VII Domingo de Pascua, Fiesta de la Ascensión del Señor (Lucas 24, 46-53)
Por José María Maruri SJ
Por José María Maruri SJ
1. - El Día de la Ascensión es cuando los Apóstoles caen en la cuenta de que su trato con el Señor va a ser real, pero no como antes. Se acabó el caminar, los caminos por Galilea hombro con hombro con Él. El comer y charlar teniéndole cerca. En definitiva, un día de nostalgia y soledad como lo refleja en su poesía Fray Luis de León:
Y dejas Pastor Santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro,
con soledad y llanto,
y ¿Tú rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro?
También es un día de inseguridad:
Aqueste mar turbado
¿quién le pondrá ya freno? ¿quién concierto
al viento fiero airado?
Estando Tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
Y sin embargo, ni nostalgias ni miedos paralizan. Ni siquiera una alegría inoperante como aquella de san Pedro en la transfiguración: “¡qué bien se está aquí! Hagamos tres tiendas”. Quedémonos aquí, nada de eso encaja en los deseos de ese Señor Jesús que se va lleno de gloria y majestad.
2. - Para mí, la clave del día de hoy la dan las palabras de los ángeles: “¡qué, andáis ahí pasmados, hombres de Galilea!”
¿Por qué buscáis a Jesús Dios en el cielo? Volved a Jerusalén, llena de recuerdos de un Dios doliente, abandonado y roto. Todavía está allí ese Jesús, que a pesar de todo, le ha tomado gusto a las moradas de los hombres.
Jesús Dios se va sin irse:
--Ese Jesús sentado a la diestra del Padre, es Dios en el desnudo, en el enfermo, Dios en el hambriento.
--Ese Jesús de Nombre, sobre todo Nombre, es Dios en el sediento, en el encarcelado, en el abandonado.
--Ese Jesús que sube al cielo, es Dios de cada hermano.
¿No nos lo dejó dicho? “Lo que hagáis a alguno de estos pequeños a mí me lo hacéis”.
3.- Jesús abandonado y roto sigue teniendo sed. Sigue teniendo la mano en súplica. Sigue requiriendo nuestra atención y cariño.
¿Qué hacemos aquí pasmados? ¿Cómo podemos vivir una vida cristiana sin andar buscando a Dios en todo lo que nos rodea?
Buscar a Dios en el cielo es muy difícil. Está muy lejos, para codearnos con Él en la familia, en el trabajo, en el estudio, en la calle esperando a que se ponga verde el semáforo. Es cosa de cada día.
Toda nuestra vida cristiana se reduce a convivir con esos líos, habituales en lo que nos rodea. Dejemos nuestras nostalgias, miedos y alegrías inoperantes y seamos fieles a nuestra tierra porque en ella vive Dios.
Y dejas Pastor Santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro,
con soledad y llanto,
y ¿Tú rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro?
También es un día de inseguridad:
Aqueste mar turbado
¿quién le pondrá ya freno? ¿quién concierto
al viento fiero airado?
Estando Tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
Y sin embargo, ni nostalgias ni miedos paralizan. Ni siquiera una alegría inoperante como aquella de san Pedro en la transfiguración: “¡qué bien se está aquí! Hagamos tres tiendas”. Quedémonos aquí, nada de eso encaja en los deseos de ese Señor Jesús que se va lleno de gloria y majestad.
2. - Para mí, la clave del día de hoy la dan las palabras de los ángeles: “¡qué, andáis ahí pasmados, hombres de Galilea!”
¿Por qué buscáis a Jesús Dios en el cielo? Volved a Jerusalén, llena de recuerdos de un Dios doliente, abandonado y roto. Todavía está allí ese Jesús, que a pesar de todo, le ha tomado gusto a las moradas de los hombres.
Jesús Dios se va sin irse:
--Ese Jesús sentado a la diestra del Padre, es Dios en el desnudo, en el enfermo, Dios en el hambriento.
--Ese Jesús de Nombre, sobre todo Nombre, es Dios en el sediento, en el encarcelado, en el abandonado.
--Ese Jesús que sube al cielo, es Dios de cada hermano.
¿No nos lo dejó dicho? “Lo que hagáis a alguno de estos pequeños a mí me lo hacéis”.
3.- Jesús abandonado y roto sigue teniendo sed. Sigue teniendo la mano en súplica. Sigue requiriendo nuestra atención y cariño.
¿Qué hacemos aquí pasmados? ¿Cómo podemos vivir una vida cristiana sin andar buscando a Dios en todo lo que nos rodea?
Buscar a Dios en el cielo es muy difícil. Está muy lejos, para codearnos con Él en la familia, en el trabajo, en el estudio, en la calle esperando a que se ponga verde el semáforo. Es cosa de cada día.
Toda nuestra vida cristiana se reduce a convivir con esos líos, habituales en lo que nos rodea. Dejemos nuestras nostalgias, miedos y alegrías inoperantes y seamos fieles a nuestra tierra porque en ella vive Dios.
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