Publicado por Entra y Verás
Es el momento de escribir sobre la Navidad y no se me ocurre nada fuera de lo siempre dicho. Una buena opción puede ser escribir un cuento de Navidad; otra refrescarme a mí mismo y al posible lector de estas líneas la teología de la encarnación. Sin embargo voy a tomar una tercera vía, que linda con lo ya dicho; que abunda en lo sabido pero que me parece mucho más útil, para un día como el de hoy en el que tenemos que tomarnos las cosas con calma.
En el evangelio de hoy, al enfrentarnos al prólogo de san Juan nos da la sensación de montarnos en un tiovivo o en una montaña rusa alrededor de esa Palabra con mayúscula que se hace “carne”. Se trata de una nueva presencia de Dios, está en Jesús, su Palabra, pero de la forma más corruptible según la antropología semita; y a la vez de la forma más entendible y gráfica en que podía hacerlo. La palabra “carne” lleva consigo visibilidad, realidad, debilidad humana, mortalidad. Dios se humaniza en Jesús haciendo de lo plenamente humano el lugar propio del encuentro con Él. Además, habitó entre nosotros, plantó su tienda para vivir en ella, para ser nuestro vecino.
Cuentan que Arquímedes, dos siglos antes del nacimiento de Jesús, refiriéndose a las palancas dijo: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Los seguidores de Jesús, en un día como hoy, también podíamos acogernos a esa frase y considerar que apoyados en los valores de Jesús el mundo puede moverse y mudarse de un sistema a otro. Con esto no quiero decir que los seguidores de Jesús tengamos que imponer nada ni mangonear desde las sacristías la vida política a golpe de manifestación o pataleta postelectoral. Simplemente digo que Jesús es en sí mismo un valor que trae consigo un modelo de sociedad apoyado en la fraternidad donde se promueve la justicia, la igualdad de oportunidades, el respeto, la caridad, etc… Es una tarea difícil pero no podemos hacernos cómplices de un modelo que genera más y más pobreza de todo tipo. ¿No es acaso más cristiano que las relaciones humanas se basen en hacer el bien al otro y no en el beneficio que podemos sacar del otro? ¿No es acaso más cristiano fomentar la alegría sin que tenga que ser a costa de nadie? ¿No es más cristiano promover un modelo de sociedad donde todas las personas tengan las mismas oportunidades? ¿No resulta mejor ejercer la solidaridad para que nadie se muera de hambre que poner lamentarse cuando ya no hay remedio? La sociedad está secularizada y tenemos que ser capaces de dialogar con quienes no piensan como nosotros sin imponer, sino proponiendo el mensaje que mana de la fuente inagotable que es Jesús.
Busquemos ese punto de apoyo en un Dios hecho hombre. No hace falta ir demasiado lejos, ni desempolvar, muchos libros, ni subir muchos escalones; solamente pensar en un niño inocente, espontáneo y lleno de ternura. De los que tenemos cerca muchas veces decimos “Que no crezca nunca para que siga siendo así”. Dios no ha crecido. Él es siempre así con lo cual el punto de apoyo en la ternura, en la humanidad sin interés lo tenemos siempre firme. ¿Estamos dispuestos a mover el mundo? Feliz Navidad.
Roberto Sayalero Sanz, agustino recoleto. Colegio San Agustín (Valladolid, España)
En el evangelio de hoy, al enfrentarnos al prólogo de san Juan nos da la sensación de montarnos en un tiovivo o en una montaña rusa alrededor de esa Palabra con mayúscula que se hace “carne”. Se trata de una nueva presencia de Dios, está en Jesús, su Palabra, pero de la forma más corruptible según la antropología semita; y a la vez de la forma más entendible y gráfica en que podía hacerlo. La palabra “carne” lleva consigo visibilidad, realidad, debilidad humana, mortalidad. Dios se humaniza en Jesús haciendo de lo plenamente humano el lugar propio del encuentro con Él. Además, habitó entre nosotros, plantó su tienda para vivir en ella, para ser nuestro vecino.
Cuentan que Arquímedes, dos siglos antes del nacimiento de Jesús, refiriéndose a las palancas dijo: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Los seguidores de Jesús, en un día como hoy, también podíamos acogernos a esa frase y considerar que apoyados en los valores de Jesús el mundo puede moverse y mudarse de un sistema a otro. Con esto no quiero decir que los seguidores de Jesús tengamos que imponer nada ni mangonear desde las sacristías la vida política a golpe de manifestación o pataleta postelectoral. Simplemente digo que Jesús es en sí mismo un valor que trae consigo un modelo de sociedad apoyado en la fraternidad donde se promueve la justicia, la igualdad de oportunidades, el respeto, la caridad, etc… Es una tarea difícil pero no podemos hacernos cómplices de un modelo que genera más y más pobreza de todo tipo. ¿No es acaso más cristiano que las relaciones humanas se basen en hacer el bien al otro y no en el beneficio que podemos sacar del otro? ¿No es acaso más cristiano fomentar la alegría sin que tenga que ser a costa de nadie? ¿No es más cristiano promover un modelo de sociedad donde todas las personas tengan las mismas oportunidades? ¿No resulta mejor ejercer la solidaridad para que nadie se muera de hambre que poner lamentarse cuando ya no hay remedio? La sociedad está secularizada y tenemos que ser capaces de dialogar con quienes no piensan como nosotros sin imponer, sino proponiendo el mensaje que mana de la fuente inagotable que es Jesús.
Busquemos ese punto de apoyo en un Dios hecho hombre. No hace falta ir demasiado lejos, ni desempolvar, muchos libros, ni subir muchos escalones; solamente pensar en un niño inocente, espontáneo y lleno de ternura. De los que tenemos cerca muchas veces decimos “Que no crezca nunca para que siga siendo así”. Dios no ha crecido. Él es siempre así con lo cual el punto de apoyo en la ternura, en la humanidad sin interés lo tenemos siempre firme. ¿Estamos dispuestos a mover el mundo? Feliz Navidad.
Roberto Sayalero Sanz, agustino recoleto. Colegio San Agustín (Valladolid, España)
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