¿Contemplación o acción? ¿Y quién nos obliga a elegir? Más aún, ¿es posible elegir? Ni acción sin contemplación ni escuchar el mensaje de Jesús y olvidarse de ponerlo en práctica. Esta es la única cosa importante: conocer el mensaje de Jesús y realizarlo unidos a él.
UN ALTO EN EL CAMINO
Mientras iba de camino entró también él en una aldea, y una mujer de nombre Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María...
La parábola del buen samaritano terminó con esta reco mendación de Jesús al jurista que lo había interpelado: «Pues anda, haz tú lo mismo». Pero ese consejo era la conclusión de una parábola con la que Jesús trató de explicar una de las exigencias de la antigua alianza. ¿Era eso todo lo que tenía que decir Jesús? ¿Seguían siendo los antiguos mandamientos la norma para sus seguidores? De hecho Jesús había formula do algunas exigencias que superaban con mucho las de la antigua religión judía (Lc 6,20-36) y que incluso las contradecían (Lc 6,1-11). ¿Cómo saber entonces qué es lo propio de la comunidad cristiana?
La escena que cuenta el evangelio de hoy se desarrolla en un escenario totalmente nuevo: una aldea en donde dos her manas reciben y dan hospitalidad a Jesús. Nada se dice de los discípulos ni del resto de seguidores de Jesús (incluidos en el relato sólo por el uso del plural, al principio «iban de camino»); por otro lado, a Jesús se le llama, por dos veces, el Señor. Todo esto indica que, más allá del valor histórico de esta narración, Lucas refleja la situación de la comunidad para la que escribe y pretende ofrecer un ejemplo para cual quier comunidad: se trata de una propuesta de reflexión, un alto en el camino, para descubrir «lo verdaderamente impor tante».
¿QUE HACER? ¿COMO ESCUCHAR?
llamada María, que se sentó a los pies del Señor para escuchar sus palabras. Marta, en cambio, se dispersaba en múltiples tareas. Se le plantó delante y le dijo:
Señor, ¿no se te da nada que mi hermana me deje sola con el servicio? Dile que me eche una mano.
Marta y María representan dos maneras de entender el seguimiento de Jesús. Marta se dispersa en múltiples tareas, es una mujer servicial, incansable, atenta seguramente a todo lo que pudiera necesitar Jesús y cualquiera de los que iban con él. Lo que hace está seguramente bien, pero ¿qué es lo que hace? y ¿con qué criterios actúa? Podemos pensar que, puesto que no se había parado a escuchar a Jesús, su actividad no irá mucho más allá de las exigencias del Antiguo Testamen to, y ya que no les presta mucha atención, acabará por inter pretar las palabras de Jesús de acuerdo con las viejas tradicio nes.
María, por el momento, no hace nada: escucha a Jesús; sólo a Jesús. Como había que hacer, según la voz del cielo que acabó con las ilusiones de Pedro (pretendía escuchar a la vez la Ley y los Profetas y el mensaje de Jesús; «Este es mi hijo, el Elegido. Escuchad/o a él. Al producirse la voz, Jesús estaba solo» (Lc 9,35-36).
El mensaje de Jesús resulta tan radicalmente nuevo que no se entenderá si no se le presta toda la atención; lo acaba remos falseando si lo escuchamos con la atención dispersa por demasiadas preocupaciones, y se acabará adulterando si se intenta combinar con prácticas o mensajes ya superados. Por eso María «ha escogido la parte mejor, y ésa no se le quitará», dice Jesús: María se ha centrado en las palabras de Jesús, en la Buena Noticia.
SOLO UNA COSA ES NECESARIA
Lucas ni siquiera plantea en este pasaje la cuestión que, según la interpretación tradicional, se trataba en este pasaje: qué es más importante: la contemplación o la acción; porque escuchar a Jesús sólo tiene sentido si después se «pone por obra» el mensaje que se ha escuchado (Lc 8,21; 11,28). El problema es otro: qué es lo verdaderamente importante para el seguidor de Jesús, de dónde debe extraer los criterios para su vida (contemplación y acción) entera; cuál es su tarea específica. Y tampoco responde aquí, de manera completa, a esta cuestión; se limita a formular un criterio: sólo en Jesús se encuentra la respuesta; lo único importante es el mensaje de Jesús, el proyecto de Jesús, la Buena Noticia de Jesús Mesías.
No estaría de más que la comunidad cristiana hiciera un alto en el camino para ver cuáles son las fuentes de donde se nutre y el objetivo al que se dirige; no estará de más analizar si no hay una serie de preocupaciones que, aun siendo cues tiones importantes (la moral sexual, los métodos anticoncep tivos, el aborto, la enseñanza), nos están haciendo olvidar el proyecto global de Jesús de Nazaret: buscar que Dios reine en un mundo de hombres libres, porque son hijos, y que se quieren como hermanos (Lc 41,14-21; 6,17.20-26; 27-38; 7,36-8,3; 15,1-32).
