El pasado 7 de Mayo tuvo lugar en Tokyo la entrega del Premio de la Paz al canónigo anglicano Gideon Byamugisha. Este sacerdote de Uganda ha sido designado para el premio por la Fundación Budista Niwano para la Promoción de la Paz, siendo así el vigésimo sexto beneficiario de dicho galardón, que en su primer año se otorgó al obispo católico brasileño Helder Cámara.
Coincidió la fecha de la ceremonia con días de alerta mundial por un nuevo virus gripal y el galardonado tuvo que renunciar a su presencia en el acto de condecoración, en el que le representó el obispo anglicano de Tokyo, Makoto Uematsu, quien nos leyó el mensaje del Rev. Byamugisha con un exordio esperanzador: “Las pandemias no son solamente amenazas, sino oportunidades de interconexión solidaria global”.
Con claridad y brevedad, el discurso de aceptación del premiado desarrolló pedagógicamente el acróstico que su autor viene repitiendo durante dos décadas en conferencias por más de cuarenta países. La mnemotecnia es SAVE, al mismo tiempo significativa de “salvar” y resumen de cuatro estrategias: Seguridad (safe practice) en el ejercicio de la sexualidad; acceso (access) a tratamiento y nutrición; voluntaria (voluntary) participación habitual en reconocimientos y consejo médico sin discriminación); y empeño (empowerment) en capacitar a hombres y mujeres, jóvenes y mayores, familias y naciones para convivir con la vulnerabilidad sin estigmatizar a nadie.
El Pastor Byamugisha es conocido mundialmente por su labor en favor de la dignidad y los derechos humanos de las personas que viven con VIH/SIDA. Pocos días después de perder a su esposa, a causa del virus, se enteró de que también él lo tenía. Decidió compartir su problema y se convirtió en la primera figura religiosa que confesaba abiertamente su condición seropositiva. "Entonces, poca gente hablaba abiertamente de ello y se asociaba la enfermedad con la promiscuidad sexual. Me costó aceptarlo, pero opté por no ocultar mi enfermedad, sino compartir con quienes me importaban". En vez de rechazo, halló aceptación. Le daban por terminal, pero remontó gracias a la medicación que le consiguieron generosamente.
Se casó de nuevo con una mujer viuda seropositiva. “Se puede aprender de los éxitos y los obstáculos de Uganda”, dice, “actualmente la abstinencia entre los jóvenes solteros es mayor, la primera experiencia sexual se retrasa y disminuye el sexo ocasional a la vez que aumenta el uso de preservativos. Pero los bajos ingresos, las discriminaciones de género y los bajos niveles educativos no desaparecen fácilmente”.
El Rev. Gunnar Stalsett, obispo luterano emérito de Oslo que presidió la Conferencia Internacional del SIDA en Toronto (2006), escribe sobre “El cambio de actitud de las religiones ante el SIDA” en la revista budista Dharma World (Abril, 2009): “Ningún tema ha afectado tanto en tan poco tiempo a las diversas confesiones religiosas, obligándolas a replantearse su modo de relacionarse con la sexualidad humana. Hoy reconocemos la necesidad de apoyar el acceso equitativo a escala mundial a los programas de educación, prevención, tratamiento y cuidado.. Para apreciar este cambio de actitud en las religiones, hay que recordar las resistencias opuestas por tabúes ancestrales. Les cuesta a las religiones encarar con naturalidad el tema de la sexualidad humana. Contradicen sus mensajes de amor y solidaridad con actitudes, enseñanzas y normativas estigmatizadoras de las víctímas del virus”.
En el libro Prevención del VIH: Una conversación teológica global (ed. Gillian Paterson, 2008), profesionales de la teología y creyentes de diversas religiones, junto con personas víctimas de la enfermedad, estudian cómo contribuir a la prevención del SIDA, desde un terreno común intercultural e interreligioso. Convergen en las conclusiones diversos grupos religiosos para apoyar en su totalidad el conjunto de medidas preventivas y curativas, así como la lucha contra todo estigma de discriminación. Destaca en esa obra la aportación derl Rev. Byamugisha, junto a la de la teóloga católica Margaret A. Farley.
El discurso pronunciado por Niwano Nichiyo, Presidente de la Asociación Budista Koseikai, al hacer entrega del 26 Premio de la Paz a Gideon Byamugisha estuvo a la altura de un líder religioso con amplitud de miras. “La lucha contra el SIDA, dijo, es inseparable de las estrategias para la desaparición de la pobreza y el acceso equitativo al cuidado total de la salud. Por eso las religiones no pueden permanecer indiferentes”. Y, a continuación, añadió con finura japonesa: “No perdamos tiempo en discutir sobre las ramitas del árbol, lo principal es regarlo, cuidarlo y curarlo”. Para quien lee entre líneas, las “ramitas” eran un fina alusión, sin descender a detalles, para restar importancia al nerviosismo con que algunas instancias religiosas se obsesionan con el tabú del preservativo.
