porción de la Viña que Dios le ha confiado. Los hijos nos hemos convertido en unos extraños mercaderes en la Casa de Dios, que ahora se ha convertido en nuestro mercado. Todo se compra, todo se vende, todo se paga. Hay un precio para cada cosa, para cada persona y hasta para el mismo Dios.

8.- Los cordeles nos pueden parecer duros. ¡Pero dejemosle a Dios que purifique su Casa!




II - RETIRARSE A TIEMPO.

Entonces hizo un látigo con cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volteó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”. En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora.

1.- Sabes tú, ¿en dónde vive Dios?

Dios vive en los caminos de Palestina, vive en el mar de Genesareth, vive en Belén, vive en Egipto, vive en Samaria, vive en Cafarnaum, vive en Jerusalem, vive en Betania, vive en Genesareth... Y en todos estos lugares mencionados se encuentran todas las geografías de todos los tiempos representadas,… pero nos falta un lugar por descubrir: Dios vive en cada uno de nosotros, el Señor ocupa toda nuestra persona, incluído el cuerpo. ¡El ser humano es el templo de Dios!

Nuestro encuentro actual con Dios se sigue dando en los Templos, en ese Templo Consagrado de 4 paredes. Pero también en ese otro Templo Consagrado que es cada persona, cada bautizado, y en el Templo consagrado por el matrimonio.

2.- En ese momento, sus discípulos recordaron lo que estaba escrito: ¡El celo de tu casa me devora!

¿Cuántos de nosotros realmente experimentamos un celo por el seno de nuestro propio hogar, en el que Dios debiera también habitar como en su propia Casa?

¿Cómo está tu hogar? ¿Realmente Dios puede pasearse por tu casa como en el principio lo hacía en el jardín del Edén?

Se cuenta en un pasaje de la historia, que Gian Lorenzo Bernini, aquel célebre arquitecto y escultor, constructor de entre otras obras, del baldaquino en el altar mayor de la basílica de san Pedro y de la imponente columnata que en forma de brazos se encuentra en las afueras de la Basílica de san Pedro con aquellas esculturas de los apóstoles en lo alto, ¡tú lo sabes, la así llamada: “columnata de Bernini”..., se dice que cuando Bernini concluyó una de sus obras más bellas en la Iglesia de Santa María de la Victoria en Roma, titulada “El éxtasis de Santa Teresa”, pieza escultórica en la que se contempla a Santa Teresa de Ávila y al ángel de Dios bellamente esculpidos en mármol blanco, mientras que ella se encuentra suspendida en arrobamiento sobre una nube, el ángel le contempla con una mirada de paz, y ambos se encuentran enmarcados con una serie de destellos en madera y laminados de oro, como si fueren los destellos del sol,... entonces se acercó uno de sus amigos y le dice: ¡Gian Lorenzo, te felicito, está es tu mejor creación, ésta es tu obra maestra! A lo que se cuenta que Bernini le contestó de inmediato: “No es esta mi mejor creación, mi obra maestra es mi familia, es mi matrimonio, son mis hijos. Mi hogar es mi mejor creación”.

3.- Y tú, muy querido amigo, podrías decirme: ¿Cómo está tu obra maestra?

Ambula por las calles de la ciudad, danza por los tejados de las casas y lamentablemente te encontrarás con muchos y muy diferentes tipos de casas, que en nada se acercan a la cualidad de un hogar cristiano.

Los hogares no los forman ni las paredes de las casas, ni el refrigerador, ni el reproductor de DVD, ni la computadora, ni el teléfono, ni el aparatejo ése para ver muchos canales en la casa. El hogar no lo forma ni el carro, ni la parabólica, ni el Wii.

Lo esencial del hogar es el amor. Es la comprensión entre los esposos, entre los padres y los hijos, así como entre los hermanos,… lo cual nunca se podrá comparar ni con un televisor panorámico ni mucho menos con una cuenta bancaria elevada.

El hogar por propia definición es el “sitio en donde se hace fuego”. El hogar debe ser algo cálido, algo acogedor, algo que se busca con ansia.

