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jueves, 7 de agosto de 2008

Evangelio Misionero del Día: Jueves 07 de Agosto de 2008

Por CAMINO MISIONERO


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 13-23

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: « ¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas».
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?» Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».
Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías.
Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá».
Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: « ¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».

Compartiendo la Palabra

Jesús después de haberse manifestado masivamente con el milagro de multiplicar los panes, y en privado con sus apóstoles, mostrando su poderío por sobre la naturaleza, al haber caminado sobre las aguas y parar la tempestad, ahora indaga a sus amigos para saber que concepción tienen de Él y como avanza el proceso de aprendizaje que está realizando con ellos.

La siempre emblemática figura de Pedro, emerge para representarnos a los hombres, con nuestras debilidades y errores, pero con un santo desespero de responder al cuestionamiento del Maestro. Pedro reconoce a Jesús como el que ha de venir, y aunque parece poco, situándonos en el contexto del evangelio, es un gran salto que realiza el apóstol y por esto, Jesús lo convierte en el responsable de aquella primera comunidad cristiana, no por mérito de Pedro, si por el signo de el Espíritu está actuando sobre él, a pesar que luego, con su corazón humano será reprendido por rechazar la idea de cruz que profetiza el Maestro.

Es una buena oportunidad, la del día de hoy, para tomarse unos minutos y contemplar el evangelio, poniéndonos en lugar de Pedro. Escuchemos las preguntas de Jesús y abramos nuestro corazón para ver que respuestas salen desde allí. Oremos pausadamente sobre que visión tengo del Señor y como Él se manifiesta en mi vida. Comencemos con estas humildes palabras:
“Hoy Señor vengo ante ti con la certeza de que eres mi Salvador, te pido la Gracia de ser dócil a tu Palabra, y te pido poder escuchar con mi alma y mi corazón el mensaje que hoy traes para mi vida”.

Puntos para la Oración

¿QUIÉN ES JESÚS EN TU VIDA? ¿Cada cuanto nos hacemos esta pregunta? Sería bueno que vayamos anotando la respuesta que surgen de nuestra oración y poder comparar como van cambiando a medida que transcurre el tiempo. Si todavía no nos lo planteamos, te invito a que busques un papel y anotes quien fue Jesús en las siguientes etapas:
- Cuando naciste.
- Cuando entraste en la escuela
- Cuando hiciste la primera comunión
- Cuando tuviste tu primer amor
- Cuando tuviste tu primer trabajo
- Cuando te independizaste
- Cuando se murió un ser querido
- En el día de hoy
Este es un buen ejercicio para poder ver como hemos caminado en este proceso de la Fe en Cristo. Una vez que lo hayas realizado, te invito a que vayas a algún templo y delante del Santísimo se lo leas a Jesús. Él hará el resto.

SOSTEN DE TUS HERMANOS. Confesar a Jesús como el Cristo, no es igual a decir que soy fanático de algún club de fútbol, donde no hay más compromiso que ir un domingo al estadio o la compra ocasional de algún merchandising. Ser cristiano trae aparejado un estilo de vida, responsable y coherente, en orden a la santidad de nuestras almas y la santificación de nuestros hermanos. Porque debemos asumir que la salvación propuesta por Jesús, necesariamente tiene un carácter comunitario, ya que es impensable una redención aislada y particular, porque no estaríamos hablando del Reino del Padre de Jesús. Es por ello que nuestra responsabilidad, otorgada por el mismo Jesús, es primeramente con nuestra persona, para luego ir en la búsqueda del prójimo, donde se completaría nuestra faz cristiana.
Nos cuestionemos amorosamente como estamos llevando adelante nuestra vida (de oración, apostólica y comunitaria) y como repercuten nuestra elecciones a los hermanos con los que interactuamos. Pidamos ser cristianos al estilo de Cristo, aceptando las responsabilidades y tareas que esto acarrea.

LA CRUZ INEVITABLE. Aceptarlo a Jesús como dueño y Señor de mi vida, es aceptar también el camino de cruz hasta la resurrección final, porque no hay otro sendero que nos conduzca a cumplir las promesas de Cristo, que la de la bochornosa cruz de este mundo. No existió (ni existirá jamás) un santo que se haya negado a cargar con su cruz y a ayudar con las cruces de los demás. Es lo que nos enseñó el Maestro con su ejemplo, para entrar en el Reino de los Cielos es preciso primero aceptar por amor, seguir los pasos del vía crucis en nuestras vidas.
Si renunciamos a nuestras comodidades, si dejamos de lado nuestros intereses egoístas, si nos desvivimos por el prójimo, si damos todo sin esperar nada a cambio, estaremos poniendo sobre nuestros hombros el madero que nos llevará a la santidad. ¿Dónde nos pide hoy Jesús que carguemos la cruz? ¿En nuestra familia? ¿En el trabajo o estudio? ¿En nuestra ciudad? ¿En la parroquia? ¿En el apostolado?
Pidamos al Señor que nos ilumine a para poder encontrar las respuestas a estas preguntas, que nos ayudarán a avanzar un pasito más hacia su Voluntad.

CRISTO Y YO... Como podemos ver en el evangelio de hoy, entre el Maestro y Pedro hay una intimidad muy cercana, cada uno se expresa con todo lo que tiene para ofrecer de si. No se guardan nada. Y aunque podríamos caer en el error de criticar los desaciertos del apóstol, debemos apreciar su sinceridad y frontalidad en exponer lo que piensa y siente. Además, Jesús en ningún momento critica o murmura sobre Pedro, sino que fraternalmente lo corrige para encaminarlo a ser el líder del rebaño que deja en esta tierra.
A imagen de esta relación debemos ir puliendo nuestra oración con Jesús. Hablarle sin tapujos, a pesar que podemos estar equivocados, comunicarnos sinceramente, de corazón; pero también tenemos que estar abiertos a escuchar lo que el Maestro quiere decirnos, donde muchas veces serán correcciones que debemos hacer en nuestras vidas. A medida que vayamos ejercitándonos a escuchar y hablar con Dios, nuestra alma irá descubriendo su misión en esta vida y podrá cumplir gozosamente con la voluntad del Padre.

Imagen para contemplar

Estamos delante de Jesús y le respondemos quien es Él en nuestra vida.
¿Cómo recibe nuestra respuesta? ¿Cómo reacciona? ¿Qué nos dice?

Conclusión

Le pidamos al Señor en este día poder reconocer su enseñanza y poder, que viene a adelantarnos el Reino del Padre, en esta tierra.

Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo. Amén.

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