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sábado, 7 de febrero de 2009

Cuatro momentos para meditar el Evangelio: V Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo B


I - EL DIA CRISTIANO TIENE VEINTICUATRO HORAS

1.- Muy queridos amigos:

Al participar en la celebración de la Santa Misa en este domingo, y escuchar detenidamente las tres lecturas nos vamos a encontrar con Tres voces y con tres estilos de vida que se unen para emitir la consonancia de un solo mensaje, y que nos marca una pauta para la composición de una sinfonía en la existencia cristiana. Se trata de una sola invitación transformada en un solo canto, que se percibe detrás de esas tres entonaciones: Vivamos nuestra vida y asumamos las responsabilidades que con ella se adquieren.

Empecemos por escuchar con detenimiento a Aquel que lleva la voz principal en esta ejecución y en toda la Sagrada Escritura, se trata de aquel cuya vida se ha convertido en el más bello de los cantos, y cuya melodía existencial va moviendo nuestros corazones hacia la armonía de esta vida, y a que nos preparemos para que justo en el momento en que nuestras voces parezcan apagarse, nos dispongamos a entonar el mejor de los cantos.

2.- ¿Te gustaría conocer lo que fue un día en la vida del Señor? El Evangelio nos presenta uno solo de sus días como los hubo muchos, tan lleno de responsabilidades y de oportunidades aprovechadas; lleno, ciertamente, de ese sentido mesiánico que acompaña toda la vida del Señor Jesús como un palpiteo de su corazón, pero también acompañado de esa entrega humana con que quiso revestir la obra salvadora.

Se trata de un día aprovechado en cada una de sus horas: Él curó a la suegra de Simón Pedro, alivió las dolencias del cuerpo y del espíritu de tanta gente; tuvo tiempo tanto para convivir en la mesa de la casa del amigo como para atender a las multitudes del pueblo que se apiñaba en torno suyo. Él se levantaba a temprana hora para orar, y cuando apenas despuntaba la aurora, se disponía a peregrinar por las aldeas y los pueblos para anunciar en todas partes la Buena Noticia de la salvación, puesto que para eso había venido a nosotros.

Te puedes dar cuenta de que se trata de una vida muy parecida a la nuestra, a la tuya y a la mía. ¡Éso espero! O ¿qué te parece si mejor lo decimos de otra manera?: Él nos vino a recordar lo que debe ser nuestra vida, y la dignidad que esto encierra. El Evangelio nos muestra la vida cotidiana del Señor de los Cielos que se hizo hombre para que los hombres podamos acceder a la vida de los cielos.

¿Sabes? Nuestra vida diaria debiera iniciar también en un amanecer de cada uno de nuestros días con ese ánimo dispuesto a afrontar nuestras propias responsabilidades, aún sin saber con certeza lo que nos depara la jornada, pero con plena confianza en la Providencia Divina. La vida de Cristo nos debe inspirar para vivir en una dignidad totalmente nueva.

3.- Y es aquí, en donde podemos distinguir, entender y apreciar esa voz de Job que entona una melodía mucho más primitiva en la primera lectura, pero en consonancia con la sinfonía del Evangelio.

Él va a utilizar en su canto de lamentación tres imágenes para comparar la vida de todos los hombres: el soldado, el siervo y el esclavo. Sintonizando la frecuencia en la que emite su mensaje, podemos entender que así como en la vida del soldado, el vivir es dar y arriesgarse; el hombre tiene que entender que vivir es también disfrutar de la victoria después de la entrega generosa; afirma que nuestro vivir, como en el caso de un jornalero, es aprender a terminar extenuado pero satisfechos con cada uno de nuestros días para así poder cobrar el fruto de nuestro trabajo, recibiendo el salario justo. Finalmente nos recuerda que, el vivir, hasta en la vida de un esclavo, es llegar a gozar del descanso y de la frescura de la sombra después de una intensa jornada.

Y quizá, lo más bello, en la letra de esta melodía radique en ese entender que nadie puede imaginar lo que significa un vaso de agua fresca mientras no haya tenido sed. Nadie conoce el verdadero sentido de la victoria si no conoce el campo de combate. Nadie disfruta ni valora el frescor de una sombra si no ha experimentado el calor agobiante que le flagela en la espalda a la mitad de la jornada. Nadie valora ni goza del fruto de un trabajo, sino aquel que ha sabido ejercitarse en la generosidad y en el empeño.

4.- Y así llega al estrado del escenario una tercera figura: San Pablo.

Sin lugar a confusiones, Jesucristo es quien entona el canto perfecto que Dios ha querido dirigirnos a los hombres. Pero, al leer el libro de Job, nos hemos dado cuenta cómo ya desde el Antiguo Testamento, Dios deleitaba al hombre con algunos solfeos que nos iban ejercitando para escuchar la perfección de su canto intepretado por su Hijo Jesucristo. De la misma manera, llega ahora San Pablo, para entonar algunos acordes con los que busca aterrizar en lo cotidiano del cristiano el mensaje central del Evangelio. En san Pablo nos encontramos con un predicador incansable del Evangelio, que realiza su ministerio con todo tipo de iniciativas, sin ninguna otra motivación que la fidelidad a la encomienda recibida de parte de Dios, esperando por su fidelidad recibir los mismos bienes que el Evangelio nos ofrece.

