Publicado por Dominicos.org
“No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”
En la celebración del miércoles de ceniza iniciábamos un tiempo de oración, limosna, ayuno y abstinencia. Recursos que nos ayudan a vivir con mayor profundidad este tiempo cuaresmal y a preparar nuestro interior para escuchar con mayor atención e intensidad la Palabra de Dios. En ella podemos descubrir también las principales voces de los hombres cuando reclaman más justicia y cuando demandan una palabra que se convierta en el eco de sus clamores y zozobras.
Iniciamos el primer domingo de cuaresma con la proclamación del Evangelio de Mateo, centrado todo él en las tentaciones de Jesús en el desierto. Jesús es tentado después de cuarenta días y cuarenta noches de ayuno. La tentación se hace mayor en una situación de debilidad. Preceden a este Evangelio los textos tomados del libro del Génesis y de la carta a los Romanos.
En la primera lectura, del libro del Génesis, el autor nos confronta con nuestra propia realidad: somos vulnerables. Palpamos en la propia experiencia y constatamos en las experiencias ajenas la realidad del mal, del pecado y de la muerte. El autor del Génesis nos ofrece una reflexión sobre los límites del ser humano. ¿Dónde están nuestros límites? ¿Qué ocurre y nos ocurre cuando los traspasamos? Podemos constatar con bastante frecuencia en la vida de los seres humanos y en sus relaciones la tentación de querer ser más que dioses, el deseo de querer constituirnos en dioses para los otros, en dueños de su suerte y destino, poseedores incluso de su vida y condición.
San Pablo, en la Carta a los Romanos, nos desmonta ese anhelo dominador cuando contrapone obediencia a desobediencia; pecado a gracia; culpa a don; y, condena a indulto. La experiencia paulina nos sitúa de una manera nueva frente a la fatalidad del mal. Habiendo experimentado la fe en Jesucristo encuentra en El toda acción de justicia y toda palabra comprometida con la suerte de los demás.
Primera lectura: (Génesis, 2,7-9; 3,1-7)
Marco: Todo el conjunto está redactado en forma muy popular que recoge datos fundamen-tales para la fe de Israel, para la fe de la Iglesia y para la comprensión del hombre y de la humanidad. En la celebración judía pascual recordaban cuatro acontecimientos: creación, llamada de Abrahán y sacrificio de Isaac, liberación de la esclavitud de Egipto y esperanza escatológica. Por eso esta lectura cuadra muy bien al comienzo de la Cuaresma camino hacia la Pascua.
Reflexión
¡Dios modela al hombre como modela la arcilla un alfarero y soplando en su nariz lo convirtió en un ser vivo!
Un relato de estilo popular pero que encierra un mensaje fundamental: dar explicación de la existencia del hombre y su tarea en el mundo como ser vivo. El relato nos invita a centrar la atención en algunas realidades de singular interés: Dios, como un alfarero, modela al hombre de la arcilla como se modelan las ánforas, las estatuillas o amuletos y utensilios de barro. A diferencia del relato más teológico de Gn 1 (tradición sacerdotal) en que se recuerda que el hombre ha sido "creado" por la Palabra a imagen y semejanza de Dios (es decir, libre, capaz de amar y en comunión con Dios y entre los seres creados y destinados a ser felices), en este relato la visión es más antropomórfica (modo característico de entender y presentar a Dios el teólogo-autor que llamamos yavista). Es el resultado de una acción delicadamente realizada por Dios: lo modela con sumo cuidado y cariño.
