Publicado por Acción Católica General
● Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor.
● Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
● Leo el texto. Después contemplo y subrayo.
● Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... veo ¿Cuál es la experiencia que tengo de escuchar la Palabra de Dios y de celebrar la Eucaristía como experiencia de fe? ¿Me llevan a la acción, a la acogida del otro? ¿Me llevan más a la Iglesia?
● Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio. ¿Descubro el acompañamiento de Cristo? En los hechos vividos esta Semana Santa, ¿cómo he descubierto el acompañamiento de Cristo? ¿Quiénes me han ayudado a reconocerlo?
● Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso.
● Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Saliendo del cine, de ver una película un tanto enrevesada, una persona comentó a otra: “Si te digo la verdad, no me he enterado de la película”. Aunque no hayamos ido al cine, solemos emplear esta expresión para indicar que no comprendemos una situación, un hecho... Sabemos datos del mismo, incluso cómo se ha producido... pero no llegamos a entenderlo, a comprender su significado real y profundo. Y por eso, en diferentes circunstancias o momentos decimos que “no me he enterado de la película”.
Estamos en el tercer domingo de Pascua, llevamos varias semanas celebrando la Resurrección de Jesús... y a lo mejor aún no nos hemos enterado de la película, como les ocurrió a los discípulos de Emaús. Ellos conocían los hechos («iban comentando todo lo que había sucedido»), incluso se creen bien enterados cuando Jesús les pregunta («¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabe lo que ha pasado allí estos días?»); sabían cosas de Jesús, de su vida y su muerte («fue un profeta poderoso... lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes... y lo crucificaron»); han oído comentarios de otros al respecto («algunas mujeres de nuestro grupo... no encontraron su cuerpo e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también... pero a él no lo vieron») pero en el fondo no se han enterado de la película: «Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto». No llegan a entender lo ocurrido.
Por eso Jesús les recrimina: «¡Qué necios y torpes sois para creer...!» Como no se han enterado de la película, como no han comprendido el sentido de la muerte y resurrección de Jesús, Él mismo, «comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura».
Una llamada de atención que Jesús también nos hace a nosotros. Para enterarnos bien de la película de la Resurrección de Jesús, necesitamos en primer lugar no sólo leer sino reflexionar y orar la Palabra de Dios. En la 1ª lectura, san Pedro se apoya en la Palabra de Dios para hacer ver a los israelitas que en Jesús Nazareno se han cumplido las Escrituras: «Dios resucitó a este Jesús, y nosotros somos testigos». El conocimiento orante por la fe de la Palabra de Dios hará que “vaya ardiendo” nuestro corazón porque es el mismo Señor quien nos habla y explica las Escrituras.
Pero no basta con la Palabra de Dios. Nos enteraremos de la película de la Resurrección de Jesús si también somos capaces de reconocerlo al “partir el pan”. La participación consciente y activa en la Eucaristía es lo que la convierte en un encuentro real y personal con Jesús Resucitado, y hace posible que se nos abran los ojos, y que seamos testigos creíbles, como lo fueron los de Emaús.
En la 2ª lectura decía san Pedro: «tomad en serio vuestro proceder en esta vida». Celebrar que Jesús ha resucitado ha de suponer un cambio profundo en nuestro actuar diario, porque este hecho lo cambia todo. Y lo primero que necesitamos es “enterarnos de la película”, sobre todo porque lo que estamos celebrando no es una película, sino un gran acontecimiento: «Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil... a precio de la sangre de Cristo». Cristo murió por nosotros, derramó su sangre por nosotros, y el Padre lo resucitó para nuestra salvación: ¿no es suficiente motivo para tomar en serio nuestra vida y orientarla hacia esa meta de eternidad que Cristo ha abierto para todos nosotros? ¿No es suficiente motivo para profundizar y conocer bien la Biblia, para formarnos en la fe, para participar de manera consciente y activa en la Eucaristía, y para que nuestro actuar suponga un anuncio y un testimonio creíble de este hecho?
Enterémonos de la “película” de Jesús Resucitado, porque Dios cuenta con nosotros para que “la contemos” y “recomendemos” a otros. Es lo menos que podemos hacer para responder de alguna manera a este inmenso regalo que hemos recibido del amor de Dios, porque como decía san Pedro: «Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza».
● Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
● Leo el texto. Después contemplo y subrayo.
● Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... veo ¿Cuál es la experiencia que tengo de escuchar la Palabra de Dios y de celebrar la Eucaristía como experiencia de fe? ¿Me llevan a la acción, a la acogida del otro? ¿Me llevan más a la Iglesia?
● Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio. ¿Descubro el acompañamiento de Cristo? En los hechos vividos esta Semana Santa, ¿cómo he descubierto el acompañamiento de Cristo? ¿Quiénes me han ayudado a reconocerlo?
● Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso.
● Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
“¿TE HAS ENTERADO DE LA PELÍCULA?”
VER
VER
Saliendo del cine, de ver una película un tanto enrevesada, una persona comentó a otra: “Si te digo la verdad, no me he enterado de la película”. Aunque no hayamos ido al cine, solemos emplear esta expresión para indicar que no comprendemos una situación, un hecho... Sabemos datos del mismo, incluso cómo se ha producido... pero no llegamos a entenderlo, a comprender su significado real y profundo. Y por eso, en diferentes circunstancias o momentos decimos que “no me he enterado de la película”.
JUZGAR
Estamos en el tercer domingo de Pascua, llevamos varias semanas celebrando la Resurrección de Jesús... y a lo mejor aún no nos hemos enterado de la película, como les ocurrió a los discípulos de Emaús. Ellos conocían los hechos («iban comentando todo lo que había sucedido»), incluso se creen bien enterados cuando Jesús les pregunta («¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabe lo que ha pasado allí estos días?»); sabían cosas de Jesús, de su vida y su muerte («fue un profeta poderoso... lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes... y lo crucificaron»); han oído comentarios de otros al respecto («algunas mujeres de nuestro grupo... no encontraron su cuerpo e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también... pero a él no lo vieron») pero en el fondo no se han enterado de la película: «Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto». No llegan a entender lo ocurrido.
Por eso Jesús les recrimina: «¡Qué necios y torpes sois para creer...!» Como no se han enterado de la película, como no han comprendido el sentido de la muerte y resurrección de Jesús, Él mismo, «comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura».
Una llamada de atención que Jesús también nos hace a nosotros. Para enterarnos bien de la película de la Resurrección de Jesús, necesitamos en primer lugar no sólo leer sino reflexionar y orar la Palabra de Dios. En la 1ª lectura, san Pedro se apoya en la Palabra de Dios para hacer ver a los israelitas que en Jesús Nazareno se han cumplido las Escrituras: «Dios resucitó a este Jesús, y nosotros somos testigos». El conocimiento orante por la fe de la Palabra de Dios hará que “vaya ardiendo” nuestro corazón porque es el mismo Señor quien nos habla y explica las Escrituras.
Pero no basta con la Palabra de Dios. Nos enteraremos de la película de la Resurrección de Jesús si también somos capaces de reconocerlo al “partir el pan”. La participación consciente y activa en la Eucaristía es lo que la convierte en un encuentro real y personal con Jesús Resucitado, y hace posible que se nos abran los ojos, y que seamos testigos creíbles, como lo fueron los de Emaús.
ACTUAR
En la 2ª lectura decía san Pedro: «tomad en serio vuestro proceder en esta vida». Celebrar que Jesús ha resucitado ha de suponer un cambio profundo en nuestro actuar diario, porque este hecho lo cambia todo. Y lo primero que necesitamos es “enterarnos de la película”, sobre todo porque lo que estamos celebrando no es una película, sino un gran acontecimiento: «Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil... a precio de la sangre de Cristo». Cristo murió por nosotros, derramó su sangre por nosotros, y el Padre lo resucitó para nuestra salvación: ¿no es suficiente motivo para tomar en serio nuestra vida y orientarla hacia esa meta de eternidad que Cristo ha abierto para todos nosotros? ¿No es suficiente motivo para profundizar y conocer bien la Biblia, para formarnos en la fe, para participar de manera consciente y activa en la Eucaristía, y para que nuestro actuar suponga un anuncio y un testimonio creíble de este hecho?
Enterémonos de la “película” de Jesús Resucitado, porque Dios cuenta con nosotros para que “la contemos” y “recomendemos” a otros. Es lo menos que podemos hacer para responder de alguna manera a este inmenso regalo que hemos recibido del amor de Dios, porque como decía san Pedro: «Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza».
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