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sábado, 30 de julio de 2011

Dom 31 VII 11. ¿Cinco panes y dos peces bastarán para Somalia?


Publicado por El Blog de X. Pikaza

Domingo 18. Tiempo ordinario, ciclo A. Mateo 14,13-21. Éste es el domingo de la multiplicación o, mejor dicho, de la “alimentación”. Con unos panes y unos peces de su iglesia (de su comunidad) Jesús da de comer a unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, es decir, de unas quince o treinta mil personas. No eran tantos, pero en el contexto de Galilea era muchísimo, una inmensa muchedumbre.
Tenían hambre y Jesús tuvo piedad (es decir, fue un hombre normal, compasivo). ¿Podría hoy Jesús alimentar a los hambrientos de Somalia? ¿Le ofrecería su Iglesia cinco panes y dos peces?

Le dijeron que la solución era “comprar” (que paguen y coman los que puedan, los demás que se arreglen como puedan). Pero él respondió diciendo que la solución no era comprar, sino dar y compartir. Y los que tenían dieron, y todos compartieron, y comieron todos, y sobraron (con cinco panes y dos peces, es decir, con “siete” unidades de comida, que son suficientes para el mundo entero).
Millones de predicadores y cristianos meditarán sobre ese texto este domingo. Algunos lo haremos con gozo (por leer lo que leemos en la Biblia de Jesús), pero, al mismo tiempo, con angustia, sabiendo que en este mismo momentos cientos de niños se mueren en Somalia, por problemas que ellos no han creado, a pesar de que Jesús quiere y puede dar comida a todos, y que sobre.
Quiero reflexionar sobre el texto, teniendo en el corazón a Somalia.
-- Primero ofreceré un sencillo comentario sobre la situación de Somalia.
-- Luego analizaré el sentido del pasaje en Mateo.
-- Dejará la conclusión abierta para los lectores.
(El primer mapa indica más las tierras en que viven los somalíes, en Somalia y Etiopía... El segundo ofrece las fronteras aproximadas del Estado de Somalia, desintegrado en sus tres partes)
Texto
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
-- Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.
Jesús les replicó: -- No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.
Ellos le replicaron: -- Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.
Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños (Mt 14, 13-21).
1. REFLEXIÓN SOBRE SOMALIA
Somalia, una larga lengua de tierra, formando como un cuerno, entre Etiopía ya Arabia, es una de las zonas más castigadas del planeta. La tierra es dura, el clima inclemente, pero ha sido y sigue siendo paso y plaza de cruce de gentes. Recuerdo algunos datos:

