Publicado por El Blog de X. Pikaza
Sigue avanzando la cuaresma y nos ofrece los grandes signos de la vida y mensaje de Jesús. Así pasamos de las tentaciones (domingo 1º) y la transfiguración (domingo 2º) al gran tema de la expulsión de los mercaderes del templo, que es también un signo de destrucción del mismo templo para construir uno mejor, el verdadero templo de Dios. Este signo de la destrucción del templo viejo (caducado y violento) con la construcción del nuevo templo (vinculado a la vida de los creyentes que se comprometen a edificarlo con su propia vida) está en el centro del mensaje cristiano. Éste signo que está en el fondo de gran parte de los ideales del entorno cristiano, desde algunos masones/albañiles/canteros (que se sienten llamados a construir el templo de la nueva humanidad) hasta Francisco de Asís (a quien Dios llamó la reconstruir el viejo templo caído de la iglesia, simbolizada en la ermita de San Damián). Muchos piensan que también en nuestro tiempo está acabando un tipo de templo sagrado. ¿Qué haremos? ¿Llorar su caída) ¿Contemplar cómo cae? ¿Ayudar a derrumbarlo? Tiene que surgir sin duda un nuevo templo, nuestro propio cuerpo, que es el Templo de Cristo, la humanidad mesiánica. Éste es un texto de prodigiosa actualidad personal y eclesial, individual y social. Que cada uno lo entienda "a su anchura", como diría S. Juan de la C. Yo me limito a ofrecer unas indicaciones que pueden ayudar a situarlo.
Texto
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre." Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora." Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: "¿Qué signos nos muestras para obrar así?" Jesús contestó: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré." Los judíos replicaron: "Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?" Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre (Juan 2,13-25).
1) ¿Cuándo hay que purificar/destruir el viejo templo? De manera más histórica, Mc 11 par (los sinópticos) purifican ese signo de Jesús al final de su ministerios, después de haber proclamado la llegada del Reino, al subir y entrar a Jerusalén. Juan la sitúa al comienzo del ministerio de Jesús, de un modo simbólico y muy significativo. Lo último viene a convertirse de esa forma en lo primero: si no empiezas destruyendo tus “templos” sagrados no harás el camino del reino.
2) Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Es una “fiesta de Pascua”, es el paso del viejo al nuevo templo… El evangelio de Juan, desde una perspectiva ya alejada de la historia primitiva de Jesús, habla de “la fiesta de los judíos”, como separando a Jesús de ellos. Pues bien, en este contexto, “judíos” son los que siguen aferrados al ritual del templo, con sus ritos de violencia y de imposición sagrada.
Aquí “la fiesta de los judíos” es la de aquellos “cristianos que son judíos rituales”, aferrados a sus templos y dominios religiosos… Por eso, el evangelio en cuanto tal no está criticando en principio a los judíos como pueblo sino a un tipo de judíos (que pueden ser cristianos).
3) Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas… Fue al templo y encontró a los vendedores de animales… El ritual del templo se ha convertido en mercancía… y de hecho está dominado por los vendedores-comerciantes, que son sus dueños verdaderos. Detrás del ideal religioso más grande de Israel (tal como ha sido codificado en Éxodo-Levítico) hay un comercio.
Detrás del gran “templo católico” ¿hay también un mercado? El evangelio está criticando aquí una religión que está al servicio del comprar-vender, no del compartir. Evidentemente, éste no es templo de Jesús, que ha venido a llamar y convocar a los que no pueden comprar bueyes-ovejas-palomas. La degeneración de la religión consiste en ponerla al servicio del dinero. Buenos “templeros” sólo pueden ser lo que más tienen para comprar más bueyes… La mesa de la idolatría está servida, Señores.
