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miércoles, 31 de marzo de 2010

JUEVES SANTO (Jn 13,1-15): SIGNIFICADO PROFUNDO, SORPRENDENTE, ROMPEDOR


1.- Todas las actuaciones de Jesús de Nazaret tenían un significado profundo, sorprendente, rompedor para las personas de la comunidad judía de aquellos tiempos. Está claro que muchas de las cosas que nos narran los evangelios adquieren para nosotros una dimensión profunda, grande y que nos deja huella, pero, tal vez, no apreciamos esas fórmulas radicales que afectaban, sorprendían y, por supuesto, irritaban a muchos judíos de entonces. En fin… es sabido pero es bueno reseñarlo. Entre el pueblo judío solo los esclavos lavaban los pies al resto de los mortales. Si no había esclavos en una casa, cada uno limpiaba el polvo del camino de sus pies por si mismos. Cuando Jesús, anudándose una toalla a la cintura, decide lavar los pies a sus discípulos sabe lo que hace: se convierte en esclavo de sus discípulos, de sus “alumnos”. Por eso Pedro se escandaliza. Comprende perfectamente el gesto y con su habitual sinceridad se opone a que Jesús, su Maestro, le lave a él los pies. Y este episodio de una gran belleza plástica nos lo narra el Evangelista San Juan. Su evangelio se escribió mucho después de los otros tres Sinópticos y por eso Juan pudo meditar más ese significado de servicio de Jesús a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos.

2.- El lavatorio se produce durante la cena de Pascua y fue durante su celebración cuando Jesús realizó otra prueba de amor, perfectamente correspondiente –y aún superior, si se quiere—con el regalo sublime de dejarnos su presencia total en el Pan y en el Vino consagrado. Fue la primera Eucaristía de la historia y el relato preciso de la misma la hemos escuchado en la Primera Carta a los Corintios, uno de los textos más antiguos de los evangelios. Y, obviamente, el texto nos resulta conocido porque las palabras de Jesús, que transcribe San Pablo, son la fórmula litúrgica utilizada para la Consagración, para la conversión del pan y del vino en Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. La primera lectura, procedente del Libro de Éxodo narra las instrucciones dadas por Dios a Moisés para la celebración de la Pascua y es correspondiente, entonces, con la Cena que celebró Jesús y cuyo ritual utilizó.

3.- Con esta celebración de la Cena del Señor entramos en el Triduo Pascual, en el cual vamos a asistir a ese milagro de amor que es la muerte y la Resurrección de Jesús. Esta celebración nos prepara para esas horas y nos deja con la tristeza de lo que ocurrirá un poco después de la cena. Getsemaní aparece en el horizonte y también la detención, la tortura y la falsa condena a muerte de un hombre justo. No hemos de perder la oportunidad de entrar fuerte, con toda nuestra alma y todo nuestro corazón, en lo que se abre para nosotros a partir de esta hora. El sacrificio de Jesús nos ha hecho libres, pero hemos de tener conciencia y consciencia de lo que significa. No perdamos, hoy esa oportunidad. No es difícil es tan sólo un lenguaje de amor, de supremo amor.

Y hemos de ser coherentes con ese amor. No sólo vivir esta celebración como un culto más, como un rito al uso. Jesús de Nazaret nos ha dado una lección de amor supremo. Se ha hecho esclavo de nosotros al lavarnos los pies. Y si esa radicalidad sorprendía al pueblo judío de hace más de dos mil años, el amor por los hermanos, y a toda costa y con un muy alto precio, también marca una diferencia radical con nuestro tiempo, en el que cada uno va a lo suyo, y a lo sumo se practica una solidaridad pública, por ser lo habitual y políticamente correcto. No se trata de decir que nadie ama. No es así hay muchos ejemplos del amor de Cristo a nuestro alrededor: aquellos que cuidan enfermos hasta enfermar ellos mismos, esas madres –y padres—que en estos tiempos de crisis comen menos de lo necesario, para que sus hijos no noten que hay menos alimentos por culpa de la crisis, esas personas que dan –como la viuda del templo de Jerusalén—todo lo que tienen para las víctimas de Haití y Chile… Pero también –tal vez nosotros mismos—que ejercita su egoísmo en todo momento, que hace un uso farisaico de ese principio un tanto dudoso de que “la caridad comienza por uno mismo”. Lo he dicho antes. Hoy el Día del Gran Amor. Entremos en ello. No lo dejemos a un lado. Nadie es cristiano de verdad si no ama. Y hoy en ese día especial que el desamor se presenta como el gran mal de la humanidad. ¡Remediémoslo!

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