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martes, 27 de enero de 2009

Pablo 3. Pablo fugitivo. La noche triste del fracaso árabe en Damasco

Publicado por El Blog de X. Pikaza

Los comentarios de ayer han tratado, en gran parte, del "perdón" de un obispo que niega el holocausto. No tengo información especial sobre el tema. Quede aquí simplemente mi perplejidad ante el hecho. Pero, siguiendo el tema de los días anteriores, quiero hablar hoy de la huida de Pablo que escapa de noche, en una espuerta, después de tres años de misión fracasada entre los árabes, en el entorno de Damasco. Esta primera misión fallida de Pablo en "Arabia" sigue siendo una tarea pendiente de la Iglesia. Pablo no era un hombre de huidas, pero empezó escapando, tras tres años de misión que parece fallida. Los hechos son enigmáticos, pero merece la pena detenerse en ellos. Buen día a todos, con ese Pablo árabe entre los árabes.

Introducción. Dos versiones del hecho

Pablo había sabido quién era Jesús, desde la perspectiva de los misioneros a quienes perseguía. Por eso, tras «convertirse», no tiene que ponerse a estudiar, pues ya sabe en el fondo cómo debe responder (cambiando la dirección de su vida); tampoco tiene que varios años en un seminario o noviciado, para aprender, pues el mismo Jesús a quien perseguía le ha enseñado. Al contrario, él se puso a predicar inmediatamente, mostrando a todos su experiencia, su nueva forma de vida y lo hizo precisamente en el lugar donde antes había vivido donde Jesús le había salido a su encuentro, en Arabia, en el entorno de Damasco.

Fueron tres años de misión de los que casi no sabemos nada, los años de su misión fracasada en Arabia.Así lo cuentan (y velan) los textos:

Libro de los Hechos: Tenemos dos relatos sobre esta primera misión de Pablo en Damasco. La primera la ofrece el libro de los Hechos: «Pero Saulo se fortalecía aun más y confundía a los judíos que habitaban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo. 23 Pasados muchos días, los judíos consultaron entre sí para matarle; 24 pero sus asechanzas fueron conocidas por Saulo. Y custodiaban entonces las puertas de la ciudad de día y de noche para matarle. 25 Entonces sus discípulos tomaron a Saulo de noche y le bajaron por el muro en una canasta» (Hch 9, 22-25). Ésta es una información muy valiosa, que concuerda con la que ofrecerá Pablo, pero parece sesgada, en la línea de todo el libro de Hechos (de la teología de Luchas) , pues supone que Pablo sólo misionaba al principio entre judíos, cuando sabemos por él que ha misionado desde el principio entre gentiles.

Pablo. Carta a los Gálatas. En ese contexto sitúa Pablo sus tres años de misión árabe. Después de su conversión dice: «No consulté con nadie, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y regresé otra vez a Damasco. Luego, después de tres años, subí a Jerusalén» (Gal 1, 17). Tenemos, por tanto, tres años de misión en Arabia, en torno a Damasco. Se trata, sin duda, de una misión entre gentiles (es decir, entre árabes). A los tres años, por algo especial, Pablo abandona esa misión y sube a Jerusalén. Como veremos, él mismo dirá en 2 Cor que le bajaron por el muro, en una noche triste, para que huyera de Damasco.

El tema de la primera misión de Pablo.

En el principio de la experiencia cristiana de Pablo encontramos por tanto una «revelación», que puede entenderse a la luz de la llamada de Dios a los profetas (cf. Is 6, 1-11; Jer 1), como una vocación misionera: el mismo Dios de Israel (¡el Dios único!), a cuyo servicio él se hallaba (y por cuya causa perseguía a los cristianos), le ha encargado una tarea especial, haciéndole mensajero y testigo de su Hijo entre las gentes, empezando por los árabes. Ésta ha sido, a los ojos de Pablo, la revelación fundamental, la causa de su «cambio», una nueva visión/comprensión de Dios, que él irá desarrollando a lo largo de toda su vida. El mismo Cristo crucificado, a quien Pablo había interpretado como fuente de vergüenza y deshonor para Israel, es el «Hijo» del Dios de Israel que le llama y envía para realizar su obra.

Misión en tierra de árabes

Miradas las cosas desde el punto de vista posterior, resulta sorprendente que Pablo no inicie su misión dirigiéndose a occidente, al mundo helenista, que él conocerá luego muy bien (como indicara su ministerio posterior y el conjunto de sus cartas escritas en un griego vibrante), sino en el entorno árabe de Damasco, anunciando al Hijo de Dios entre los gentiles de la zona.
No conocemos el tiempo que duró esa misión (¿los tres años que tarda en subir a Jerusalén?), ni el sentido estricto de Arabia (¿el reino de los nabateos, en dirección sur, hacia Petra? ¿la zona que va, por Oriente, hacia Palmira?). El actuó misionero en relación con la Iglesia de Damasco, a la que había perseguido, una iglesia que es, sin duda, helenista, pero que se siente vinculada con el entorno «arameo» (árabe) de la ciudad.

No sabemos la lengua en que Pablo realizó esa misión, aunque pudo ser en el griego de los helenistas (bien conocido en el entorno de Damasco), pero también pudo en el arameo común de la zona o incluso en algún tipo de árabe, que Pablo podría conocer por su vida en Damasco y en su entorno, como curtidor/fabricante de tiendas (cf. Hch 18, 3), oficio vinculado de una forma especial a los beduinos y comerciantes de caravanas de oriente (y a los grupos nómadas), más que a las ciudades helenistas propiamente dichas.

¿Una vuelta al desierto?

Esa misión en Arabia, es decir, en las tierras de «los que habitan en tiendas», pudo tener el sentido de vuelta al desierto, como quisieron algunas tradiciones proféticas de Israel (cf. Os 2, 14). En el fondo pudo haber también una esperanza apocalíptica, vinculada a tradiciones que encontramos igualmente en Juan Bautista y en el mismo Jesús, cuando empezaron su búsqueda de Dios al otro lado del Jordán. De todas maneras, Pablo pudo realizar esa misión en las ciudades del reino nabateo que él conocía, por ser ciudadano de Damasco y fabricante de tiendas, necesarias para los nabateos de las caravanas de Oriente. Por otra parte, Damasco tenía mucha importancia en las tradiciones judías de aquel tiempo, como muestra con toda claridad el llamado CD [Documento o Código de Damasco], vinculado a los esenios de Qumrán.
Parece que existía un grupo esenio que relacionaba la trasformación escatológica de Israel con la ciudad de Damasco, tomada en sentido geográfico o simbólico. Más aún, desarrollando ese simbolismo, algunos investigados han supuesto que, en algún sentido, el Qumrán de los esenios y el Damasco de la conversión de Pablo podrían ser lo mismo (cf. S. Sabugal, Conversión de san Pablo, Herder, Barcelona 1975).

En esa línea, la permanencia en Arabia (en el entorno de Damasco) puede tener un sentido intensamente escatológico: Pablo estaría preparando la venida de Cristo en Oriente, para volver con él a Jerusalén, donde tendría que instaurarse el Reino. Significativamente, Mt 2 (relato de los magos de oriente que suben a Jerusalén buscando al Rey de los judíos) parece estar evocando una tradición de este tipo: un Reino nuevo que llega del Oriente. De todas formas, no podemos ofrecer más precisiones.


El fracaso de la misión de Pablo en Arabia

No sabemos lo que Pablo decía estrictamente en su misión, ni la forma en que anunciaba la venida del Cristo a los judíos, ni el modo en que se dirigía a los gentiles nabateos (árabes, helenistas), diciéndoles que el Cristo judío era Señor y Salvador universal. Lo único que podemos afirmar es que su misión resultó problemática, pues llegó a perturbar la estabilidad y el orden de la capital de los nabateos, de manera que intervinieron las autoridades y tuvo que huir, seguramente sin posibilidad de retorno. En este contexto se pueden evocar los «peligros en el desierto» (cf. 2 Cor 11, 26), entre los que puede encontrarse su huída de Damasco:

Si es preciso gloriarse, yo me gloriaré de mi debilidad. 31 El Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento. En Damasco, el gobernador del rey Aretas, guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; pero fui descolgado del muro por una ventana en una canasta, y escapé de sus manos (2 Cor 11, 30-33).

Este acontecimiento marca el final de su misión, en Damasco y en su entorno. Pablo lo cuenta como formando parte de su “debilidad”, es decir, de sus fracasos… La huida por el muro forma parte del “mito histórico de Pablo”, tal como lo ha contado también el libro de los textos, en el texto anterior (Hch 9, 24)… Le bajaron por un muro, le hicieron escapar de noche… Éste no ha sido después el estilo de Pablo, que e ha quedado en los lugares misión, a pesar de sus dificultades. Pero en este momento, Pablo empezó escapando.
Pasados muchos años, hacia el final de su misión en occidente, defendiéndose ante sus acusadores de Corinto… Pablo apela a su debilidad y a sus fracasos. Lo que aquí paso, la huida de Damasco, tuvo lugar hacia el año 35 d.C. Pablo está contando la historia de sus calamidades hacia el año 55 d.C… tras veinte años de misión fracasada y triunfante. Es como si ha Pablo le doliera el haber escapado así, con nocturnidad, de la ciudad que quería apresarle… Fue una huida triste, una huida al fin gloriosa, pues contribuyó a su misión.

¿Por qué escapó?

Pero vengamos a la razón de la huida. El reino de los árabes/nabateos (integrado en el Imperio romano, lo mismo que otros reinos del entorno) tenía una gran importante para las relaciones de Roma con Oriente. No parece que la administración del rey Aretas (a quien conocemos por sus desavenencias con Herodes Antipas) tuviera interés en perseguir directamente a los cristianos. Pero debió hacerlo porque Pablo se había convertido en un foco de oposición entre los diversos tipos de judíos y gentiles de la ciudad y de su entorno, quizá porque estaba preparando una subida de los árabes (de los orientales) hacia la ciudad de Jesús, con dones mesiánicos, acompañando a Jesús que debía manifestarse allí como Mesías universal.

En este contexto debemos recordar que Pablo, siendo un buen helenista (hombre del imperio romano, como seguiremos viendo), se hallaba vinculado a Damasco y al mundo «árabe», pues era un oriental (aunque puede ser oriundo Tarso de Cilicia, como supone constantemente el libro de los Hechos: Hch 9, 11; 21, 39; 22, 3). En esa línea, él pudo concebir esta misión en Arabia como una recuperación de las tradiciones originales de Israel, a partir de Oriente, desde la zona semita (árabe/aramea) de Damasco, vinculada a las historias más antiguas de Israel (los patriarcas habían sido arameos de Oriente, de oriente vendrían los reyes con dones para el Mesías). Este Pablo que viene del desierto se parece a Juan Bautista y a Jesús, que también han venido del desierto tradiciones proféticas, que aludían al nuevo Israel que nace del desierto (Oseas).

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