El Señor Dios sopló en su nariz un aliento de vida y el hombre se convirtió en ser vivo. Dios sopla en su nariz y se convierte en un ser vivo. Este teólogo sabe que con el término “espíritu” indica a la vez viento atmosférico, respiración de los seres vivos y el Espíritu de Dios. Eso lo ha observado por la experiencia. El hombre llega a la vida porque recibe el don (Espíritu) de Dios que sopla en sus narices (de donde procede habitualmente la respiración) y lo expresa con estilo simple y directo. El hombre ha recibido la vida como gracia. El Espíritu queda siempre más allá del alcance del poder del hombre. El verbo "soplar", que utiliza para expresar la acción del Espíritu en el hombre, se encuentra sólo otras dos veces en la Biblia: en Ez 37 (la visión de los huesos secos que reviven por el soplo del Espíritu) y en Jn 20,21ss (el momento de la aparición del Resucitado que derrama soble esllos el Espíritu y los envía al mundo y de). La primera creación, la promesa de la nueva creación a partir de la liberación del exilio de Babilonia y la nueva creación realizada por Cristo son obra del Espíritu Creador. ¡Dios crea al hombre para la vida y para la felicidad! Dios colocó al hombre en el jardín que es la dramatización de algunas verdades fundamentales: significa el bienestar por excelencia, es símbolo de la felicidad, es imagen plástica de la comunión misteriosa del hombre con Dios. Colaborar en la creación con su Creador es un don, es una oportunidad de realización del hombre como obra del amor de Dios y la acción del Espíritu. En el medio el jardín está el árbol de la ciencia del bien y del mal. Expresión plástica de una realidad teológica también: sólo Dios es el soberano, Él se reserva la autoridad de decidir y determinar el bien y el mal. El hombre ya ha recibido con el don del Espíritu creador la capacidad de ser libre en sus decisiones. Puede elegir el bien o el mal. ¡Pero el hombre se atrevió a querer ser como Dios! Pero la realiodad humana ha sido dolorosa y lo sigue siendo: injusticias, desprecios de las personas humana, guerras y muerte violentas, etc. Esta reflexión la realizaba un creyente en Dios, el Dios Bueno y Amor, conocedor de que el hombre ha salido de sus manos (es aconsejable leer este texto despacio: Sb 2,23-24).
Segunda lectura: (Romanos 5,12-19).
Marco: es un fragmento de la segunda parte de la carta a los Romanos (5,1-8,39): la nueva vida en el Espíritu.
Reflexión
¡El reencuentro amoroso con Dios como fruto de la fe en Jesús!
Pablo procede a ilustrar el modo de la justificación por la fe, es decir, los efectos que produce en nosotros: ante todo, la paz con Dios (5,1-11) y la esperanza de la gloria de Dios por la cual seremos glorificados. En segundo lugar, la vida (5,12-21). Es una reproducción muy esquemática del contenido de 5,12-21. En efecto, en 5,12 el apóstol no pasa simplemente de un modo al otro de representar la salvación de los justificados, sino que una vez más asume el discurso desde la raíz. ¡Gratuidad y universalidad de la obra de Cristo! En Jesucristo, Dios ha reafirmado "su" justicia y por lo mismo "su verdad" en medio de toda la injusticia del mundo, dada gratuitamente a quien, en la fe, se abre dócil y responsablemente a ella. Mediante esta acción el segundo Adán no sólo contrabalancea el pecado, sino que concede a la humanidad un acceso de gracia para la vida eterna. Con el aconteci-miento de Jesús, Dios ha realizado una nueva e incomparable creación del mundo y del hombre. Por eso, esta lectura conecta profundamente con la primera. Es la respuesta cristológica y soteriológica que el Espíritu ofrece a la humanidad. ¡Cristo, contrapunto de Adán! Esta palabra sigue siendo vigente hoy como ayer. Los discípulos de Cristo en medio del mundo son llamados a hacer visible para todos nuestros hermanos los hombres.
Evangelio: (Mateo 4,1-11).
Marco: En una visión apocalíptica, se nos brinda la oportunidad de comprender en ella la llamada de Jesús a su misión y tarea de Siervo de Yahvé y Mesías con el don del Espíritu que desciende sobre él. A continuación, Jesús se retira al desierto y es tentado.
Reflexión
¿Por qué y cuándo fue tentado Jesús?