5.- Aceptemos esta luz que se dispara desde cada uno de los tres textos de la Palabra de Dios que estamos meditando, y que ilumina tantas áreas ensombrecidas en la vida actual de tantos hombres, entre los que estamos nosotros mismos.

Aceptemos que una de las peores enfermedades de nuestro tiempo es la tendencia a cobrar sin haber trabajado, a beber sin haber sudado; la tendencia a intimidarnos desproporcionadamente ante la proporción de nuestras responsabilidades y a escandalizarnos miserable y cobardemente ante la posibilidad del dolor y del cansancio. Hoy, somos tantos los que actuamos sobreprotectoramente y ésto provoca que nos vayamos atrofiando en muchas áreas de la vida.

Terminemos ya de comprender que lo que no nos cuesta no se valora. No nos dejemos engañar por esas mentiras con las cuales se sobrecubre la realidad y se solapa la irresponsabilidad más negra de nuestro tiempo.

Tenemos que afrontar esta realidad y tenemos que desafiarla con un verdadero espíritu cristiano, con el espíritu de fe que solamente nosotros, en la medida en que hayamos sabido ser seres humanos, sabremos poseer como parte integrante e integradora de nuestra personalidad.

6.- No nos está permitido deformar la realidad. Seamos honestos, en primer lugar, con nosotros mismos, y renunciemos al fruto de un trabajo que no hemos hecho. Devolvamos lo que no hemos merecido, sepamos afrontar el dolor y el sufrimiento como parte integrante de una lucha de superación personal, así como de una lucha por el bien y la verdad de nuestros semejantes.

Cristo es aquel que afrontó los golpes, quien no rechazó las incomprensiones, quien afrontó la enfermedad de los demás con compasión, así como afrontó el dolor personal. Cristo cumplió con su misión redentora con el mismo sentido de responsabilidad con el que Dios pide y espera que cada uno de nosotros afronte la realidad de la vida, con la verdad en la mente y en el corazón. Sin engaños, sin fantasías, sin quimeras, sin representaciones y sin proteccionismos.

7.- Muy querido amigo:

Cada uno debe aprender que nadie puede vivir la vida por nosotros y que vivir la vida es luchar. Vivir es arriesgar y es también sufrir derrotas; vivir es afrontar la enfermedad y el dolor, y nadie puede vivir ni por tí ni por mí como ni tú ni yo podemos vivir por nadie. Vivir es aprender a disfrutar de la rosa y el no tenerle miedo a esa espina que frecuentemente punza nuestra mano.

8.- El canto que Dios nos dirige el día de hoy posee una invitación muy directa: Aprendamos a vivir durante el día cristiano las veinticuatro horas que le forman, con sus horas de alegría y con sus horas de tristeza, así con sus horas de trabajo como también con sus horas de descanso, ya con las horas de compañía ya con las horas de soledad, sin desperdiciar las horas de luz ni rehusarnos a las horas de oscuridad, buscando las horas del encuentro con Dios y potenciando las horas de encuentro con el hermano.

De la misma manera en que nuestra sinfonía necesita de cada nota, así también nuestra vida tiene necesidad de cada uno de sus instantes,

Seamos capaces de vivir en el transcurso de nuestro año cristiano los días felices y los días de desdicha, los días de fiesta y los días de dolor, los días fastos y los días nefastos, los días de prosperidad y los días de adversidad, los días gratos y los días ingratos, los días de salud y los días de enfermedad.

Seamos capaces de vivir cada una de las estaciones de la vida: así disfrutar de la primavera como el no tenerle miedo al invierno, aceptando la esperanza del otoño como no negándonos a la ocasional o frecuente desesperación que provoca nuestro lacerante verano. Dios nos invita a vivir cada uno de los meses que configuran nuestro calendario. Abril y Mayo son sin duda bellos, pero no son eternos. Aprendamos a sembrar la simiente en la fatiga, con la dulce esperanza del tiempo de la cosecha.

Debemos ser capaces de vivir las edades de la vida: disfrutar de la inocencia de la niñez, gozar y crecer con el tiempo de la juventud, fortalecerse y proyectarse a través de la edad adulta, aprender a recoger los frutos con el paso de los años y estar dispuesto a vivir los tiempos en que los árboles empiezan ya a declinar en sus frutos, pero que han aprendido a morir de pie. La mar-océano tiene su tiempo de flujo así como sus reflujos.

Enfaticemos, no obstante, el mensaje que el Evangelio nos ofrece aún sobre el mensaje de Job: seamos capaces de vivir como hijos, más que como asalariados.

9.- Afrontemos el miedo al futuro, el miedo al presente y el miedo de la vida, para así desafiar, como Cristo, la realidad de la vida, enfrentándonos con la verdad tal como es y no como quisiéramos que fuera.

