Llevo tiempo fijándome en que últimamente, en las noticias de religión, aparece con muchísima frecuencia la palabra “profeta”, aplicada, pienso yo, con demasiada alegría.
Profetas lo somos por definición todos por el bautismo. Y eso significa que estamos llamados a anunciar la Palabra de Dios. Pero cuando a alguien se le aplica de forma específica la palabra “profeta” parece que lo que se dice de esta persona es que es alguien a través de quien Dios habla de forma especial a su pueblo.
Los profetas no fueron para nada futurólogos ni adivinos, sino gente abierta a Dios, llamada por Dios para hablar en su nombre a su pueblo.
En la historia de la salvación siempre ha habido grandes dificultades para distinguir a los verdaderos y falsos profetas. Y si esto pasa en la Biblia, supongo que más aún en estos tiempos. Pero sí creo recordar algunas de las características del auténtico profeta, que me atrevo a señalar.
1. Es alguien que profetiza no por su cuenta, sino como respuesta a la llamada
de Dios. Esa es la primera dificultad.
2. El profeta es alguien que vive consecuentemente con lo que predica. Es decir, que si habla de la vuelta de la Iglesia a la pobreza, él mismo vive como pobre. Recuerdo ahora esa indiscutible faceta de Don Pedro Casaldáliga.
3. El profeta predica con la palabra y con los gestos. La beata Teresa de Calcuta, por ejemplo, nos hizo volver el corazón a los pobres siendo ella misma la primera comprometida de forma real con ellos.
4. La autenticidad del profeta necesita mirar su vida de forma global. Nadie es profeta a ratos. Hay que ver si toda su vida es profética, coherente.
Lo que no entiendo es que se quiera hacer signo evidente de profetismo el ir en contra de la jerarquía de la iglesia en lo que sea y como sea.
La mujer debe ser sacerdote. ¡Profeta, profeta!
El papa y los obispos han prostituido el evangelio. ¡Profeta, profeta!
El catecismo de la iglesia es un documento inútil. ¡Profeta, profeta!
Hay que vender el Vaticano. ¡Profeta, profeta!
En la Iglesia hay que respetar el pensamiento y la libertad de cátedra de cada teólogo. ¡Profeta, profeta!
Eso sí, si alguien dice lo contrario, tiene que escuchar otras cosas:
En este momento, en la Iglesia católica, el acceso a la mujer al sacerdocio es un tema cerrado. ¡Fundamentalista, cavernícola!
El papa y los obispos son garantes de la auténtica interpretación del evangelio.
¡Fundamentalista, cavernícola!
El catecismo de la Iglesia es la exposición autorizada de la única y perenne fe apostólica, que servirá de «instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial» y de «regla segura para la enseñanza de la fe. ¡Fundamentalista, cavernícola!
Los teólogos católicos deben trabajar, aunando diligentemente sus fuerzas, para investigar y proponer las Letras divinas, bajo la vigilancia del Sagrado Magisterio.
¡Fundamentalista, cavernícola!
Nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia. ¡Fundamentalista, cavernícola!
Cuidado con las calificaciones que hacemos a los otros. ¿Profeta, por qué? ¿Cavernícola por qué? Topicazos.
Profetas lo somos por definición todos por el bautismo. Y eso significa que estamos llamados a anunciar la Palabra de Dios. Pero cuando a alguien se le aplica de forma específica la palabra “profeta” parece que lo que se dice de esta persona es que es alguien a través de quien Dios habla de forma especial a su pueblo.
Los profetas no fueron para nada futurólogos ni adivinos, sino gente abierta a Dios, llamada por Dios para hablar en su nombre a su pueblo.
En la historia de la salvación siempre ha habido grandes dificultades para distinguir a los verdaderos y falsos profetas. Y si esto pasa en la Biblia, supongo que más aún en estos tiempos. Pero sí creo recordar algunas de las características del auténtico profeta, que me atrevo a señalar.
1. Es alguien que profetiza no por su cuenta, sino como respuesta a la llamada
de Dios. Esa es la primera dificultad.
2. El profeta es alguien que vive consecuentemente con lo que predica. Es decir, que si habla de la vuelta de la Iglesia a la pobreza, él mismo vive como pobre. Recuerdo ahora esa indiscutible faceta de Don Pedro Casaldáliga.
3. El profeta predica con la palabra y con los gestos. La beata Teresa de Calcuta, por ejemplo, nos hizo volver el corazón a los pobres siendo ella misma la primera comprometida de forma real con ellos.
4. La autenticidad del profeta necesita mirar su vida de forma global. Nadie es profeta a ratos. Hay que ver si toda su vida es profética, coherente.
Lo que no entiendo es que se quiera hacer signo evidente de profetismo el ir en contra de la jerarquía de la iglesia en lo que sea y como sea.
La mujer debe ser sacerdote. ¡Profeta, profeta!
El papa y los obispos han prostituido el evangelio. ¡Profeta, profeta!
El catecismo de la iglesia es un documento inútil. ¡Profeta, profeta!
Hay que vender el Vaticano. ¡Profeta, profeta!
En la Iglesia hay que respetar el pensamiento y la libertad de cátedra de cada teólogo. ¡Profeta, profeta!
Eso sí, si alguien dice lo contrario, tiene que escuchar otras cosas:
En este momento, en la Iglesia católica, el acceso a la mujer al sacerdocio es un tema cerrado. ¡Fundamentalista, cavernícola!
El papa y los obispos son garantes de la auténtica interpretación del evangelio.
¡Fundamentalista, cavernícola!
El catecismo de la Iglesia es la exposición autorizada de la única y perenne fe apostólica, que servirá de «instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial» y de «regla segura para la enseñanza de la fe. ¡Fundamentalista, cavernícola!
Los teólogos católicos deben trabajar, aunando diligentemente sus fuerzas, para investigar y proponer las Letras divinas, bajo la vigilancia del Sagrado Magisterio.
¡Fundamentalista, cavernícola!
Nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia. ¡Fundamentalista, cavernícola!
Cuidado con las calificaciones que hacemos a los otros. ¿Profeta, por qué? ¿Cavernícola por qué? Topicazos.
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