Publicado por El Blog de X. Pikaza
Llevo (llevamos) un tiempo discutiendo temas de posible pecado clerical y de estructura de la Iglesia. Necesito descansar, posiblemente lo necesitamos todos. Por eso subí ayer a la colina y, siguiendo el tema del evangelio del domingo (Yo y el Padre somos Uno), con las rocas blancas de Gredos al fondo, quise sentir las palabras de un inmenso Doctor y Padre de la iglesia, que las contempló también un día, viendo en ellas a Dios: "Mi Amado,las montañas...".
Así he querido poner algunos textos suyos, en prosa rimada, sin fijar ellugar del que provienen, para que resuenen sus palabras, sólo ellas, con su melodía interior, como auctoritas, principio de vida que hace crecer, en contemplación y hermosura. Para los lectores que hayan visto el post de ayer, he cambiado el título e introducido la reflexión de Galetel, que de esa forma hago mía y quiero destacar, agradecido.
a. Empezaré citando algunas frases centrales del Doctor Místico, que son como llaves que abren una puerta hacia el misterio.
b. Después me atreveré a citar los cuatro comentarios que Galetel puso ayer en mi blog sobre "Yo y el Padre somos Uno". No sé quién es Galeter, no le he visto por estos lugares (a no ser que sea alguho de los habituales que ha cambiado de nombre para mantener su anonimato). A fe mía, que es una de las cosas más bellas que he visto, pensado y meditado en estos últimos años sobre el tema. Seas quien seas, gracias; por tí he introducido estos textos del famoso doctor de la unión con Dios
c. Finalmente introduzco los textos del Doctor Místico que comentan la palabra básica de Jesús: yo y el Padre somos uno, ante un mundo y una humanidad que nos une.
a. Una puerta hacia el misterio
yo me veré en ti y tú te verás en mí
yo seré tú, y tú serás yo, en tu hermosura
El hombre hace en Dios lo que Dios hace en el hombre
El alma da vida (aspira) a Dios, como Dios aspira (da vida al alma
)
b. Galetel, una palabra esencial
Gracias X. Pikaza, por esta estupenda reflexión.
Yo también quisiera aportar algo; lo que sigue:
La experiencia espiritual extraordinaria de los primeros cristianos, desde sus comienzos en el siglo I, fue ir descubriendo que Jesús se había identificado con la Sabiduría (la Palabra, el Logos) de Yahvé, al mismo tiempo que apelaba a Yahvé como a su Padre-Abbá, y a su Unidad en el Amor con Él (“El Padre y yo somos Uno”) por el mismo Espíritu de Yahvé (la “Ruah”) efundido a la Creación y ahora a la comunidad de los redimidos (“para que sean Uno como Tú, Padre, y yo somos Uno”).
Este maravilloso proceso de descubrimiento se basa –claro— en una visión judía monoteísta; por eso no es una concepción triteísta sino absolutamente unitaria, superando y sublimando el monoteísmo judío en la novedad de la concepción trinitaria cristiana. Es un proceso de descubrimiento espiritual que nace del conocimiento histórico de Jesús de Nazaret, pero que lo continúa y lo completa, en vistas de la experiencia pascual de su crucifixión/resurrección, como el mismo Jesús había deseado y anunciado.
El descubrimiento cristiano de la interioridad trinitaria de Dios, gracias a la experiencia histórica de Jesucristo, se advierte apoyado –asombrosamente— en la experiencia íntima de la autoconciencia humana. El sentimiento íntimo humano, de constituirse como una persona que se conoce y se ama a sí misma, le revela una “trinidad interior” suya semejante a la Trinidad divina.
Se descubre también entonces una resonancia nueva de aquellas palabras míticas del Génesis:
“Dijo Dios: ‘Hagamos el hombre a imagen nuestra, según nuestra semejanza…’
Y creó Dios el hombre a imagen suya” (Génesis 1, 26-27).
Puede advertirse que –según esta experiencia maravillosa— la constitución de la “trinidad interior” va estrechamente unida a la incorporación del “exterior” –hecho “prójimo”— para formar parte de su íntimo amor. Tanto en lo que se refiere a la trinidad humana como a la Trinidad Divina. Dios ha querido hacerse prójimo del ser humano, para que cada ser humano pueda hacerse prójimo de Dios e incorporarse a la Trinidad divina, haciendo prójimas suyas a las demás creaturas para constituir su propia trinidad interior incorporándolas a ella.
