XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: Amaina el viento, la luz resplandece de nuevo, la confianza se hace presente…

Publicado por Misioneros Monfortanos

Mt 14,22-33

En verdad este apóstol Pedro del Evangelio nos es muy simpático, y también vemos que se nos asemeja mucho. Vive su buena fe, se ha unido con mucho amor a ese profeta – Jesús de Nazaret – que lo sedujo. De acuerdo, Pedro es un hombre como los demás: conoce el miedo cuando tiene la impresión que un fantasma anda sobre las aguas y que va hacia él y sus compañeros… Y cuando Jesús lo llama, la duda no desaparece del todo: “Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre las aguas.”

Y cuando Jesús le dice: “Ven”, se lanza sin pensarlo más. Se entrega totalmente… pero de nuevo tiene miedo: “Señor, sálvame”.

En eso – por lo menos en algo - ¿no está nuestra propia experiencia? Nosotros también nos hemos dejado seducir por Jesús. Nuestro cariño hacia él ha sido siempre sincero, y sigue siéndolo. Nos hemos lanzado hacia él, y nos hemos enganchado generosamente en pos de él.


Sin embargo, seguramente ha habido en nosotros momentos de miedo, de ansiedad, de inquietud; hemos rezado, quizás alguna llamada de socorro. También nosotros hemos tenido la impresión alguna vez de hundir, de no saber dónde poner el pie…

Sí, todo eso es también nuestra historia.

Como el apóstol Pedro, acojamos la mano que se nos ofrece, que nos coge… Escuchemos una vez más la misma voz de Jesús que nos riñe afectuosamente por nuestra duda: hombre de poca fe, “¿por qué has dudado?”

Entonces – como ayer en la barca – amaina el viento, la luz resplandece de nuevo, la confianza se hace presente… y seguimos el camino… El camino de la fe: “Realmente eres Hijo de Dios”.

Oración : ¿Un fantasma?

Tú, Jesús, estás en todo.
Para atender a la gente y despedirla,
para mantener a los Doce a raya
haciendo que se adelanten,
para rezar, hablando a solas con el Padre...
y ¿qué sería, sin ti, de la barca?
Sí, nos hemos embarcado ya en la nave de los apóstoles,
la Iglesia, sacudida por vientos adversos.
Entre las olas, y en tu ausencia,
nos sentimos inseguros. Incluso Pedro.
y es que querías mostramos quién eres,
el Hijo del Padre, a quienes no estábamos
demasiado convencidos.
El agua solamente sustenta
la huella invisible de Dios.
¡Sólo él puede andar por encima!,
solamente él tiene dominio sobre la mar...
y he aquí que tú le das órdenes.
y le dices a Pedro que siga el mismo camino...
Él lo prueba, en la noche... pero no se fía.
Si no creemos firmemente en ti,
no iremos a ningún sitio.