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domingo, 3 de agosto de 2008

Evangelio Misionero del Día: Lunes 04 de Agosto de 2008

Por CAMINO MISIONERO


Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo segun San Mateo 14,22-36

22 Inmediatamente después Jesús obligó a sus discípulos a que se embarcaran; debían llegar antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. 23 Jesús, pues, despidió a la gente, y luego subió al cerro para orar a solas. Cayó la noche, y él seguía allí solo.
24 La barca en tanto estaba ya muy lejos de tierra, y las olas le pegaban duramente, pues soplaba el viento en contra. 25 Antes del amanecer, Jesús vino hacia ellos caminando sobre el mar. 26 Al verlo caminando sobre el mar, se asustaron y exclamaron: "¡Es un fantasma!" Y por el miedo se pusieron a gritar.
27 En seguida Jesús les dijo: "Animo, no teman, que soy yo." 28 Pedro contestó: "Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti caminando sobre el agua." 29 Jesús le dijo:
"Ven." Pedro bajó de la barca y empezó a caminar sobre las aguas en dirección a Jesús. 30 Pero el viento seguía muy fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: "¡Señor, sálvame!" 31 Al instante Jesús extendió la mano y lo agarró, diciendo: "Hombre de poca fe, ¿por qué has vacilado?"
32 Subieron a la barca y cesó el viento, 33 y los que estaban en la barca se postraron ante él, diciendo:
"¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!"
34 Terminada la travesía, desembarcaron en Genesaret. 35 Los hombres de aquel lugar reconocieron a Jesús y comunicaron la noticia por toda la región, así que le trajeron todos los enfermos. 36 Le rogaban que los dejara tocar al menos el fleco de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron totalmente sanos.

Compartiendo la Palabra

La cita evangélica que nos trae la liturgia el día de hoy, es la misma que se utilizará el próximo domingo y es la "continuación" de lo acaecido después de la multiplicación de los panes. Nos vamos a ocupar de reflexionar y profundizar sobre esta importantísima escena entre Jesús y Pedro, que nos habla de nuestros miedos y la Fe que nos pide cultivar el Maestro.
En este día los invito a realizar detenidamente la siguiente oración y meditar con ella el evangelio, para sondear en nuestro interior lo que Jesús nos está pidiendo en nuestras vidas.

Oración con Las Manos Extendidas
Por Marcos Sanchez

Jesús, necesito que me ayudes y que me fortalezcas,
que me permitas desahogarme y que, en seguida,
me tiendas tu mano para que no me ahogue.
Y sé también, Señor,
que todos los que estamos acá tenemos esa misma necesidad;
que la vida es caminar sobre el agua, Señor,
que sólo la fe nos permite, mirándote a Vos,
fijando nuestras miradas en Vos,
caminar con seguridad sobre esas aguas de grandes olas;
que nos están hundiendo, Señor, y que muchas veces,
por el temor o por la duda,
por fijar la atención, Jesús, más en los problemas,
que en la solución, tendemos a ahogarnos,
tendemos a hundirnos,
tendemos a perder ese camino en el cual estamos.
Por eso, Señor, te pedimos:
Ayudanos en seguida, Señor, en seguida.
Danos la fuerza que necesitamos para seguir mirándote.
Danos el valor para gritar:
“¡Señor, salvame!”.
Danos la fe necesaria
para seguir caminando sobre las aguas y encontrarnos con Vos,
con esa mano amiga que se estira,
y aferrarnos a Vos para ser salvados,
para seguir andando,
para llegar a tu lado y sentirnos seguros con Vos.
Señor, que no veamos tanto los problemas,
las dificultades;
que veamos, Jesús, las soluciones,
la transformación que Vos nos das.
Que esa fe, la fe firme, la fe segura, la fe fuerte,
nos haga mirarte y no dejar de hacerlo.
Señor, ayudanos, para que, como Pedro,
al sentirnos inseguros,
supliquemos tu ayuda y Vos nos dés tu mano y nos aferremos a Vos.
Señor, llevá paz y tranquilidad a la barca que es nuestra familia;
para que, en nuestra casa, te adoremos;
para que, en nuestra casa, la justicia y el amor se unan;
para que, en nuestra casa, haya paz y tranquilidad,
y ya no haya viento en contra,
sino que todo salga bien y podamos llegar a puerto seguro.
Bendecinos, Jesús.
Fortalecenos, Señor, y danos esa fe fuerte que necesitamos todos,
para sentirnos seguros en el agua,
para sentirnos salvados por Vos.
Gracias, Señor.
Gracias, por el amor que nos regalás, Jesús.
Gracias por estirar tu mano generosa para salvarnos siempre.
Gracias, Señor.
Gracias, Jesús, porque en este mar,
en que nos hundimos, con tantas olas y tanto viento en contra,
Vos estás a nuestro lado para ayudarnos.
Gracias, Señor.
Gracias, Jesús, porque, a pesar de que no tenemos tanta fe,
Vos seguís dándonos tu mano generosa.
Gracias, Señor.
Y, gracias, Señor, porque aumentás en nosotros la confianza,
la fe, la esperanza y nos pemitís, en esta barca de nuestra familia,
seguir adelante y acercarnos cada día más a Vos.
Gracias, Señor.

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