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domingo, 6 de mayo de 2012

EPIGRAMÁTICO


De cómo se pasa a ser alguien temido a “uno de los nuestros”, tanto que le cuidamos y protegemos de quien es una amenaza para él.

Hombre, como título, es demasiado largo. Suena más bien a los encabezamientos que encontramos al principio de los capítulos de El Quijote. Quizás mejor sirvan esas palabras como un resumen epigramático de las andanzas de lo apóstoles que hoy nos relata Lucas. De pronto dudo…, y busco en el diccionario el significado de la palabra epigramático. Algo en mi memoria me dice que sí, que es la palabra que quiero usar, pero por si acaso la busco y encuentro lo siguiente: epigramático no existe. Como de costumbre yo inventándome el vocablo oportuno, pero busco epigrama y leo: “composición poética breve que expresa un solo pensamiento principal festivo o satírico de forma ingeniosa”. ¡Bingo! Va a ser que sí que existe lo epigramático, aunque no en el diccionario. Mi frase de inicio no es poesía pura, no rima, no tiene ni categoría de verso blanco siquiera, pero es poética porque es metafórica, es breve, expresa un pensamiento principal bastante festivo (al menos para Pablo lo fue, ahora lo comentaremos) y quizás intenta pasar por simpático aunque poco satírico. Lo de forma ingeniosa… lo dejo al criterio personal de ustedes.

La cuestión que nos ocupa es cómo Pablo pasó de ser alguien temido por los apóstoles a ser alguien del “clan”, tan querido amigo como para que, y a la vista del peligro que empezaba a correr, lo empaquetaran al puerto de Cesarea y de ahí a casa, a Tarso. A veces la apostología - ficción nos ayuda a visualizar situaciones que reconocemos en nuestra vida.

Pablo quiere conocer a los apóstoles. Es natural. Su vida ha cambiado tanto desde que Cristo entró en ella…desea estar junto a los que vivieron con el Maestro, los originales referentes de su fe, las primeras huellas que Jesús ha dejado tras de sí. Los apóstoles no se fían, sospechan de un vehemente perseguidor de cristianos, conocido ya por lo que pasó con Esteban. También es natural. ¿Cómo no dudar?

Pero Pablo insiste, pide mediación: “Anda Bernabé, por favor, ve y diles algo”. Y ahí va el pobre Bernabé dilucidando a ver qué podía decir de Pablo para que fuera bienvenido en la comunidad de seguidores, buscando en el currículo vital algo en su desagravio: “varón, judío de pedigrí, ciudadano romano (y esto es chachi en los tiempos que corren), experto en leyes, alumno del ilustre Gamaliel, habla griego, arameo, hebreo, algo de latín, vehículo propio pues monta a caballo o burro si es menester, sabe coser jaimas, disponible para hacer salidas al extranjero, le encanta viajar, estuvo ciego un tiempo… pero ahora ve, es un tío listo, valiente, espabilado, algo insolente a veces, tiene hermana y sobrino aunque no constan como cargas familiares más bien como descargas familiares.” Los apóstoles consienten en las presentaciones. Y Pablo les cuenta cómo Jesús es el Señor de su vida: “Cómo Dios tuvo compasión de mi. El Señor derrochó su Gracia en mi, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.” Los doce unánimes reconocen la experiencia. También ellos han recibido el mismo regalo.

Ya no hay reticencias, ya no más sospechas. Jesús les sorprende incorporando al grupo de enviados también a Pablo. Para Pablo el ser apóstol no es ni prerrogativa, ni vanagloria; es un quehacer, una urgencia que le consume. Y además con la perspicacia de que había que ir más lejos, más afuera…al fin del mundo si es preciso. Pablo, el apóstol viajero. Los demás acabarán por aceptar que Jesús obra su misión también en él. No lo tendrá fácil sin embargo al principio. Ya se sabe, la dura testuz de algunos. Pablo tiene claro en nombre de quién vive, y proclamará a los cuatro vientos sus certezas.

Les invito a poner un Pablo en su vida, a incorporarle a sus modos y maneras. A dejarse tumbar del caballo, a tener la paciencia para recuperar la vista, a desear conocer a los primeros, a los que vivieron junto al Maestro, a ir más lejos y más afuera, a coser jaimas y a vivir sabiendo cuánta compasión se nos regala cada día. BUENA PASCUA.

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