¿Quieres conocer lo que fue un día en la vida del Señor Jesús? Relee el Evangelio del día de hoy.



II - LA DESPROTECCIÓN DE LA SOBREPROTECCIÓN.

Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde su puso a orar.

1.- ¿Quieres conocer lo que fue un día en la vida del Señor Jesús? Vuelve a leer el Evangelio del día de hoy.

Y podrás darte cuenta de aquello a lo que en el argot eclesiástico nos referimos cuando decimos: “por la antífona se conoce el Salmo”, o lo que de forma popular se menciona: “para muestra nos basta un botón”.

Jesucristo, el Hijo eterno del Padre es aquel que enfrentó con dignidad todo tipo de situaciones humanas durante su vida, así llamada “pública”.

Pero ya desde su infancia y su juventud su rostro se había convertido en un rostro demasiado familiar. Tenía la familiaridad de lo ordinario.

A la gente de su tiempo les pareció algo tan conocido tanto su vida como su familia. Le habían visto por los caminos, junto al brocal del pozo, en los juegos de la infancia, en el colegio...

Todos coincidieron en que Jesucristo era el “hijo del carpintero”, conocen a sus padres y a sus parientes, y por degracia algunos, no estuvieron dispuestos a arrodillarse frente a aquel paisano suyo, a quien creían conocer plenamente en cada una de sus veinticuatro horas de esos 365 días que formaban sus 33 años de edad.

Le habían visto caminar por las calles llevando un madero en el hombro y dirigiéndose a la carpintería de su padre. Trabajaba como todos. Sudaba como todos. Su cara les resultaba familiar desde su juventud, cuando al salir del taller traía residuos de serrín en sus barbas y el polvo de la madera en sus ropas.

2.- Y esta es la invitación de Dios en este día: Vivir nuestra vida a plenitud, asumiendo las propias responsabilidades y no rehusándonos a aceptar la realidad, aún cuando esto contraiga dolor y cansancio.

Pero,... al parecer, en nuestro tiempo vivimos todo lo contrario, y esto se ha convertido en un brote epidémico.

Los hombres queremos las cosas hechas y la pereza va haciendo presa de los niños y de nuestros jóvenes. Date una vuelta por la calle, por los lugares de esparcimiento y por nuestros colegios, aún por aquellos que tienen certificaciones ISO “sabrá Dios que número”, y te podrás dar cuenta de que abundan aquellos que en el inicio y en la plenitud del vigor, parecen preferir la mendicidad sobre el esfuerzo y sobre el cansancio fructificante.

Y es que en el fondo de todas las cosas se encuentran aquellos padres de familia que dan a sus hijos el fruto de un trabajo que no han hecho, que les permiten demasiado y que les exigen demasiado poco: recuerda que lo que no cuesta no se valora, no se cuida, ni mucho menos se agradece.

3.- Hay un error en muchos de los padres de familia: querer hacer todas las cosas complicadas que a los hijos les corresponden, querer resolverles todos los problemas e intentar eximirles de las consecuencias de su obrar asumiendo sus responsabilidades en la vida. Esta actitud tiene su origen en una forma de pensar que tú y yo hemos escuchado en muchísimas ocasiones: “Es que,… no quiero que sufran lo que yo sufrí”.

Cuando, en tantas y tan variadas ocasiones, escucho decir a mis hermanos, o a mis amigos, o a mis feligreses que ellos esperan que sus hijos no tengan que pasar por las estrecheces que ellos padecieron, no puedo estar totalmente de acuerdo. Y es que tales estrecheces nos hicieron ser aquello que somos. Es posible padecer toda clase de desventajas. Sin embargo, los padres no se dan cuenta de que la peor desventaja que podremos enfrentar en la vida será el no haber aprendido a luchar.

Cuando queremos realmente a una persona tenemos que aprender a no sobreponer los afectos sobre nuestros pensamientos, tal y como lo contataban los chinos al mencionar su afamado refrán: “Es más fácil gobernar a un pueblo que a un hijo”. Y es que para gobernar a un pueblo un gobernante necesita de buenos pensamientos,… pero con los hijos basta que ellos te hagan una rabieta o que te dejen de hablar, o que asome por sus lagrimales una perla líquida para que entonces los sentimientos traicionen a los más encumbrados pensamientos.

El buscar el bienestar de los que queremos nos debe permitir y exigir el llamarles la atención cuando sea necesario, así también el no eximirles del cansancio y de la satisfacción que acompaña al trabajo que nuestra vida encierra, aún a pesar de la molestia e incomprensión que podamos provocarles.

Es tan difícil lo anterior, que se dice que cualquiera sabe criar a los hijos. Cualquiera, salvo los padres. Y así nos encontramos con la dolorosa constatación que hizo la poetisa española Gloria Fuertes al escribir: Otros pobres.

Hoy me entristecen otros pobres.

Dan pena los mendigos,
los mendigos de letras,
los mendigos de duda,
los mendigos de ciencia,
esos sí que me dan pena.

Los que no tienen nada
duermen a pierna suelta,
en un banco, en el puente,
beben en la taberna,
dicen: "¡Dios se lo pague!",
se rascan una pierna,
se comen un tomate
y piensan que son profetas.

Mendigo es el que dice:
¿Y si Dios no existiera?

4.- Y es aquí, queridos amigos, en donde se termina la poesía melosa y tiene su inicio una realidad que nos arranca lágrimas ya no de farsa sino de dolor irreparable y que nos quita el sueño. Se trata de todas esas ineptitudes de nuestros jóvenes que tienen su origen en esas actitudes de muchos padres de familia que generan esas mentiras con las cuales se cubre la realidad, y muchas veces se encubren también los delitos más imperdonables y la irresponsabilidad más negra de nuestro tiempo.

Pregúntate, por favor: ¿Quién se engaña todavía creyendo que le está haciendo un bien a un atleta impidiéndole que se supere en entrenamientos severos? Sucederá lo que todos sabemos, o por lo menos debemos sospechar, que el deportista no será campeón jamás y que un día aquel hombre fracasado, cuando ya no pueda hacer algo para recuperar el tiempo perdido, se va a volver contra quien le impidió la disciplina, así como el aparente y transitorio sufrimiento y la lucha por la superación personal.

Pregúntate, por favor: ¿Quién se engaña todavía pensando que le está haciendo un bien a su hijo dándole aquello que no ha merecido? El hijo nunca aprenderá a valerse por sí mismo, ya que todo se lo resuelve su padre. ¡Comprende! los frutos de tu trabajo son tuyos y tú no puedes vivir la vida de tu hijo. Una cosa es darles instrumentos de trabajo y otra cosa es querer darles los frutos de un trabajo que ellos no han realizado, por lo que no sabrán valorar nunca la retribución.

Sé que tu quehacer se torna cada día más difícil, puesto que te tienes que enfrentar a influjos que parecen tener más poder que el que tiene tu propio empeño, tu buen consejo y hasta tu testimonio. Hoy en día, la televisión, la internet y todo tipo de publicidad inculcan el afán de consumo en tus hijos. De muchas partes, se pretende hacerles creer que la felicidad está en las cosas materiales.

5.- Pero aún y con todo lo anterior, permíteme ofrecerte un consejo en este domingo, a la luz de la Palabra de Dios: Si tú quieres que tus hijos tengan los pies bien puestos sobre la tierra, colocales alguna responsabilidad sobre los hombros

Tú te podrás acordar de cuáles fueron aquellas situaciones que a nosotros mismos y a nuetros hermanos nos fueron de gran utilidad, ¿o no es así? Entonces no les eximas a tus hijos de ello.

En tiempos de nuestros padres o de nuestros abuelos, depende de la edad que tengamos y del lugar en el que hayamos vivido, ellos trabajaban ordeñando vacas, cuidando chivas, recogiendo huevos, tallando lechugilla, recolectando frutos, comprimiendo quesos.

En nuestra propia infancia, aparte de estudiar, muchos de nosotros vendimos periódicos o chicles, lustramos calzado, hacíamos mandados a los vecinos, empaquetábamos mercancía en los supermercados, vendíamos aguas de fruta, lavábamos lápidas en el panteón de la colonia, le ayudábamos al tendero..., y mil cosas más. Aprendimos la dignidad del trabajo y lo decoroso que significa ganarse una moneda con el sudor de la frente, y la posibilidad de ayudar un poco en cantidad, pero que en la calidad de las realidades se transformó en algo proporcionalmente grande para nuestras familias.

Hoy en día, desgraciadamente, casi no se les pide nada a los niños. Yo no pugno ni propongo una regresión de situaciones, sino que mi propuesta cristiana es por la recuperación no de las acciones sino de los valores. Lo importante no es la forma sino el contenido, tanto de nuestro ser como de nuestro quehacer. Pueden ser cosas muy sencillas las que les pidamos como el recoger un plato, un vaso, su propia ropa o el sacar la basura, pero debemos enseñarles el valor del esfuerzo y el costo que traen consigo las gratificaciones en la vida.

6.- Ya sabemos lo que les pasa a los niños cuyos padres insisten en tomar por ellos las decisiones y las responsabilidades. El niño un día se convertirá en un adulto inmaduro o en una especie de embrión social, quizá, ¡aunque te duela! se convertirá en un molusco familiar o en un parásito social, de esos que viven sangrando a los otros.

Recordemos que todos los seres humanos crecemos en la lucha y al aprender a tomar nuestras propias decisiones.

Cada quien tiene sus propias responsabilidades, el adulto tiene su empleo o tiene un desempeño laboral en el propio negocio. La madre ha diversificado y multiplicado sus labores en nuestro tiempo. Los hijos debemos aprender la virtud del trabajo, de los quehaceres diarios, de las responsabilidades y del estudio.




III - ATENDER LO INCIPIENTE PARA EVITAR LO INSIPIENTE.

“En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.

1.- Muy queridos amigos:

Al contemplar este escenario de enfermedad en el que Jesús realiza el milagro de la curación en la suegra de Simón Pedro recibimos la invitación para que afrontemos la realidad y aprendamos a desafiarla con un espíritu cristiano, con el espíritu de una fe auténtica que solamente nosotros, en la medida en la que hayamos sabido ser seres humanos, sabremos poseer como parte integrante e integradora de nuestra personalidad.

Pero dime tú ¿Cómo vamos a ser hombres si no aceptamos el dolor como parte de la vida misma? ¿Sí queremos los frutos pero no queremos pagar el precio? ¿Cómo vamos a ser hombres si no estamos enfrentándonos con la verdad y preferimos la oscura mediocridad del engaño? ¿Cómo vamos a ser cristianos si no contemplamos en el espejo de nuestra propia vida ese rostro del hombre que sustente una fe bien entendida y bien vivida?

Y yo quisiera que tambien, una vez más, todos los que en alguna forma estamos sufriendo de esta grave irresponsabilidad, de esta deformación ante la realidad, seamos honestos con nosotros mismos, no nos apropiemos de aquello que no nos pertenece y que apredamos a afrontar el dolor y el sufrimiento como parte integrante de una lucha de superación personal y una lucha por el bien y la verdad de nuestros semejantes.

2.- ¿Es sumamente complicada la labor de la educación de los hijos?

¿Sabes? 'No podemos darte eso' son cuatro palabras mágicas que deberían formar parte de la educación de cada hijo.

La ausencia de esas palabras mágicas hacen que desgraciamente cada día sea más frecuente el levantarnos escuchando esas terribles noticias sobre una vida que se corta dramáticamente.

La velocidad, la impericia y la inmadurez, que hacen pensar que el mundo nos pertenece, y este pensamiento les sigue jugando rudo a los muchachos de nuestro tiempo y, lamentablemente, a sus familias...

Esas falsas seguridades se convierten en la vulnerabilidad de nuestros jóvenes.

Al escuchar esas noticias que han convertido nuestros periódicos en obituarios, y a nuestra radio en la miscelanea de la desgracia, me vino a la memoria aquella tragedia griega en donde se nos narra la historia de Faetón el hijo de Febo.

3.- "En la conversación se mostraba jactancioso y en su comportamiento inútil y arrogante. Como los amigos lo insultaron llamándolo “bastardo”, quiso demostrar a todos ellos lo importante que él era.

Acudió al palacio de Febo y le preguntó si en realidad él era su padre. Febo le dijo que efectivamente lo era, y para demostrárselo le dijo que le pidiera cualquier cosa. Faetón le pidió a Febo que le dejara conducir el carruaje del sol.

El conducir el carro del sol no era cualquier cosa, según la mitología sólo Febo lo podía hacer. Cualquier otro ser que lo intentara lo tenía que hacer con peligro de su vida.

Por eso, Febo, arrepentido de la promesa hecha a su hijo, y moviendo la cabeza, trató de disuadirlo con estas palabras: "Tu petición me ha hecho ver, Faetón, que he hablado de forma temeraria. Lo que deseas hacer es peligroso. Es algo que está fuera de tu alcance, no apropiado a tus fuerzas ni a tus años juveniles. Dentro de tu ignorancia pretendes algo más de lo que incluso se pudiera conceder a los dioses. Hijo mío, si quieres alguna garantía de que eres en verdad mi hijo, te la estoy ofreciendo al demostrarte que temo por tu vida. Vamos, mírame a la cara. Sólo quiero que pudieras ver el interior de mi corazón y percibieras cuánta ansiedad paterna se encierra en él".

A pesar de sus súplicas, el hijo se mostró terco; y el padre no tuvo más opción que cumplir el deseo manifestado. Con el corazón destrozado lo acompañó hasta el carro y le advirtió que tuviera cuidado con los caballos.

Faetón, lleno de orgullo por su juventud y su fuerza, saltó dentro del ligero carro, satisfecho de poder tomar las riendas que su padre le había dado. Se situó en su puesto y le dió las gracias a su desventurado padre.

Los caballos, con la tendencia que tenían siempre a ser irrefrenables, notaron la falta de peso en el carro. Se sintieron libres para correr a sus anchas y así lo hicieron. Faeton se llenó de pánico y no tuvo la habilidad de saber manejar bien las riendas.

Al verse en ese apuro y contemplar desde aquellas alturas de vértigo la tierra en toda su extensión y tan alejada de él, se quedó pálido y con las piernas temblando lleno de miedo repentino, al tiempo que sus ojos quedaron deslumbrados por aquel exceso de luz...

Los caballos que respiraban fuego dominaban por completo la situación, ya que Faetón, repleto de miedo, había soltado las riendas. Los caballos volaron tan cerca de la tierra que ésta se prendió fuego, y naciones enteras ardieron en llamas,... y así nacieron los desiertos.

El carro se iba poniendo también al rojo vivo, y aquel desgraciado respiraba fuego ardiente. Envuelto en humo y en negra oscuridad, ni sabía dónde se encontraba ni a dónde iba, sino que se sintió arrastrado y al antojo de aquella pareja de caballos con alas desplegadas, iba sembrando por doquier la destrucción.

Cuentan los griegos que Febo lloraba por la inminente muerte de su hijo."

4.- ¿Te parece exagerado lo que hemos reflexionado? Entonces, te pido que releas los periódicos y pídele a Dios esa luz que clarifica la vida.

Debemos tener cuidado con los excesos, ya que si la falta del amor paterno, a los hijos les puede matar, el exceso de amor no es menos peligro. El consentirles todo a los niños es la mejor manera de hacerles egoístas, individualistas y caprichosos. No podemos confundir el amor, que siempre es necesario, con el abuso del amor.

5.- ¿Sabes? Las Olimpiadas de Beiging ya se han quedado en el recuerdo del año 2008, y sin lugar a dudas una de las mejores enseñanzas que nos dejó es que al recordar al michoacano Guillermo Pérez y a la sinaloense María del Rosario Espinoza, estemos convencidos de que: “Es mucho mejor tratar de mejorar al mundo y nuestro mañana por puntos, que querer lograrlo de un solo golpe”.

Y es que las características peculiares que posee este todavía incipiente año 2009 nos deben recordar que tanto las lágrimas como el sudor son salobres, pero logran un resultado diferente. Las lágrimas suelen atraer la compasión de los demás en tanto que el sudor nos hace avanzar.

He aquí cinco herramientas de trabajo o cinco ingredientes para sazonar el año que Dios nos ha regalado:

6.- En primer lugar en este año hacer las cosas con Pasión verdadera, ya que lo que nos atrapa en la vida es la pasión. Cuando un libro se escribe sin pasión, el lector pierde el interés. Cuando un equipo juega sin pasión, el partido resulta aburrido.

Para nutrir este apetito, recompensamos a quienes estimulan nuestras emociones al punto de hacernos volar: los actores, los atletas, los danzantes y los músicos ganan millones porque saben como despertar nuestra pasión. Pero para ello hay que amar todo lo que hacemos.

Y es que en el momento en que el hombre aprende a amar sus palabras, estas dejan de ser sonidos y se convierten en un poema; cuando el hombre aprende a amar su trabajo, este deja de ser una sola actividad y se convierte en una profesión humanizada.

7.- En segundo lugar está la virtud de la perseverancia, ya que lo mejor de la vida tiene un costo por cubrir. Hace algunos años Calvin Coolidge decía: “Nada en el mundo puede reemplazar la perseverancia. Ni siquiera el talento. Nada es más común que hombres de talento fracasados. Ni el genio ni la educación la pueden reemplazar. El mundo está lleno de náufragos educados”.

Cuando los padres les han enseñado a los hijos el valor de la perseverancia, tal vez ellos se detengan momentáneamente, pero no pararán hasta alcanzar sus metas. Continuarán buscándolas y en el camino descubrirán que son muy pocos los problemas que no pueda resolver una firme perseverancia.

8.- En tercer lugar está la inflexible congruencia en nuestra vida y en todo lo que hacemos y es que la causa principal de todos los fracasos es el pensamiento destructivo: pensamiento y acción incongruentes con los objetivos personales. Piensa en un vendedor que quiere progresar pero se comporta con un modo grosero con el cliente o en una persona que necesita un trabajo y se pasa la vida viendo la televisión. La incongruencia entre lo que queremos y lo que hacemos nos destruye: alguien quiere ser escritor y no se pone a hacer ensayos, alguien quiere graduarse y no aprovecha el tiempo de su formación académica.

9.- En cuarto lugar está el no tenerle miedo al cansancio y es que los éxitos en la vida se consiguen por la suma de las cosas tal y como lo mencionábamos de Guillermo y de Rosario. Veo al hombre que pica piedra dando martillazos sobre la roca, asesta quizá un centenar de golpes antes de que aparezca la menor resquebrajadura. Sin embargo al centésimo primer martillazo, se abrirá en dos. Cualquiera que contemplara la última escena pensaría que fue ese golpe el que partió en dos la roca, sin embargo, yo sé que no fue el último golpe el que lo hizo, sino la suma de todos los anteriores.

Nuestra vida es la suma de las decisiones que tomamos, en el mundo del trabajo, en la vida privada o en nuestra misma vida cristiana. ¡Bendito sea Dios!

10.- Finalmente está el hacer las cosas en el momento adecuadoy es que no tan solo importa el qué sino también el cuándo, y esto provoca grandes errores en la vida. El precipitarnos provoca problemas pero también los provoca el demorarnos. Digamos que el cuándo es tan importante como el qué en nuestra vida.

Hemos iniciado el año 2009 y si uno se pone de pie y lo toman en cuenta, puede ser derribado. Pero recuerde esto: un hombre derribado por su contrincante siempre podrá volver a levantarse, pero un hombre derribado por el conformismo jamás vuelve a alzar la cabeza.





IV - LO IDEAL ES VIVIR LA REALIDAD.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde su puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”.

1.- ¡Qué interesante escena nos muestra el Evangelio! ¿No te parece así? Los discípulos van a buscar a Jesús porque, al mismo tiempo lo anda buscando todo el mundo, y resulta que Él está allá rezando en un lugar solitario.