El relato de las tentaciones es una catequesis muy pensada en la que se quiere reflejar cómo Jesús asume solidariamente los dos grandes momentos de la etapa anterior: la historia de la humanidad que allá en el paraíso sucumbe a la tentación, es decir, no quiere aceptar los límites que le corresponde como criatura y la gran peregrinación del pueblo de Dios por el desierto durante cuarenta años. Jesús se solidariza con los protagonistas de ambos acontecimientos, pero desde su singularidad para darles respuesta adecuada y coherente. Esta presentación catequética, hay que desdoblarla y situarla en la vida histórica de Jesús, si se quiere comprender el auténtico mensaje. Quiero decir, que siguiendo tanto el relato sinóptico como el joánico de la misión de Jesús, comprobamos que Jesús fue tentado durante todo su ministerio, para inducirlo al rechazo de la misión que el Padre le ha encomendado y que Jesús aceptó: la salvación a través del verdadero mesianismo y de la tarea Siervo de Yahvé que asume la responsabilidad humana. Esta tarea es escandalosa para los judíos y choca con la concepción en boga en tiempos de Jesús. ¡Fue tentado como nosotros en todo, pero no pecó! ¿Pan o Palabra de Dios? El pan, remite al milagro del maná en el desierto. Jesús vence la tentación retirándose a la montaña y revelando a las gentes el sentido del pan (Jn 6,26ss). ¿Ostentación o silenciosa eficacia salvadora? La segunda tentación es la oferta de un modo distinto de llevar adelante el plan de Dios que el que Jesús se ha atrevido a adoptar. El pueblo judío tiene otras expectativas: la liberación social "manifestándose" como un gran líder que conduzca al pueblo a su liberación. Esta dialéctica de manifestación ostentosa y de ocultamiento salvador es la tentación segunda. La victoria sobre esta tentación se ilumina plenamente en la cruz liberadora de la ley, del pecado y de la muerte, pero que provoca un profundo escándalo. ¿Poder temporal o salvación total y universal? La tercera tentación hay que entenderla en un pueblo sometido duramente por los romanos (roban, violan, extorsionan sin escrúpulo) que necesita una liberación tangible que ha de realizar el Mesías. Y quieren hacerle rey, le ofrecen el liderazgo político-militar. El poder de Dios se manifiesta de otra manera y Jesús quiere encarnar y realizar ese plan (Sb 11,23). En esta realidad de la historia concreta de Jesús las tentaciones recobran toda su viveza. Durante su ministerio tuvo que enfrentarse constantemente con gentes que "le tentaban", le "ponían" a prueba insistentemente hasta la cruz como recuerda Lucas: "le dejó hasta otra ocasión".
La Palabra de Dios, en este primer domingo de cuaresma, nos ofrece una reflexión sobre la condición del ser humano y sobre los recursos que éste tiene para superarse en su propia condición limitada. Algunas preguntas subyacen a los textos que ofrece la liturgia cuaresmal: ¿Cuáles son nuestros límites? ¿En qué somos vulnerables? ¿Dónde está nuestra capacidad de superación? ¿Qué dones hemos recibido de Dios en Jesucristo? ¿Cuáles son nuestras opciones personales en el ejercicio de nuestra libertad? ¿Cómo ejercemos la libertad desde la obediencia y la escucha? ¿Qué compromisos adquirimos con nuestros semejantes?
Podemos responder a estas preguntas desde muchos puntos de vista. Las lecturas de este domingo nos invitan a buscar respuestas. En la primera lectura, del libro del Génesis, la respuesta está en nuestra capacidad de dejarnos interpelar por Dios, para evitar escucharnos sólo a nosotros mismos y poder responder así desde una escucha atenta y obediente. En la segunda lectura, San Pablo muestra su convicción más profunda: la gracia de Dios en Cristo supera toda atadura al mal y al pecado. En el Evangelio de Mateo, nos sumergimos en la experiencia que Jesús trasluce de Dios cuando vence las tentaciones a las que es sometido en una experiencia de desierto y desolación. Pero nosotros, ahora, ¿Seremos capaces de ver cómo Dios humaniza nuestra vida cuando buscamos respuestas en su Palabra? Tres constataciones:
Necesitados de contraste.
Todo ser humano percibe en la experiencia de su vida personal los límites de la propia existencia. También experimenta con mayor o menor fuerza e impulso el deseo de superarse, de ir más allá de las posibilidades que su propia naturaleza y condición le proporcionan. Por otro lado, se fomenta en la actualidad la necesidad artificial de ‘experimentar situaciones extremas’, de ‘divinizar’ lo humano hasta límites insospechados, de poner sólo lo humano como criterio último de realización y decisión. Es la lucha de nuestra propia libertad por alcanzar metas imposibles para nosotros. Caemos, incluso, en el error de pensar que somos más humanos cuando llevamos el ejercicio de nuestra libertad autónoma hasta el extremo, sin contraste con Dios ni con los semejantes.
Somos vulnerables.