Y, desgraciadamente, mucho más que hogueras, algunas de nuestras casas-habitación modernas parecen “cuartos fríos”. Se trata de un ambiente de frialdad y de muerte, en donde nadie quiere ni puede vivir. Y así sucede que ella empieza a sentir su casa como si fuese una pequeña jaula, los hijos se fugan de la casa cada que pueden y el esposo le llega a dar varias vueltas a la manzana antes de decidir entrar en su casa.

Se define también el hogar como “el lugar en el que vive una persona en la intimidad”. Cuando llega a faltar el amor, habrá tal vez una bonita casa, bien amueblada, pero allí no existe un “hogar”.

¿Te acuerdas? Decía Plinio el joven que nuestro hogar no lo constituyen ni cuatro paredes ni la belleza de la construcción: “El hogar es el lugar en dónde habita el corazón”.

4.- ¡Ambula!, ¡Danza! Deambula por las calles de la ciudad, danza por los tejados de las casas y aparte del espectro de la violencia y el miedo, te encontrarás con diferentes tipos de casas que en nada se acercan a un hogar auténticamente cristiano.

Hay algunas casas que se han convertido en ambulatorios. Se trata de lugares físicos por los que nos tocó transitar o hasta estacionarnos temporalmente, pero en los que nunca,… en los que jamás ha existido la comunión ni mucho menos la intimidad. Son lugares en los que no nos preocupamos los unos por los otros, son espacios en los que las personas no dialogamos. Es un lugar en el que, por una gracia que yo deforme en desgracia, tuve que pasar un día o algunos días en mi existencia.

Cuando en los hogares no se dialoga, se bloquea el interior de la persona y ésta se llega a angustiar en sus tantos problemas, porque no los puede comunicar, ni expresar, ni sentirse comprendido y todo esto por falta de un verdadero interlocutor.

Es entonces que el clima familiar se deteriora y aparece el malhumor y no pocas veces también la agresividad.

Somos tantos y tantos los que en la vida nos hemos abocado a las cosas, llegándonos a olvidar abiertamente de las personas. No les puedes asegurar a tus hijos la estabilidad sobre el futuro, aunque luches muchísimo por ello, si es que en este momento no eres capaz de ofrecerles tu presente y acompañarlos en su presente.

Hay quienes tratando de asegurar el futuro de sus hijos, se la pasan negándoles el presente.

¿Sabes? Hace algunos años veía una película documental sobre el célebre boxeador Rocky Marciano, muy diferente a la edición comercial que lleva “n” número de episodios. Se trata de la historia sobre aquel boxeador ítalo-estadounidense que, de acuerdo a las estadísticas del boxeo ha sido al parecer el único que como campeón de peso completo nunca perdió una pelea profesional. Marciano en su juventud era un entrañable admirador del gran Joe Louis, en él se inspiró para aficionarse al boxeo,… a ése mismo que tuvo que vencer para adjudicarse el cinturón deportivo como monarca de la máxima división.

Hay una escena casi al final de la cinta, que critica esa inercia en nuestra vida que nos impide detenernos y valorar lo que realmente es importante.

Rocky Marciano recibe una noticia que le hace cimbrarse: su amigo y muy admirado Joe Louis se encuentra en un hospital público librando el último combate en esta tierra, se encuentra debatiéndose entre la vida y la muerte, y en ese litigio se encuentra sólo, abandonado.

Marciano se traslada en un avión para visitarlo, y así Joe Louis, al verlo entrar por la puerta de su habitación en aquel nosocomio, le agradece y le da un consejo para que Rocky no haga lo que él ha hecho de su vida, de tal manera que le desea a Rocky no terminar pagando las consecuencias que él tuvo que pagar: “Marciano, retírate a tiempo. No vayas a terminar como yo, solo y abandonado en un hospital. Nadie me visita. Mi familia no sabe que estoy aquí, yo ni siquiera sé donde están ellos, y es que, fuí yo el que les abandoné. ¿Sabes? Toda mi vida fue un ganar y ganar, y solamente ganar, hasta que lo perdí todo, perdí mi familia, a mi esposa y a mis hijos, a las personas que realmente me querían, porque hay un momento en que al amor lo asesinamos, no es que haya muerto, le matamos con nuestras acciones. Mientras tienes dinero siempre tendrás gente que con intereses mezquinos que están a tu alrededor, y que mientras les ofrezcas bienes te solaparán todo, pero, son los mismos que te abandonarán después de que ellos hayan corrido a tus seres queridos, y los mismos que correran cuando tú ya no tengas qué ofrecerles. ¡Marciano, tienes que retirarte a tiempo! Acepta mi consejo.”

