En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos».
Los discípulos le preguntaron: «¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?» Él les dijo: «¿Cuántos panes tienen ustedes?» Ellos respondieron: «Siete».
Entonces Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran.
Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado.
Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió. En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta
Compartiendo la Palabra
Publicado por Fundación Epsilón
vv. 1-3 Por aquellos días, como había otra vez una gran multitud y no tenían qué comer, convocó a los discípulos y les dijo: «Me conmueve esta multitud, porque llevan tres días a mi lado y no tienen qué comer; y si los mando a su casa en ayunas, desfallecerán en el camino. Además, algunos de ellos han venido de lejos.
La fórmula por aquellos días señala en Mc el tiempo del cumplimiento de las profecías (cf. 1,9); sugiere así que se trata de un tiempo posterior al de la vida histórica de Jesús. La escena se sitúa en la orilla oriental del lago, en territorio pagano.
Jesús toma la iniciativa, pero, al contrario que en el reparto de los panes a Israel, aquí no enseña; «enseñar» significa exponer el mensaje tomando pie del AT, tradición religiosa ajena a los pueblos paganos. El primer problema que se presenta es que la gran multitud necesita alimento; Mc juega con el doble sentido del alimento: comida y mensaje. Como en el caso de los judíos (6,34-46), el reparto de los panes va a ser la expresión gráfica del mensaje.
Jesús convoca (6,7) a los discípulos: los informa del sentimiento que despierta en él la multitud (me conmueve), la misma reacción de ternura y amor que tuvo al ver la multitud judía (6,34), y del problema que pide solución (no tienen qué comer). Esta multitud ha dado ya su adhesión a Jesús (llevan ya tres días conmigo, cf. Os 6,2) y, como lo indica la expresión de lejos, procede de pueblos paganos (Is 5,25; Jr 4,6.20; 31/38,10). Ahora que van a vivir por su cuenta (si los despido... a su casa, cf. 2,11) necesitan el alimento-mensaje.
vv. 4-5 Le replicaron sus discípulos: «¿Cómo va a poder nadie saciar a éstos de pan aquí en descampado?» El les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?» Contestaron: «Siete».
Jesús esperaba alguna iniciativa de los discípulos, pero éstos opinan que el problema de los paganos es insoluble, incluso para Jesús (¿De dónde va a poder nadie...?). No puede haber éxodo ni sociedad nueva para los paganos en cuanto tales; lo que ocurrió con los judíos es imposible con éstos; no encontrarán solución más que a través de Israel. Los discípulos no tienen conciencia de lo que Jesús puede hacer ni creen en el amor universal de Dios.
v. 6 Mandó a la multitud que se echara en el suelo; tomando los siete panes, pronunció una acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran; ellos los sirvieron a la multitud.
Jesús no responde a la objeción, se dirige directamente a la multitud; si el nuevo Israel se resiste a su vocación universal, Jesús actuará por su cuenta. Echarse/recostarse en el suelo/en la tierra para comer era la postura de los hombres libres (6,39s). Se expresa así la base de la alternativa de Jesús: plenitud de vida (alimento) en libertad. La tierra (no en 6,39), que alude a la tierra prometida, se menciona aquí (no en 6,39) porque la nueva tierra prometida, el reino de Dios, no es ya el territorio de Israel, sino el mundo en su totalidad. Se anuncia la libertad para todos los hombres y pueblos.
Jesús coge todo el alimento que tienen sus discípulos, no reserva nada. El número siete indica totalidad (6,38: cinco más dos) y está en relación con la totalidad de la humanidad (setenta naciones según la creencia judía del tiempo). Los discípulos que poseen los siete panes tienen ya el mensaje completo y están capacitados para la labor con todos los hombres y pueblos; si no lo hacen es porque no quieren.
Jesús pronuncia una acción de gracias (6,41: «una bendición»); con los peces usará bendecir; aparecen así los dos términos usados en la Cena (14,24ss).
El pan es factor de vida; se parte para compartirlo; su reparto es expresión de amor; la misión de la comunidad es un servicio de solidaridad y amor para comunicar vida a toda la humanidad. El nuevo Israel pierde la propiedad de su pan para hacer partícipes de él a los paganos. Mc hace hincapié en el servicio de los discípulos, que menciona tres veces (6.7). Jesús les enseña a servir, a ofrecer a los paganos la vida que ellos reciben de Jesús. Ellos hacen lo que Jesús les dice, pero pronto se verá que no lo interiorizan.
vv. 7-8 Tenían además unos cuantos pececillos; los bendijo y encargó que los sirvieran también. Comieron todos hasta saciarse y recogieron los trozos que habían sobrado: siete espuertas.
Se añaden los peces, aun fuera del número siete, para indicar la igualdad de los éxodos judío y pagano. La multitud, que no tenía qué comer, ahora tiene alimento sin límite; Jesús colma todas sus aspiraciones, los lleva hasta la plenitud de vida (hasta saciarse). Jesús muestra a los discípulos que existe un éxodo (una alternativa) para los paganos igual al de Israel.
