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sábado, 29 de enero de 2011

LAS BIENAVENTURANZAS



Proclamación del reino de Dios. En este domingo se proclaman como evangelio las bienaventuranzas. Son el prólogo al discurso del monte, que es una grandiosa composición literaria en que Mateo recopila y sistematiza para el discípulo, como en un catecismo breve, diversos temas de la predicación de Jesús en ocasiones distintas. Se irá leyendo desde este domingo al noveno.

Las bienaventuranzas son, en boca de Jesús, la proclamación profética del espíritu y actitudes propias de quienes optan por el reino de Dios. Bienaventuranza, como la palabra indica, es felicitar y desear felicidad a otro. Jesús proclama dichosos a los pobres, los sufridos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los que trabajan por la paz, los perseguidos por causa del bien. Pero, ¿tiene sentido considerar felices a todas estas personas? ¿Son las bienaventuranzas de Cristo un mensaje válido para nuestro tiempo? ¿Es que las puede encajar el hombre actual? ¿No quedarán solamente en una bella utopía?

Como respuesta a estos interrogantes difíciles se han ofrecido y se ofrecen diversas lecturas de las bienaventuranzas que constituyen claves de interpretación contrapuesta de las mismas.

1.- En clave de lógica racionalista, las bienaventuranzas son una estupidez aberrante y demencial; las ocho normas para no triunfar nunca en la vida. Pero ésta es la sabiduría humana, de la que se ríe Dios.

2.- La interpretación espiritualista es la contrarréplica de la anterior.

Las bienaventuranzas significan un vago espiritualismo, un bello ideal, simpatizante con el bien, la pobreza y la paz. El compromiso personal se diluye en la pasividad de lo imposible. No nos vale esta clave, por alienante.

3.- La lectura sociológica es la que prefieren otros.

El significado directo de los términos es lo que cuenta para ser destinatario de las bienaventuranzas de Jesús. El pobre y el hambriento, el oprimido y el explotado, el perseguido y el encarcelado, por el mero hecho de serlo están ya dentro del evangelio, son bienaventurados, son los elegidos para el reino de Dios. No es exacto. La mera situación sociológica no se identifica con la actitud psicológica personal. Y ésta segunda es, según Mateo, la que más califica para las bienaventuranzas.

4.- La opción por los pobres y marginados es otra de las claves de interpretación. Quienes la patrocinan acentúan que la bienaventuranza de la pobreza resume todas las demás. Es una fuerte corriente eclesial que, fundamentada en la Biblia y en la teología de una liberación integral por la fe en Cristo, ha cobrado fuerza en las comunidades cristianas y en los documentos del magisterio eclesiástico. Esta lectura es válida, nos sirve.

5.- La vida, ejemplo y conducta de Jesús son, en definitiva, la clave más auténtica de interpretación de las bienaventuranzas. Él fue pobre y sufrido, tuvo hambre y sed de justicia, fue misericordioso y limpio de corazón, trabajó por la paz y la reconciliación, fue perseguido y murió por causa del bien y por amor al hombre. De esta forma encarnó en su persona las actitudes básicas del reino de Dios que preconizan las bienaventuranzas, y éstas se convierten para el discípulo en programa real y posible del seguimiento incondicional de Cristo.

Las bienaventuranzas son consideradas por biblistas y teólogos como la norma suprema de conducta para el cristiano, aunque no estén redactadas en forma de ley, ni siquiera como imposición. Las bienaventuranzas son en labios de Jesús una invitación y un indicativo, no un imperativo; pero un indicativo de tal alcance y categoría que constituye la norma base de conducta moral, la carta magna de autenticidad para todo cristiano, y no sólo para una minoría.

Solamente quien las practica entiende las bienaventuranzas, porque son paradójicas y suponen una inversión total de los criterios al uso. Pertenecen a la esfera religiosa de la vivencia experimental del don de Dios en la fe. Por eso únicamente son capaces de entenderlas en toda su profundidad quienes las viven por una opción personal o por una aceptación gozosa de lo inevitable, asumiendo con libertad de espíritu una situación dada.

Éstos son los sucesores de los pobres de Yavé, de que habla la primera lectura, tomada del profeta Sofonías (s.VII a.C.). Este profeta fue el primero en dar un alcance espiritual al tema profético de los pobres; verdadero precursor del sentido neotestamentario de "pobre" que, confiando en el Señor y vacío de sí mismo, practica la rectitud y el bien con absoluta fidelidad.

Igualmente san Pablo en la segunda lectura, hablando de la sabiduría de Dios que confunde la sabiduría del mundo, acentúa la preferencia de Dios por lo pobre del mundo, lo necio, lo despreciable, lo que no cuenta, lo marginado. A estos "pobres" el Señor les ayuda a entender la sabia locura de la cruz.

La pobreza como resumen. Imposible comentar aquí todas las bienaventuranzas con sus aplicaciones concretas. Quizá sea el testimonio de la pobreza lo que mejor entenderá nuestro mundo actual: un compromiso real de la Iglesia y de los cristianos con la pobreza efectiva y de espíritu, expresado en la opción personal y comunitaria por la liberación de los pobres, en el amplio sentido de la palabra. Pues "pobreza" es un concepto que engloba muchos aspectos: económico, social, cultural, espiritual, religioso, carencia de dignidad y derechos humanos, marginación, privación de libertad, negación de voz y voto, explotación, injusticia, opresión, enfermedad y muerte prematura. En el amplio concepto de pobreza, como en un denominador común, pueden tener cabida las demás bienaventuranzas.


Oración


Gracias, Señor Jesús, porque, proclamándolos dichosos,

asignas el reino de Dios y devuelves la dignidad y la esperanza a todos los que el mundo tiene por últimos e infelices:

los pobres y los humildes, los que lloran y los que sufren, los que tienen hambre y sed inagotables de fidelidad a Dios, los misericordiosos que saben perdonar a quienes les ofenden, los que proceden con un corazón limpio, noble y sincero, los que fomentan la paz en torno y desechan la violencia, los que son perseguidos por servir a Dios y al evangelio.

Tú fuiste, Señor Jesús, el primero en realizar tal programa. Tú eres nuestro ejemplo y nuestra fuerza. ¡Bendito seas, Señor!

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