Y efectivamente, Rocky Marciano, aquel que no había perdido ni un solo combate profesional, perderá la más dolorosa y encarnizada de las batallas contra el más despiadado de los combatientes: la batalla contra su propio egoísmo.

“Marciano, retírate a tiempo. No vayas a terminar como yo, solo y abandonado en un hospital... Toda mi vida fue un ganar y ganar, y solamente ganar, hasta que lo perdí todo. Amigo, Retírate a tiempo”.

5.- ¡Ambula, danza por tejados! Desplázate por el tejado de esa casa que te pudiera parecer tan conocida: tu propia casa. Y te darás cuenta de que en los hogares ya no se dialoga.

Es entonces, cuando la persona busca en otras personas y en otros lugares el sentirse escuchado y acogido. Y es que el afecto, cuando no se recibe de quienes nos lo deben ofrecer, se mendiga y se implora en la peor de las desventuras.

La falta de comunicación suele ser el inicio de las rupturas matrimoniales, y del desapego y la huida de la propia familia.

Cuando los integrantes del matrimonio no dialogan, se encuentran indefensos ante sus propios problemas y ante esos problemas que provienen del exterior.

Es entonces que la psicología se resiente y fácilmente aparece el desequilibrio afectivo y hasta la depresión.

6.- ¡Ambula, danza por los tejados del mundo!

Y constata como hoy en día, el joven mira el matrimonio con limitaciones temporales. El joven le tiene miedo al compromiso. Piensa en prestarse por un tiempo mientras se mantiene la belleza aparente y fugaz,… pero hoy no piensa en la donación total. Hoy vivimos en la era de lo deshechable y esto lo hemos extendido a las personas. Solamente se piensa en una persona mientras me es útil, una vez que no cumple con mis prescripciones de calidad le tiramos o le dejamos al margen de nuestra propia vida.

Hay quien considera y así lo externa: el compromiso vitalicio lo llaman inhumano, y en la realidad, el hombre es menos libre de lo que se cree ser, y no pueden asumir opciones definitivas, la modernidad le ha llevado a la liberación de la ética del imperativo por una ética de lo transitorio.

7.- Muy querido amigo:

Sigue siendo verdad que el amor no se acaba nunca: el sentimiento se acaba, la posesión se puede acabar, el placer se acaba y la ilusión también se acaba. Pero el amor no se acaba jamás: más bien el amor se debe conquistar día a día.

En Cristo, los cristianos hemos comprendido que solamente es digno del hombre aquel amor que es total y que se entrega sin concesiones.



III - LA CARCEL Y EL TEMPLO.

Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.

1.- Muy gentiles radioescuchas:

Una triste estampa recorre y va llenando las calles de nuestra ciudad y se va convirtiendo en un elemento más de entre los muchos que hay en nuestro ya acostumbrado paisaje urbano. Su caminar es lento y su porte es extraño, por demás. Engendra gran pena el encontrarle al recorrer los caminos, y genera dolor e impotencia verle llegar a un punto de su existencia, como si fuera el encontrarse en un permanente callejón sin salida.

Su fastuosa y presuntuosa riqueza se ha convertido en la más miserable de las pobrezas. Sus ambiciones se han transformado en su propia tumba. Su anterior laboriosidad traía consigo el disfraz del engaño y, como si fuera Mozart, en sus largas jornadas diurnas y nocturnas, en el insomnio irracional que provoca el mezquino interés económico, ha ido escribiendo sobre la mesa del billar en su habitación, y en el compás de las esferas de marfil que chocan y regresan de las barandas, la composición de su “obra maestra”: su propio requiem. Es posible que, en algún momento de su propia existencia, él quisiera darle marcha atrás a las manecillas del reloj y si pudiera le regresaría las hojas al calendario; sin embargo, experimenta su propia incapacidad de estarse impactando una y otra vez contra el grueso muro de la inexorabilidad del tiempo, y de aquellas situaciones irreversibles que él mismo ha generado o que, por lo menos, ha llegado a permitir en el más vergonzoso de los descuidos.