Por supuesto que sin caer en fundamentalismos de ningún tipo, respetando la autonomía de la ciencia y de la técnica, de la filosofía y de la política; pero sabiendo que para nosotros la piedra de toque es siempre el mensaje y, sobre todo, la persona de Jesús.
UN ALTO EN EL CAMINO
Mientras iba de camino entró también él en una aldea, y una mujer de nombre Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María...
La parábola del buen samaritano terminó con esta reco mendación de Jesús al jurista que lo había interpelado: «Pues anda, haz tú lo mismo». Pero ese consejo era la conclusión de una parábola con la que Jesús trató de explicar una de las exigencias de la antigua alianza. ¿Era eso todo lo que tenía que decir Jesús? ¿Seguían siendo los antiguos mandamientos la norma para sus seguidores? De hecho Jesús había formula do algunas exigencias que superaban con mucho las de la antigua religión judía (Lc 6,20-36) y que incluso las contradecían (Lc 6,1-11). ¿Cómo saber entonces qué es lo propio de la comunidad cristiana?
La escena que cuenta el evangelio de hoy se desarrolla en un escenario totalmente nuevo: una aldea en donde dos her manas reciben y dan hospitalidad a Jesús. Nada se dice de los discípulos ni del resto de seguidores de Jesús (incluidos en el relato sólo por el uso del plural, al principio «iban de camino»); por otro lado, a Jesús se le llama, por dos veces, el Señor. Todo esto indica que, más allá del valor histórico de esta narración, Lucas refleja la situación de la comunidad para la que escribe y pretende ofrecer un ejemplo para cual quier comunidad: se trata de una propuesta de reflexión, un alto en el camino, para descubrir «lo verdaderamente impor tante».
¿QUE HACER? ¿COMO ESCUCHAR?
llamada María, que se sentó a los pies del Señor para escuchar sus palabras. Marta, en cambio, se dispersaba en múltiples tareas. Se le plantó delante y le dijo:
Señor, ¿no se te da nada que mi hermana me deje sola con el servicio? Dile que me eche una mano.
Marta y María representan dos maneras de entender el seguimiento de Jesús. Marta se dispersa en múltiples tareas, es una mujer servicial, incansable, atenta seguramente a todo lo que pudiera necesitar Jesús y cualquiera de los que iban con él. Lo que hace está seguramente bien, pero ¿qué es lo que hace? y ¿con qué criterios actúa? Podemos pensar que, puesto que no se había parado a escuchar a Jesús, su actividad no irá mucho más allá de las exigencias del Antiguo Testamen to, y ya que no les presta mucha atención, acabará por inter pretar las palabras de Jesús de acuerdo con las viejas tradicio nes.
María, por el momento, no hace nada: escucha a Jesús; sólo a Jesús. Como había que hacer, según la voz del cielo que acabó con las ilusiones de Pedro (pretendía escuchar a la vez la Ley y los Profetas y el mensaje de Jesús; «Este es mi hijo, el Elegido. Escuchad/o a él. Al producirse la voz, Jesús estaba solo» (Lc 9,35-36).
El mensaje de Jesús resulta tan radicalmente nuevo que no se entenderá si no se le presta toda la atención; lo acaba remos falseando si lo escuchamos con la atención dispersa por demasiadas preocupaciones, y se acabará adulterando si se intenta combinar con prácticas o mensajes ya superados. Por eso María «ha escogido la parte mejor, y ésa no se le quitará», dice Jesús: María se ha centrado en las palabras de Jesús, en la Buena Noticia.
SOLO UNA COSA ES NECESARIA
Lucas ni siquiera plantea en este pasaje la cuestión que, según la interpretación tradicional, se trataba en este pasaje: qué es más importante: la contemplación o la acción; porque escuchar a Jesús sólo tiene sentido si después se «pone por obra» el mensaje que se ha escuchado (Lc 8,21; 11,28). El problema es otro: qué es lo verdaderamente importante para el seguidor de Jesús, de dónde debe extraer los criterios para su vida (contemplación y acción) entera; cuál es su tarea específica. Y tampoco responde aquí, de manera completa, a esta cuestión; se limita a formular un criterio: sólo en Jesús se encuentra la respuesta; lo único importante es el mensaje de Jesús, el proyecto de Jesús, la Buena Noticia de Jesús Mesías.
No estaría de más que la comunidad cristiana hiciera un alto en el camino para ver cuáles son las fuentes de donde se nutre y el objetivo al que se dirige; no estará de más analizar si no hay una serie de preocupaciones que, aun siendo cues tiones importantes (la moral sexual, los métodos anticoncep tivos, el aborto, la enseñanza), nos están haciendo olvidar el proyecto global de Jesús de Nazaret: buscar que Dios reine en un mundo de hombres libres, porque son hijos, y que se quieren como hermanos (Lc 41,14-21; 6,17.20-26; 27-38; 7,36-8,3; 15,1-32).
Por supuesto que sin caer en fundamentalismos de ningún tipo, respetando la autonomía de la ciencia y de la técnica, de la filosofía y de la política; pero sabiendo que para nosotros la piedra de toque es siempre el mensaje y, sobre todo, la persona de Jesús.
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