Gracias a quienes se han referido a mi comentario. Lamento que haya cosas que no se me entiendan, pero creo que sería demasiado largo y abusivo por mi parte el ponerme a explicarlas. Diré solamente que pienso que “prójimo” significa “próximo”, entre seres humanos. Y creo que Dios se ha hecho humano en Jesucristo para hacerse próximo a todos nosotros los seres humanos, para hacernos a todos los humanos próximos a él, en Jesucristo, y próximos entre nosotros por/con/en él. Hasta el grado supremo de proximidad, que es la Unidad en el Amor. Unidad que es sin pérdida de las diferencias, sino complementándolas estrechamente entre sí, como entre los miembros de un solo cuerpo. En este caso, compartiendo el Cuerpo Místico de Cristo, gracias al Espíritu Santo. Eso implica que cada ser humano acoja finalmente a todos los demás con amor, haciéndolos próximos suyos en Jesucristo. Saludos.
c. Tres contemplaciones del Doctor místico
(1)
Y vámonos a ver en tu hermosura.
Que quiere decir: hagamos de manera que,
por medio de este ejercicio de amor ya dicho,
lleguemos hasta vernos en tu hermosura
en la vida eterna.
Que de tal manera esté yo transformada
en tu hermosura,
que, siendo semejante en hermosura,
nos veamos entrambos en tu hermosura,
teniendo ya tu misma hermosura;
de manera que, mirando el uno al otro,
vea cada uno en el otro su hermosura,
siendo la una y la del otro tu hermosura sola,
absorta yo en tu hermosura: y así,
te veré yo a ti en tu hermosura,
y tú a mí en tu hermosura,
y yo me veré en ti en tu hermosura,
y tu te verás en mí en tu hermosura;
y así parezca yo tú en tu hermosura,
y parezcas tú yo en tu hermosura; y así
seré yo tú en tu hermosura,
y serás tú yo en tu hermosura,
porque tu misma hermosura será mi hermosura;
y así, nos veremos el uno al otro en tu hermosura
(2)
El aspirar del aire es una habilidad
que el alma dice que le dará allí Dios,
en la comunicación del Espíritu Santo,
el cual, a manera de aspirar,
con aquella su aspiración divina,
muy subidamente levanta el alma
y la informa y habilita
para que ella aspire en Dios
la misma aspiración de amor
que el Padre aspira en el Hijo
y el Hijo en el Padre,
que es el mismo Espíritu Santo,que a ella (al alma) la aspira
en el Padre y en el Hijo
en la dicha transformación,
para unirla consigo.
Porque no sería
verdadera y total transformación
si no se trasformase el alma
en las tres Personas
de la Santidad Trinidad
en revelado y manifiesto grado.
Y esta tal aspiración
del Espíritu Santo en el alma
con que Dios la transforma en sí,
le es a ella de tan subido y delicado y profundo deleite
que no hay que decirlo por lengua mortal...
Porque el alma,
unida y transformada en Dios,
aspira en Dios a Dios
la misma aspiración divina
que Dios – estando ella en Él transformada –
aspira en sí mismo a ella
(3)
(El alma) está dando en su Querido
esa misma luz y calor
que está recibiendo de su Querido.
Porque, estando ella aquí hecha una misma cosa en él,
en cierta manera es ella Dios por participación...
Y a este talle, siendo ella
por medio de esta sustancial transformación
sombra de Dios,
hace ella en Dios por Dios
lo que Él hace en ella por sí mismo,
al modo que lo hace,
porque la voluntad de los dos es una,
y así la operación de Dios y de ella es una.
De donde, como Dios se le está dando
con libre y graciosa voluntad, así también ella,
teniendo la voluntad tanto más libre y generosa
cuanto más unida en Dios,
está dando a Dios al mismo Dios en Dios
y es verdadera y entera dávida del alma a Dios.
Porque allí ve el alma
que verdaderamente Dios es suyo
y que ella le posee con posesión hereditaria...
(Llama 78).
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