2.- Se le ha llamado: “el hombre con una sola dimensión”, llamémosle: “el hombre unidimensional”. Se trata, en la realidad, de un ser humano que ha polarizado su existencia y que se ha olvidado de todas esas otras riquezas con las que Dios le dotó.

Y es que, todos nosotros debemos ser conscientes, de que las polaridades pueden tener diferentes expresiones; sin embargo, nuestro tiempo ha favorecido a los que, ambicionando lo material, han llegado a descuidar otras dimensiones también importantes de su existencia. Y todos los días, nos vamos encontrando en el peregrinaje de la vida con esos nuevos rostros de personas que, embriagados por los licores de la codicia e iluminados por la seducción y el engaño de las luces de neón, han embotado su entendimiento y han adquirido, en la más engañosa de las inversiones, la costosa membresía de este triste privilegio.

El hombre unidimensional, al que me refiero, es aquel que se encuentra narcotizado por lo material. Es el ser ambicioso, el que vive obsesionado por hacer acopio de los beneficios económicos, provocando el detrimento de los otros bienes que se le han heredado, y que por el afán de las apropiaciones va renunciando a sus propiedades, en la lucha por avanzar en las adquisiciones ha ido descuidando sus pertenencias.

Se trata de un hombre que se ha encontrado con nuevos alucinógenos que estimulan, y que, al mismo tiempo, le van mintiendo, entorpeciendo y degradando.

3.-Este hombre unidimensional, en unión de otros miembros activos de tan selecto “status”, se ha encargado de construir una próspera y confortable metropoli, en la que habita una sociedad que también adolece por la unidimensionalidad. Para esta sociedad, la productividad ha adquirido su carta de ciudadanía, y se ha ubicado paulatinamente y sin competencias reales, en el lugar supremo dentro de su escala de valoración.

Esta sociedad tiene su propia Constitución Política, o digámoslo de forma religiosa, sus propias Tablas de la Ley. Sus mandamientos son los siguientes: Producción, Absoluta Libertad, Trabajo, Excelencia, Éxito, Puntualidad, Laboriosidad, Ahorro, Calidad, Eficiencia, Certificación, Globalidad, Libre Comercio, Competitividad... Este Decálogo se ha convertido en su obsesión y en su propio verdugo. En más ocasiones de las que tú te pudieras imaginar: la productividad dentro de la industria sigue caminando al mismo ritmo de la fractura interna de las personas; la consolidación de los comercios emprendidos se acompaña de la destrucción de las familias; y nuestros exitos empresariales, el engrosamiento de las carteras y los suntuosos ascensos laborales militan al lado de la pérdida del verdadero rostro de la humanidad.

4.- Hemos hipotecado nuestra propia vida, al dejar en el rincón del olvido las diferentes dimensiones que componen nuestro existir. Hemos renunciado a la sabiduría de Dios, quien, como Creador nuestro, hoy nos recuerda que cada uno de nosotros somos su Templo, y que Él es el habitante.

La enseñanza cristiana de nuestra Liturgia deberá ir dirigida en torno a este camino: Dios nos invita a mostrar quienes somos en la vida. La exhortación que se nos hace, es para que dejemos ver en la vida lo que llevamos en nuestro interior: Los hombres somos barro, es cierto, pero también somos espíritu, somos los hijos de Dios y somos sus Templos santísimos.

De esta manera, la versión históricamente más exacta del significado de la acción de Jesús en el Templo de Jerusalém, la tenemos en la frase que procede del mismo Señor: “destruiré el Templo y reedificaré otro que no sea obra de manos humanas”. Jesucristo es el verdadero Templo en donde Dios habita, más aún, Él es el auténtico habitante de un Templo, cuya virtud ha radicado en el ser solamente una habitación. “Pero Jesús hablaba del Santuario de su Cuerpo Santísimo...”

San Pablo nos dirá que el cristiano es el Templo de Dios: “¿No saben que son Templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?”.

Este Templo de Dios del que nos hemos olvidado, al que irreverentemente le hemos faltado el respeto, o bien, al que le hemos descuidado con nuestra dolosa negligencia.

El pecado del hombre actual estriba en el querer ser unidimensional olvidándose de la multidimensionalidad humana, y en el pretender vivir únicamente en el país de lo material olvidando lo espiritual.

