1. "Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor" Mateo 25,14. Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y les confió su hacienda. A ellos les corresponde hacerla producir. Los dos primeros, sin pretendidas exigencias, pero con la esperanza consoladora y estimulante de que el Señor premia el trabajo y el esfuerzo, la iniciativa y el riesgo, la constancia y el orden, ponen a trabajar toda la capacidad que el mismo Señor les ha dado y todo su ardor, y duplican el capital. Hoy la Iglesia atraca en orillas nuevas. Hay que "mojarse" y dar respuestas a los problemas del mundo. "Los dejó encargados de sus bienes". El evangelio no es un depósito que hay que conservar, sino una semilla que hay que sembrar, una viña que hay que hacer fructificar, una levadura que hay que dejarla desarrollar, una aventura que hay que correr, un capital que hay que aumentar, y una responsabilidad que hay que tomar. Porque, como el evangelio no es el "opio del pueblo", sino la salvación del mundo, hemos de poder decirle al Señor: "Me diste cinco talentos y te devuelvo otros cinco". O "me dejaste dos, aquí tienes otros dos".2. Los empleados fieles han sido como la mujer hacendosa, Proverbios 31, 10, que vale más que las perlas. Adquiere lana y lino y los trabaja con la destreza de sus manos. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre, con una vida de trabajo al servicio de la familia y de los necesitados. Y es alabada por su laboriosidad, por su actitud en el hogar y por su generosidad con los pobres. Como es una mujer de valores auténticos, de riqueza interior que se consolida y acrisola con el tiempo, aunque se marchite la belleza de la juventud, siempre es agradable y hermosa. El texto refleja todo un estilo de vida que derrama felicidad a su alrededor, que renuncia al brillo fugaz y superficial de los éxitos humanos, títulos humanos, fraudulentos a veces. Muchas mujeres de nuestra sociedad se distinguen por su juventud y su belleza, pero tienen las manos vacías, la cabeza vacía y el corazón vacío, y cuando llegan a la edad que las debía hacer merecedoras de amor y respeto por el sacrificio de su vida, se presentan empequeñecidas y pobres de virtudes. No hay rostro hermoso, cuando el egoismo mancha y afea el alma. Pinturas, cosméticos, barniz y oropel, son los modelos que se ofrecen hoy a la juventud, y los solicitados y bien remunerados y, a veces, sin dar golpe al agua.
3. La recompensa de los fieles: "pasa al banquete de tu Señor". Se trata pues de realidades religiosas. Los talentos, en el mensaje de la parábola, son el Reino: el Bautismo, la Palabra, los sacramentos, la Iglesia, con el derroche y profusión de sus carismas, la misión: "Id a todas las gentes" (Mt 10,7), alentados por la fuerza de la oración. En la historia de la Iglesia se han dado y se darán distintas líneas y estrategias de pastoral, en los sacramentos y su recepción por los fieles, en los organismos de gobierno, etc. Pero si cambia la pastoral, no cambia el Evangelio. Siempre será verdad que he venido para que tengan vid abundante; si el grano de trigo no muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto; si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame; el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios; ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un codo a la medida de su vida?; ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios quien hace crecer.
4. Si en la vida cristiana, en la vida religiosa, no se trata de tener, sino de ser, hemos de acudir a Dios: Esto será la oración. La oración siempre será necesaria. Es en ella donde Dios nos recrea, nos infunde su Espíritu, nos entrega su entraña. Distintas son las filosofías que, en la práctica, pueden movilizar la acción, incluso pastoral-eclesial: La materialista: Se destaca por la obsesión por el número, la productividad y la producción. Si no se produce, no vale. De ahí, los ancianos abandonados...hasta la eutanasia. Existe el peligro de confundir el ser con el producir. Y no es lo mismo producir un objeto, que realizar un acto. Un robot nos producirá todas los objetos que le programemos. Pero ningún acto interior. La mundana: La lucha por el carrierismo. La ley del amiguismo. La práctica del arrimarse al sol que más calienta. La fuerza del enchufismo. Y la otra: cuando las cosas no se ven claras, no comprometerse. Y cuando ya lo son, unirse al carro del triunfador. La divina: En cuanto al número, oigamos a Cristo que dice a los doce: “¿También vosotros queréis marcharos?". Está dispuesto a quedarse solo. "Darán la sangre de su corazón a quien sirve a Dios y ayudarán todo lo que puedan a que le sirvan" (San Juan de la Cruz). “La sangre y la vida darán por la empresas de Dios, las almas de Dios (Santa Teresa) La renovación del mundo comienza en el corazón de cada persona (Juan Pablo II en la India). Es más fácil calzarse unas zapatillas de moqueta, que alfombrar de moqueta todo el mundo. Y ¿qué renovarse? Dejarse cambiar el corazón. Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su cuerpo el corazón de piedra y le daré un corazón de carne, para que caminen según mis preceptos, observen mis normas, y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios (Ezequiel, 11)
5. Es más fácil evadirse en el trabajo, que también aturde y gratifica. Es más difícil quedar en la oscuridad, sufrir con amor las consecuencias del ostracismo, esperar, callar, tener paciencia, amar a fondo perdido y no para que me quieren o porque me quieren. Es más difícil quemar una hora en la oración árida que dieciocho en la oficina con todos los teléfonos repiqueteando a todo gas y recibiendo llamadas y faxes de medio mundo. Santa Teresa propone como fin de su gran reforma: “me determiné a hacer eso poquito que yo puede y es en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, pues el Señor tiene tan tantos enemigos y tan pocos amigos, que esos fuesen buenos" (Camino 1). "Son menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos" (Vida 15)
6. Para Teresita del Niño Jesús la oración es un impulso, una sencilla mirada elevada al cielo, un grito de agradecimiento y de amor en la prueba como en la alegría. Para San Juan Damasceno es la elevación del alma a Dios o la petición de bienes convenientes. Desde la humildad, que es la base de la oración, y la disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios, dice San Agustín. Cristo es el primero en buscarnos: “Si conocieras el don de Dios” y el que nos pide de beber. La oración es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed (San Agustín). Nuestra oración es una respuesta a la queja de Dios vivo: “Tú le habrías rogado a él y él te habría dado agua viva. A mí me dejaron, manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas rotas” (Jeremías 2,13).
7. La oración es una relación de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo; es comunión con Cristo y con toda la Trinidad. En el Antiguo Testamento, ya Dios le habla a Adán “¿Dónde estás? ¿Por qué lo has hecho?" Y el Hijo al entrar en el mundo “Vengo a hacer, oh Dios, tu voluntad”. La oración se encuadra entre la caida y la restauración del hombre. Abraham se pone en camino como se lo ha dicho el Señor. Y Abraham que es hombre de hecho y no de palabras, en cada etapa levanta, como respuesta, un altar al Señor. Moisés es el mediador. También David es hombre de oración. Y Elías y los profetas. Y los Salmos. Jesús ora. La oración está en el corazón del Evangelio: ¡«pedid y se os dará... >! (Mt 7,7). Jesús, que pasa noches en oración (Lc 6,12), nos dice:




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