NO DEJES DE VISITAR
GIF animations generator gifup.com www.misionerosencamino.blogspot.com
El Blog donde encontrarás abundante material de formación, dinámicas, catequesis, charlas, videos, música y variados recursos litúrgicos y pastorales para la actividad de los grupos misioneros.
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

miércoles, 14 de abril de 2010

Homilía y Recursos para la Homilía: III Domingo de Pascua (Juan 21,1-19)


"APACIENTA MIS CORDEROS"
Publicado por Agustinos España

Después de la Resurrección del Señor, los apóstoles se han ido de Jerusalén a Galilea,. Están junto al lago, en el mismo lugar donde un día los encontró Jesús y los invitó a seguirle. Ahora han vuelto a su antigua profesión, la que tenían cuando el Señor los llamó. Jesús los halla de nuevo en su tarea. San Juan, en el Evangelio del domingo nos relata que eran siete los discípulos del Señor que se encontraban juntos. Entonces Pedro decide ir a pescar y los demás le siguen. Pero aquella noche no pescaron nada.

En la madrugada se presentó Jesús en la orilla. Jesús resucitado va en busca de los suyos para fortalecerlos en la fe y en su amistad, y para seguir explicándoles la gran misión que les espera. Los discípulos no se dieron cuenta que era Jesús. Están a unos cien metros del Señor. A esa distancia no se distinguen bien los rasgos de un hombre, pero pueden oírle cuando levanta la voz y les pregunta: “¿Tienen algo de comer?”

Le contestaron: “No”.

Jesús les dice: “Echad la red a la derecha de la barca, y encontrareis”. Y Pedro obedece.

Echaron la red y no podían sacarla por la gran cantidad de peces. Juan entonces le dice a Pedro: “Es el Señor”.

Y Pedro, que se había estado conteniendo hasta ese momento porque interiormente ya presentía que era Jesús, salta como impulsado por un resorte. No espera que la barca llegue a la orilla. Se ciñó la túnica y se tiró al agua. Los otros discípulos volvieron a la costa con la barca, arrastrando la red colmada de peces.

Fue el amor de Juan el que distinguió primero al Señor en la orilla. Ese amor que ve de lejos y que capta las delicadezas. Aquel apóstol adolescente, con el firme cariño que siente hacia Jesús, fue el que exclamó: “Es el Señor”.

Durante toda la noche, los apóstoles por su cuenta y sin contar con la presencia del Señor, habían trabajado inútilmente.

Perdieron el tiempo

Por la mañana, en cambio, con la luz, cuando Jesús está presente, cuando ilumina con su Palabra, cuando orienta su trabajo, las redes llegan repletas a la orilla.

En cada jornada nuestra ocurre lo mismo. en ausencia de Cristo, el día es noche; el trabajo se vuelve estéril. Una noche más, totalmente vacía. Nuestros esfuerzos no bastan, necesitamos a Dios para que den frutos.

Junto a Cristo, cuando le tenemos presente, los días se enriquecen. Las penas y las enfermedades, adquieren un valor que supera el dolor.

La convivencia con nuestro prójimo se vuelve, junto a Jesús un mundo de posibilidades de hacer el bien.

Nuestro drama como cristianos comienza cuando no vemos a Cristo en nuestras vidas. Cuando por falta de amor al Señor se nubla el horizonte y hacemos las cosas como si Jesús no estuviera junto a a nosotros. Como si Cristo no hubiera resucitado.

Debemos pedirle siempre a María que sepamos distinguir a Jesús en los acontecimientos de todos los días. Que aprendemos a decir muchas veces, como Juan: ¡Es el Señor!. Y esto, tanto en las penas como en las alegrías, en cualquier circunstancia.

Que la Virgen nos a que junto a su hijo, Jesús, seamos siempre sus discípulos, en todos los ambientes y situaciones.

Continúa el evangelio relatando cómo en su última aparición, poco antes de la Ascensión a los Cielos, Jesús resucitado constituye a Pedro pastor de su rebaño y guía de la Iglesia. También le profetiza que, como el buen pastor, también morirá por su rebaño.

