Publicado por Cipecar
Lecturas: Eclesiástico 35,12-14.16-18; Salmo 33,2-23; 2 Timoteo 4,6-8.16-18
Evangelio: Lucas 18, 9-14
"En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los de más, dijo Jesús esta parábola:
-«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fa riseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
"¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los de más: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publica no. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo."
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:
"¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador."
Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
La parábola del Fariseo y el Publicano exclusiva de Lucas. A este evangelista le gusta personificar las ideas.
Al Jesús de Lucas le encanta hablar del espíritu farisaico en contraste con la misericordia de Dios hacia los pecadores plasmándolo en personas.
v. 9: Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola.
En varias parábolas, Lucas acostumbra a darnos la pista del tema central de la parábola.
Algunos están representados por el fariseo:
se tenían por justos o santos
despreciaban a los que no eran cumplidores de la Ley
v. 10: Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano.
Al templo a orar. Es lo indicado subir al Templo de Jerusalén a orar.
Lucas no deja de ser irónico porque nos presenta a dos hombres que están oficialmente en las antípodas en la apariencia de datîm o religiosos.
¿Quién es más dati, es decir, religioso? El termómetro para un fariseo está en la guarda mayor o menor de las 613 prohibiciones y de los 258 mandamientos.
Incluso hoy en Israel se pueden observar religiosos que llevan una kipá que corresponde al nivel de observancia. La kipá negra y además el sombrero negro con ropas negras da a conocer a un gran religioso.
El publicano está al otro extremo de la franja de lo religioso. Ejercer una profesión que lo hace pecador automáticamente.
Trabaja para la Hacienda del Emperador romano que se proclama Señor de la Tierra de Israel. Sólo Yahvé Shebaot es el Señor de la Tierra de Israel.
vv. 11-12: El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias."
El fariseo es un santo y él sabe que lo es.
Además lo proclama:
ayuna dos veces por semana,
paga el 10% de todos sus ingresos al Templo,
no es rapaz,
ni injusto,
ni adúltero,
ni gentuza como ese publicano.
Sí, incluso ora siete veces a Dios; en esa oración el espíritu o talante lo expresa gráficamente: Oh, Dios, te doy gracias, porque YO no soy como los demás hombres. Dice algo así como: Te doy gracias NO porque Tú, Señor, seas maravilloso; sino porque YO soy algo… uff… soy impresionante, porque cumplo tu Ley perfectamente
No deja de tener razón porque es mucho más santo que yo. Tenemos que recordar que el ayuno judío (y el mahometano) es no probar nada ni agua desde la salida del sol hasta su puesta… y eso dos veces por semana… ¿Quién paga religiosamente el 10% de todas las entradas? ¿Quién puede decir sinceramente que no es pecador o que cumple todas las múltiples leyes religiosas?
v. 13: En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!"
En cambio… y ¡vaya si cambiamos de escenario!
v. 14: Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»
¿Quién es este publicano?
Es un pecador y él lo sabe.
Sabe que es un traidor al Dios del Pueblo de Israel, porque está en una estructura en que se encuentra voluntariamente por un salario en que el César se presenta como el dios al que hay que pagar un impuesto y él colabora en esa traición.
¿Qué hace este maleante traidor en el Templo?
Se mantenía a distancia (por indigno)… se golpeaba el pecho…
pero no dice nada en el sentido de convertirse, enmendar su conducta, dejar de ser publicano.
¡¿Qué bonito verdad?! Dice –y eso parece fácil- ¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador!
¿Cómo reacciona el Abba de Jesús?
Jesús se complace en escandalizar porque cambian las tornas:
Este pecador-traidor bajó a su casa justificado o en buena relación con Dios
y aquél, no.
¿Cuál podría ser la traducción de lo que Jesús quiso decir en esta parábola?
Incluso los mayores santos se ha considerado grandes pecadores; luego nosotros cristianos peatones por la izquierda nos consideramos en buena compañía cuando somos pecadores.
No se nos mueve nada por dentro cuando recitamos el Yo confieso ante Dios…
El publicano está humillado, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho. ¿Por qué?
El publicano tenía el sentimiento de ser un traidor al Dios de su Pueblo.
Se me ocurrió que la parábola se podría entender como si en el reinado de Felipe II un traidor al Rey, reconocido como tal, se acercara a Su Majestad y se confesara traidor, pidiera misericordia, pero sin propósito de enmienda. Estoy seguro que o lo tomarían por loco o lo mandaban al infierno de la horca
Señor Jesús, concédenos vivir de lleno en el Reino de Padre, donde la misericordia bondadosa sea el ámbito de gracia donde sus hijos, tus hermanos, podamos vivir con ese espíritu filial. Llénanos de tu Espíritu Santo que nos aleje del talante ridículo del mentiroso fariseo en nosotros, que cree que con su esfuerzo puede congraciarse la bondad del Todobondoso. Amén.