La misma multitud recoge los trozos que han sobrado, pero no los retiene para sí: expresa así su compromiso de seguir compartiendo. Las siete espuertas, como los siete panes, miran a los «setenta pueblos» de la tierra: compartiendo se puede dar vida a la humanidad y saciar todas sus aspiraciones.
v. 9 Eran unos cuatro mil, y él los despidió.
Cuatro mil es múltiplo de cuatro, número que indica universalidad ilimitada («los cuatro puntos cardinales»). No se usa la figura de «hombres adultos» (6,44), que remitía a las comunidades proféticas del AT, pero se los designa en plural, porque ya están personalizados. Tienen ya el Espíritu, porque llevan tres días con Jesús (2).
Jesús los despide sin alejar antes a los discípulos (6,45); no hay peligro de que éstos manifiesten en esta ocasión sus deseos de restauración de Israel. Los individuos de la multitud, con el mensaje que han recibido, pueden ya valerse por sí mismos. No tienen que integrarse en el pueblo judío («la casa de Israel»), irán «a sus casas» (2, cf. 2,11; 5,19), para poner allí en práctica la alternativa de Jesús.
Después de manifestar su proyecto mesiánico con judíos y paganos, Jesús vuelve a territorio judío para ofrecer a Israel este proyecto, que extiende la salvación a todos los pueblos. Encuentra un rotundo rechazo.
v. 10 Se montó en la barca con sus discípulos y fue derecho a la región de Dalmanuta.
Esta travesía está en paralelo con la de 6,47-53. No hay acuerdo sobre la identificación de Dalmanuta, aunque, al mencionarse la presencia de los fariseos, se trata ciertamente de un lugar judío.
Israel está representado por los fariseos (no «algunos fariseos»). Solamente ellos aparecen en la escena: no hay pueblo ni espectadores; esto prueba su carácter representativo.
Salen sin que se especifique de dónde: Mc señala así que lo que resalta en territorio judío es la ideología y la doctrina fariseas. La presencia de Jesús, portador del mensaje de la igualdad entre los pueblos, provoca inmediatamente la de sus adversarios, quienes, sin tardar, se enfrentan con él; su actitud es agresiva: rechazan sin más la actitud y la actividad de Jesús. Representan la oposición frontal del mundo judío a su programa universalista.
Los discípulos le preguntaron: «¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?» Él les dijo: «¿Cuántos panes tienen ustedes?» Ellos respondieron: «Siete».
Entonces Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran.
Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado.
Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió. En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta
Compartiendo la Palabra
Publicado por Fundación Epsilón
vv. 1-3 Por aquellos días, como había otra vez una gran multitud y no tenían qué comer, convocó a los discípulos y les dijo: «Me conmueve esta multitud, porque llevan tres días a mi lado y no tienen qué comer; y si los mando a su casa en ayunas, desfallecerán en el camino. Además, algunos de ellos han venido de lejos.
La fórmula por aquellos días señala en Mc el tiempo del cumplimiento de las profecías (cf. 1,9); sugiere así que se trata de un tiempo posterior al de la vida histórica de Jesús. La escena se sitúa en la orilla oriental del lago, en territorio pagano.
Jesús toma la iniciativa, pero, al contrario que en el reparto de los panes a Israel, aquí no enseña; «enseñar» significa exponer el mensaje tomando pie del AT, tradición religiosa ajena a los pueblos paganos. El primer problema que se presenta es que la gran multitud necesita alimento; Mc juega con el doble sentido del alimento: comida y mensaje. Como en el caso de los judíos (6,34-46), el reparto de los panes va a ser la expresión gráfica del mensaje.
Jesús convoca (6,7) a los discípulos: los informa del sentimiento que despierta en él la multitud (me conmueve), la misma reacción de ternura y amor que tuvo al ver la multitud judía (6,34), y del problema que pide solución (no tienen qué comer). Esta multitud ha dado ya su adhesión a Jesús (llevan ya tres días conmigo, cf. Os 6,2) y, como lo indica la expresión de lejos, procede de pueblos paganos (Is 5,25; Jr 4,6.20; 31/38,10). Ahora que van a vivir por su cuenta (si los despido... a su casa, cf. 2,11) necesitan el alimento-mensaje.
vv. 4-5 Le replicaron sus discípulos: «¿Cómo va a poder nadie saciar a éstos de pan aquí en descampado?» El les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?» Contestaron: «Siete».
Jesús esperaba alguna iniciativa de los discípulos, pero éstos opinan que el problema de los paganos es insoluble, incluso para Jesús (¿De dónde va a poder nadie...?). No puede haber éxodo ni sociedad nueva para los paganos en cuanto tales; lo que ocurrió con los judíos es imposible con éstos; no encontrarán solución más que a través de Israel. Los discípulos no tienen conciencia de lo que Jesús puede hacer ni creen en el amor universal de Dios.
v. 6 Mandó a la multitud que se echara en el suelo; tomando los siete panes, pronunció una acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran; ellos los sirvieron a la multitud.
