Por CAMINO MISIONERO
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 9, 18-26
Se presentó a Jesús un alto jefe y, postrándose ante Él, le dijo: «Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá». Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: «Con sólo tocar su manto, quedaré sana». Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: «Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado». Y desde ese instante la mujer quedó sana.
Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: «Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme». Y se reían de Él. Cuando hicieron salir a la gente, Él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó. Y esta noticia se divulgó por aquella región.
Reflexión
Hoy comenzamos la semana, al igual que la mayoría de todas, como un poco frenados o reticentes a la rutina. Nos cuesta arrancar con las actividades laborales, profesionales, ministeriales, etc.
Puede ser porque el fin de semana, con la Gracia del Señor, tuvimos un par de días agitados, tratando de colaborar un poquito en la construcción del Reino, a través de nuestra parroquia, movimiento o simplemente, dentro de nuestra familia. Otros, a lo mejor, dedicaron el tiempo para acomodar las ideas y tomar nuevos impulsos en sus vidas. Lo que haya sido, es que hicimos algo distinto a lo que todos los días hacemos, y por ello hoy estamos "cansados", después de descansar.
Vamos a tratar entonces, de tomar con más esmero la palabra de nuestro Señor, para que con ella iniciemos la semana con más bríos que nunca, y nos sirva para acercarnos un poco a la santidad y a confiar plenamente en las promesas de Jesús.
El evangelio de este día es un bálsamo para nuestras almas, ya que Mateo nos cuenta dos milagros, casi simultáneos realizados por Cristo, donde ambos tienen denominadores comunes: La Fe y La Humildad.
Ambos personajes bíblicos, se nos presentan como personas que no esperan a que las cosas pasen, sino que son ellas las que van en búsqueda, para que se produzcan los milagros. Sabe Dios, lo que tuvo que vencer internamente este alto jefe, para poder llegar a Jesús. En primer lugar, su imagen social, el temor a las habladurías, además de los cuestionamientos propios de su creencia, y por último, el gentío que seguía a Jesús y hasta los celosos apóstoles, que muchas veces eran obstáculos para llegar al Maestro. Debió ser una ardua tarea la de éste hombre. Por otro lado estaba la mujer, que venció la vergüenza y proscripción de su enfermedad, y se envalentona entre la muchedumbre, para que su sanación viniera del Poder de Jesús.
Queridos hermanos, como vemos, nada es imposible, cuando nos proponemos llegar hasta el Señor, con un corazón humilde y necesitado de su Amor. A Jesús no le pasa desapercibido la movilización de esas almas, muy por el contrario, accede inmediatamente a sus requerimientos. Para Él, que es el Amor mismo, no deja pasar la oportunidad de salvarnos, liberándonos de la muerte del pecado.
Tomemos esta enseñanza del Evangelio y la llevemos a nuestras vidas. Oremos buscando identificar cuales son nuestras necesidades reales y las pongamos en manos de Jesús. No tratemos de caer en viciosos círculos de lamentaciones y desesperanzas, por no saber cuales son nuestras enfermedades, o de tratar de curarnos nosotros mismos. Hace falta mucha oración para que se nos conceda la Fe y también mucho esfuerzo para llegar a ser humildes, una vez que nos aproximemos a ese estado, el Señor será el médico que nos sane de nuestros pecados.
También procuremos actuar de este modo en nuestras labores apostólicas, ya que es frecuente ver como la misión está decayendo, como las contrariedades externas y los vínculos personales, van siendo obstáculos para los planes del Señor, y nosotros tomamos una actitud pasiva frente a estos hechos. No pensemos tampoco que nosotros arreglaremos todo, pero si, un paso hacia delante por parte nuestra, será el comienzo de todas las soluciones. Aunque reiterativo, no quita lo verdadero, quiero llamarlos a que sean cristianos que verdaderamente confían en el Señor, que dejan todo en sus manos y van hacia adelante, porque allí está el Reino.
Comenzamos la semana y con una propuesta que debe encarnarse en nuestros pensamientos, pero también en nuestro accionar: "seamos humildes y confiados en el Señor", es el primer escalón que debemos subir para que se nos produzca el gran milagro de ser FELICES en brazos del Señor. Amén
Imagen para contemplar
Estas parado en medio de la muchedumbre y necesitas un milagro de Jesús.
¿Que haces para encontrarlo? ¿Como lo identificas a Jesús entre tanta gente?
