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martes, 29 de julio de 2008

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: APOYO PARA LA HOMILÍA Y LA REFLEXIÓN PERSONAL


T E X T O S

DEL PROFETA ISAÍAS (55:1-3)
¡Oh, todos los sedientos, id por agua, y los que no tenéis plata, venid, comprad y comed, sin plata, y sin pagar, vino y leche! ¿Por qué gastar plata en lo que no es pan, y vuestro jornal en lo que no sacia? Hacedme caso y comed cosa buena, y disfrutaréis con algo sustancioso. Aplicad el oído y acudid a mí, oíd y vivirá vuestra alma. Pues voy a firmar con vosotros una alianza eterna: las amorosas y fieles promesas hechas a David.

DE LA CARTA DE PABLO A LOS ROMANOS (8:35-39)
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.

DEL EVANGELIO DE MATEO (14:13-21)
Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades. Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.» Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.» Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.» El dijo: «Traédmelos acá.» Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños.

TEMAS Y CONTEXTOS

LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES
Es un relato que está presente en los cuatro evangelios, Mc,6. Lc,9. Jn,6, y se repite en Mt,16 y en Mc,8. En las seis narraciones (menos explícitamente en Lucas), este episodio supone un momento de inflexión en el seguimiento de las multitudes. Desde aquí, el seguimiento va a ser selectivo, porque Jesús va a defraudar las esperanzas que se están poniendo en él. De hecho, estos textos se sitúan en todos los evangelistas un poco antes de la confesión que Jesús provoca "¿quién dice la gente - quién decís vosotros - que soy yo?". Y en Juan, la multiplicación es el pórtico del sermón del pan de vida, catequesis que se ha dado como eucarística, pero que trasciende este sentido: se trata de aceptar a Jesús como el venido del cielo: ya no es el maná, es Jesús. Se trata de la adhesión a Jesús o su rechazo como Mesías. Y se producen tres reacciones: las multitudes, en gran parte, ven que el mesianismo de Jesús no es un reinado con abundancia de pan fácil, y se irán alejando; los jefes, sacerdotes, letrados y fariseos, entienden bien el mensaje y rechazan a Jesús, le piden signos, le exigen que dé pruebas de su autoridad; incluso en sus discípulos hay una crisis, y muchos se apartan y ya no van con él, sin duda porque han entendido la ruptura que Jesús supone. Y unos pocos creen en él ("¿a quién iremos, Tú solo tienes palabras de vida eterna"). Inmediatamente, en todos los evangelios, Jesús hace una catequesis del mesías dejando claro que el mesías será crucificado. (Mt 16,21. Mc 8,31. Lc 9,21. Jn 6,70). Es decir, que el esquema prácticamente idéntico en todos los evangelios es: multiplicación – se escapa de la gente - confesión de mesianismo - anuncio de la cruz.
El evangelio, por tanto, está situando la figura de Jesús en su contexto correcto: quién es Jesús, quién es el Mesías, qué es el Reino. Y rechazando explícitamente toda interpretación política, de abundancia material; incluso anunciando que el Reino sufre rechazo y persecución. El Reino es abundancia, pero de dones espirituales, y será carencia, renuncia o persecución, incluso muerte, en lo material.
"Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Yo soy el pan vivo bajado del cielo: el que coma de este pan no morirá para siempre". Es la esencia: todos los aspectos materiales, políticos, de supremacía de Israel, de Dios-para-nosotros, todas las bendiciones materiales como signo de las espirituales... han pasado. Frente a eso, alimentarse de este pan será aceptar la cruz y la oscuridad de Dios. Y ponerse al servicio.

