Por Casiano Floristán - Luís Maldonado
Publicado por Fe Adulta
Es justo, Dios y Padre nuestro,
que te rindamos este homenaje de gratitud.
Sentimos un profundo deseo de agradecerte
el mensaje de liberación, de esperanza y de gozo
que nos has trasmitido a través de tu hijo Jesús.
Gracias, Señor,
porque nos infundes confianza en nosotros mismos
y sabemos ahora que podemos hacer frente
al espíritu del mal que domina nuestra sociedad
y toma cuerpo hoy en las injusticias, el hambre y la sed
que desgraciadamente padece la mayor parte de la humanidad.
Queremos contribuir a hacer posible otro mundo mejor
y unidos a cuantos luchan de tu parte
en esta cruenta guerra entre el bien y el mal
invocamos tu nombre y tu auxilio.
Santo, santo…
Gracias una vez más, Padre santo, por esa buena noticia,
que nos enseñó Jesús no sólo con su predicación
sino sobre todo con sus hechos y gestos
que nos revelan su honda preocupación por la gente que sufre
y su entrega total a la causa de la liberación del hombre.
Recordamos también cómo nunca empleó Jesús
las armas del poder, la imposición y la violencia
sino sólo la verdad, la libertad y el amor solidario.
No escatimó esfuerzos
y arriesgó su vida por difundir su mensaje
hasta que finalmente padeció por ello la muerte más injusta.
El Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Jesús nos encargó expresamente en su cena de despedida
que hiciéramos como él y nos entregáramos a los demás.
Queremos imitarle
y te pedimos que nos envíes, Padre, tu espíritu
para que expulsemos los demonios de nuestras tentaciones
y empecemos a vivir tu proyecto de vida aquí y ahora.
Que no nos conformemos con esperar pasiva, indolentemente,
un reino de amor, lejano y remoto, que nos construyan otros.
Que nuestra iglesia, la que formamos todos los cristianos
y que ha de ser la primera en dar ejemplo al mundo
sea un verdadero espacio de justicia y libertad,
de paz y unidad.
Con tu ayuda, Señor,
queremos irradiar ese estilo de vida que nos marcó Jesús,
para que todos los seres humanos disfruten
aquí en la tierra y para siempre de la felicidad de tu reino.
AMÉN.
Publicado por Fe Adulta
Es justo, Dios y Padre nuestro,
que te rindamos este homenaje de gratitud.
Sentimos un profundo deseo de agradecerte
el mensaje de liberación, de esperanza y de gozo
que nos has trasmitido a través de tu hijo Jesús.
Gracias, Señor,
porque nos infundes confianza en nosotros mismos
y sabemos ahora que podemos hacer frente
al espíritu del mal que domina nuestra sociedad
y toma cuerpo hoy en las injusticias, el hambre y la sed
que desgraciadamente padece la mayor parte de la humanidad.
Queremos contribuir a hacer posible otro mundo mejor
y unidos a cuantos luchan de tu parte
en esta cruenta guerra entre el bien y el mal
invocamos tu nombre y tu auxilio.
Santo, santo…
Gracias una vez más, Padre santo, por esa buena noticia,
que nos enseñó Jesús no sólo con su predicación
sino sobre todo con sus hechos y gestos
que nos revelan su honda preocupación por la gente que sufre
y su entrega total a la causa de la liberación del hombre.
Recordamos también cómo nunca empleó Jesús
las armas del poder, la imposición y la violencia
sino sólo la verdad, la libertad y el amor solidario.
No escatimó esfuerzos
y arriesgó su vida por difundir su mensaje
hasta que finalmente padeció por ello la muerte más injusta.
El Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Jesús nos encargó expresamente en su cena de despedida
que hiciéramos como él y nos entregáramos a los demás.
Queremos imitarle
y te pedimos que nos envíes, Padre, tu espíritu
para que expulsemos los demonios de nuestras tentaciones
y empecemos a vivir tu proyecto de vida aquí y ahora.
Que no nos conformemos con esperar pasiva, indolentemente,
un reino de amor, lejano y remoto, que nos construyan otros.
Que nuestra iglesia, la que formamos todos los cristianos
y que ha de ser la primera en dar ejemplo al mundo
sea un verdadero espacio de justicia y libertad,
de paz y unidad.
Con tu ayuda, Señor,
queremos irradiar ese estilo de vida que nos marcó Jesús,
para que todos los seres humanos disfruten
aquí en la tierra y para siempre de la felicidad de tu reino.
AMÉN.
1 comentario:
haceis una gran labor Dios os bendiga, encomiendo vuestro apostolado.
Saludos
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