Por Pedro Miguel Lamet sj
En estos tiempos de crisis y agobio, cuando parece que el mundo depende de los banqueros, y pendemos de sus labios o escuchamos con avidez que dicen los grandes observadores financieros sobre nuestro futuro, o el mundo se divide por la confianza económica en el ranking de países y algunos compran oro para agarrarse a algo defintivo que dure “para siempre”,
Ahora que los profetas son futbolístas, los pontífices famosos y los líderes malabaristas de la mentira,háblame, Señor-
Rompe los códigos de los poderosos, los criterios de la publicidad, los ideales de los grandes programadores de medios, los intereses de mercado.
Siéntate aquí a mi lado, sobre la hierba ahora que atardece y siento el peso del vivir como una losa, un miedo al futuro, una larga incertidubre,
Ahora que no sé cómo ayudar a mi hermano a salir del bache o percibo que este mundo pequeño se ha colado en mis amigos, mi familia, mi comunidad incluso cristiana o budista o musulmana y los diocesillos de barro se agrandan como gigantes,
Siéntate a mi lado y mírame, como en tus tiempos de Galilea y háblame de aquel que quiso asegurarse la vida a base de acumular grano, o del que construyó sobre arena o de los lirios y los gorriones. Dime aquello del manantial que salta por encima del tiempo hasta una vida sin tiempo o eterna y de lo que brotará de mis entrañas.
Ayúdame a limpiar mis ojos y mirar más que ver qué hay detrás de todo eso. Ver los cráneos que ocultan las cabezas de los financieros, imaginarme a los políticos jugando al aro, aventurar un rostro infinito detrás de las estrellas.
Dejame inclinar la cabeza sobre tus palabras y confiar en ti porque tú no presumes de coche, ni de demótica, ni de salir en la tele o tener un tipo de ensueño o vestir muy fashion, sino de tener entrañas, de ser humilde y manso de corazón para recibir a los que estamos tristes o agobiados.
Deja que mi yo pequeño descubra su yo grande en ese corazón infinito y que vuelva a nacer como le pedías a Nicodemo y que, cuando veo a tu Iglesia obsesionada con dogmas, normas o prescripciones, te vea entre publicanos, entre gitanos e inmigrantes, en los barcos de refugiados sin rumbo y entre los hombres que te buscan en cualquier religión u ong.
Pero sobre todo enseñáme a mirarme como resucitado, salvado, rescatado desde el momento que me pierdo en ti. Amén-
Ahora que los profetas son futbolístas, los pontífices famosos y los líderes malabaristas de la mentira,háblame, Señor-
Rompe los códigos de los poderosos, los criterios de la publicidad, los ideales de los grandes programadores de medios, los intereses de mercado.
Siéntate aquí a mi lado, sobre la hierba ahora que atardece y siento el peso del vivir como una losa, un miedo al futuro, una larga incertidubre,
Ahora que no sé cómo ayudar a mi hermano a salir del bache o percibo que este mundo pequeño se ha colado en mis amigos, mi familia, mi comunidad incluso cristiana o budista o musulmana y los diocesillos de barro se agrandan como gigantes,
Siéntate a mi lado y mírame, como en tus tiempos de Galilea y háblame de aquel que quiso asegurarse la vida a base de acumular grano, o del que construyó sobre arena o de los lirios y los gorriones. Dime aquello del manantial que salta por encima del tiempo hasta una vida sin tiempo o eterna y de lo que brotará de mis entrañas.
Ayúdame a limpiar mis ojos y mirar más que ver qué hay detrás de todo eso. Ver los cráneos que ocultan las cabezas de los financieros, imaginarme a los políticos jugando al aro, aventurar un rostro infinito detrás de las estrellas.
Dejame inclinar la cabeza sobre tus palabras y confiar en ti porque tú no presumes de coche, ni de demótica, ni de salir en la tele o tener un tipo de ensueño o vestir muy fashion, sino de tener entrañas, de ser humilde y manso de corazón para recibir a los que estamos tristes o agobiados.
Deja que mi yo pequeño descubra su yo grande en ese corazón infinito y que vuelva a nacer como le pedías a Nicodemo y que, cuando veo a tu Iglesia obsesionada con dogmas, normas o prescripciones, te vea entre publicanos, entre gitanos e inmigrantes, en los barcos de refugiados sin rumbo y entre los hombres que te buscan en cualquier religión u ong.
Pero sobre todo enseñáme a mirarme como resucitado, salvado, rescatado desde el momento que me pierdo en ti. Amén-
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