LA PROFECÍA DE ISAÍAS
Dentro de la tónica de bendiciones y esperanzas mesiánicas que caracterizan la última parte del libro "de Isaías", aparecen numerosos motivos como éste, en que Dios es representado en la abundancia y la gratuidad. Es una dimensión profética importante: Dios es presentado como luz, como agua, como abundancia. La presentación positiva de Dios, como elección correcta, mejor que su contraria, la alusión velada a "la tierra que mana leche y miel". Dios es la heredad de Israel, la tienda segura, el agua en el desierto, la luz en la noche... Sus paralelos en el evangelio de Juan son numerosos y significativos: Jesús como agua viva, Jesús como luz, Jesús como pan vivo. Este es el motivo que ha atraído este texto para acompañar al de la multiplicación de los panes.
El problema de estos textos fue su interpretación literal. Para el justo, el que sigue al Señor, no habrá dificultades materiales: larga vida, salud, hijos, prosperidad: "serás dichoso y te irá bien, tu mujer como parra fecunda, tus hijos como brotes de olivo...." tema frecuente en los salmos. Tema trágicamente denunciado en el libro de Job y en numerosos salmos, escandalizados de que sean los impíos aquellos a quienes les va bien, y no el justo. A nivel nacional, se dio de hecho una identificación de la Promesa con la integridad y prosperidad política de Israel. Si Israel es fiel, le irá bien como nación. Esta fue la interpretación del reinado triunfal de David, y - en negativo - será la interpretación del Destierro, como castigo a la infidelidad. Y este mismo tema constituirá el trauma por la muerte inexplicable del piadoso rey Josías, ininteligible desde estos parámetros.
Este "cambio de plano" es característico de la enseñanza de Jesús, y una de las fuentes, si no "la fuente", del rechazo por parte de la religiosidad oficial de Israel. Jesús "espiritualiza" la Alianza y la Promesa, el Templo, el Sacerdocio... que Israel había "materializado". Es un caso típico de la relación entre "cumplimiento" y "llevar a plenitud". En este caso - como en casi todos - la plenitud significa destruir lo anterior, como un recipiente en que ya no cabe el contenido, como un huevo incapaz de contener por más tiempo el pájaro. Quizá fue necesario, pero ahora estorba.

LA CARTA A LOS ROMANOS
Una vez más, el texto apenas se relaciona con el tema evangélico. Sin embargo, señalemos - puntualmente - dos aspectos: la primera comunidad cristiana tuvo bien pronto confirmación de que las "bendiciones" de Dios tenían el rostro concreto de la persecución: "Por tu causa somos muertos todo el día". "Persecución, hambre, angustia, tribulación, espada...". La cruz, señal del cristiano. Por otra parte, Pablo muestra muy claramente que todo eso no es capaz de hacernos dudar del amor de Dios, más bien lo confirma. Las bendiciones de Dios no son otras que las que Jesús tuvo: fe y fuerza para afrontar la cruz. La resurrección está después de la cruz, no aquí. La revelación última de Dios es seguir creyendo que nos quiere a pesar de la cruz, y la vida del cristiano se convierte en una manera de llevar la cruz, la cruz que es componente de la vida de todo humano, sin dejar de creer en el amor de Dios.


REFLEXIÓN

1.- LA RELIGIÓN DE JESÚS.
Desaparecen aquí los últimos rasgos míticos y tribales de la religión de Israel. Dios protector del pueblo, la alianza que produce efectos de bendiciones terrenas, abundancia, salud, larga vida, éxito, reconocimiento, poder ... Se acabó. El que come de este pan pasará por la cruz, y ése - no las prosperidades materiales - será el signo de que se está en el reino. Lo de Jesús va por tanto muchísimo más allá de lo que han soñado todas las religiones antiguas, incluida la religión de Israel. Mucho más allá, porque está mucho más aquí. Más allá, más de Dios, porque está mucho más cerca del ser humano. Porque no se trata de sacar al ser humano de su condición, de situarlo en contextos de mitos, poderes, intervenciones milagrosas de la divinidad... Se trata, simple y sorprendentemente de "encender la luz" para ver qué significa vivir. No se trata de añadir divinidades para explicar misterios, se trata de iluminar la vida. No se trata de que Dios hace milagros esporádicos bendiciendo con cosas terrenas al justo. Se trata de que Dios nos hace comprender y ser capaces de llevar adelante la vida. Lo más oscuro de la vida es que es camino que recorrer, que hay cruz, que no se ve a Dios por ninguna parte. Y que a nosotros nos apetece sentarnos, no caminar, disfrutar, no llevar la cruz, y ver a Dios, no estar sometidos al esfuerzo y al riesgo de creer. Jesús no nos deja sentarnos, no nos quita la cruz, no hace que se nos aparezca Dios. Jesús da fuerza para caminar, alimenta al caminante, lleva la cruz y muestra cómo llevarla,
da fuerzas para ello, y nos deja ver todo lo que de Dios podemos y necesitamos ver. Y eso es todo.
Es un modo de vivir, no una escenografía milagrera para ocultar o soslayar la vida. Es un modo de vivir más arriesgado, apostando por valores que contradicen la lógica normal. Un modo de entender a Dios menos lógico, porque no se basa en el amolegislador- juez, sino en el amor, impredecible y ajeno a toda lógica. Las religiones se basan en la supremacía de Dios que exige tributos bajo pena de justo castigo. Lo de Jesús se basa en salvar la vida entera del ser humano. Verdaderamente, Dios se ha hecho hombre.

2.- JESÚS PAN DE VIDA
No pocas veces tendemos a pensar que los relatos de los Sinópticos son meramente históricos, crónica de sucesos. Sabemos que el cuarto evangelio utiliza los sucesos como soporte del símbolo, pero pensamos que los Sinópticos no lo hacen. Y es un grave error. Es evidente que para el cuarto evangelio los sucesos son sobre todo “SIGNOS”, pero los Sinópticos también utilizan ese género.
Concretamente en la multiplicación de los panes, el valor de signo es muy superior al valor de crónica. El suceso sirve de pista de despegue para el mensaje. El suceso es que Jesús se retira con los discípulos a un lugar solitario, que la gente le sigue, hambrienta de su palabra y de sus curaciones, que Jesús – como siempre – siente compasión y se dedica a hablarles en vez de tomarse el día libre, “porque estaban como ovejas sin pastor”, que se produce el inexplicable suceso de que comen todos con poco y que Jesús rechaza sus aclamaciones mesiánicas, los despide, a la gente y a los discípulos, y se queda de noche solo en el monte, orando.
El mensaje que subrayan los cuatro evangelistas es el que explicita perfectamente el cuarto evangelio en el Sermón del Pan de Vida: Jesús no es sólo el nuevo Moisés sino el nuevo Maná. No se trata de que Dios da un alimento material para sobrevivir en el desierto, sino de que Dios da el alimento definitivo, el alimento que no alimenta al cuerpo sino al espíritu. Jesús se define como pan, pan regalo de Dios. Los evangelistas escriben estos relatos unos cuarenta años después de que sucedieran, y estos relatos se leen en la Cena del Señor, en la eucaristía. Es evidente que los
relatos sirven magníficamente para ilustrar qué es la Fracción del Pan: alimentarse de Jesús, compartir el pan y el vino con Jesús. Y también ahora podemos hacer, a propósito de estos relatos, una catequesis eucarística profunda. Los que participamos en la eucaristía vamos a ella a alimentarnos (no preferentemente a cumplir, a adorar, a ofrecer … ). Nos alimentamos de muchas cosas que son en el fondo la misma: nos alimentamos del perdón celebrado, de la comunidad que acoge y ora en común, de la palabra … de todo Jesús presente en la comunidad, en la iglesia.
Y comulgamos con él. El pasado día 25, a propósito de la fiesta de Santiago, leíamos la petición de los Zebedeos (tronos ministeriales en el reino del Mesías) y la contrapropuesta de Jesús: beber su cáliz. En la eucaristía comemos su pan y bebemos su cáliz, es decir, que Jesús nos propone los mismo que a los Zebedeos: ¿Estáis dispuestos a beber mi cáliz, a comer mi pan? Y contestamos, con hechos, que sí. El significado del pan y del vino es el más profundo de todas las expresiones parabólicas con las Jesús habla de sí mismo (y de Dios). Jesús se define como agua, como luz, como pastor, como médico … Pero en su cena de despedida expresa cómo se ve él a sí mismo, definitivamente: como grano de trigo molido para ser pan, para ser comido y ser alimento. Como granos de uva estrujados para ser vino para que todos tengan qué beber. Y no son signos para admirar, sino alimento y bebida para comer y beber … con él. Eso es comulgar con él: compartir su pan y su vino, aceptar que también nosotros, porque comulgamos con él, hacemos de nuestra vida trigo molido y granos estrujados, para que el mundo entero tenga menos hambre y menos sed.

3.- LA SOLEDAD DE JESÚS
Después de todo esto, de la comida abundante etc etc, Jesús despide a todo el mundo y se queda solo, porque los discípulos (probablemente) aprovechan el entusiasmo para promover una aclamación popular, para elegir a Jesús Rey. Una vez más, no se han enterado de nada; van en la línea de los Zebedeos pidiendo poltronas ministeriales.
Cuando Jesús explica que seguirle es hacerse pan para el mundo, aunque haya que beber el cáliz, se queda solo. La gente, y los discípulos, quieren ante todo alimento fácil para el cuerpo y triunfar sobre los enemigos. Es la tentación de mesianismo facilón, terreno, que pone a Dios a nuestro servicio para darnos gusto, para que se haga nuestra voluntad, no la suya.
Jesús invierte radicalmente el planteamiento: no se trata de qué esperamos nosotros de Dios, sino de qué espera Dios de nosotros. Buscar la voluntad de Dios, no lo que a nosotros nos gusta; no pretender que el poder de Dios se acomode a nuestra voluntad y a nuestros gustos. Esto se llama conversión, cambiar de sentido, darse al vuelta; hasta Jesús, muchos en Israel han entendido que Dios es para Israel, el éxito de Israel, la salud, la larga vida, la prosperidad, el sometimiento de las naciones … mesianismo fácil y halagador. Jesús es el anti-Mesías. Y por eso le rechazarán. Podríamos sacar consecuencias abundantes: señalaremos dos caminos de reflexión, y que cada uno piense:
- a nivel personal: para qué quiero yo a Dios. Para responder a esta pregunta basta con analizar nuestra oración de petición: díme cómo pides y te diré cómo es tu fe. Basta con reflexionar si nuestra oración de petición es el Padre Nuestro o nos pasamos la vida cansando a Dios pidiendo lo que a nosotros nos parece que Él nos tiene que dar …
- a nivel eclesial: el éxito, el esplendor del culto, la influencia social, las multitudes aclamando, los poderosos de las naciones haciendo homenaje … ¿seguro que todo eso es de Jesús? ¿No será un resto de falso mesianismo? Que cada uno se lo piense y se lo aplique. Recordando que es más fácil ver la paja en ojo ajeno (la Iglesia) que la viga en el propio (mi conversión).


PARA NUESTRA ORACIÓN

1.- CONTEMPLAR.
Contemplar la soledad de Jesús. Se tiene que escapar, él solo, porque la gente quiere hacerle rey, porque los discípulos van a aprovechar la coyuntura, porque nadie le entiende. Quedarse con Jesús, a solas, viendo a la gente dispersarse desilusionada y a los doce alejándose en la barca. Jesús solo. Quedarse con él, mirarle el corazón, nada más, estar cerca de él y acompañarle.

2.- REFLEXIONAR
Los poderes de Jesús. Solemos creer en Jesús milagrero, capaz de cambiar el agua en vino, de multiplicar panes y peces, de caminar sobre el mar... ¡Es Dios, dueño de todo, que actúa con poder!. El poder de Jesús es cambiar los corazones. La montaña que la fe puede mover no son los Pirineos sino mi corazón lleno de ganas de instalarse y utilizar a Dios para instalarme con más seguridad.

3.- SENTIR
Escuchar a Jesús: "¿También tú quieres marcharte?". Sentirse interpelado. Hay que optar. La vida es optar, constantemente: por el modo de Jesús o por lo que a mí me gusta, me apetece más, me parece más razonable. Jesús no es razonable, no es lógico. Y he de optar por fiarme de mí o de él. y COMULGAR ESTE DOMINGO MUY CONSCIENTEMENTE: COMULGAR CON Él, aceptar criterios, valores, riesgos … aceptar su Dios, aceptar la vida como servicio … COMULGAR CON ÉL.

4.- LA SEÑAL DEL CRISTIANO ES LA SANTA CRUZ.
No distinguirán al justo las bendiciones materiales, sino la cruz. La señal del cristiano es la santa cruz. El mundo intenta por todos los medios evitar la cruz.
No se puede, es un componente esencial de la vida del caminante. Por eso, el mundo no quiere caminar, sino acumular tesoros aquí, construir aquí su morada, disfrutar la breve vida. La señal del cristiano es crucificar todo eso para caminar, no resignarse con la breve vida, crecer, no preferir la salud a la enfermedad, la vida larga a la breve, la riqueza a la pobreza... sino usar todos los medios para caminar más. Aceptar la vida como cruz, no buscarla como fin agradable. Para eso "sirve" Dios: no para hacer la vida más confortable, sino para verla como camino y poder caminar.

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