Por Juan Masiá Clavel sj

En la solemnidasd litúrgica de Cristo Rey evitaremos las interpretaciones nacional-católicas de la fiesta y las cohabitaciones de trono y altar en cerros angélicos. Más vale discernir las ideologías político-religiosas para recuperar las utopias evangélicas.
El disidente cismático Lefebvre, con cuyo integrismo guardan sospechoso parentesco algunos obispos y cardenales del entorno del nacional-catolicismo hispánico, ensalzaba la fiesta de Cristo Rey y manipulaba ambiguamente su liturgia para propuganr el estado confesional católico, ensalzar las monarquías de antiguo régimen contra las democracias, y oponerse como el cardenal Ottaviani a la tolerancia de cultos y a la convivencia de religiones, levantando bandera contra el presunto origen de todos los males llamado “laicismo”.
Así se ve en las conversaciones con Lefebvre, relatadas por el abbé Berto, según el cuál Pío XI habría establecido en 1925 la fiesta de Cristo Rey para combatir el “laicismo”. Lefebvre (que con nostalgia de cruzadas apoyaba la guerra de Algeria y se oponía a la descolonización) usaba a menudo las expresiones “realeza social” y “reinado social” en un sentido distinto de Pío XI, que en su “Quas primas” quería el reinado de Cristo en los corazones y no un reinado con estilo pomposo e imponente de Pantocrator.
De hecho, la liturgia recuerda este día la palabra de Jesús a Pilato: “La realeza mía no pertenece al orden este” (Jn 18,36) y, al entonar el “Tuyo es el reino, el poder y la gloria”, relativizamos toda realeza y poder mundanos con un grito de liberación, nacido en tiempo de persecución frente a poderíos opresores.
En el contexto actual, en que ciertas instancias jerárquicas eclesiásticas olvidan que el cristianismo no es nostalgia de “sacros imperios”, sino “memoria subversiva y peligrosa de lo de Jesús”, no viene mal reflexionar con motivo de la solemnidad litúrgica de Cristo Rey, sobre la manipulación integrista de su “reinado social”.
Ese “reinado social”, en su mejor sentido - liberador, salvador y redentor: ¡el RS postconciliar!- sí deseamos que llegue, así lo pedimos en el Padrenuestro, ansiamos y esperamos su Adviento y nos sentimos interpelados a hacerlo realidad. Pero en su sentido “lefebvriano e integrista” lo rechazamos de plano, como lo rechazó Jesús ante Pilato y como recomendó a sus discípulos: “No ha de ser así entre vosotros” (Mc 10, 43).
Resultará interesante, para reflexionar sobre estos puntos, la lectura del libro de Manuel Lefebvre, Ils l,ont decouronné. Du libéralisme a l, apostasie, la tragédie conciliaire, 1987 (reeditado en 2008). Véase la reciente publicación de Florian Michel-B. Seboüé, De Mgr Lefebvre a Mgr Williamson. Anatomie d, un schisme, Lethielleux-DDB, 2009.
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