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domingo, 8 de febrero de 2009

Jesús viene a la casa de Pedro. El evangelio de la Suegra

V Domingo del T.O. - Ciclo B: (Mc 1,29-39)
Publicado por El Blog de X. Pikaza

Ayer expuse el evangelio del domingo entero, lleno de temas:la suegra de Pedro, el gentío a la puerta, la oración de Jesús y su misión por los pueblos. Cada uno de ellos puede convertirse en objeto de reflexión separada. Así lo haré en el caso de la suegra, tomando el texto del mejor comentario católico actual sobre Marcos en lengua castellana: M. Navarro, Marcos, EVD, Estella 1996. ¿Qué haría hoy Jesús, en casa de Pedro, si viniera? ¿Dónde está o estaría la suegra de Pedro? ¿Cómo podría Jesús liberarla de su enfermedad? Con esas preguntas os dejo, en casa de Simón, llamado Pedro, con la suegra enferma. ¿Cómo entender hoy ese caso? Además ¿qué sabía Jesús de simones y suegras? ¿Qué otra cosa podría hacer hoy Jesús en casa de Pedro, o en mi casa, si viniera?


1. Lectura directa Mc 1,29-31

29Y en seguida, cuando salieron de la sinagoga, fue a la casa de Simón y Andrés con Santiago y Juan. 30Pero la suegra de Simón estaba en cama con fiebre y en seguida le hablaron de ella. 31Y acercándose la levantó agarrándola de la mano. Y la dejó la fiebre y les servía

2. Composición narrativa y claves generales de lectura

La escena con el poseso se desarrollaba en el interior de la sinagoga y en ella, de entre nuestros personajes conocidos, sólo se nombraba a Jesús. Ahora salen de allí y en el plural recuperamos a los cuatro discípulos que son nombrados en seguida. La escena es un modelo de brevedad y sobriedad, pero contiene datos para no olvidar en adelante. Los vv. 29-30 preparan la acción que cobra un ritmo rápido, y desemboca en la cumulación de verbos en el v.31 en donde encontramos a la mujer enferma, la suegra de Simón, y a Jesús.

Características de esta escena son su brevedad y condensación. Ambas contribuyen al riesgo de que en una primera y rápida lectura pueda pasar casi desapercibida. Ciertamente su importancia no se deja percibir más que cuando se ha llegado al final y se torna en una segunda lectura. Entonces, al percibirla desde las claves finales, manifiesta su oculta riqueza, colocada bajo el efecto de una luz intensa. Términos que todavía no dicen casi nada al lector como casa, levantar, agarrar de la mano, servir... se van cargando de significado conforme va transcurriendo la historia.

3. Lectura acompañada

Interiores

El primer exorcismo de Jesús y primera actividad benéfica pública se ha desarrollado en la sinagoga, lugar de culto y de enseñanza, donde se lleva a cabo una forma de servicio a Dios oficiado por los escribas en sustitución del servicio de los sacerdotes en el templo de Jersualén. El exorcismo de Jesús pone de manifiesto incongruencias ocultas. Jesús, ahora, sale de allí hacia la casa de su discípulo Simón.

Sinagoga y casa van a relacionarse implícitamente por vez primera. Todavía no se conoce el talante de esta relación. Los dos lugares parecen tener en común la presencia de personas que sufren, pero los diferencia el modo en que cada una de ellas manifiesta sus padecimientos. En la sinagoga hay un varón que puede desplazarse y hablar. Está poseído por un espíritu impuro. En la casa hay una mujer que ha perdido el movimiento y no habla. Está poseída por la fiebre, como indica la expresión y la fiebre la dejó, utilizada para enfermedades a las que se atribuyen poderes negativos externos semejantes a los poderes de los espíritus en las posesiones. La sinagoga es un lugar público y sagrado, gobernado por varones israelitas. La casa es un lugar privado y profano, espacio de las mujeres gobernado y controlado por varones. El servicio en la casa, a diferencia de la sinagoga, es el servicio doméstico de las mujeres.

¿La suegra en casa del yerno?

Resulta normal a lectores/as de hoy que una suegra se encuentre en casa del yerno. Pero para lectores/as u oyentes del s. I debía llamar la atención. La suegra de Simón es la madre de su mujer.

Si volvemos a lo dicho y no dicho en escenas anteriores, observamos que de Simón apenas si daba información el narrador: que es un obrero del sector pesquero del mar de Galilea y trabajaba con un hermano suyo llamado Andrés. Deja las redes y se va con Jesús. Ahora se amplía la información, pues dice que tiene una casa y una suegra. Si se tira del hilo surgen nuevas preguntas. ¿Es casado o viudo, como afirman tradiciones antiguas? La mujer no aparece, como tampoco posibles hijos o hijas. Podría ser incluso un divorciado.

En el nivel del discurso y sus conexiones extratextuales, no es evidente que la madre de su mujer se encuentre en la casa del marido de su hija. Más normal sería que viviera en la casa del hijo o de uno de los hijos. En Israel cuando un hijo se casaba la madre se quedaba normalmente en la casa propia (la casa del marido, si el hijo se queda en la casa del padre) o pasaba a vivir a la casa del hijo en caso de viudedad. Pero si la mujer no tiene hijos, sino sólo hijas, ni tampoco un marido por ser viuda o divorciada, era probable que se trasladara a vivir con la hija y el yerno. Esta situación en la sociedad israelita del s. I suponía humillación y sufrimiento para la mujer. En el hogar de la hija la suegra del marido era la última. En la casa, como todavía puede verse en sociedades musulmanas, mandan las mujeres cuando no están los varones y entre ellas rige una jerarquía muy severa. Las que tienen la desgracia de llegar las últimas son las más humilladas y explotadas.

Una fiebre peligrosa

La suegra de Simón aparece en la escena como una mujer que sufre en la casa de su hija (viva o muerta). Se puede especular acerca de sus sufrimientos en relación con la información extratextual, pero el relato no explicita más que sus síntomas y efectos. ¿Se encontraba explotada o humillada? ¿ocupaba el último lugar y su cuerpo protestaba ante la necesidad de dignidad? Nunca tendremos la certeza, pero las preguntas son legítimas. La fiebre con postración (como las convulsiones y gritos del poseso de la sinagoga) es una protesta y una muda llamada de auxilio ante la propia situación. Las enfermedades en ese contexto se percibían globalmente en sus diferentes niveles, el somático-biologico, el psicosocial y el religioso. Es una estrategia de comunicación a la desesperada cuando no se ven otras salidas a las opresiones y sufrimientos propios, un mecanismo global de defensa y petición de ayuda que, en el caso de las mujeres, se ha transmitido de generación en generación. Algunos autores piensan que para los lectores/as u oyentes antiguos la fiebre suponía peligro para la vida. Se conocen algunas causas de la fiebre según la mentalidad de la época: la fiebre por enfermedad, causada por los astros, debida a un castigo divino y por la obra de un demonio.

El relato que nos ocupa no dice que sea una enfermedad, sino que la mujer está en la cama con fiebre. De esta manera no se define por ninguna de las posibles causas y al dejar abierto el relato el lector/a ha de hacer el esfuerzo de relacionar la escena con lo anterior y con lo posterior a ella. El resultado, ofrecido a la percepción inmediata del lector, es una mujer postrada. Quizás no puede o no quiere vivir. No tiene palabra. Son otras las personas que hablan de ella a Jesús. Pero ¿por qué precisamente ahora? Debe recordarse que en la escena precedente quedaba sin responder la pregunta acerca de la presencia o ausencia de los discípulos de Jesús en el exorcismo de la sinagoga. Jesús, por otra parte, no ha realizado todavía curación alguna… Retrospectivamente se puede afirmar que los discípulos han sido testigos del exorcismo o que su información ha sido muy fiel. Además, esos mismos discípulos han relacionado el poseso, su exorcismo y la postración de la suegra de Simón. Es probable que atribuyan la fiebre de la mujer a la posesión de un demonio y soliciten de Jesús su liberación. Parece coherente, puesto que además de la expresión la dejó la fiebre, después de esta escena se sigue hablando de la actividad exorcista de Jesús. Los datos convergen en la misma dirección, de forma que podemos tratar la acción benéfica de Jesús sobre esta mujer como una especie de exorcismo (no explícito), y, por ello, podemos interpretar su postración en la misma línea de protesta y denuncia del poseído.

La mujer, por tanto, está como poseída por el síntoma. Se ha negado o le han negado movimiento (autonomía) y palabra (autoridad). No se conoce la causa de su protesta, pero se pueden hacer preguntas ¿Tendrá algo que ver que su yerno se haya marchado con Jesús? ¿será el primer signo de conflicto en la familia ante la llamada de Jesús y la respuesta de los llamados? ¿será que ella también desearía ser llamada? ¿o que se ha quedado sola y no puede con la carga de la familia? ¿o que no haya familia y se haya quedado totalmente sola y ya no encuentre estímulo para seguir viviendo?