Jesús no responde a la objeción, se dirige directamente a la multitud; si el nuevo Israel se resiste a su vocación universal, Jesús actuará por su cuenta. Echarse/recostarse en el suelo/en la tierra para comer era la postura de los hombres libres (6,39s). Se expresa así la base de la alternativa de Jesús: plenitud de vida (alimento) en libertad. La tierra (no en 6,39), que alude a la tierra prometida, se menciona aquí (no en 6,39) porque la nueva tierra prometida, el reino de Dios, no es ya el territorio de Israel, sino el mundo en su totalidad. Se anuncia la libertad para todos los hombres y pueblos.
Jesús coge todo el alimento que tienen sus discípulos, no reserva nada. El número siete indica totalidad (6,38: cinco más dos) y está en relación con la totalidad de la humanidad (setenta naciones según la creencia judía del tiempo). Los discípulos que poseen los siete panes tienen ya el mensaje completo y están capacitados para la labor con todos los hombres y pueblos; si no lo hacen es porque no quieren.
Jesús pronuncia una acción de gracias (6,41: «una bendición»); con los peces usará bendecir; aparecen así los dos términos usados en la Cena (14,24ss).
El pan es factor de vida; se parte para compartirlo; su reparto es expresión de amor; la misión de la comunidad es un servicio de solidaridad y amor para comunicar vida a toda la humanidad. El nuevo Israel pierde la propiedad de su pan para hacer partícipes de él a los paganos. Mc hace hincapié en el servicio de los discípulos, que menciona tres veces (6.7). Jesús les enseña a servir, a ofrecer a los paganos la vida que ellos reciben de Jesús. Ellos hacen lo que Jesús les dice, pero pronto se verá que no lo interiorizan.
vv. 7-8 Tenían además unos cuantos pececillos; los bendijo y encargó que los sirvieran también. Comieron todos hasta saciarse y recogieron los trozos que habían sobrado: siete espuertas.
Se añaden los peces, aun fuera del número siete, para indicar la igualdad de los éxodos judío y pagano. La multitud, que no tenía qué comer, ahora tiene alimento sin límite; Jesús colma todas sus aspiraciones, los lleva hasta la plenitud de vida (hasta saciarse). Jesús muestra a los discípulos que existe un éxodo (una alternativa) para los paganos igual al de Israel.
La misma multitud recoge los trozos que han sobrado, pero no los retiene para sí: expresa así su compromiso de seguir compartiendo. Las siete espuertas, como los siete panes, miran a los «setenta pueblos» de la tierra: compartiendo se puede dar vida a la humanidad y saciar todas sus aspiraciones.
v. 9 Eran unos cuatro mil, y él los despidió.
Cuatro mil es múltiplo de cuatro, número que indica universalidad ilimitada («los cuatro puntos cardinales»). No se usa la figura de «hombres adultos» (6,44), que remitía a las comunidades proféticas del AT, pero se los designa en plural, porque ya están personalizados. Tienen ya el Espíritu, porque llevan tres días con Jesús (2).
Jesús los despide sin alejar antes a los discípulos (6,45); no hay peligro de que éstos manifiesten en esta ocasión sus deseos de restauración de Israel. Los individuos de la multitud, con el mensaje que han recibido, pueden ya valerse por sí mismos. No tienen que integrarse en el pueblo judío («la casa de Israel»), irán «a sus casas» (2, cf. 2,11; 5,19), para poner allí en práctica la alternativa de Jesús.
Después de manifestar su proyecto mesiánico con judíos y paganos, Jesús vuelve a territorio judío para ofrecer a Israel este proyecto, que extiende la salvación a todos los pueblos. Encuentra un rotundo rechazo.
v. 10 Se montó en la barca con sus discípulos y fue derecho a la región de Dalmanuta.
Esta travesía está en paralelo con la de 6,47-53. No hay acuerdo sobre la identificación de Dalmanuta, aunque, al mencionarse la presencia de los fariseos, se trata ciertamente de un lugar judío.
Israel está representado por los fariseos (no «algunos fariseos»). Solamente ellos aparecen en la escena: no hay pueblo ni espectadores; esto prueba su carácter representativo.
Salen sin que se especifique de dónde: Mc señala así que lo que resalta en territorio judío es la ideología y la doctrina fariseas. La presencia de Jesús, portador del mensaje de la igualdad entre los pueblos, provoca inmediatamente la de sus adversarios, quienes, sin tardar, se enfrentan con él; su actitud es agresiva: rechazan sin más la actitud y la actividad de Jesús. Representan la oposición frontal del mundo judío a su programa universalista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario