NOTA: En el Tiempo Ordinario, la segunda lectura no tiene relación directa con el tema central que ocupa la celebración de la Palabra. Durante el ciclo A se van leyendo, con cierta continuidad, estas cartas apostólicas: 1 Cor; Rom; 1 Tes.
Para hacer la aventura de ser discípulo de Jesús, como dijimos el domingo pasado, para implicarse en lo que Jesús pone en marcha a partir de su bautismo en el Jordán, el Reino, hay que comenzar por acercarse a la persona de Jesús.
Aunque intentemos acercarnos en blanco, siempre vamos a El con ideas preestablecidas y a la luz de experiencias anteriores.
¿Quién es Jesús para ti? ¿Quién ha sido desde niño/a hasta ahora? No eches mano de ideas aprendidas en los libros o en la educación. ¿Qué significa vivencialmente Jesús para ti? ¿Ha tenido algo que ver con tu crecimiento humano como persona? ¿Ha dado sentido a tu vida? ¿Has tenido alguna experiencia de El o de su mensaje que te «enganchó» especialmente? ¿Fue a nivel afectivo o también de compromiso?
La Palabra sigue centrándose en Jesús, teniendo como escenario el Jordán.
- La mirada del Bautista representa admirablemente la mirada de la fe cristiana: «Yo no lo conocía, pero el Padre me dijo». ¿Cómo creer que ese peregrino de Nazaret, uno de tantos, es el Hijo de Dios que viene a bautizar con Espíritu Santo? Es el Padre el que nos da ojos nuevos, de fe, para ver en su humanidad la presencia del Dios vivo (lectura evangélica).
- La lectura de Isaías nos ayuda a comprender el camino escogido por Dios para llevar a cabo su reinado. El estilo mesiánico que va a caracterizar a Jesús corresponde al de su manifestación personal: la del Siervo, que se hace solidario con lo más humano del hombre, especialmente con los que sufren. Jesús no parece lo que es y va a actuar como siervo. Es así como Dios quiere manifestar su soberanía y constituirá a Jesús en «luz de las naciones».
- ¿Por qué así precisamente? El Evangelio no da respuestas teóricas; invita a acompañar a Jesús. Todo depende de la actitud fundamental, la disponibilidad a lo que Dios quiera (salmo responsorial). Fue la actitud de Jesús ante Dios y es la del cristiano que quiera ser su discípulo.
Nuestra cultura racionalista y técnica, que necesita prever y controlar todo, nos acostumbra a tener de antemano la respuesta a todo. Sirve, sin duda, para dominar la naturaleza, el reino de las leyes necesarias; pero no sirve para lo esencial de la vida humana, el reino de la libertad y de la esperanza, del sufrimiento y del sentido de la vida.
Recuerda alguna experiencia importante de tu vida que te ayudó a crecer en libertad, o alguna situación difícil que adquirió un sentido nuevo, más hondo. Verás cómo dependió de una actitud básica: la disposición confiada.
Si la viviste en clave de fe, te hizo comprender la centralidad que tiene en la Biblia la obediencia de fe a Dios, la entrega confiada a su voluntad.
Si lo viviste sólo en clave humana, te llevó a la misma sabiduría esencial: La vida no está en poseerla, sino en dejarse guiar por ella.
Insiste estos días, cuando hagas oración en tu cuarto o cuando vayas en el coche o por la calle, en decirle al Señor: «Aquí estoy para hacer tu voluntad».
¿Qué te nace por dentro?
- ¿Miedo? ¿No será que no te fías de Dios?
Fiarse no depende de que te empeñes en ello. Pregúntate, más bien, sobre tu imagen inconsciente de Dios. Es probable que sea bastante negativa, que sientas a Dios como amenaza. Será uno de los grandes frutos del Evangelio: descubrir a Dios-Padre.
- ¿Deseos de entrega radical, de hacer algo especial?
No tengas prisa. Esa buena disposición necesita ser fundamentada en algo más sólido que el deseo: la fe. Será también fruto del proceso de hacerse verdadero discípulo de Jesús.
- ¿Te sientes desconcertado? ¿No es así como entiendes tú el compromiso cristiano?
Allí donde el cristiano no pone por encima de todo la entrega a la voluntad de Dios, es que no ha entendido en qué consiste el Reino. En esta actitud básica se nos da la experiencia radical del Reino, pues consiste en abrirse a lo que Dios quiera, en aceptarle como Señor, en ser hijos que tienen su fuente de ser y de hacer en El, como Jesús.