Los seres humanos hemos olvidado que el cuerpo humano que antiguamente era llamado “cárcel” se ha convertido en el Templo, y que lo importante en el templo será ciertamente su hermosura, su dignidad, el decoro, el confort, el mueblaje, pero que, al principio y al final de cuentas, lo verdaderamente importante en un Templo es una sola realidad: Aquél que habita en él.

5.- El hombre unidimensional es frágil e inconsistente. Se puede comparar con una construcción sumamente hermosa pero presuntuosamente sostenida por una sola columna, y que, por ende, se enfrenta al riesgo del ocasional deterioro de ese monolito y, esto se convierte, al mismo tiempo, en su propia amenaza y en su propia ruina.

Y esta es en verdad nuestra historia. Somos pocos en realidad, entre nosotros, los que utilizamos al máximo las capacidades que Dios nos ha dado. Al vivir y darle importancia solamente a una dimensión en nuestra vida, somos como esas personas que poseen mansiones, y que sólo aprovechan el sótano en su existencia.

6.- ¿Sábes? Ahora que al parecer ha ganado Barak Obama las elecciones en el país del Norte, te quería comentar que Thomas Fleming es un historiador norteamericano especialista en el tema de los presidentes de los Estados Unidos de Norteamérica. En su libro: “Una nueva mirada a Benjamín Franklin” afirma que con mucha frecuencia Benjamín Franklin utilizaba una expresión para hablar del hombre que desatendía su familia en beneficio de su negocio o de su trabajo, o cuando un avaro rompía lazos de amistad en su empeño de afianzar su fortuna económica, observaba: “está pagando un precio muy alto por su silbato”.

Y nos cuenta el biógrafo especializado que esta expresión nació de cuando Benjamín Franklin tenía solamente 7 años de edad. En ese entonces, una persona fue de visita a la casa de sus padres y al ver al pequeño Benjamín, le regaló algunas monedas.

Poco después el pequeño Benjamín, quien se sentía el intrépido dueño del mundo con aquellas monedas en su mano, vio a un niño que jugaba con un silbato, y le ofreció cambiar las monedas por el silbato que traía. Y así se dieron las cosas... Luego anduvo un tiempo por todos lados, feliz, haciendo sonar su adquisición, hasta que se enteró de que había pagado por ella cuatro veces más de lo que valía. Al conocer esta información, el silbato perdió todo el atractivo para él.

7.- Oye, ¡querido amigo! Y tú, ¿no estarás pagando un precio demasiado alto por tu silbato?

Y ya que hablamos del hombre que piensa que lo único real es la dimensión de los bienes materiales, te quiero compartir que: hace algunos años leía un artículo de Benjamín Stein en “El Espectador Americano” que tocaba el tema de la riqueza:

“¿Cuánto dinero debe uno tener para ser considerado rico en nuestra sociedad? Las cifras, que andan por los millones, varían, algunos hablan de billones...

Pero yo pienso en toda la gente inmensamente rica que conozco, y que parece a nuestro juicio no ser feliz porque no tiene una cuenta en el banco. Y pienso en todos aquellos que sudan para pagar sus cuentas, y que pese a ello son inmensamente ricos.

Si puede usted compartir cualquier problema con su cónyuge, es rico. Si puede darse tiempo para dialogar con sus hijos, es rico. Si puede mirar de frente a sus padres, convencido de haberles retribuido aunque sea en mínima parte lo que ellos le dieron, es usted rico. Si puede tomarse una tarde libre para salirse al cine con su familia, es usted rico. Si puede decir con toda honradez que no tiene nada que esconder, es usted verdaderamente rico”.

8.- Lo anterior, también me trajo a la memoria el reclamo de Fuentes Aguirre cuando con el paso del año 1999 al 2000, no le colocaron en la lista FORBES de los hombres más ricos del mundo: Y comentaba: ¿es injusto que no me consideren de los hombres más ricos que hay en el mundo, puesto que tengo una esposa que me quiere, tengo a unos hijos maravillosos, tengo vida, tengo salud, tengo paz en el corazón, tengo a Dios en mi existencia...

9.- Hermanos muy queridos:

Todos aquellos que queramos sostener nuestra vida sobre un solo pie de apoyo estamos corriendo el riesgo de la destrucción total cuando éste se destruya, y esto es lo más seguro sin duda y al mismo tiempo lo más lamentable. Esta es la lamentable historia del hombre unidimensional


IV - ¿QUIEN HA SIDO EXPULSADO DEL TEMPLO?