¿Sabes? Me parece que no hemos llegado a comprender la fuerza de la enseñanza de Dios. Pero te lo explico de esta manera: Ha llegado el tiempo en que alguno esté interesado en buscarnos a nosotros precisamente porque rezamos. ¡Sí! así es en la vida de todos los tiempos: El hombre místico suele ser un hombre buscado por todos, pero será un místico verdaderamente cristiano en la medida en que se interese por buscarlos a todos.

Es hermoso pensar que la oración pueda ser ese lugar seguro donde todos puedan encontrarnos, pero es más cristiano el pensar que nos pueda disponer y fortalecer como para salir de nosotros y que podamos alcanzarlos a todos.

2.- El contemplar, en un mismo cuadro, al Señor Jesús sumergido en la más profunda de las oraciones, y volcado al emerger hacia una intensa actividad en esas imágenes antecedentes y consecuentes, nos debería dar la pauta para que hablemos sobre lo que se ha dado a llamar la mística de la acción.

En nuestra Iglesia católica han sido muchísimos los místicos de la acción, aquellos que profundamente fortalecidos por Dios en su oración han participado en el obrar mismo de Dios en el mundo histórico: así san Ignacio de Loyola, la beata María de la Encarnación y Teilhard de Chardin. Es aquí en donde se ubican los gigantes de la caridad, así san Vicente de Paúl como la Madre Teresa de Calcuta.

3.- El día de hoy te quiero invitar para que percibas que es la oración personal la que nos ayuda a hacer mejor el trabajo, a cumplir adecuadamente con nuestras obligaciones y deberes con la familia y con la sociedad, a tratar mejor a los demás. Es la oración la que nos hace firmes ante las pruebas y las dificultades.

Decía, el felízmente recordado Juan Pablo II, en una de sus alocuciones casi al empezar su Pontificado, el 14 de Marzo de 1979:

“¡No dejen de orar! ¡Que no pase un día sin que hayan orado un poco! ¡La oración es un deber, pero también es una gran alegría, porque es un diálogo con Dios por medio de Jesucristo! ¡Cada domingo, la Santa Misa, y si es posible, alguna vez también durante la semana; cada día, las oraciones de la mañana y de la noche, y en los momentos más oportunos!”

4.- Muy queridos amigos:

Cuando el cristiano descuida su trato con Dios pierde la alegría y no tiene las fuerzas para cumplir con los compromisos adquiridos.

Hoy le quiero pedir a Dios, por todos aquellos cuyo don recibido ya ha sido contemplado en su verdadero alcance: el don es una tarea por realizar. Desgraciadamente, ellos mismos son los que en muchas ocasiones han olvidado que es la oración esa brújula necesaria que les puede permitir orientarse hacia el rumbo adecuado.

5.- A propósito de esos deberes que tienes para con tu familia y que en sus auténticas dimensiones necesitaría de la ayuda que se obtiene mediante la oración, te quería comentar una escena de la historia universal:

Se cuenta que cuando Gian Lorenzo Bernini, aquel célebre arquitecto italiano, escultor y constructor del baldaquino en el altar mayor de la basílica de san Pedro, de la plaza y de la columnata que se encuentra en el exterior de la misma Basílica, entre otras obras,... concluyó una de sus obras maestras en la Iglesia de Santa María de la Victoria en Roma, titulada “El éxtasis de Santa Teresa”, pieza en la que se contempla en imágenes en marmol blanco en medio de destellos dorados, a Santa Teresa de Ávila y al ángel de Dios, mientras que ella en arrobamiento místico se encuentra suspendida sobre una nube de mármol, entonces se acercó uno de sus amigos y le dice: “Gian Lorenzo, te felicito, ésta es tu obra maestra”. A lo que Bernini le contestó: “Esta no es mi obra maestra, mis hijos, mi familia ellos son mi obra maestra”.

6.- Pst, pst,...¡Oye tú!, si tú, pseudo-místico que te pasas todo el santo día en el templo, en los grupos o en tu cuarto haciendo oración. Tú que confiesas con tu boca y crees con tu corazón... ¿Cómo está tu obra maestra? Sí, podrías decirme: ¿Cómo está tu familia?

Hoy, el Señor nos invita para que afrontemos la realidad y para que hagamos de nuestros seres queridos, personas que no le tengan miedo al mundo real.

7.- ¿Qué quiere decir el cura al hablar del mundo real? ¿Cuántos mundos hay?

¡Ah!, ¿No te has dado cuenta? En nuestra vida existe un mundo ideal pero también existe un mundo real.

Y así, muchas personas prefieren vivir en una especie de mundo ideal, ya que a menudo anhelan y pelean con la bandera de la libertad, por la dignidad, los derechos humanos, los privilegios, las concesiones y la independencia como algo bueno en sí mismo, pero sin estar dispuestos a tener un acercamiento con todas esas trabas exigidas por las obligaciones y los deberes de la vida.