(Publicado en La Verdad de Murcia,el 3 de Junio 09)
Coincidió la fecha de la ceremonia con días de alerta mundial por un nuevo virus gripal y el galardonado tuvo que renunciar a su presencia en el acto de condecoración, en el que le representó el obispo anglicano de Tokyo, Makoto Uematsu, quien nos leyó el mensaje del Rev. Byamugisha con un exordio esperanzador: “Las pandemias no son solamente amenazas, sino oportunidades de interconexión solidaria global”.
Con claridad y brevedad, el discurso de aceptación del premiado desarrolló pedagógicamente el acróstico que su autor viene repitiendo durante dos décadas en conferencias por más de cuarenta países. La mnemotecnia es SAVE, al mismo tiempo significativa de “salvar” y resumen de cuatro estrategias: Seguridad (safe practice) en el ejercicio de la sexualidad; acceso (access) a tratamiento y nutrición; voluntaria (voluntary) participación habitual en reconocimientos y consejo médico sin discriminación); y empeño (empowerment) en capacitar a hombres y mujeres, jóvenes y mayores, familias y naciones para convivir con la vulnerabilidad sin estigmatizar a nadie.
El Pastor Byamugisha es conocido mundialmente por su labor en favor de la dignidad y los derechos humanos de las personas que viven con VIH/SIDA. Pocos días después de perder a su esposa, a causa del virus, se enteró de que también él lo tenía. Decidió compartir su problema y se convirtió en la primera figura religiosa que confesaba abiertamente su condición seropositiva. "Entonces, poca gente hablaba abiertamente de ello y se asociaba la enfermedad con la promiscuidad sexual. Me costó aceptarlo, pero opté por no ocultar mi enfermedad, sino compartir con quienes me importaban". En vez de rechazo, halló aceptación. Le daban por terminal, pero remontó gracias a la medicación que le consiguieron generosamente.
Se casó de nuevo con una mujer viuda seropositiva. “Se puede aprender de los éxitos y los obstáculos de Uganda”, dice, “actualmente la abstinencia entre los jóvenes solteros es mayor, la primera experiencia sexual se retrasa y disminuye el sexo ocasional a la vez que aumenta el uso de preservativos. Pero los bajos ingresos, las discriminaciones de género y los bajos niveles educativos no desaparecen fácilmente”.
El Rev. Gunnar Stalsett, obispo luterano emérito de Oslo que presidió la Conferencia Internacional del SIDA en Toronto (2006), escribe sobre “El cambio de actitud de las religiones ante el SIDA” en la revista budista Dharma World (Abril, 2009): “Ningún tema ha afectado tanto en tan poco tiempo a las diversas confesiones religiosas, obligándolas a replantearse su modo de relacionarse con la sexualidad humana. Hoy reconocemos la necesidad de apoyar el acceso equitativo a escala mundial a los programas de educación, prevención, tratamiento y cuidado.. Para apreciar este cambio de actitud en las religiones, hay que recordar las resistencias opuestas por tabúes ancestrales. Les cuesta a las religiones encarar con naturalidad el tema de la sexualidad humana. Contradicen sus mensajes de amor y solidaridad con actitudes, enseñanzas y normativas estigmatizadoras de las víctímas del virus”.
En el libro Prevención del VIH: Una conversación teológica global (ed. Gillian Paterson, 2008), profesionales de la teología y creyentes de diversas religiones, junto con personas víctimas de la enfermedad, estudian cómo contribuir a la prevención del SIDA, desde un terreno común intercultural e interreligioso. Convergen en las conclusiones diversos grupos religiosos para apoyar en su totalidad el conjunto de medidas preventivas y curativas, así como la lucha contra todo estigma de discriminación. Destaca en esa obra la aportación derl Rev. Byamugisha, junto a la de la teóloga católica Margaret A. Farley.
El discurso pronunciado por Niwano Nichiyo, Presidente de la Asociación Budista Koseikai, al hacer entrega del 26 Premio de la Paz a Gideon Byamugisha estuvo a la altura de un líder religioso con amplitud de miras. “La lucha contra el SIDA, dijo, es inseparable de las estrategias para la desaparición de la pobreza y el acceso equitativo al cuidado total de la salud. Por eso las religiones no pueden permanecer indiferentes”. Y, a continuación, añadió con finura japonesa: “No perdamos tiempo en discutir sobre las ramitas del árbol, lo principal es regarlo, cuidarlo y curarlo”. Para quien lee entre líneas, las “ramitas” eran un fina alusión, sin descender a detalles, para restar importancia al nerviosismo con que algunas instancias religiosas se obsesionan con el tabú del preservativo.
(Publicado en La Verdad de Murcia,el 3 de Junio 09)
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