Por P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Un párroco se enteró un día de que uno de sus feligreses había decidido no asistir más a la iglesia. La razón de este rebelde era que podía comunicarse con Dios en la naturaleza como si estuviera en la iglesia.
Una noche el párroco decidió hacerle una visita.
Sentados junto al fuego, los dos hombres hablaron de mil asuntos pero no hablaron de la asistencia a misa.
Al cabo de un rato el párroco cogió las tenazas y sacó una sola brasa del fuego. Y colocó la brillante brasa sobre el suelo.
Los dos veían la brasa apagarse poco a poco y convertirse en cenizas, mientras las otras ardían y brillaban y sus llamas bailaban alegres.
El párroco permanecía en silencio.
Al cabo de un rato, el feligrés dijo: el próximo domingo estaré en la iglesia.
Jesús, lleno del Espíritu, después de su bautismo comienza su carrera, su ministerio.
Su bautismo fue su graduación, su diploma fue firmado por el Espíritu y su anillo fue el amor del Padre.
Con estas armas se retiró a Galilea, el país de los paganos, de los no creyentes, de la oscuridad. Y allí comenzó a predicar. Un sermón muy corto. Todos conocemos la música y la letra. "Cambien sus vidas. El Reino de Dios está muy cerca".
En la radio de Jesús el tema más repetido es la conversión.
Conversión no es sólo cambiar de costumbres, dejar a un lado las esclavitudes de la carne, la seducción del mundo y las tentaciones del demonio. Éstas siempre nos van a acompañar y tentar. Esto es la conversión en clave negativa.
Conversión es encontrar el motor del cambio y este motor sólo es Cristo.
Sólo con Cristo entramos en el proceso de conversión.
Conversión es seguimiento del Señor. Y el que llama a Pedro, Andrés, Santiago y Juan es Jesús.
Hoy nos llama a nosotros a ser discípulos.
Hay una llamada sociológica y hay una respuesta personal.
Ser discípulo es dejarse encontrar, es dejarse hacer, no es conquista sino ser conquistado, es dejar los ídolos para seguir a Jesús.
"El reino de Dios está cerca".
No somos cristianos para salvarnos sino para transformar el mundo en el reino de Dios.
Nuestra misión es ser pescadores en el mar de la vida.
El cebo es la buena noticia, el amor de Dios y su reino.
Nuestro sígueme no es como el de Pedro…
Oímos la llamada: la Palabra dominical, la eucaristía dominical, la comunidad dominical.
Dos profesores de universidad conversaban un día y uno le dijo al otro: Enrique me dice que es uno de tus estudiantes. Y el otro le contestó: Enrique está en mis clases, es verdad, pero no es uno de mis estudiantes.
Una noche el párroco decidió hacerle una visita.
Sentados junto al fuego, los dos hombres hablaron de mil asuntos pero no hablaron de la asistencia a misa.
Al cabo de un rato el párroco cogió las tenazas y sacó una sola brasa del fuego. Y colocó la brillante brasa sobre el suelo.
Los dos veían la brasa apagarse poco a poco y convertirse en cenizas, mientras las otras ardían y brillaban y sus llamas bailaban alegres.
El párroco permanecía en silencio.
Al cabo de un rato, el feligrés dijo: el próximo domingo estaré en la iglesia.
Jesús, lleno del Espíritu, después de su bautismo comienza su carrera, su ministerio.
Su bautismo fue su graduación, su diploma fue firmado por el Espíritu y su anillo fue el amor del Padre.
Con estas armas se retiró a Galilea, el país de los paganos, de los no creyentes, de la oscuridad. Y allí comenzó a predicar. Un sermón muy corto. Todos conocemos la música y la letra. "Cambien sus vidas. El Reino de Dios está muy cerca".
En la radio de Jesús el tema más repetido es la conversión.
Conversión no es sólo cambiar de costumbres, dejar a un lado las esclavitudes de la carne, la seducción del mundo y las tentaciones del demonio. Éstas siempre nos van a acompañar y tentar. Esto es la conversión en clave negativa.
Conversión es encontrar el motor del cambio y este motor sólo es Cristo.
Sólo con Cristo entramos en el proceso de conversión.
Conversión es seguimiento del Señor. Y el que llama a Pedro, Andrés, Santiago y Juan es Jesús.
Hoy nos llama a nosotros a ser discípulos.
Hay una llamada sociológica y hay una respuesta personal.
Ser discípulo es dejarse encontrar, es dejarse hacer, no es conquista sino ser conquistado, es dejar los ídolos para seguir a Jesús.
"El reino de Dios está cerca".
No somos cristianos para salvarnos sino para transformar el mundo en el reino de Dios.
Nuestra misión es ser pescadores en el mar de la vida.
El cebo es la buena noticia, el amor de Dios y su reino.
Nuestro sígueme no es como el de Pedro…
Oímos la llamada: la Palabra dominical, la eucaristía dominical, la comunidad dominical.
Dos profesores de universidad conversaban un día y uno le dijo al otro: Enrique me dice que es uno de tus estudiantes. Y el otro le contestó: Enrique está en mis clases, es verdad, pero no es uno de mis estudiantes.
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