Después de que Jesús expulsó a los vendedores del templo, los judíos se acercaron para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.

1.- Gentiles amigos:

Florencio Escardo nos ha mencionado que los diagnósticos más profundos son aquellos que se realizan adivinando todo lo que el enfermo calla.

Te has preguntado: ¿Cómo está este mundo en el que Dios tiene su santuario? ¿Cómo está este ser humano que es Templo de Dios? ¿Se sigue Dios paseando en medio de sus creaturas? ¿Cuáles son las necesidades de nuestro mundo? ¿Cuál es su estado de salud? Y,... ¿Cuál es nuestra propuesta cristiana?

2.- Reflexionar sobre la expulsión de los vendedores del Templo nos debe llevar a dirigir la mirada hacia los retos que tiene el cristianismo en el todavía naciente siglo XXI, para lo cual resulta necesario que efectuemos un diagnóstico objetivo sobre este mundo actual que, la verdad sea dicha, es, no tan sólo poco cristiano, sino que también es muy poco humano.

Y es que el hombre ha expulsado a Dios de su templo, y este Dios quiere que como Cuerpo de Cristo le ayudemos a recuperar este Templo que se ha convertido en un mercado. Los hombres seguimos siendo proclives a la seducción de un Satán que nos asegura con una sonrisa: “Seréis como dioses”.

Y esa sigue siendo nuestra tentación: “Deus in terris”, “dios en la tierra” se llama a sí mismo el hombre en la obra de Marsilio Ficino; “petit Dieu”, “el dios pequeño” como se le llamará en la obra de Leibniz. “Somos Dios”,proclamaba Novalis en su obra. Y así podríamos continuar con el elenco de ejemplos de esta actitud que se nos presenta abundantemente en el libro del Dr. Leroy Augenstein al que dio el expresivo título de: “Vamos, juguemos a dios”.

3.- En esta cuarta reflexión de esta fiesta de la Dedicación de las Basílica de san Juan de Letrán intentaremos elaborar un diagnóstico y ofrecer un pronóstico acerca de los ámbitos en los que Dios ha sido expulsado y en los que por desgracia se le están cerrando las puertas: la esfera, o para que concuerde con nuestro lenguaje, la habitación económica.

4.- Hablemos de la esfera de la economía, un campo transformado y transformante, o muchas veces deformante, en la praxis del fin del anterior milenio y del principio del presente.

Los principios seculares del neoliberalismo y del utilitarismo aplicados al universo de la economía se han manifestado abiertamente incompatibles con la orientación fraterna del cristianismo. Bastaría que recordáramos con verguenza el dolor y la impotencia de nuestros hermanos en Pasta de Conchos y después de este Octubre del 2008, de todo el mundo.

El utilitarismo y un liberalismo de nueva edición son dos filosofías prácticas que se han esforzado en coordinar una nueva propuesta de valores económicos cifrados en el interés propio.

El programa del utilitarismo nos afirma que en la medida que cada individuo optimiza su bienestar incluye en su agenda el bien del conjunto de la sociedad; pues considera que las ventajas para todos son también ventajas para el individuo, y que no se puede separar una dimensión de la otra.

El liberalismo, por su parte, sostiene que la mejor organización de la sociedad será producto de la espontánea concurrencia de las libertades individuales, o bien, será resultado de una misteriosa auto-organización que evita aplicar preconceptos a la organización social.

5.- En razón de una honestidad exigida, resulta necesario el resaltar todos aquellos elementos inéditamente positivos que la situación económica contemporánea nos presenta, y que son aquellos que en muchas ocasiones han justificado ante los hombres la erradicación de Dios en el ámbito económico.

Primero: la modernidad ha consagrado el triunfo de una razón autónoma que se legitima a partir de sus éxitos a la hora de comprender y organizar la realidad.

Segundo: Se ha potenciado un crecimiento en la producción de bienes, con sus efectos aparentemente benéficos ante el problema de la escasez, un orden más satisfactorio entre los numerosos actores de sociedades muy complejas y una mejor distribución de los bienes que se van creando con la contribución de todos.