Las preguntas son pertinentes en el contexto de la escena y en el más general del evangelio. Son situaciones posibles y probables. En el contexto inmediato la mujer se encuentra dentro de la población de riesgo ante el peligro de posesión. En referencia al relato total del evangelio surgen otras preguntas: ¿cómo es que esta mujer, siendo alguien tan localizado y concreto no merece del narrador un nombre propio? Es nombrada por su relación familiar con Simón, es decir, en cuanto suegra. Posiblemente las acciones de la escena quieran transmitir un mensaje no sólo sobre esta mujer concreta, sino también sobre la relación familiar. Así, la escena apunta en la dirección de uno de los problemas que tendrá que afrontar Jesús y que se encuentra transversalmente en el relato evangélico, tanto en la primera como en la segunda parte.

El favor de Jesús

Cuando hablan de ella a Jesús, pensando tal vez en lo sucedido al poseso de la sinagoga, ¿es por el interés de su trabajo en la casa y la familia? ¿porque la quieren y están preopupados por ella? Tampoco se puede saber. El dato nos indica que la mujer ni siquiera puede (¿quiere?) pedir ayuda y son los demás quienes se ocupan de hacerlo.

De las preguntas que decidamos responder dependerá el sentido que demos a las acciones de Jesús. Si él la cura para que todo siga igual y la mujer continúe trabajando para los demás (siendo “la esclava” de todos)... Jesús no le habría hecho un gran favor..., al menos desde nuestro punto de vista hoy. Jesús hubiera utilizado su poder en contra de los intereses de un sector tan oprimido como el de las mujeres en el interior de la familia patriarcal.

En su primera lectura, el lector/a no puede darse cuenta del todo, pero a partir de la segunda, observará que es la primera vez que encuentra la expresión levantar y agarrar de la mano en relación con las mujeres, repetida en otras ocasiones en relación con ellas. Al final de la lectura, además, descubrirá el sentido del verbo servir (diakonéo) en el contexto de levantarse o ser levantado... de la muerte. Entonces podrá comprobar que las acciones de Jesús tienen unos efectos transformadores sobre el ambiente (casa, familia, personas, relaciones, género...) sin posible vuelta atrás. El lector no debe olvidar que es la segunda vez que aparece el verbo servir. La primera tenía por sujetos a los ángeles que le servían al final de su tiempo en el desierto. Pero no debemos adelantar acontecimientos.

En la primera lectura hay datos que dan que pensar. La mujer, poseída por la fiebre, no manifiesta su protesta como el hombre de la sinagoga. Jesús tampoco la cura de la misma manera que al poseso. Éste, con palabra de la que servirse, es liberado por Jesús mediante su palabra de exorcista. La exoresión verbal del poseso manifiesta una disfunción de su dinamismo y un problema de identidad. La mujer no tiene lenguaje verbal sino sólo corporal, somático, para comunicar su padecimiento. Este lenguaje somático se manifiesta en el cese del dinamismo, pues se encuentra postrada. Más aún: su problema apunta, en un sentido diferente al poseso, a su misma identidad. Jesús utiliza su cuerpo, el contacto de su mano con la suya, para liberarla. La respuesta de la mujer se expresa, a su vez, en una actitud corporal: les sirve. En la escena todo es un puro gesto. Agarrarla de la mano para levantarla implica devolverle su capacidad dinámica de acción.

La narración, como salta a la vista, no está planteada sobre el esquema convencional del exorcismo, sino como un relato de curación, con todos los elementos típicos de las curaciones en la literatura contemporánea de la época: el diagnóstico de la enfermedad, alguien que solicita la curación, la acción terapéutica y el efecto sobre la persona enferma. Pero el contexto da profundidad y novedad a la aparente simplicidad del esquema y establece relaciones con el fondo más que con la forma del exorcismo. Jesús, con su capacidad para percibir a los espíritus malignos, descubre en esta mujer un demonio menos explícito pero tan dañino o más que el espíritu impuro del hombre en la sinagoga. Libera a la mujer de su dolencia personal y relacional transformando la casa, y su rol en ella, como se verá más claramente después de pasar por las escenas de la pascua.

La respuesta de la mujer está expresada en imperfecto, de forma que no se trata de un servicio puntual, sino de una actitud que comienza en ese momento y no termina. Esta escena ocupa el centro de la sección y, como adelantaba, es un elemento marco del evangelio completo, relacionado con la escena de la cruz en donde hay unas mujeres de las que dice el narrador que servían y seguían a Jesús desde Galilea (15,40-41) Servir y seguir. La suegra de Simón es, con toda probabilidad, vista desde la pascua, una de las primeras seguidoras de Jesús.

Contexto para un servicio

La situación inicial de la mujer, inmovibilidad y dificultad vital, se transforma en una manera servicial (diaconal) de vivir, gracias a la acción de Jesús sobre ella. En la sinagoga se realiza un servicio a Dios. En la casa se realiza un servicio a Jesús y a los suyos. El lugar, las formas y contenidos, los protagonistas de la acción ya comienzan a indicar las diferencias entre uno y otro. Pero qué significa servir en el contexto de la proclamación del Reinado de Dios no se conoce todavía. El lector/a evoca el uso del término por el narrador cuando Jesús finaliza su estancia en el desierto, en donde la victoria sobre Satanás está unida a la información sobre los ángeles que le servían. El servicio de la suegra de Simón no se puede entender si no se relaciona con el servicio de los ángeles a Jesús. El servicio está tratado como algo que sobreviene después de una lucha que acaba en victoria. Jesús lucha y es servido. Aquí, Jesús vence a la fiebre (fuerzas del mal), y es servido, ampliando el número de los destinatarios que abarca también a los discípulos (quizás a más gente)

Por estas razones el lector puede sospechar que estamos ante un primer intento desfamiliarizador en relación con la identidad de las mujeres, el marco privado de la casa, la familia patriarcal y la naturaleza supuestamente femenina del servicio. El lector no puede olvidar el comienzo de estas transformaciones en lo que sigue hasta el final del evangelio.

4. Resumen de Una suegra muy especial (la curación de la suegra de Simón): Mc 1,29-31

La escena, condensada y en miniatura, es la primera curación del evangelio, en un contexto de exorcismo y victoria de Jesús sobre los poderes del mal. En ella el esquema prototipo literario de una curación contiene de modo anticipado (analépsis interna) términos claves para el evangelio de Marcos (casa, levantar, servir...) que serán recuperados con toda su carga significativa en los episodios de la pasión y la pascua. Lugar, tiempo, relaciones, acción transformación, emplazan al lector a las escenas pascuales. Es un texto-marco.

A partir de estos sucesos los/as lectores/as recabamos mayor información sobre Simón (es un hombre casado, con casa propia en Cafarnaúm...). El narrador introduce a una mujer en la que se produce una transformación personal, relacional y de género, gracias a Jesús, cuya radicalidad y significación sólo se podrán valorar al final de la lectura de todo el evangelio.

La relación de esta escena con la precedente de exorcismo y con la mención de la actividad exorcista de Jesús del sumario siguiente, propone un marco de redefinición para identidades supuestamente inmutables, relacionadas con la casa, la familia, los roles de género y las opresiones derivadas de todas ellas.

Mujeres en sus casas

Las sociedades de estructura más patriarcal muestran unas relaciones entre mujeres de gran complejidad. La complicidad en unos planos puede convivir con fuertes rivalidades de consecuencias destructivas para las mismas mujeres que, con frecuencia, refuerzan la misma estructura patriarcal. El mundo privado, el interior de las casas, puede convertirse en el escenario de dramas y tragedias que trascienden poco al mundo público y en las que siempre pierden quienes se encuentran en posiciones más débiles, y aquellas personas que resultan atrapadas en medio de las intrigas. Esta realidad no se encuentra solamente en sociedades antiguas, sino que todavía permea muchas de las sociedades del mundo árabe, por citar un ejemplo más cercano. Algunas costumbres, ciertos dramas, una determinada estratificación entre las mujeres en función, sobre todo, del valor dado a la maternidad (en particular de varones), parecen haber resistido el paso de los siglos, de las sociedades semitas del siglo I, a ciertas sociedades árabes, del XXI. Resulta iluminador a este respecto la obra de Camille Lacoste-Dujardin, Las madres contra las mujeres. Patriarcado y maternidad en el mundo árabe, Cátedra, Madrid 1993. Su lectura puede ofrecer datos de trasfondo sobre los cuales entender posibles conflictos implícitos en la dolencia de la suegra de Simón.

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