a. Por allí cerca pasaron hace algo más de cien mil años los primeros sapiens-sapiens de la tierra, nuestros antepasados, para ocupar el mundo entero, por Arabia y Palestina. Aunque sólo sea por eso, todos somos somalíes. Esa tierra, el Cuerno de África, fue lugar de cruce de comercio de todas las grandes caravanas del oriente, sobre todo en tiempos en que se hallaba cerrado el paso por Persia.
b. Aunque hoy Djibouti (a veinte kilómetros de Adén, en la península arábiga) no es Somalia, por Somalia o por su entorno (que en otro tiempo solía vincularse con Etiopía) pasaron hace unos tres milenios los semitas, cruzando el Estrecho de Adén… y después, en los años que siguieron a Mahoma, pasaron los primeros musulmanes, con sus aportaciones, sus problemas y experiencias. Comerciantes y piratas dominaron por siglos la zona, llenándola de vida, de riesgo y de comercio.
c. Por allí llegaron hacia el 1500 los portugueses, dominando los enclaves del mar, a uno y otro lado del estrecho de Adén… y después ingleses y franceses (e incluso italianos) monopolizando el comercio, sin que hubiera en la tierra un dominio estable…, siempre cerca de piratas y de comerciantes, comerciantes y piratas, árabes y occidentales. Hasta que Inglaterra impuso de algún modo su dominio sobre los mares.
d. Pero Inglaterra perdió el dominio de los mares... y llegaron nuevos conflictos, con el comunismo de fondo, con los movimientos árabes de liberación, con el deseo de dominación de USA. A finales del siglo XX hubo grandes conflictos en la zona, por el tema de descolonización y por el riesgo de un posible comunismo. Hacia el 1990 invadieron el país los grandes tanques y aviones USA, favoreciendo a unos a costa de otros, y marchándose al ver que no había (al parecer) petróleo y que no resultaba fácil (ni barato) establecer un orden.
e. Los americanos se fueron (poco después del año 1990), y la tierra quedó otra ves manos de piratas, de un tipo y de otro, y en manos de varios señores de la tierra, sin gobierno estable, sin instituciones (USA y la ONU no han logrado garantizar la existencia de un Estado estable), de manera que cada grupo está abandonado a sí mismo, y los más pobres abandonados del todo. Hoy mismo (28 VIII 11) en toda la prensa del mundo se habla de enfrentamientos entre el gobierno establecido (que apenas controla una pequeña parte de la tierra) y los grupos dirigidos por los varios señores de la tierra, que se llaman partidarios del orden islámico. Mientras tanto, mucha gente, mucha, mucha, muere de hambre.
f. En Somalia se puede vivir, como se ha vivido siempre, pero sólo en condiciones de paz y procurando abastecerse para épocas de hambres (las siete vacas flacas de la Biblia, que son siete años de hambruna), en un mundo solidario y justo. En las condiciones actuales, con un Gobierno que casi no existe, con jefes tribales/feudales y señores de la guerra es casi imposible la vida. Por eso se nos dice que está llegando la muerte. En esas condiciones, los somalíes sólo tienes estas alternativas:
1) Escapar… Buscando refugio en Kenia (donde cientos de miles de somalíes malviven en campos de refugiados). O cruzar el estrecho de Adén y llegar hasta Yemen, donde también hay hambre, pero menos…. Pero no todos pueden huir, Kenia está lejos, el viaje en patera a Yemen es caro y peligroso…
2) Ponerse a las órdenes de alguno de los señores de la guerra, que controlan mucho dinero y no quieren ayuda humanitaria… Pero esta solución es violenta y sólo es posible para jóvenes en edad de guerra
3.) Formar parte de algún grupo de piratas…. Somalia es pobre, no tiene Gobierno, pero tiene un mar rico en peces. Por eso la flota de cien puertos (de Bermeo o la Rochelle, de Japón o de Corea….) navega y pesca cerca de las costas del hambre para la rica población del primer mundo, pagando una cuota pequeña… Ya lo sé, no está bien que los piratas roben y exijan rescates, no está bien que tengan secuestrados a los del Alakrana… Pero ellos son piratas del hambre, sin ninguna protección, juzgados por los ricos jueces del mundo que dicta las leyes… Y los atuneros van con el ejército a la espalda, haciendo su guerra por los mares. No sé la solución, pero evidentemente no es la piratería ni este tipo de pesca indiscriminada en unos mares cercanos a la muerte.
4) Morir de hambre. Éste es la última solución, la más verosímil… Morirán varios millones en Somalia y en las tierras de sus bordes (Eritrea, Etiopía, norte de Keria…), mientras los países ticos, entre ellos España, venden armas caras (directa o indirectamente) al gobierno y a los señores de la guerra y a los piratas…
g. Por eso planteo la pregunta: ¿Qué podría hacer Jesús con cinco panes y dos peces?
2. INTERMEDIO. MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y LOS PECES. UNA REFLEXIÓN
Jesús inició su proyecto de Reino entre pobres, en un mundo marcado por el hambre y la opresión. Muchos campesinos galileos vivían entonces bajo la amenaza del hambre. Por eso, el Reino (expresado en la gran voz de ¡bienaventurados los hambrientos!) debía revelarse a modo de comida (¡los hambrientos serán saciados!: Lc 6, 21), no sólo de un modo material, pero también material.
Jesús anunció la Palabra de Dios, pero una Palabra que no se haga alimento compartido es mentira (no palabra). Así lo muestra Jesús cuando dice que el Reino es Banquete para los hambrientos (Lc 14, 16-24; Mt 22, 1-14; cf. Ev. Tom 64).
Jesús se sintió enviado por Dios para ofrecer la invitación del Reino a los cojos, mancos, ciegos, a los expulsados por razones económicas, sociales y/o religiosas (que vagan por plazas y caminos: cf. Lc 14, 21-23 par). Precisamente ellos, artesanos, oprimidos y negados del sistema (prescindibles), debían ser privilegiados de Dios.
Panes y peces.