6.- Existen, no obstante, algunos rasgos demeritorios: la economía moderna enfatiza una relación mercantil que convierte al actor social en un “actor económico” (o es cliente, o es proveedor, o es propietario), ajeno a toda connotación de valor humano.

Y este factor negativo suele mostrarse desbordante en múltiples efectos que todos padecemos:

Primero: la absolutización del mercado y sus efectos en un materialismo con su lógica de ganancia y de un individualismo como pérdida a la referencia comunitaria, los cuales se encargan de radicalizar la diferencia entre ricos y pobres.

Segundo: La desvalorización del trabajo, el cual ha perdido importancia en el proceso productivo frente a la lógica de la especulación y el énfasis en el capital.

Tercero: La deshumanización, o proceso en el que los intereses económicos acaban prevaleciendo sobre una visión personal y personalizadora.

Cuarto: El darwinismo social que opera una especie de “selección natural” que premia a los mejores y que va desplazando o penalizando a los más débiles y menos competitivos.

Quinto: un olvido de la moral en la regulación de la actividad económica manifestado en un “todo se vale” con tal de ganar.

Sexto: la pérdida de conciencia real sobre los riesgos asumidos en el proceso de producción, a pesar de que en el horizonte se percibe una creciente sombra que cada día nos advierte sobre la ineludible llegada de ese jinete llamado desastre ecológico convocado por aquellos que se rigen por una lógica de la sola ganancia.

Y séptimo: A causa de todos los anteriores síntomas del ídolo de la economía, el surgimiento de una economía informal paralela y, en no pocas ocasiones, superior a la economía formal, pero con las desventajas que les provoca la marginación social como actores y como pacientes; el engrosamiento de la migración humana en todos los niveles sociales; las economías de la ilícitud organizada que cobran protección u que vienen acompañadas de un desmoronamiento social.

7.- Y es aquí en donde percibimos que la propuesta económica actual viene acompañado de sus propias tensiones internas y externas.

Hacia el exterior hay tensión ya que la hipotética perfección de un sistema económico no ha resuelto otras facetas de la vida personal y colectiva, o por mejor decirlo los bienes materiales no nos resuelven todo en la vida.

Hacia el interior de un sistema económico se sigue siendo susceptible a una mala gestión, mala distribución, incapacidad de prevenir las crisis, desmotivación, pérdida de confianza en las “estructuras”.

Expresaba Pierre Bourdieu que la economía actual es un programa metódico de destrucción de las colectividades en nombre del individualismo axiomático.

8.- ¿Que propone el cristianismo? ¿Cuál es nuestro punto de encuentro con el sistema económico? ¿Qué propone este cristianismo que llega con los cordeles de la verdad al Templo de Dios para depurar todo aquello que está contaminando el santo recinto de nuestro mundo?

Nuestro diálogo se inicia al considerar que la ciencia económica está necesitada de la presencia de otros factores no-económicos para así explicar ciertos procesos y para dar razón de proyectos de crecimiento que lo sólo pecuniario no nos ofrece.

El cristianismo nos advierte que el crecimiento económico no es la panacea de todos los problemas, y lanza una invitación a todos los actores de la economía para que sean sensibles y auténticamente pro-humanos, en la comprensión de que la economía como la actividad concreta de una sociedad exige el funcionamiento de otras estructuras sociales y culturales, sin los cuales difícilmente puede plantearse una mínima y auténtica prosperidad.

La propuesta cristiana ofrece a la economía las siguientes consideraciones:

1. Invitamos a visualizar la realidad con la mirada de Dios, que quiere que todos gocen del mayor bien posible;
2. les exhortamos a distinguir entre lo absoluto y lo relativo, entre lo no-sustituible y lo sustituible;
3. apelamos a que tengan una opción más racional en la que el cálculo económico favorezca la trascendencia del hombre;
4. esperamos que procedan consciente y de forma respetuosa en torno al campo de los bienes religiosos, y que no olviden la sobreabundancia de los bienes que ofrecen la salvación.

9.- Parece ser que de este Templo en la habitación de la economía no tan sólo ha sido expulsado Dios sino también el hombre, bueno casi todo hombre, a excepción de algunos pocos que todavía le siguen preguntando a la Iglesia lo mismo que se le preguntaba al Maestro: ¿a título de qué ha tomado los cordeles para hostigarles?

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