Publicado por Acción Católica General
● Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor.
● Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
● Leo el texto. Contemplo y subrayo.
● Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... Israel, representado por Juan, ve completadas sus esperanzas en Jesús. ¿Cuales son mis esperanzas y las de mi pueblo? ¿Encontramos en Jesús las respuestas a estas esperanzas?
● Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el evangelio. ¿En qué hechos vividos esta semana he recibido testimonio de alguien, alguien me ha mostrado a Jesús? Y yo, ¿he dicho a otros de los que me rodean aquello de “mirad a Jesús”?
● Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso.
● Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
● Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
● Leo el texto. Contemplo y subrayo.
● Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... Israel, representado por Juan, ve completadas sus esperanzas en Jesús. ¿Cuales son mis esperanzas y las de mi pueblo? ¿Encontramos en Jesús las respuestas a estas esperanzas?
● Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el evangelio. ¿En qué hechos vividos esta semana he recibido testimonio de alguien, alguien me ha mostrado a Jesús? Y yo, ¿he dicho a otros de los que me rodean aquello de “mirad a Jesús”?
● Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso.
● Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
“LLAMADOS A SER APÓSTOLES”
VER
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Algo necesario para que las personas podamos crecer y madurar correctamente es que nos motiven positivamente. Nos gusta que se valore lo que hacemos, no por orgullo o autocomplacencia, sino porque necesitamos sabernos útiles y que estamos haciendo bien las cosas. Del mismo modo que necesitamos que cuenten con nosotros. Y eso, aunque es fundamental en la infancia y juventud que los padres den ese refuerzo positivo a los hijos, también resulta necesario en la edad adulta, para no quedarnos estancados en nuestra maduración personal, creyendo que no “servimos” a nadie, que no somos útiles.
JUZGAR
El lunes pasado retomamos el tiempo ordinario, tanto en la liturgia como en nuestra vida cotidiana. Y hoy Dios, como buen Padre, por medio de su Palabra nos ha motivado positivamente, para que esa vuelta a lo cotidiano no suponga volver a la rutina o la mediocridad.
Tras haber celebrado la presencia del Dios-con-nosotros, el Señor nos ha dicho en la 1ª lectura: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso». El Padre “está orgulloso” de nosotros, Él valora mucho, que, desde nuestra libertad, hayamos acogido a su Hijo y dejado que se encarne en nuestra vida.
Y nos lo hace saber para motivarnos a seguir avanzando y creciendo. Por eso continúa diciendo: «Es poco que seas mi siervo...». Dios no quiere para nosotros una vida de fe mediocre, empequeñecida. Dios quiere lo mejor para nosotros, no nos quiere como siervos sino como verdaderos hijos suyos. Y además cuenta con nosotros para una misión: «te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra». Es poco vivir la fe como simples siervos, como un puro cumplimiento de normas y preceptos “para que Dios no nos castigue”, considerando a Dios más como un “amo castigador” que como un Padre de amor, perdón y misericordia.
Estamos llamados a ser mucho más que siervos, como hemos escuchado en la 2ª lectura: «Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios...». Podemos poner nuestro nombre en esta frase, porque es Dios mismo quien nos llama a ser apóstoles de Cristo Jesús. Dios cuenta con nosotros para dar testimonio de su luz, esa luz que en Navidad hemos celebrado que ha empezado a brillar, y que nosotros debemos llevar para iluminar las tinieblas de nuestro mundo.
Y somos “apóstoles de Cristo Jesús”: no nos anunciamos a nosotros mismos, ni proclamamos nuestras ideas. Como Juan el Bautista, nuestra misión es señalar la presencia de Jesús Resucitado en nuestro mundo: «Éste es el Cordero de Dios... Éste es...». Y eso requiere por nuestra parte un conocimiento cada vez más personal y profundo del Señor. «Yo no lo conocía...» decía Juan el Bautista. No podemos ser apóstoles si sólo tenemos un conocimiento superficial del Señor, necesitamos primero estar con Él, ser discípulos, necesitamos la oración, la formación, la celebración de los sacramentos, para que nuestra fe sea madura y poder después ser apóstoles, y decir de modo creíble: «yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios».
ACTUAR
Demos gracias a Dios por sus palabras de ánimo motivándonos a continuar creciendo y madurando humana y cristianamente siendo santos, sea cual sea nuestra edad y condición personal y social, y por contar con nosotros para que su salvación alcance hasta el confín de la tierra. Y ante esta confianza que Dios deposita en nosotros, preguntémonos: ¿Vivo mi fe como siervo, o como hijo? ¿Me siento llamado por Dios a ser discípulo-apóstol-santo? ¿Conozco al Señor, podría señalar su presencia a otros? ¿Cómo evaluaría mi oración? ¿Formo parte de algún grupo de formación para que mi fe crezca y madure? ¿Participo activa y conscientemente en la Eucaristía?
Gracias a la presencia del Dios-con-nosotros, tenemos la oportunidad de dar a nuestra vida un impulso inimaginable. Estamos llamados por el mismo Dios a ser apóstoles de Cristo Jesús, y esa meta traspasa las fronteras de lo cotidiano, rutinario y mediocre. Dios Padre está orgulloso de nosotros, cuenta con nosotros. Ojalá sepamos responder a su confianza aprovechando los medios que tenemos para responderle con sinceridad lo que hemos repetido en el Salmo: «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad».
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