Pero la vida también nos muestra su rostro más duro. En ella experimentamos la debilidad, la herida, la enfermedad, la lucha, el pecado, el dolor y la muerte. En la vida el mal adquiere múltiples formas, es sorpresivo y no del todo controlable por nosotros. Estas u otras experiencias de contraste se vuelven negatividad y ponen de manifiesto nuestra vulnerabilidad. Nos recuerdan que somos seres limitados, que no todo nos está permitido ni está a nuestro alcance, que no somos dueños despóticos de los otros, ni siquiera de nosotros mismos. En definitiva, que hay límites. Hay dimensiones de nuestra existencia cuyo señorío no nos pertenece. No somos dueños de la vida ni de la muerte.
El diálogo con lo divino nos humaniza.
El diálogo se nos ofrece como un recurso humano que tenemos para superar nuestras zozobras y contradicciones. También para colmar los anhelos más profundos y asumir los límites de la propia naturaleza. Todo ello en la medida en que Dios y nuestros semejantes se vuelvan contraste para nosotros; nos ayuden a clarificar la voluntad y a purificar los deseos más confusos; a reorientar los proyectos y a serenar las pulsiones; a profundizar en los anhelos y a madurar en las decisiones.
“Está escrito”
Lo ‘escrito’ garantiza nuestro diálogo.
¿Dónde está la garantía del diálogo y por lo tanto de nuestra propia humanización y compromiso? Jesús en el Evangelio es claro al respecto: ‘en lo que está escrito’. Esta es la expresión que reiteradamente se repite en el evangelio de Mateo. Por tres veces es mencionada y le sirve al evangelista para iniciar su respuesta a cada una de las tentaciones que recibe Jesús. Jesús, en diálogo con ‘lo que está escrito’, nos evoca su mejor lectura sobre lo que está fijado de antemano, lo que previamente ha sido reflexionado, lo no improvisado, lo que ha mostrado prueba de veracidad y permanencia, lo valioso en cualquier circunstancia. En definitiva: lo que ha sido transmitido porque previamente ha sido vivido, experimentado y purificado de falsas e interesadas interpretaciones. Esta es su mejor garantía.
Lo ‘escrito’ está en nuestro interior.
¿Qué palabras llevamos escritas en nuestra interior y que resultan imborrables para nosotros? En la vida personal de todo hombre o mujer hay palabras que adquieren mayor relevancia que otras. Algunas, incluso, están escritas en su interior. Recuerdan personas, evocan fidelidades, rememoran infidelidades o sinsabores; provocan estados de ánimo; expresan vergüenza, satisfacción o regocijo. Nos agarramos a ellas como quien busca seguridad. Éstas se vuelven permanentes, ‘están escritas’ en el tejido de nuestra interioridad. Por ello se vuelven también evocadoras de espiritualidad. Lo escrito en nuestro interior es fuente de opciones y decisiones. Es el eje desde el que se mueve nuestra libertad.
Lo ‘escrito’ en la interioridad de Jesús es descrito por Mateo en el relato de las tentaciones.
La respuesta de Jesús a cada una de las tentaciones muestra una opción interior clara y contundente. He aquí sus respuestas y, por lo tanto, su Palabra:
- Es preciso amar a Dios y a los demás con todo el corazón: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Es verdad, ‘no sólo de pan vive el hombre’, pero también de pan. El pan y la palabra, dos elementos imprescindibles para la vida digna, en lo material y en lo espiritual, de todo ser humano. No hay pan sin una palabra que lo reparta y no hay palabra veraz sin alimento para todos.
- Es preciso amar a Dios y a los demás con todo el alma: “No tentarás, al Señor tu Dios”. Dios y los demás nos son sujetos de manipulación ni seres sin dignidad. No están al socaire de nuestros intereses egoístas ni a nuestro servicio interesado. Exigen de nosotros un amor, claro, limpio, entregado, sincero y auténtico.
- Es preciso amar a Dios y a los demás con todas nuestras fuerzas: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto”. Una vida centrada en Dios nos lleva a procurar buenas acciones con los demás, a dignificar sus personas y a humanizar más y mejor su vida, a comprometernos con el bien y la justicia de Dios. En este compromiso deben estar nuestras fuerzas.