1. Situación
Para hacer la aventura de ser discípulo de Jesús, como dijimos el domingo pasado, para implicarse en lo que Jesús pone en marcha a partir de su bautismo en el Jordán, el Reino, hay que comenzar por acercarse a la persona de Jesús.
Aunque intentemos acercarnos en blanco, siempre vamos a El con ideas preestablecidas y a la luz de experiencias anteriores.
¿Quién es Jesús para ti? ¿Quién ha sido desde niño/a hasta ahora? No eches mano de ideas aprendidas en los libros o en la educación. ¿Qué significa vivencialmente Jesús para ti? ¿Ha tenido algo que ver con tu crecimiento humano como persona? ¿Ha dado sentido a tu vida? ¿Has tenido alguna experiencia de El o de su mensaje que te «enganchó» especialmente? ¿Fue a nivel afectivo o también de compromiso?
2. Contemplación
La Palabra sigue centrándose en Jesús, teniendo como escenario el Jordán.
- La mirada del Bautista representa admirablemente la mirada de la fe cristiana: «Yo no lo conocía, pero el Padre me dijo». ¿Cómo creer que ese peregrino de Nazaret, uno de tantos, es el Hijo de Dios que viene a bautizar con Espíritu Santo? Es el Padre el que nos da ojos nuevos, de fe, para ver en su humanidad la presencia del Dios vivo (lectura evangélica).
- La lectura de Isaías nos ayuda a comprender el camino escogido por Dios para llevar a cabo su reinado. El estilo mesiánico que va a caracterizar a Jesús corresponde al de su manifestación personal: la del Siervo, que se hace solidario con lo más humano del hombre, especialmente con los que sufren. Jesús no parece lo que es y va a actuar como siervo. Es así como Dios quiere manifestar su soberanía y constituirá a Jesús en «luz de las naciones».
- ¿Por qué así precisamente? El Evangelio no da respuestas teóricas; invita a acompañar a Jesús. Todo depende de la actitud fundamental, la disponibilidad a lo que Dios quiera (salmo responsorial). Fue la actitud de Jesús ante Dios y es la del cristiano que quiera ser su discípulo.
3. Reflexión
Nuestra cultura racionalista y técnica, que necesita prever y controlar todo, nos acostumbra a tener de antemano la respuesta a todo. Sirve, sin duda, para dominar la naturaleza, el reino de las leyes necesarias; pero no sirve para lo esencial de la vida humana, el reino de la libertad y de la esperanza, del sufrimiento y del sentido de la vida.
Recuerda alguna experiencia importante de tu vida que te ayudó a crecer en libertad, o alguna situación difícil que adquirió un sentido nuevo, más hondo. Verás cómo dependió de una actitud básica: la disposición confiada.
Si la viviste en clave de fe, te hizo comprender la centralidad que tiene en la Biblia la obediencia de fe a Dios, la entrega confiada a su voluntad.
Si lo viviste sólo en clave humana, te llevó a la misma sabiduría esencial: La vida no está en poseerla, sino en dejarse guiar por ella.
4. Praxis
Insiste estos días, cuando hagas oración en tu cuarto o cuando vayas en el coche o por la calle, en decirle al Señor: «Aquí estoy para hacer tu voluntad».
¿Qué te nace por dentro?
- ¿Miedo? ¿No será que no te fías de Dios?
Fiarse no depende de que te empeñes en ello. Pregúntate, más bien, sobre tu imagen inconsciente de Dios. Es probable que sea bastante negativa, que sientas a Dios como amenaza. Será uno de los grandes frutos del Evangelio: descubrir a Dios-Padre.
- ¿Deseos de entrega radical, de hacer algo especial?
No tengas prisa. Esa buena disposición necesita ser fundamentada en algo más sólido que el deseo: la fe. Será también fruto del proceso de hacerse verdadero discípulo de Jesús.
- ¿Te sientes desconcertado? ¿No es así como entiendes tú el compromiso cristiano?
Allí donde el cristiano no pone por encima de todo la entrega a la voluntad de Dios, es que no ha entendido en qué consiste el Reino. En esta actitud básica se nos da la experiencia radical del Reino, pues consiste en abrirse a lo que Dios quiera, en aceptarle como Señor, en ser hijos que tienen su fuente de ser y de hacer en El, como Jesús.
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