Nuestro mundo real es ése contexto de nuestras responsabilidades para con Dios, con los padres y la familia, con los amigos, las autoridades y la sociedad.

El mundo cristiano es un mundo en donde la libertad tiene que responder cristianamente a las circunstancias, a los deberes y a las limitaciones concretas. Sólo en este mundo real de la vida diaria –no en el de la esfera ideal- existe la libertad humana y cristiana.

El hombre permanece siempre libre para elegir. Diría Gabriel Marcel: “No es lo mismo ser libre que ser independiente”.

Aquellos que confundimos la libertad con la independencia vamos a caer fácilmente en las peores esclavitudes humanas. Actualmente, en la supuesta autonomía del hombre han surgido nuevas formas de esclavitud social y psicológica.

El mismo Gabriel Marcel, existencialista francés que se confesó católico, al publicar su libro SER Y TENER, criticaba el que ésta nuestra civilización solamente se encargara de enseñarnos el cómo poseer las cosas, cuando aquello que nos debería enseñar es el arte de renunciar a ellas. Él afirma que no hay libertad ni verdadera vida si no aprendemos a renunciar a las cosas.

8.- Y éste es el tono en el que se educa a los hijos. En esta sociedad consumista, los niños tienen en sus habitaciones tantos lujos innecesarios que para castigarlos habría que mandarlos a la alcoba de sus padres o, quizá a sentarse en la entrada de la casa, en vez de encerrarlos en su habitación. ¡Ese ya no es ningún castigo en nuestro tiempo!

Eduquemos a la familia para que no le tenga miedo ni a las renuncias ni a los deberes en la vida. Nuestros deberes los vamos adquiriendo en cada una de las decisiones de libertad ejercidas a lo largo de la vida.

Eduquémosle para que no le tengan miedo a esos rostros poco atractivos que traen sobrepuestos algunos de nuestros días, y que pueden ser con el paso del tiempo y con esfuerzo los más felices de nuestro existir.

9.- A mí me parece obvio que cada nuevo día - junto con las personas y hechos de ese día- nos plantea una serie de interrogatorios y espera de nosotros una reacción adecuada, una reacción cristiana...

De esta manera la persona necesitada y, a la vez, poco atractiva por el descuido me pregunta qué tanto puedo amar en realidad... La muerte de una persona querida me pregunta qué es lo que creo en verdad acerca de la muerte y con cuánto provecho me puedo enfrentar cristianamente a la pérdida y a la soledad... Un bello día, una persona amable y espléndida, un logro y una adquisición me preguntan qué tan capaz soy de alegrarme sin que caiga en el orgullo... Un buen comentario y aún algunos de mis errores me preguntan qué tanto sentido del humor tengo... Una persona muy diferente a mí, que ha vivido en un ambiente muy distinto al mío me pregunta sí soy capaz de comprender a fondo al hermano y aceptarlo por lo que es... El éxito y el fracaso me piden que defina mis ideas acerca del éxito, del fracaso y de la felicidad... El dolor personal me pregunta si en verdad creo que puedo crecer aún en medio de la contrariedad... Una crítica que me hacen, me interroga acerca de mi sensibilidad, de mi madurez y de la confianza que tengo en mí mismo... El afecto y la entrega de otras personas, a mí me está interrogando si es verdad que dejo que me quieran...

10.- ¿Te das cuenta cómo todo puede ser capitalizado?

Debemos formar a nuestros seres queridos, a fin de que cada uno asuma la realidad de la vida con sus deberes y con sus responsabilidades.

Los cristianos no podemos confundir el amor, que siempre es necesario, con el abuso del amor. ¡Date cuenta! “Si la falta de amor materno y paterno puede matar, el exceso de amor no es menos peligro”. El consentirles todo a los niños es la mejor manera de echarlos a perder, de hacerles egoístas, individualistas y caprichosos.

11.- Al leer y releer el Evangelio de este domingo, así como las otras lecturas, y todo lo que vivimos en nuestros días, debemos estar convencidos de que lo mejor de la vida y lo auténticamente bueno tiene siempre un costo por cubrirse: la entrega y la constancia.

Cuando un padre de familia ha procurado que sus hijos estén cercanos a Dios y les ha sabido enseñar el valor que posee la perseverancia, en alguna situación adversa, tal vez ellos se detengan momentáneamente, y quizá en algunos momentos vayan dando algunos traspiés de tal manera que parecieran ir en retroceso, pero ese ir hacia atrás les será de utilidad como para que agarren impulso, y de esta manera, seguirán adelante y no pararán hasta alcanzar sus metas. Ellos continuarán buscándolas y así en el camino descubrirán que son demasiados pocos los problemas que no puedan resolverse con una firme perseverancia, y qué absolutamente ningún problema es imposible para aquel que esté cercano a Dios.

¡Hagamos oración y afrontemos la vida! Es en la oración en donde percibiremos las necesidades reales de nuestros hermanos, nos fortaleceremos de cara a las posibilidades que tenemos delante de nosotros y tomaremos fuerza para seguir cumpliendo con nuestra misión.

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