Evangelio: Lucas 18, 9-14
"En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los de más, dijo Jesús esta parábola:
-«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fa riseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
"¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los de más: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publica no. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo."
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:
"¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador."
Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
La parábola del Fariseo y el Publicano exclusiva de Lucas. A este evangelista le gusta personificar las ideas.
Al Jesús de Lucas le encanta hablar del espíritu farisaico en contraste con la misericordia de Dios hacia los pecadores plasmándolo en personas.
v. 9: Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola.
En varias parábolas, Lucas acostumbra a darnos la pista del tema central de la parábola.
Algunos están representados por el fariseo:
se tenían por justos o santos
despreciaban a los que no eran cumplidores de la Ley
v. 10: Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano.
Al templo a orar. Es lo indicado subir al Templo de Jerusalén a orar.
Lucas no deja de ser irónico porque nos presenta a dos hombres que están oficialmente en las antípodas en la apariencia de datîm o religiosos.
¿Quién es más dati, es decir, religioso? El termómetro para un fariseo está en la guarda mayor o menor de las 613 prohibiciones y de los 258 mandamientos.
Incluso hoy en Israel se pueden observar religiosos que llevan una kipá que corresponde al nivel de observancia. La kipá negra y además el sombrero negro con ropas negras da a conocer a un gran religioso.
El publicano está al otro extremo de la franja de lo religioso. Ejercer una profesión que lo hace pecador automáticamente.
Trabaja para la Hacienda del Emperador romano que se proclama Señor de la Tierra de Israel. Sólo Yahvé Shebaot es el Señor de la Tierra de Israel.
vv. 11-12: El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias."
El fariseo es un santo y él sabe que lo es.
Además lo proclama:
ayuna dos veces por semana,
paga el 10% de todos sus ingresos al Templo,
no es rapaz,
ni injusto,
ni adúltero,
ni gentuza como ese publicano.
Sí, incluso ora siete veces a Dios; en esa oración el espíritu o talante lo expresa gráficamente: Oh, Dios, te doy gracias, porque YO no soy como los demás hombres. Dice algo así como: Te doy gracias NO porque Tú, Señor, seas maravilloso; sino porque YO soy algo… uff… soy impresionante, porque cumplo tu Ley perfectamente
No deja de tener razón porque es mucho más santo que yo. Tenemos que recordar que el ayuno judío (y el mahometano) es no probar nada ni agua desde la salida del sol hasta su puesta… y eso dos veces por semana… ¿Quién paga religiosamente el 10% de todas las entradas? ¿Quién puede decir sinceramente que no es pecador o que cumple todas las múltiples leyes religiosas?
v. 13: En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!"
En cambio… y ¡vaya si cambiamos de escenario!
v. 14: Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»
¿Quién es este publicano?
Es un pecador y él lo sabe.
Sabe que es un traidor al Dios del Pueblo de Israel, porque está en una estructura en que se encuentra voluntariamente por un salario en que el César se presenta como el dios al que hay que pagar un impuesto y él colabora en esa traición.
¿Qué hace este maleante traidor en el Templo?
Se mantenía a distancia (por indigno)… se golpeaba el pecho…
pero no dice nada en el sentido de convertirse, enmendar su conducta, dejar de ser publicano.
¡¿Qué bonito verdad?! Dice –y eso parece fácil- ¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador!
¿Cómo reacciona el Abba de Jesús?
Jesús se complace en escandalizar porque cambian las tornas:
Este pecador-traidor bajó a su casa justificado o en buena relación con Dios
y aquél, no.
¿Cuál podría ser la traducción de lo que Jesús quiso decir en esta parábola?
Incluso los mayores santos se ha considerado grandes pecadores; luego nosotros cristianos peatones por la izquierda nos consideramos en buena compañía cuando somos pecadores.
No se nos mueve nada por dentro cuando recitamos el Yo confieso ante Dios…
El publicano está humillado, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho. ¿Por qué?
El publicano tenía el sentimiento de ser un traidor al Dios de su Pueblo.
Se me ocurrió que la parábola se podría entender como si en el reinado de Felipe II un traidor al Rey, reconocido como tal, se acercara a Su Majestad y se confesara traidor, pidiera misericordia, pero sin propósito de enmienda. Estoy seguro que o lo tomarían por loco o lo mandaban al infierno de la horca
Señor Jesús, concédenos vivir de lleno en el Reino de Padre, donde la misericordia bondadosa sea el ámbito de gracia donde sus hijos, tus hermanos, podamos vivir con ese espíritu filial. Llénanos de tu Espíritu Santo que nos aleje del talante ridículo del mentiroso fariseo en nosotros, que cree que con su esfuerzo puede congraciarse la bondad del Todobondoso. Amén.
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