Ésta es la comida normal, con el alimento necesario para la subsistencia, en ámbito cultural mediterráneo. No se dice nada del agua, porque allí (junto al lago) resultaba gratuita y abundante para todos. Tampoco hallamos aquí el vino del gozo y las bodas o la carne de ternera o cordero de la pascua. Vino y carne son lujo costoso, comida de banquete, ajena a la dieta del campo o de los pobres. Pan y pescado forman la dieta universal, junto al lago, el alimento cotidiano de la supervivencia gozosa y necesaria. Desde ese fondo deben distinguirse (para luego vincularse) las multiplicaciones (campo abierto, participación universal, panes y peces) y la eucaristía (casa privada, grupo de iniciados, pan y vino: cf. 14, 22-26). Sólo allí donde se empiezan compartiendo los panes y peces de la necesidad humana adquiere sentido la celebración sacral de la memoria de Jesús con pan y vino.
Comida gratuita.
No es alimento que se compra, y que separa a ricos de pobres, sino pan y pescado de la vida diaria, que se comparte, gratuitamente. Suele decirse que en el mundo faltan alimentos, que no existen bienes de consumo suficientes y se añade luego que resultan necesarios los dineros. Esto implicaría que estamos condenados a la ley de oferta y demanda, del mercado, donde todo se negocia. Así piensan los discípulos del Cristo: ¡que compren (agorasôsin) quienes puedan! Así se desentienden, añadiendo que para alimentar a todos haría falta muchísimo dinero, más que el que tiene el Fondo Monetario Internacional o la FAO (unos doscientos denarios).
Los discípulos de Jesús (los Doce) habrían asumido así la lógica del capital y el salario, suponiendo que cada uno ha de arreglarse con lo suyo, unos a espaldas de los otros, de forma que algunos puedan comprar, los demás ayunen. A ese nivel no habría multiplicación, sino cambio económico, trueque controlado de bienes egoístas. Pero Jesús rompe ese esquema, empezando por los miembros de su grupo a quienes dice: «Dadles vosotros... ¿cuántos panes tenéis?...» (6, 37-38). Supera así la ley del mercado (comprar) introduciendo en la iglesia el principio de la donación y gratuidad activa (dar).
Historia de Jesús, pascua cristiana.
Esta comida recoge el recuerdo de Jesús, pero, al mismo tiempo, la liturgia y compromiso de las comida pascuales, en el comienzo de la iglesia. Los judíos mantenían el recuerdo del maná, como alimento sagrado en el principio de su historia: Dios mismo les había sostenido en los cuarenta años de desierto. Pues bien, ahora, en este descampado del comienzo eclesial, Jesús ofrece a quienes llegan un banquete de abundancia que es don de Dios y contraseña de la nueva comunidad mesiánica.
Éste es el signo más hondo de los discípulos de Jesús. No necesitan templos para bendecir, ni cultos sacrales para descubrir la grandeza de Dios, ni ejércitos ni bienes económicos (denarios). Poseen el valor más elevado: la comida que comparten de modo gratuito con todos los que vienen, sobre el ancho campo, en bendición sagrada.
Esta comida vincula a Jesús y sus discípulos. Jesús ha ofrecido a todos la palabra, regalando su mayor riqueza a los que viven y mueren sin posesiones, a los que vagan perdidos sobre el mundo, como ovejas sin entendimiento. Pues bien, los discípulos deben ofrecer sus panes y peces, compartiendo su comida con los pobres. Jesús quiso hacerles pescadores de hombres. Pues bien, ahora les hace (si vale la ironía) repartidores de panes y pescado. Esta es su mayor autoridad, esta su tarea: ofrecer lo propio, organizar los grupos de comida, servir de criados a los otros en el campo.
3. UNA CONCLUSIÓN ABIERTA PARA LOS LECTORES
El tema no es «¿qué haría Jesús para dar de comer en Somalia?, sino ¿qué podemos hacer nosotros, como Iglesia, como humanidad?
1. Es evidente que la FAO tiene algo que decir… La ONU ha fracasado en Somalia, no ha logrado establecer la paz… Quizá debería iniciarse desde abajo un cambio de la ONU, como decía Benedicto XVI en Caritas en Veritate.
2. La economía mundial tiene que cambiar… Es claro que los habitantes de Somalia tienen su responsabilidad… Pero quizá en este momento no pueden resolver sus temas, pues sigue habiendo en la tierra intereses de todo tipo, estratégicos, militares y económicos… Una economía mundial como la del momento actual, centrada en la especulación capitalista no parece que pueda resolver el tema. Además, en este contexto es importante el tema de la “pesca”. No tienen sentido que los países ricos faenen a unas millas del hambre para servicio de economías ricas.
3. Tiene que cambiar la religión… Las religiones (en especial el cristianismo y el Islam) deben iniciar unos procesos de transformación solidaria, partiendo de sus tradiciones, a favor de los necesitados reales… Para lograr una solución es absolutamente necesario un esfuerzo político por lograr que haya diálogo en la misma Somalia, entre el Estado (que casi no existe) y los señores de la guerra, al servicio de la gente. No sé lo que puede hacer la Iglesia, pero creo que la ONU podría hacer algo mucho más efectivo…
4. El mismo Islam tiene algo que decir… Me contaba un amigo que pasó por el aeropuerto de Mogadiscio hace unos meses, en viaje hacia Etiopía… De pronto descubrió en la práctica (no en teoría) que estaba a unos minutos de Adén, a poco más del Yemen… y a no muy lejos de algunos de los países más ricos del mundo: Arabia Saudí, los Emiratos Árabes… Miles de millones de dólares “musulmanes” a las puertas de este basurero. Ciertamente, tiene que cambiar la ONU y el capitalismo occidental, pero también un tipo de Islam
4. Quiero recordar a los voluntarios cristianos (y no cristianos) que se esfuerzan por ofrecer una ayuda en Somalia, no sólo con medios de la ONU o la FAO, sino con medios más pequeños y más eficientes de organizaciones solidarias…
He dicho que iba a dejar la respuesta a los lectores y así la dejo. ¿Qué haría Jesús? ¿Dónde iría, qué diría? ¿Podría contar hoy con cinco panes y dos peces, mientras millones de personas puede morir y morirán presumiblemente de hambre¿ ¿Qué haríamos nosotros si fuéramos Jesús?

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