Publicado por AICA
“Constantemente Dios habla a su pueblo y suscita con su gracia vocaciones para su servicio y el de su pueblo. Así sucedió en tiempos del Joven Samuel, de Jeremías, de Isaías y todos ellos jóvenes comunes que escucharon en sus corazones, que Dios los necesitaba, no a través de grandes teofanías, sino en el silencio de sus corazones o por intermedio de alguien”, expresó el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, en su homilía del domingo, al recordar que “a lo largo de todo el Antiguo Testamento” los jóvenes profetas escuchaban y respondían a Dios con prontitud.
También se refirió al llamado de los primeros discípulos en el Nuevo Testamento, y subrayó: “Pero aun cuando Dios siempre llama y a veces directamente, quiere que recurramos a la Iglesia, para poder discernir el misterio de nuestra vocación… o escuchar a través de ella el llamado del Señor”.
“Nosotros somos Iglesia -añadió-, en ella vivimos, nos movemos y por la gracia de Dios y la luz del Espíritu Santo nos llama también muy especialmente el Señor, para que su palabra sea escuchada y Cristo Eucaristía, inmenso legado de vida para la humanidad, se realice a cada hora en el mundo, infundiendo vida en abundancia a los que a Él acudan, y transformando a los hombres en una humanidad nueva, transformadora del mundo y constructora de una nueva sociedad”.
Ante esta realidad se preguntó: “¿Qué pasa con los jóvenes hoy? ¿No escuchan al Señor que los necesita? ¿Es que el mundo les ofrece un ministerio mejor? ¿Es que nos falta generosidad? ¿Qué pasa en el corazón de tantos jóvenes buenos que aun predicando la Palabra, viviéndola, y amándola, no quieren entregarse totalmente al servicio del Señor? ¿Es que en el seno de nuestras familias cristianas no se habla ya de este misterio maravilloso del sacerdocio?”
“El Señor nos manda orar y pedir para que envíe trabajadores a su mies… ¡Que es mucha y tiene pocos trabajadores! Si creemos que Jesús Eucaristía es necesario para nuestro mundo y que es la respuesta a muchos de sus clamores, oremos en el seno de nuestras familias y comunidades, y hablemos de ello a nuestros hijos”, concluyó.+
También se refirió al llamado de los primeros discípulos en el Nuevo Testamento, y subrayó: “Pero aun cuando Dios siempre llama y a veces directamente, quiere que recurramos a la Iglesia, para poder discernir el misterio de nuestra vocación… o escuchar a través de ella el llamado del Señor”.
“Nosotros somos Iglesia -añadió-, en ella vivimos, nos movemos y por la gracia de Dios y la luz del Espíritu Santo nos llama también muy especialmente el Señor, para que su palabra sea escuchada y Cristo Eucaristía, inmenso legado de vida para la humanidad, se realice a cada hora en el mundo, infundiendo vida en abundancia a los que a Él acudan, y transformando a los hombres en una humanidad nueva, transformadora del mundo y constructora de una nueva sociedad”.
Ante esta realidad se preguntó: “¿Qué pasa con los jóvenes hoy? ¿No escuchan al Señor que los necesita? ¿Es que el mundo les ofrece un ministerio mejor? ¿Es que nos falta generosidad? ¿Qué pasa en el corazón de tantos jóvenes buenos que aun predicando la Palabra, viviéndola, y amándola, no quieren entregarse totalmente al servicio del Señor? ¿Es que en el seno de nuestras familias cristianas no se habla ya de este misterio maravilloso del sacerdocio?”
“El Señor nos manda orar y pedir para que envíe trabajadores a su mies… ¡Que es mucha y tiene pocos trabajadores! Si creemos que Jesús Eucaristía es necesario para nuestro mundo y que es la respuesta a muchos de sus clamores, oremos en el seno de nuestras familias y comunidades, y hablemos de ello a nuestros hijos”, concluyó.+
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