4) y a los cambistas sentados… Los vendedores de bueyes al menos tienen que moverse y trabajar para ganar… En cambio los cambistas ganan su dinero sentidos ante un “banco” de cambio. Son los banqueros, que han dominado desde antiguo el tráfico social y religioso. Ellos definen al final lo que es bueno y malo. Ellos son los verdaderos dueños del templo-banco, al servicio de sí mismos, es decir, de su propio dinero. No es casual que muchos, desde Savonarola a Marx hayan dicho que el templo real es el banco.
5) y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes… No se dice que les pegara o azotara, sino que les expulsó del templo. ¿A quienes? La frase queda ambigua.
En sentido estricto expulsó a los vendedores-cambistas, mostrando así que ellos no son dueños del templo, que el verdadero templo es otra cosa.
Pero se supone que expulsó también a los bueyes-ovejas-palomas…. No ejerció violencia directa contra los animales, pero los sacó del templo, donde estaban destinados a la muerte sagrada… Los animales no son para que los matemos en nombre de Dios. En este contexto se puede hablar de un tipo de “ecología animal” de Jesús, que se opone a los sacrificios de animales.
6) y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas… No les dijo que emplearan bien el dinero, no les mandó que lo pasaran de “banco malo” a un banco bueno… Echó las monedas al suelo, para decir que la vida no se hace de monedas, sino de intercambio directo de vida… Jesús está suponiendo aquí que puede haber un mundo sin bancos, un mundo de intercambios directos, personales… Un mundo donde el valor supremo es el cuerpo y la palabra….
Lo que Jesús quiso lo han dicho en otra línea miles de espirituales cristianos, desde los “hermanitos” de Francisco de Asís, hasta los revolucionarios utópicos del siglo XIX. Donde se ha puesto el dinero…hay que poner la vida, la relación directa entre los hombres…
Jesús no recoge el dinero para dárselo a los pobres… Lo tira… Porque si a los pobres se les empieza dando “este dinero falso” al final se les hace esclavos del mismo dinero. Un mundo sin dinero, es decir, con humanidad, es lo que quiere Jesús.
7) y a los que vendían palomas les dijo: "Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre." Es curioso este signo… Jesús tiene un respeto ante los vendedores de Palomas… Habla con ellos, porque quizá pueden escucharle. A los vendedores de bueyes y a los cambistas no les dice nada, no les habla, como si no pudieran convertirse. A los vendedores de palomas, que son (sin duda pobre gente, de clase menor), les habla y les dice que se vayan, que no quiere mercado en la casas de su Padre, que es la casa de los hombres, la casa de encuentro de la humanidad.
8) Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora." Aquí se alude a un texto famoso del Salmo 69, 9… Jesús es un celoso, un celota… Pero no ha venido con armas, ni con dinero… sino sólo con la palabra… y el gesto, queriendo expulsar a los vendedores-banqueros de la Casas de Dios… El celo de la casa de Dios es el celo por la comunión entre los hombres, por la superación del mercado religioso.
9) Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: "¿Qué signos nos muestras para obrar así?" Como sabe Pablo y dice en 1 Cor 1, los judíos piden “signos”, piden pruebas… Los signos hoy son millones de carros de combate, son millones de euros en el banco…Jesús no tiene esos signos, no puede contar con milagros externos (que son del Diablo). Su milagro y su signo es la humanidad, el amor universal, la Palabra.
10) Jesús contestó: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré." Ésta es una frase ambigua… Jesús les dice “a los judíos” (es decir, a los dueños del sistema) que destruyan este templo. ¿Qué templo?
– Jesús les está diciendo que destruyan ellos mismos este templo material-comercial-sagrado… Que destruyan ellos mismos este gran sistema de bueyes-banco que han construido, con piedras inmensas. Sería genial que los mismos constructores hubieran destruido su templo. Sería genial que los constructores de nuestro sistema sagrado lo destruyeran (lo reconstruyeran) para servicio de la humanidad
– Pero de hecho estos judíos no van a destruir su templo, sino que van a matar a Jesús, sin darse cuenta de que al hacerlo (al matar a Jesús, al matar a los más pobres, a favor del sistema) se están destruyendo a sí mismos, pues destruyen la base de su sistema… y Jesús, el asesinado por los defensores del templo, va a vencer.
11) Los judíos replicaron: "Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?" Sigue la ambigüedad… Durante 46 años, Herodes el Grande ha podido reinar porque ha ganado millones de monedas de oro con comercio injusto, vendiéndose a Roma, y construyendo un templo para así justificar sus opresiones y ganarse el favor de los sacerdotes, que han seguido haciendo lo mismo. El templo se había acabado de construir hacía pocos años… y ya estaba listo para la destrucción….
Es evidente que Jesús no quiere construir un templo como el antiguo… Lo que él construirá es otra cosa y lo hará en “tres días”, que son el tiempo del paso de la muerte a la vida, el tiempo de la resurrección.
12) Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Éste es el templo de Dios: el propio “cuerpo” de Jesús, el suyo y el de todos los hombres y mujeres con los que se ha venido a unir en un “cuerpo de amor y solidaridad”. Éste es el templo, el “cuerpo mesiánico”, el cuerpo de la vida solidaria de hombres y mujeres que se escuchan y ayudan, se aman y animan mutuamente. Jesús ha venido a construir un templo nuevo, es el verdadero “masón” (albañil), es el auténtico edificador de humanidad.
No necesita animales para matar y dar su sangre a Dios
No necesita dinero de banco para crear nuevos negocios…
Quiere humanidad y con ella, con su propia humanidad va a construir el templo nuevo
13) Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. Sólo cuando Jesús murió pudo entenderse el signo… que era su propia vida, entregada para construir humanidad…
Los sacerdotes del viejo templo sólo saben una cosa: matar para edificar a su provecho, negociar con dinero de banco… En el fondo sólo saben construir para destruir… Ellos son los que tienen que aprender a destruir lo que construyen, para construir de otra manera, sin necesidad de vacas sagradas, de bueyes sagrados, de palomas encerradas y de muerte…
14) Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía… Este mensaje de Jesús parece provocador y muchos parecen aceptarlo… Pero sólo lo hacen de un modo externo. Son millones los que dicen “sí, sí”, pero en el fondo siguen aferrados a sus viejos templos, a sus vacas sagradas, a sus bancos…
15) pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre… Aquí está el misterio más triste de la triste historia… Jesús conoce el mal que hay en muchos de nosotros, que nos decimos cristianos, pero seguimos aferrados a nuestras vacas-dinero y no confiamos en la vida de Dios que se expresa en el amor entregado al servicio del “cuerpo”, es decir, de la nueva humanidad de Dios.
Texto
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre." Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora." Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: "¿Qué signos nos muestras para obrar así?" Jesús contestó: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré." Los judíos replicaron: "Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?" Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre (Juan 2,13-25).
1) ¿Cuándo hay que purificar/destruir el viejo templo? De manera más histórica, Mc 11 par (los sinópticos) purifican ese signo de Jesús al final de su ministerios, después de haber proclamado la llegada del Reino, al subir y entrar a Jerusalén. Juan la sitúa al comienzo del ministerio de Jesús, de un modo simbólico y muy significativo. Lo último viene a convertirse de esa forma en lo primero: si no empiezas destruyendo tus “templos” sagrados no harás el camino del reino.
2) Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Es una “fiesta de Pascua”, es el paso del viejo al nuevo templo… El evangelio de Juan, desde una perspectiva ya alejada de la historia primitiva de Jesús, habla de “la fiesta de los judíos”, como separando a Jesús de ellos. Pues bien, en este contexto, “judíos” son los que siguen aferrados al ritual del templo, con sus ritos de violencia y de imposición sagrada.
Aquí “la fiesta de los judíos” es la de aquellos “cristianos que son judíos rituales”, aferrados a sus templos y dominios religiosos… Por eso, el evangelio en cuanto tal no está criticando en principio a los judíos como pueblo sino a un tipo de judíos (que pueden ser cristianos).
3) Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas… Fue al templo y encontró a los vendedores de animales… El ritual del templo se ha convertido en mercancía… y de hecho está dominado por los vendedores-comerciantes, que son sus dueños verdaderos. Detrás del ideal religioso más grande de Israel (tal como ha sido codificado en Éxodo-Levítico) hay un comercio.
Detrás del gran “templo católico” ¿hay también un mercado? El evangelio está criticando aquí una religión que está al servicio del comprar-vender, no del compartir. Evidentemente, éste no es templo de Jesús, que ha venido a llamar y convocar a los que no pueden comprar bueyes-ovejas-palomas. La degeneración de la religión consiste en ponerla al servicio del dinero. Buenos “templeros” sólo pueden ser lo que más tienen para comprar más bueyes… La mesa de la idolatría está servida, Señores.
4) y a los cambistas sentados… Los vendedores de bueyes al menos tienen que moverse y trabajar para ganar… En cambio los cambistas ganan su dinero sentidos ante un “banco” de cambio. Son los banqueros, que han dominado desde antiguo el tráfico social y religioso. Ellos definen al final lo que es bueno y malo. Ellos son los verdaderos dueños del templo-banco, al servicio de sí mismos, es decir, de su propio dinero. No es casual que muchos, desde Savonarola a Marx hayan dicho que el templo real es el banco.
5) y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes… No se dice que les pegara o azotara, sino que les expulsó del templo. ¿A quienes? La frase queda ambigua.
En sentido estricto expulsó a los vendedores-cambistas, mostrando así que ellos no son dueños del templo, que el verdadero templo es otra cosa.
Pero se supone que expulsó también a los bueyes-ovejas-palomas…. No ejerció violencia directa contra los animales, pero los sacó del templo, donde estaban destinados a la muerte sagrada… Los animales no son para que los matemos en nombre de Dios. En este contexto se puede hablar de un tipo de “ecología animal” de Jesús, que se opone a los sacrificios de animales.
6) y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas… No les dijo que emplearan bien el dinero, no les mandó que lo pasaran de “banco malo” a un banco bueno… Echó las monedas al suelo, para decir que la vida no se hace de monedas, sino de intercambio directo de vida… Jesús está suponiendo aquí que puede haber un mundo sin bancos, un mundo de intercambios directos, personales… Un mundo donde el valor supremo es el cuerpo y la palabra….
Lo que Jesús quiso lo han dicho en otra línea miles de espirituales cristianos, desde los “hermanitos” de Francisco de Asís, hasta los revolucionarios utópicos del siglo XIX. Donde se ha puesto el dinero…hay que poner la vida, la relación directa entre los hombres…
Jesús no recoge el dinero para dárselo a los pobres… Lo tira… Porque si a los pobres se les empieza dando “este dinero falso” al final se les hace esclavos del mismo dinero. Un mundo sin dinero, es decir, con humanidad, es lo que quiere Jesús.
7) y a los que vendían palomas les dijo: "Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre." Es curioso este signo… Jesús tiene un respeto ante los vendedores de Palomas… Habla con ellos, porque quizá pueden escucharle. A los vendedores de bueyes y a los cambistas no les dice nada, no les habla, como si no pudieran convertirse. A los vendedores de palomas, que son (sin duda pobre gente, de clase menor), les habla y les dice que se vayan, que no quiere mercado en la casas de su Padre, que es la casa de los hombres, la casa de encuentro de la humanidad.
8) Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora." Aquí se alude a un texto famoso del Salmo 69, 9… Jesús es un celoso, un celota… Pero no ha venido con armas, ni con dinero… sino sólo con la palabra… y el gesto, queriendo expulsar a los vendedores-banqueros de la Casas de Dios… El celo de la casa de Dios es el celo por la comunión entre los hombres, por la superación del mercado religioso.
9) Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: "¿Qué signos nos muestras para obrar así?" Como sabe Pablo y dice en 1 Cor 1, los judíos piden “signos”, piden pruebas… Los signos hoy son millones de carros de combate, son millones de euros en el banco…Jesús no tiene esos signos, no puede contar con milagros externos (que son del Diablo). Su milagro y su signo es la humanidad, el amor universal, la Palabra.
10) Jesús contestó: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré." Ésta es una frase ambigua… Jesús les dice “a los judíos” (es decir, a los dueños del sistema) que destruyan este templo. ¿Qué templo?
– Jesús les está diciendo que destruyan ellos mismos este templo material-comercial-sagrado… Que destruyan ellos mismos este gran sistema de bueyes-banco que han construido, con piedras inmensas. Sería genial que los mismos constructores hubieran destruido su templo. Sería genial que los constructores de nuestro sistema sagrado lo destruyeran (lo reconstruyeran) para servicio de la humanidad
– Pero de hecho estos judíos no van a destruir su templo, sino que van a matar a Jesús, sin darse cuenta de que al hacerlo (al matar a Jesús, al matar a los más pobres, a favor del sistema) se están destruyendo a sí mismos, pues destruyen la base de su sistema… y Jesús, el asesinado por los defensores del templo, va a vencer.
11) Los judíos replicaron: "Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?" Sigue la ambigüedad… Durante 46 años, Herodes el Grande ha podido reinar porque ha ganado millones de monedas de oro con comercio injusto, vendiéndose a Roma, y construyendo un templo para así justificar sus opresiones y ganarse el favor de los sacerdotes, que han seguido haciendo lo mismo. El templo se había acabado de construir hacía pocos años… y ya estaba listo para la destrucción….
Es evidente que Jesús no quiere construir un templo como el antiguo… Lo que él construirá es otra cosa y lo hará en “tres días”, que son el tiempo del paso de la muerte a la vida, el tiempo de la resurrección.
12) Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Éste es el templo de Dios: el propio “cuerpo” de Jesús, el suyo y el de todos los hombres y mujeres con los que se ha venido a unir en un “cuerpo de amor y solidaridad”. Éste es el templo, el “cuerpo mesiánico”, el cuerpo de la vida solidaria de hombres y mujeres que se escuchan y ayudan, se aman y animan mutuamente. Jesús ha venido a construir un templo nuevo, es el verdadero “masón” (albañil), es el auténtico edificador de humanidad.
No necesita animales para matar y dar su sangre a Dios
No necesita dinero de banco para crear nuevos negocios…
Quiere humanidad y con ella, con su propia humanidad va a construir el templo nuevo
13) Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. Sólo cuando Jesús murió pudo entenderse el signo… que era su propia vida, entregada para construir humanidad…
Los sacerdotes del viejo templo sólo saben una cosa: matar para edificar a su provecho, negociar con dinero de banco… En el fondo sólo saben construir para destruir… Ellos son los que tienen que aprender a destruir lo que construyen, para construir de otra manera, sin necesidad de vacas sagradas, de bueyes sagrados, de palomas encerradas y de muerte…
14) Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía… Este mensaje de Jesús parece provocador y muchos parecen aceptarlo… Pero sólo lo hacen de un modo externo. Son millones los que dicen “sí, sí”, pero en el fondo siguen aferrados a sus viejos templos, a sus vacas sagradas, a sus bancos…
15) pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre… Aquí está el misterio más triste de la triste historia… Jesús conoce el mal que hay en muchos de nosotros, que nos decimos cristianos, pero seguimos aferrados a nuestras vacas-dinero y no confiamos en la vida de Dios que se expresa en el amor entregado al servicio del “cuerpo”, es decir, de la nueva humanidad de Dios.
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