En la celebración del miércoles de ceniza iniciábamos un tiempo de oración, limosna, ayuno y abstinencia. Recursos que nos ayudan a vivir con mayor profundidad este tiempo cuaresmal y a preparar nuestro interior para escuchar con mayor atención e intensidad la Palabra de Dios. En ella podemos descubrir también las principales voces de los hombres cuando reclaman más justicia y cuando demandan una palabra que se convierta en el eco de sus clamores y zozobras.
Iniciamos el primer domingo de cuaresma con la proclamación del Evangelio de Mateo, centrado todo él en las tentaciones de Jesús en el desierto. Jesús es tentado después de cuarenta días y cuarenta noches de ayuno. La tentación se hace mayor en una situación de debilidad. Preceden a este Evangelio los textos tomados del libro del Génesis y de la carta a los Romanos.
En la primera lectura, del libro del Génesis, el autor nos confronta con nuestra propia realidad: somos vulnerables. Palpamos en la propia experiencia y constatamos en las experiencias ajenas la realidad del mal, del pecado y de la muerte. El autor del Génesis nos ofrece una reflexión sobre los límites del ser humano. ¿Dónde están nuestros límites? ¿Qué ocurre y nos ocurre cuando los traspasamos? Podemos constatar con bastante frecuencia en la vida de los seres humanos y en sus relaciones la tentación de querer ser más que dioses, el deseo de querer constituirnos en dioses para los otros, en dueños de su suerte y destino, poseedores incluso de su vida y condición.
San Pablo, en la Carta a los Romanos, nos desmonta ese anhelo dominador cuando contrapone obediencia a desobediencia; pecado a gracia; culpa a don; y, condena a indulto. La experiencia paulina nos sitúa de una manera nueva frente a la fatalidad del mal. Habiendo experimentado la fe en Jesucristo encuentra en El toda acción de justicia y toda palabra comprometida con la suerte de los demás.
Fray Jesús Díaz Sariego
Convento de Ntra. Sra. de Atocha - Madrid
Convento de Ntra. Sra. de Atocha - Madrid
Comentario Bíblico
Primera lectura: (Génesis, 2,7-9; 3,1-7)
Marco: Todo el conjunto está redactado en forma muy popular que recoge datos fundamen-tales para la fe de Israel, para la fe de la Iglesia y para la comprensión del hombre y de la humanidad. En la celebración judía pascual recordaban cuatro acontecimientos: creación, llamada de Abrahán y sacrificio de Isaac, liberación de la esclavitud de Egipto y esperanza escatológica. Por eso esta lectura cuadra muy bien al comienzo de la Cuaresma camino hacia la Pascua.
Reflexión
¡Dios modela al hombre como modela la arcilla un alfarero y soplando en su nariz lo convirtió en un ser vivo!
Un relato de estilo popular pero que encierra un mensaje fundamental: dar explicación de la existencia del hombre y su tarea en el mundo como ser vivo. El relato nos invita a centrar la atención en algunas realidades de singular interés: Dios, como un alfarero, modela al hombre de la arcilla como se modelan las ánforas, las estatuillas o amuletos y utensilios de barro. A diferencia del relato más teológico de Gn 1 (tradición sacerdotal) en que se recuerda que el hombre ha sido "creado" por la Palabra a imagen y semejanza de Dios (es decir, libre, capaz de amar y en comunión con Dios y entre los seres creados y destinados a ser felices), en este relato la visión es más antropomórfica (modo característico de entender y presentar a Dios el teólogo-autor que llamamos yavista). Es el resultado de una acción delicadamente realizada por Dios: lo modela con sumo cuidado y cariño.
El Señor Dios sopló en su nariz un aliento de vida y el hombre se convirtió en ser vivo. Dios sopla en su nariz y se convierte en un ser vivo. Este teólogo sabe que con el término “espíritu” indica a la vez viento atmosférico, respiración de los seres vivos y el Espíritu de Dios. Eso lo ha observado por la experiencia. El hombre llega a la vida porque recibe el don (Espíritu) de Dios que sopla en sus narices (de donde procede habitualmente la respiración) y lo expresa con estilo simple y directo. El hombre ha recibido la vida como gracia. El Espíritu queda siempre más allá del alcance del poder del hombre. El verbo "soplar", que utiliza para expresar la acción del Espíritu en el hombre, se encuentra sólo otras dos veces en la Biblia: en Ez 37 (la visión de los huesos secos que reviven por el soplo del Espíritu) y en Jn 20,21ss (el momento de la aparición del Resucitado que derrama soble esllos el Espíritu y los envía al mundo y de). La primera creación, la promesa de la nueva creación a partir de la liberación del exilio de Babilonia y la nueva creación realizada por Cristo son obra del Espíritu Creador. ¡Dios crea al hombre para la vida y para la felicidad! Dios colocó al hombre en el jardín que es la dramatización de algunas verdades fundamentales: significa el bienestar por excelencia, es símbolo de la felicidad, es imagen plástica de la comunión misteriosa del hombre con Dios. Colaborar en la creación con su Creador es un don, es una oportunidad de realización del hombre como obra del amor de Dios y la acción del Espíritu. En el medio el jardín está el árbol de la ciencia del bien y del mal. Expresión plástica de una realidad teológica también: sólo Dios es el soberano, Él se reserva la autoridad de decidir y determinar el bien y el mal. El hombre ya ha recibido con el don del Espíritu creador la capacidad de ser libre en sus decisiones. Puede elegir el bien o el mal. ¡Pero el hombre se atrevió a querer ser como Dios! Pero la realiodad humana ha sido dolorosa y lo sigue siendo: injusticias, desprecios de las personas humana, guerras y muerte violentas, etc. Esta reflexión la realizaba un creyente en Dios, el Dios Bueno y Amor, conocedor de que el hombre ha salido de sus manos (es aconsejable leer este texto despacio: Sb 2,23-24).
Segunda lectura: (Romanos 5,12-19).
Marco: es un fragmento de la segunda parte de la carta a los Romanos (5,1-8,39): la nueva vida en el Espíritu.
Reflexión
¡El reencuentro amoroso con Dios como fruto de la fe en Jesús!
Pablo procede a ilustrar el modo de la justificación por la fe, es decir, los efectos que produce en nosotros: ante todo, la paz con Dios (5,1-11) y la esperanza de la gloria de Dios por la cual seremos glorificados. En segundo lugar, la vida (5,12-21). Es una reproducción muy esquemática del contenido de 5,12-21. En efecto, en 5,12 el apóstol no pasa simplemente de un modo al otro de representar la salvación de los justificados, sino que una vez más asume el discurso desde la raíz. ¡Gratuidad y universalidad de la obra de Cristo! En Jesucristo, Dios ha reafirmado "su" justicia y por lo mismo "su verdad" en medio de toda la injusticia del mundo, dada gratuitamente a quien, en la fe, se abre dócil y responsablemente a ella. Mediante esta acción el segundo Adán no sólo contrabalancea el pecado, sino que concede a la humanidad un acceso de gracia para la vida eterna. Con el aconteci-miento de Jesús, Dios ha realizado una nueva e incomparable creación del mundo y del hombre. Por eso, esta lectura conecta profundamente con la primera. Es la respuesta cristológica y soteriológica que el Espíritu ofrece a la humanidad. ¡Cristo, contrapunto de Adán! Esta palabra sigue siendo vigente hoy como ayer. Los discípulos de Cristo en medio del mundo son llamados a hacer visible para todos nuestros hermanos los hombres.
Evangelio: (Mateo 4,1-11).
Marco: En una visión apocalíptica, se nos brinda la oportunidad de comprender en ella la llamada de Jesús a su misión y tarea de Siervo de Yahvé y Mesías con el don del Espíritu que desciende sobre él. A continuación, Jesús se retira al desierto y es tentado.
Reflexión
¿Por qué y cuándo fue tentado Jesús?
El relato de las tentaciones es una catequesis muy pensada en la que se quiere reflejar cómo Jesús asume solidariamente los dos grandes momentos de la etapa anterior: la historia de la humanidad que allá en el paraíso sucumbe a la tentación, es decir, no quiere aceptar los límites que le corresponde como criatura y la gran peregrinación del pueblo de Dios por el desierto durante cuarenta años. Jesús se solidariza con los protagonistas de ambos acontecimientos, pero desde su singularidad para darles respuesta adecuada y coherente. Esta presentación catequética, hay que desdoblarla y situarla en la vida histórica de Jesús, si se quiere comprender el auténtico mensaje. Quiero decir, que siguiendo tanto el relato sinóptico como el joánico de la misión de Jesús, comprobamos que Jesús fue tentado durante todo su ministerio, para inducirlo al rechazo de la misión que el Padre le ha encomendado y que Jesús aceptó: la salvación a través del verdadero mesianismo y de la tarea Siervo de Yahvé que asume la responsabilidad humana. Esta tarea es escandalosa para los judíos y choca con la concepción en boga en tiempos de Jesús. ¡Fue tentado como nosotros en todo, pero no pecó! ¿Pan o Palabra de Dios? El pan, remite al milagro del maná en el desierto. Jesús vence la tentación retirándose a la montaña y revelando a las gentes el sentido del pan (Jn 6,26ss). ¿Ostentación o silenciosa eficacia salvadora? La segunda tentación es la oferta de un modo distinto de llevar adelante el plan de Dios que el que Jesús se ha atrevido a adoptar. El pueblo judío tiene otras expectativas: la liberación social "manifestándose" como un gran líder que conduzca al pueblo a su liberación. Esta dialéctica de manifestación ostentosa y de ocultamiento salvador es la tentación segunda. La victoria sobre esta tentación se ilumina plenamente en la cruz liberadora de la ley, del pecado y de la muerte, pero que provoca un profundo escándalo. ¿Poder temporal o salvación total y universal? La tercera tentación hay que entenderla en un pueblo sometido duramente por los romanos (roban, violan, extorsionan sin escrúpulo) que necesita una liberación tangible que ha de realizar el Mesías. Y quieren hacerle rey, le ofrecen el liderazgo político-militar. El poder de Dios se manifiesta de otra manera y Jesús quiere encarnar y realizar ese plan (Sb 11,23). En esta realidad de la historia concreta de Jesús las tentaciones recobran toda su viveza. Durante su ministerio tuvo que enfrentarse constantemente con gentes que "le tentaban", le "ponían" a prueba insistentemente hasta la cruz como recuerda Lucas: "le dejó hasta otra ocasión".
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)
Pautas para la Homilía
Dios nos humaniza
Dios nos humaniza
La Palabra de Dios, en este primer domingo de cuaresma, nos ofrece una reflexión sobre la condición del ser humano y sobre los recursos que éste tiene para superarse en su propia condición limitada. Algunas preguntas subyacen a los textos que ofrece la liturgia cuaresmal: ¿Cuáles son nuestros límites? ¿En qué somos vulnerables? ¿Dónde está nuestra capacidad de superación? ¿Qué dones hemos recibido de Dios en Jesucristo? ¿Cuáles son nuestras opciones personales en el ejercicio de nuestra libertad? ¿Cómo ejercemos la libertad desde la obediencia y la escucha? ¿Qué compromisos adquirimos con nuestros semejantes?
Podemos responder a estas preguntas desde muchos puntos de vista. Las lecturas de este domingo nos invitan a buscar respuestas. En la primera lectura, del libro del Génesis, la respuesta está en nuestra capacidad de dejarnos interpelar por Dios, para evitar escucharnos sólo a nosotros mismos y poder responder así desde una escucha atenta y obediente. En la segunda lectura, San Pablo muestra su convicción más profunda: la gracia de Dios en Cristo supera toda atadura al mal y al pecado. En el Evangelio de Mateo, nos sumergimos en la experiencia que Jesús trasluce de Dios cuando vence las tentaciones a las que es sometido en una experiencia de desierto y desolación. Pero nosotros, ahora, ¿Seremos capaces de ver cómo Dios humaniza nuestra vida cuando buscamos respuestas en su Palabra? Tres constataciones:
Necesitados de contraste.
Todo ser humano percibe en la experiencia de su vida personal los límites de la propia existencia. También experimenta con mayor o menor fuerza e impulso el deseo de superarse, de ir más allá de las posibilidades que su propia naturaleza y condición le proporcionan. Por otro lado, se fomenta en la actualidad la necesidad artificial de ‘experimentar situaciones extremas’, de ‘divinizar’ lo humano hasta límites insospechados, de poner sólo lo humano como criterio último de realización y decisión. Es la lucha de nuestra propia libertad por alcanzar metas imposibles para nosotros. Caemos, incluso, en el error de pensar que somos más humanos cuando llevamos el ejercicio de nuestra libertad autónoma hasta el extremo, sin contraste con Dios ni con los semejantes.
Somos vulnerables.