Se presentó a Jesús un alto jefe y, postrándose ante Él, le dijo: «Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá». Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: «Con sólo tocar su manto, quedaré sana». Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: «Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado». Y desde ese instante la mujer quedó sana.
Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: «Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme». Y se reían de Él. Cuando hicieron salir a la gente, Él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó. Y esta noticia se divulgó por aquella región.
Reflexión
Hoy comenzamos la semana, al igual que la mayoría de todas, como un poco frenados o reticentes a la rutina. Nos cuesta arrancar con las actividades laborales, profesionales, ministeriales, etc.
Puede ser porque el fin de semana, con la Gracia del Señor, tuvimos un par de días agitados, tratando de colaborar un poquito en la construcción del Reino, a través de nuestra parroquia, movimiento o simplemente, dentro de nuestra familia. Otros, a lo mejor, dedicaron el tiempo para acomodar las ideas y tomar nuevos impulsos en sus vidas. Lo que haya sido, es que hicimos algo distinto a lo que todos los días hacemos, y por ello hoy estamos "cansados", después de descansar.
Vamos a tratar entonces, de tomar con más esmero la palabra de nuestro Señor, para que con ella iniciemos la semana con más bríos que nunca, y nos sirva para acercarnos un poco a la santidad y a confiar plenamente en las promesas de Jesús.
El evangelio de este día es un bálsamo para nuestras almas, ya que Mateo nos cuenta dos milagros, casi simultáneos realizados por Cristo, donde ambos tienen denominadores comunes: La Fe y La Humildad.
Ambos personajes bíblicos, se nos presentan como personas que no esperan a que las cosas pasen, sino que son ellas las que van en búsqueda, para que se produzcan los milagros. Sabe Dios, lo que tuvo que vencer internamente este alto jefe, para poder llegar a Jesús. En primer lugar, su imagen social, el temor a las habladurías, además de los cuestionamientos propios de su creencia, y por último, el gentío que seguía a Jesús y hasta los celosos apóstoles, que muchas veces eran obstáculos para llegar al Maestro. Debió ser una ardua tarea la de éste hombre. Por otro lado estaba la mujer, que venció la vergüenza y proscripción de su enfermedad, y se envalentona entre la muchedumbre, para que su sanación viniera del Poder de Jesús.
Queridos hermanos, como vemos, nada es imposible, cuando nos proponemos llegar hasta el Señor, con un corazón humilde y necesitado de su Amor. A Jesús no le pasa desapercibido la movilización de esas almas, muy por el contrario, accede inmediatamente a sus requerimientos. Para Él, que es el Amor mismo, no deja pasar la oportunidad de salvarnos, liberándonos de la muerte del pecado.
Tomemos esta enseñanza del Evangelio y la llevemos a nuestras vidas. Oremos buscando identificar cuales son nuestras necesidades reales y las pongamos en manos de Jesús. No tratemos de caer en viciosos círculos de lamentaciones y desesperanzas, por no saber cuales son nuestras enfermedades, o de tratar de curarnos nosotros mismos. Hace falta mucha oración para que se nos conceda la Fe y también mucho esfuerzo para llegar a ser humildes, una vez que nos aproximemos a ese estado, el Señor será el médico que nos sane de nuestros pecados.
También procuremos actuar de este modo en nuestras labores apostólicas, ya que es frecuente ver como la misión está decayendo, como las contrariedades externas y los vínculos personales, van siendo obstáculos para los planes del Señor, y nosotros tomamos una actitud pasiva frente a estos hechos. No pensemos tampoco que nosotros arreglaremos todo, pero si, un paso hacia delante por parte nuestra, será el comienzo de todas las soluciones. Aunque reiterativo, no quita lo verdadero, quiero llamarlos a que sean cristianos que verdaderamente confían en el Señor, que dejan todo en sus manos y van hacia adelante, porque allí está el Reino.
Comenzamos la semana y con una propuesta que debe encarnarse en nuestros pensamientos, pero también en nuestro accionar: "seamos humildes y confiados en el Señor", es el primer escalón que debemos subir para que se nos produzca el gran milagro de ser FELICES en brazos del Señor. Amén
Imagen para contemplar
Estas parado en medio de la muchedumbre y necesitas un milagro de Jesús.
¿Que haces para encontrarlo? ¿Como lo identificas a Jesús entre tanta gente?
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