Por Casiano Floristán - Luís Maldonado
Publicado por Fe Adulta
Bendito seas, Dios nuestro.
En la primera noche de la historia creaste
las lumbreras del día y la noche.
Eres el creador de la luz. Toda la creación nació de tu bendición.
A pesar de que nos conduces,
nos da miedo atravesar el mar, cruzar el desierto, repartir el pan.
Y nuestra fe se tambalea.
Aspiramos a tener cada vez más seguridad y firmeza,
pero nos hundimos con nuestras falsedades y riquezas.
Te alabamos por tu revelación y tu palabra,
escuchada en el interior oscuro de nuestros corazones.
Te bendecimos, porque en toda madrugada te presentas luminoso.
Tú nos alientas hoy en la esperanza,
recobrando nueva actitud de vigilia.
Y nos unimos a tus santos,
a todos los justos y sensatos que llevan luz y esperanza,
cantándote todos juntos.
Santo, santo…
Te damos gracias, Padre fiel y lleno de ternura, por Jesucristo.
Él manifestó su amor con los pobres y enfermos,
con los pequeños y pecadores.
Él nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano;
su vida y su palabra son para nosotros la prueba de tu amor.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
así tú sientes ternura por tus fieles.
Te damos gracias, porque nos invitas a formar parte del cortejo
que prepara la venida de tu hijo, Jesucristo.
El Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Recordamos la vida, muerte y resurrección de tu hijo
y en nuestras vigilias y esperas
queremos estar atentos a su vuelta gloriosa.
Fortalece a tu pueblo con tu palabra
y renuévanos a todos a imagen de tu hijo.
Derrama tu bendición sobre el papa y sobre nuestro obispo.
Que todos los miembros de tu Iglesia
sepamos distinguir los signos de los tiempos
y crezcamos en la fidelidad al Evangelio;
que nos preocupemos de compartir en la caridad
las angustias y tristezas, las alegrías y esperanzas de los mortales
y así les mostremos el camino de la salvación.
Envía tu espíritu de paciencia y de gozo a toda la Iglesia,
a todos los hombres y mujeres que sólo ven oscuridad.
A Ti, Padre, todo honor y toda gloria, por Jesucristo,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
AMÉN.
Publicado por Fe Adulta
Bendito seas, Dios nuestro.
En la primera noche de la historia creaste
las lumbreras del día y la noche.
Eres el creador de la luz. Toda la creación nació de tu bendición.
A pesar de que nos conduces,
nos da miedo atravesar el mar, cruzar el desierto, repartir el pan.
Y nuestra fe se tambalea.
Aspiramos a tener cada vez más seguridad y firmeza,
pero nos hundimos con nuestras falsedades y riquezas.
Te alabamos por tu revelación y tu palabra,
escuchada en el interior oscuro de nuestros corazones.
Te bendecimos, porque en toda madrugada te presentas luminoso.
Tú nos alientas hoy en la esperanza,
recobrando nueva actitud de vigilia.
Y nos unimos a tus santos,
a todos los justos y sensatos que llevan luz y esperanza,
cantándote todos juntos.
Santo, santo…
Te damos gracias, Padre fiel y lleno de ternura, por Jesucristo.
Él manifestó su amor con los pobres y enfermos,
con los pequeños y pecadores.
Él nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano;
su vida y su palabra son para nosotros la prueba de tu amor.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
así tú sientes ternura por tus fieles.
Te damos gracias, porque nos invitas a formar parte del cortejo
que prepara la venida de tu hijo, Jesucristo.
El Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Recordamos la vida, muerte y resurrección de tu hijo
y en nuestras vigilias y esperas
queremos estar atentos a su vuelta gloriosa.
Fortalece a tu pueblo con tu palabra
y renuévanos a todos a imagen de tu hijo.
Derrama tu bendición sobre el papa y sobre nuestro obispo.
Que todos los miembros de tu Iglesia
sepamos distinguir los signos de los tiempos
y crezcamos en la fidelidad al Evangelio;
que nos preocupemos de compartir en la caridad
las angustias y tristezas, las alegrías y esperanzas de los mortales
y así les mostremos el camino de la salvación.
Envía tu espíritu de paciencia y de gozo a toda la Iglesia,
a todos los hombres y mujeres que sólo ven oscuridad.
A Ti, Padre, todo honor y toda gloria, por Jesucristo,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
AMÉN.
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