Pero la vida también nos muestra su rostro más duro. En ella experimentamos la debilidad, la herida, la enfermedad, la lucha, el pecado, el dolor y la muerte. En la vida el mal adquiere múltiples formas, es sorpresivo y no del todo controlable por nosotros. Estas u otras experiencias de contraste se vuelven negatividad y ponen de manifiesto nuestra vulnerabilidad. Nos recuerdan que somos seres limitados, que no todo nos está permitido ni está a nuestro alcance, que no somos dueños despóticos de los otros, ni siquiera de nosotros mismos. En definitiva, que hay límites. Hay dimensiones de nuestra existencia cuyo señorío no nos pertenece. No somos dueños de la vida ni de la muerte.
El diálogo con lo divino nos humaniza.
El diálogo se nos ofrece como un recurso humano que tenemos para superar nuestras zozobras y contradicciones. También para colmar los anhelos más profundos y asumir los límites de la propia naturaleza. Todo ello en la medida en que Dios y nuestros semejantes se vuelvan contraste para nosotros; nos ayuden a clarificar la voluntad y a purificar los deseos más confusos; a reorientar los proyectos y a serenar las pulsiones; a profundizar en los anhelos y a madurar en las decisiones.
“Está escrito”
Lo ‘escrito’ garantiza nuestro diálogo.
¿Dónde está la garantía del diálogo y por lo tanto de nuestra propia humanización y compromiso? Jesús en el Evangelio es claro al respecto: ‘en lo que está escrito’. Esta es la expresión que reiteradamente se repite en el evangelio de Mateo. Por tres veces es mencionada y le sirve al evangelista para iniciar su respuesta a cada una de las tentaciones que recibe Jesús. Jesús, en diálogo con ‘lo que está escrito’, nos evoca su mejor lectura sobre lo que está fijado de antemano, lo que previamente ha sido reflexionado, lo no improvisado, lo que ha mostrado prueba de veracidad y permanencia, lo valioso en cualquier circunstancia. En definitiva: lo que ha sido transmitido porque previamente ha sido vivido, experimentado y purificado de falsas e interesadas interpretaciones. Esta es su mejor garantía.
Lo ‘escrito’ está en nuestro interior.
¿Qué palabras llevamos escritas en nuestra interior y que resultan imborrables para nosotros? En la vida personal de todo hombre o mujer hay palabras que adquieren mayor relevancia que otras. Algunas, incluso, están escritas en su interior. Recuerdan personas, evocan fidelidades, rememoran infidelidades o sinsabores; provocan estados de ánimo; expresan vergüenza, satisfacción o regocijo. Nos agarramos a ellas como quien busca seguridad. Éstas se vuelven permanentes, ‘están escritas’ en el tejido de nuestra interioridad. Por ello se vuelven también evocadoras de espiritualidad. Lo escrito en nuestro interior es fuente de opciones y decisiones. Es el eje desde el que se mueve nuestra libertad.
Lo ‘escrito’ en la interioridad de Jesús es descrito por Mateo en el relato de las tentaciones.
La respuesta de Jesús a cada una de las tentaciones muestra una opción interior clara y contundente. He aquí sus respuestas y, por lo tanto, su Palabra:
- Es preciso amar a Dios y a los demás con todo el corazón: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Es verdad, ‘no sólo de pan vive el hombre’, pero también de pan. El pan y la palabra, dos elementos imprescindibles para la vida digna, en lo material y en lo espiritual, de todo ser humano. No hay pan sin una palabra que lo reparta y no hay palabra veraz sin alimento para todos.
- Es preciso amar a Dios y a los demás con todo el alma: “No tentarás, al Señor tu Dios”. Dios y los demás nos son sujetos de manipulación ni seres sin dignidad. No están al socaire de nuestros intereses egoístas ni a nuestro servicio interesado. Exigen de nosotros un amor, claro, limpio, entregado, sincero y auténtico.
- Es preciso amar a Dios y a los demás con todas nuestras fuerzas: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto”. Una vida centrada en Dios nos lleva a procurar buenas acciones con los demás, a dignificar sus personas y a humanizar más y mejor su vida, a comprometernos con el bien y la justicia de Dios. En este compromiso deben estar nuestras fuerzas.
Fray Jesús Díaz Sariego
Convento de Ntra. Sra. de Atocha - Madrid
Convento de Ntra. Sra. de Atocha - Madrid
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