Cristo confía en Pedro a pesar de sus tres negaciones en la madrugada del viernes en que condenaron a Jesús. Solo le pregunta si le ama, tantas veces cuantas habían sido las negaciones. El Señor quiere confiar su Iglesia a un hombre con flaquezas, pero que se arrepiente y ama con sus obras.

La imagen del pastor que Jesús se había aplicado a sí mismo pasa en ese momento a Pedro: El ha de continuar la misión del Señor,... ser su representante el la tierra.

Las palabras de Jesús a Pedro: “apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” indican que la misión de Pedro será la de guardar todo el rebaño del Señor, sin excepción. Y “apacentar”, equivale a dirigir a gobernar. Pedro queda constituido en Pastor y guía de la Iglesia entera.

Donde está Pedro se encuentra la Iglesia de Cristo. Junto a él conocemos con certeza el camino que conduce a la salvación.

Sobre el primado de Pedro, la roca, estará asentado hasta el fin del mundo el edificio de la Iglesia.

El amor al Papa se remonta a los mismos comienzos de la Iglesia. Los Hechos de los Apóstoles relatan que cuando Pedro es encarcelado por Herodes Agripa, la Iglesia oraba incesantemente por él.

Nosotros también debemos rezar por el Papa, que lleva sobre sus hombros el grave peso de la Iglesia. En todas las misas pedimos al Señor por su persona y sus intenciones. Pidamos a María que siempre podamos decir con sinceridad: Gracias, Señor, por el amor al Papa que has puesto en nuestros corazones


RECURSOS PARA LA HOMILÍA

Nexo entre las lecturas

Después de la Resurrección de Jesucristo, ha llegado para los apóstoles la hora de la misión. El número ciento cincuenta y tres de peces pescados milagrosamente simboliza el carácter pleno y universal de la misión de los discípulos y de la Iglesia. A Pedro, Cristo resucitado le dice por tres veces cuál ha de ser su misión: "Apacienta mis ovejas" (Evangelio). Después de Pentecostés los discípulos comenzaron a poner en práctica la misión que habían recibido, predicando la Buena Nueva de Jesucristo (primera lectura). Forma parte de la misión el que los hombres no sólo conozcan a Cristo, sino que también lo adoren como a Dios y Señor (segunda lectura).


Mensaje doctrinal

1. La misión de la Iglesia. Cada evangelista, a su manera, muestra, como parte fundamental del mensaje de Jesús, la misión universal de la Iglesia. San Juan en el Evangelio de hoy recurre, siguiendo su estilo propio, a los símbolos. El mar como imagen del mundo, del conjunto de los hombres, era común en tiempos de Jesús y del evangelista; era igualmente común, al menos entre griegos y romanos, la imagen de la nave, v.g. la nave del estado. Los primeros cristianos, basándose en algunos textos del Nuevo Testamento (Lc 5,3; Mt 8, 23; Mc 1,17; Jn 21, 1-14), hablaron de la nave de la Iglesia. Hay otro símbolo que es exclusivo de Juan. Me refiero al número de peces recogidos: 153. Es conocido que, en la cultura contemporánea de Jesús, el símbolo numérico tenía un gran valor y era usado con no poca frecuencia. Ciento cincuenta y tres indica plenitud y totalidad. Se suele explicar de dos modos: 1 + 3 + 5 es igual a 9, que siendo múltiplo de 3 subraya la plenitud en grado sumo. Otro modo de explicar el valor pleno y total de este número es el siguiente: el múltiplo de 12 es 144; si a 144 sumamos 9 obtenemos 153. Es una manera de acentuar todavía más la totalidad. En resumen, la misión de la Iglesia, en el mar del mundo, no es otra sino la de ser pescadores de todos los hombres sin excepción y llevarlos al puerto seguro de la fe y de la eternidad. A esta imagen de la nave y de la pesca, sigue a continuación otra: la del pastor y las ovejas. Jesucristo, Buen Pastor, encomienda a Pedro: "Apacienta mis ovejas". Ezequiel había hablado del Dios como Pastor de Israel; ahora Jesús recurre a la misma imagen para hablar de sí mismo como Pastor de la Iglesia, y da a Pedro su misma misión. Buen Pastor es aquél que cuida, ama, protege, apacienta a sus ovejas, y las defiende de los lobos hasta dar la vida por ellas. La misión de Pedro y de los pastores en la Iglesia es lograr que todas las ovejas alcancen la salvación de Dios.

