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martes, 3 de marzo de 2009

Las mejoras sociales y políticas sin caridad son efímeras


Mons. Jorge Lugones, obispo de Lomas de Zamora

El obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Rubén Lugones SJ, destacó que “el ayuno es un medio excelente para pedir la virtud de la caridad”, y diferenció el ayuno material, que “nos hace estar atentos para dar lo material al que no lo tiene”, del ayuno espiritual que implica “unir al otro ayuno, lo que nos cuesta para vencernos a nosotros mismos”.

“El ayuno de los sentidos: palabra, miradas, tacto, de lo que no deberíamos escuchar. Tanto las palabras ociosas, como el ayuno de la murmuración o de la difamación, el ayuno de los juicios apresurados, el ayuno de los sentidos: miradas, escucha de lo que no nos ayuda, deleites, conversaciones; y el tacto, que podríamos traducir por: acortar las distancias de la indiferencia, acercarnos bien a los demás, tender la mano, ‘hacer el bien sin mirar a quien’”, precisó en su mensaje a la comunidad lomense con motivo de la Cuaresma.

Tras afirmar que “el ayuno entonces es un medio agradable a Dios, para alcanzar de El, la interior ley de la caridad”, señaló que “el magisterio eclesial nos recuerda que aunque lograra mejorar factores sociales o políticos importantes, cualquier resultado sería efímero sin la caridad. La misma posibilidad de darse a los demás es un don y procede de la gracia de Dios”.

El prelado lomense consideró que la Cuaresma es un tiempo de dialogar con Dios, en familia y en la comunidad, para lograr la paz del corazón, la paz en familia y la paz social.

Indicó en este sentido que “la oración nos abre a Dios”, porque “dialogar con el Señor implica darme un tiempo para Dios, aun en la falta de tiempo y en las mil ocupaciones… Hacerme un tiempo para escuchar su Palabra, con quietud, con atención”. Ese encuentro con Jesús y su Evangelio, certificó “nos conduce a la paz del corazón”, pero aclaró que “no es una paz eterna, ni inocente, es una paz que debemos pedir y cuidar. Es una paz en la lucha contra la tentación, y sabiéndonos acompañados, contenidos y cuidados por el Señor”.

El obispo reconoció que “no es fácil la convivencia familiar, no es fácil no sentirme con todos los derechos en casa, aún cumpliendo mis deberes, la convivencia familiar requiere esa cuota extra de comprensión, silencio, respeto y sufrimiento que son, con la gracia de Dios, imprescindibles para la paz familiar”.

“Es fácil el reclamo, el reto desmedido, la impaciencia, la indiferencia, el cada uno haga lo que quiera, o el portazo; pero cuánto nos cuesta valorar al otro, animar, poner limite con cariño, cuidar del más débil, crecer en la generosidad, en la paciencia y en la tolerancia”, dijo. Por esto propuso la oración en familia que “atrae la bendición de Dios, la comunión”, aunque advirtió que esa “comunión siempre se verá amenazada por la tentación de la división, es la estrategia tan antigua y tan nueva del maligno”.

“La familia que se une a la Palabra no puede quedar indiferente, o cercada en sus faltas de perdón, la familia que se abre a la escucha de Dios, descubre caminos nuevos y distintos para el diálogo, es decir para vivir la comunión”, indicó.

Monseñor Lugones reiteró la invitación “al encuentro, al diálogo, y al trabajo en común de todos los sectores y actores de la comunidad”, pero exhortó a priorizarlo en los adolescentes y jóvenes, “especialmente en una franja muy grande que no se acerca a nuestras parroquias y vive sin contención”.

Explicó además que “en los tiempos difíciles abunda el miedo, la tristeza y el desaliento. Entonces se multiplica la violencia. La violencia es signo de oscurecimiento de la verdad, del olvido de la justicia, de la pérdida del amor”, e insistió en demandar una “toma conciencia como adultos, frente a los tiempos dolorosos que viven tantos adolescentes y jóvenes. Hoy el dialogo con los jóvenes nos exige bajar al llano, salir de nuestra comunidad, para descubrir sus lugares, sus códigos, sus horarios, su interés”.

Tras señalar que “conocer los valores no es suficiente para reconstruir la Nación. De hecho, no siempre cumplen la ley los que mejor la conocen. Es más quienes conocemos y predicamos los valores del Evangelio no siempre los encarnamos en nuestro compromiso social”, sostuvo que “si la labor educativa de la sociedad y de la Iglesia no pudo hacer surgir una Patria más digna es porque no ha logrado que los valores se encarnen en compromisos cotidianos”.

Por último, monseñor Lugones pidió “a todos mis hermanas y hermanos en Cristo, en este ‘tiempo de gracia’, su apertura al diálogo, oración, ofrecimiento de las obras de misericordia y penitencia, por este servicio que la Iglesia diocesana esta dispuesta a ofrendar: ‘hacernos cargo de esta prioridad’. La Madre de Dios que camina el via crucis junto a su pueblo, nos ponga con su Hijo y nos alcance de Dios el consuelo, la esperanza y el respeto mutuo para escuchar, contener, acompañar, haciendo camino con nuestros adolescentes y jóvenes, muchos de ellos ya sin la esperanza de la Pascua”.+

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