2. Dos formas de realizar la misión. En los Hechos de los Apóstoles (primera lectura) se realiza la misión mediante la predicación. Los apóstoles han predicado a Jesucristo, sobre todo el grande misterio de su muerte y resurrección, y las redes comienzan a llenarse de peces. Es tal la eficacia de la predicación, que las autoridades judías se asustan y meten a los apóstoles en la cárcel. "Pero Pedro y los apóstoles respondieron: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres". Quien ha recibido la misma misión de Jesucristo, ¿podrá renunciar a ella? ¿podrá igualarla a cualquier otra misión en la vida? A los apóstoles les parece imposible, y no tienen miedo a pagar cualquier precio por realizar su misión. La segunda forma de llevar a cabo la misión es el culto, particularmente la actitud de adoración hacia Jesucristo, el Cordero degollado. "Digno es el Cordero degollado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza" (segunda lectura). Para que la misión de los apóstoles se realice plenamente, la predicación tiene que desembocar en el culto. Conocer que Cristo ha muerto y resucitado por nosotros, sin llegar a adorarle como nuestro Dios y Señor, es dejar incompleta la misión. Separar estas dos realidades o descuidar excesivamente una de ellas, equivaldría a una especie de monofisismo apostólico y pastoral.


Sugerencias pastorales

1. La misión en la aldea global. El mundo ha llegado a ser en nuestros días una aldea global. Para los medios de la información, de las finanzas, de las ideas no existen fronteras. Una ceremonia pontificia puede verse simultáneamente en cualquier rincón de la tierra donde exista un televisor, y, gracias a internet, puedes entablar un chat sobre cualquier tema con hombres y mujeres a miles de kilómetros de distancia de tu habitación. Los cristianos, mediante todos estos instrumentos, entran en contacto con personas que tienen otra visión de la vida, que viven según otros modelos de existencia, que practican otra religión y aceptan otras creencias. Este fenómeno puede suscitar cierto estado de crisis en los cristianos, puede incluso hacerles caer en un cierto relativismo religioso, pero puede ser por igual una estupenda ocasión para poner en práctica, en grandísima escala y con los medios más avanzados, la misión universal de la Iglesia. ¿Cuándo ha tenido la Iglesia más medios para predicar a Cristo desde los tejados, con sus numerosísimas antenas? Estamos quizá ante el reto histórico más imponente en la obra misionera universal de la Iglesia. Esta gran misión universal no la llevan a cabo unos pocos misioneros en tierras no evangelizadas; la puede llevar cualquier cristiano, tú mismo la puedes llevar adelante, desde tu casa o desde tu despacho. Se ve claro que la misión universal de la Iglesia requiere que cada cristiano sea un hombre convencido de su fe, y esté preparado para dar razón de ella a quien se lo pida: en la calle, en la oficina, o en internet.

2. El culto de adoración. Pienso que en estos últimos decenios el culto de adoración ha disminuido entre los fieles. Puede ser que se ha insistido mucho en la asamblea litúrgica, y menos en la Persona en torno a la cual la asamblea se reúne. O se ha subrayado mucho el carácter festivo de los sacramentos, y menos el carácter cúltico. Tal vez también se ha puesto el acento en Jesucristo amigo, maestro, modelo en cuanto hombre igual que nosotros, y se ha dejado un poco en el silencio la figura de Jesucristo, como nuestro Dios y Señor. Estas u otras razones han hecho bajar el sentido cristiano de la adoración. El inicio del tercer milenio, centrado en el misterio de la encarnación del Verbo, es una ocasión magnífica para renovar y recuperar el espíritu de adoración, debida a Jesucristo. Nos dice el catecismo: "Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas" (CEC 1379). ¿No habrá que avivar y reavivar la conciencia de esta presencia de Jesucristo Dios en la Eucaristia? El mismo catecismo añade en el no. 2145: "La predicación y la catequesis deben estar penetradas de adoración y de respeto hacia el nombre de Nuestro Señor Jesucristo". ¡Un momento de reflexión y examen para los catequistas y predicadores! El mundo, para renovarse, tiene necesidad de una Iglesia más adorante.

No hay comentarios: