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miércoles, 8 de julio de 2009

Italia, tres obispos teólogos: Martini, Forte, Fisichella


Publicado por El Blog de X. Pikaza

He presentado ayer a seis obispos teólogos de España. Hoy me detengo en tres de Italia. Hay muchos más, tanto en la curia vaticana (Bertone, Amato…), como en diferentes diócesis; pero no voy a fijarme en ellos, sino sólo en estos tres, porque tengo una referencia más directa de ellos. Martini, el más veterano, ha sido un “papable”, uno de los hombres más significativos de la Iglesia actual; fue mi profesor y el de muchos otros que estudiamos con él en el Bíblico, aprendiendo a distinguir los códices y las tradiciones textuales de la Biblia (como la del Sinaítico, ahora en internet, o la del Vaticano o B, su preferido…). Tengo un gran recuerdo de él, como profesor y como persona. Con Forte he coincidido cuatro o cinco veces, en Salamanca, en México y en Italia; es un hombre amable, se hace querer, es consciente del valor de su teología; dicen que será papable. A Fisichella le conocemos todos los que hemos pasado en los últimos años por la Gregoriana. Ha sido un gran profesor. De su labor como obispo se oye menos. Éstos son los tres italianos.

MARTINI, CARLO MARÍA (1927- ). Crítico bíblico, teólogo y obispo católico, de la Compañía de Jesús. Fue profesor del Instituto Bíblico de Roma, donde no sólo enseñó Crítica Textual (su asignatura), sino que ofreció a los que nos honramos de haber sido sus alumnos un acceso inteligente y crítico al conjunto de la Sagrada Escritura, haciéndonos leer y valorar directamente los diversos manuscritos y textos más antiguos de la Biblia. Fue (y sigue siendo) uno de los especialistas máximos en crítica textual del Nuevo Testamento (que él ha estudiado de un modo intenso, a partir del manuscrito B, o Vaticano). Su obra más significativa es la preparación y edición, con otros colaboradores, del texto estándar del Nuevo Testamento (The Greek New Testament, Stuttgart 1966), con reediciones y adaptaciones posteriores, que han servido de base para la traducción de la Biblia a casi todos los idiomas. Sólo por eso merece el máximo respeto en el campo de los estudios bíblicos, por encima de la diversidad de confesiones cristianas.

En 1979 fue nombrado Arzobispo de Milán y luego cardenal. Es quizá el obispo católico más respetado en la actualidad, por su conocimiento de los problemas humanos y por el diálogo que ha venido manteniendo con intelectuales y científicos de Italia y de otros países. Se le tiene como un pensador liberal, abierto a los problemas sociales y eclesiales del momento actual, pero sus posturas son profundamente evangélicas y podrían servir para una auténtica reforma de la Iglesia católica y de la Cristiandad, si fueran más escuchadas. Ha publicado cientos de obras de divulgación y de testimonio cristiano. Muchas de ellas están traducidas a más de cincuenta idiomas. Cf. Abrahán, nuestro Padre (Madrid 1996); El absurdo de Auschwitz y el misterio de la cruz (Estella 2000); La audacia de la esperanza (Estella 2005); Coloquios nocturnos en Jerusalén (Madrid 2008).

FORTE, BRUNO (1949- ).

Teólogo y obispo católico italiano, de origen napolitano, como → Santo Tomas. Ha estudiado y ha sido profesor en la Pontificia Facultad teológica de Italia meridional (de Nápoles). Ha perfeccionado sus estudios en Paris y Tubinga, siendo discípulo de → Kasper y ha sido consultor del Consejo pontificio para la unidad de los cristianos y del Consejo pontificio para el diálogo con los no creyentes y miembro de la Comisión teológica internacional. Es quizá el teólogo italiano más significativo del último tercio del siglo XX y desde el año 2004 es arzobispo de Chieti-Vasto, en la región del Abruzzo, en la zona del Adriático italiano. La mayor parte de sus obras han sido traducidas al castellano, en Sígueme, Salamanca: Jesús de Nazaret, 1983; La teología como compañía, memoria y profecía, 1990; Teología de la historia, 1995; La Iglesia de la Trinidad, 1996; En memoria del Salvador, 1997; La Iglesia, icono de la Trinidad, 1997; Iglesia de la Trinidad, 1998; María, la mujer icono del misterio, 2001; Trinidad como historia, 2001; La eternidad en el tiempo, 2000; La esencia del cristianismo, 2002.

1. Visión de conjunto. B. Forte ha elaborado una teología que está marcada por un fuerte espiritualismo y por un deseo trascendental de recuperar la historia. Proviene de una inspiración cercana a la "mística idealista", al estilo de → Schelling (y de → H. U. von Balthasar y Kasper) y ha destacado el sentido trinitario de la cruz. (en una línea que recuerda a la de → Moltmann). Vincula un ágil lenguaje teológico y una fuerte experiencia del silencio-misterio con una intensa identificación institucional de servicio a la Iglesia Católica. Su obra se está convirtiendo en paradigma de una nueva teología de la interioridad sagrada, que pretende interpretar y trascender de una forma contemplativa los dolores de la humanidad. Pero algunos piensan que su visión de la historia y de la cruz trinitaria, siendo de gran hondura emocional, puede olvidar y desatender las cruces reales de la historia, pues no es capaz de suscitar una verdadera protesta liberadora y un movimiento social de Reino.

Desde ese fondo, B. Forte se inscribe en la línea de una nueva sen¬sibilidad teológica, más vinculada a la visión estética que a la transfor¬mación so¬cial de la historia, a la vivencia espiritual que a la revolución. Ciertamente, su pensamiento puede dialogar con lo social, pero sin llegar hasta las últimas con¬secuencias de un compromiso político en favor de los pobres. Acen¬túa el valor del hombre y de su palabra creadora, pero sitúa su vida ante el misterio de un Dios que transciende todas las palabras. De esa forma puede acep¬tar la búsqueda de liberación humana de la modernidad, sin identificarla con un rechazo de Dios, pero sin vincularla tampoco como la raíz y la exigencia central del evangelio, en la perspectiva de la nueva se¬nsibilidad “cuasi oficial” de la iglesia católica de Juan Pablo II y de Benedicto XVI.

Bruno Forte no es un teólogo “conservador” en el sentido fuerte de la palabra; sino que se ha situado en la línea de lo que en Italia se ha llamado la Teología de la Med-ia¬ción (del diálogo con la modernidad, de la aceptación de los valo¬res laicales…), en contra de una Teología de la presencia (que estaría repre¬sentada sobre todo por Comunión y Liberación, → Giussani) que quiere traducir la rea¬lidad eclesial en clave de influjo cultural-social-político direc¬to. En la Convención de la Iglesia Italiana de Lo¬reto (el año 1985) fue el relator de las tesis de la medi¬ación, defendidas por el → Card. Martini. Desde entonces hasta su nombramiento como obispo (y especialmente después) él ha venido apareciendo en algunos círculos como el teólogo oficioso de una parte del episcopado italiano.

2. Un curso de teología. Bruno Forte ha querido escribir un curso completo de teología, titulado en italiano Simbolica Ecclesiale en ocho volúmenes publicados en San Paolo, Milano del 1987 al 1996, cuyos temas son: fe, teología, Jesús, Trinidad, Iglesia, antropología, historia, María. El primer volumen se titulaba: Jesús de Nazaret: historia de Dios, Dios de la historia (1981; versión cast. Paulinas, Madrid 1983). Los restantes volúmenes han sido traducidos por Sígueme (Salamanca), menos la eclesiología (Iglesia de la Trinidad, Secretariado Trinitario, Salamanca 1998). Todos los que hemos conocido a Forte sabemos el interés que ha tenido por elaborar ese curso que ha intentado traducir a los grandes idiomas de Europa, como gesto de afirmación teológica, en unos tiempos de cambio de paradigma teológico. B. Forte se siente vinculado a Santo Tomás, napolitano como él, y así ha querido vincular el mensaje cristiano a las nuevas condiciones de la vida y del pensamiento de finales del siglo XX

En esa línea, B. Forte ha desarrollado una teología que quiere ser rigurosa, en sentido intelectual, pero abierta al diálogo con un tipo de espiritualidad que está surgiendo tras el fracaso de los grandes sistemas del orden racionalista que habían triunfado desde Descartes hasta el neopositivismo de mediados del siglo XX.

Está surgiendo, a su juicio, una nueva antropología (y teología) de línea simbóli¬ca, más vinculada a → Schelling que a Hegel, más cercana que a Kierkegaard que a Marx en la que podrían caber muchos movimientos y autores actuales, desde → L. Boff a P. Eudokimov, desde el → Card. Martini a K. Rahner. Es muy posible que no todos los pensadores católicos se sientan representados por esta nueva “dirección teológica”, pero es evidente que en ella pueden inscribirse autores y tendencias muy significativas. Se trata de una teología de línea estética, paradójica, centrada en la Trinidad y en la Cruz, desde la perspectiva de una Iglesia bien centrada en su tarea de mediación sacral dentro de una sociedad múltiple. Ésta es una teología que quiere presentarse como despliegue de la historia trinitaria de Dios, en la que se inserta el sufrimiento de los hombres, como ha puesto de relieve una de las últimas obras del teólogo B. Forte:

«Siendo historia del Hijo, del Padre y del Espíritu, la Cruz es por tanto historia trinitaria de Dios. La Trinidad asume por amor el exilio del mundo sometido al pecado, para que este exilio se introduzca por la Pascua en la patria de la comunión trinitaria. Precisamente así se puede escrutar en el abismo de la divinidad un misterio de sufrimiento, como lo afirma Juan Pablo II: El Libro Sagrado parece entrever, en su visión antropomórfica, en las profundidades de Dios y, en cierto sentido, en el corazón mismo de la Trinidad inefable...un dolor inconcebible e indecible... En las 'profundidades de Dios' se da un amor de Padre que, ante el pecado del hombre, según el lenguaje bíblico, reacciona hasta el punto de exclamar: 'Estoy arrepentido de haber hecho al hombre' (cf. Gen 6, 7;). Se da así un paradójico misterio de amor: en Cristo sufre Dios rechazado por las propias criaturas... Pero, a la vez, desde lo más hondo de ese sufrimiento... el Espíritu saca una nueva dimensión del don hecho al hombre y a la creación desde el principio: en lo más hondo del misterio de la Cruz actúa el amor (cf. Juan Pablo II, Dominum et vivificantem 39, 41).

El sufrimiento divino no es por tanto un signo de debilidad o de límite, como el sufrimiento pasivo, que se padece porque no es posible evitarlo... En las profundidades divinas existe, sin embargo, un sufrimiento de tipo diverso: escogido activa y libremente por amor. La Cruz, en cuanto historia trinitaria de Dios, no proclama la blasfemia de una muerte atea de Dios, que abre un espacio para la vida del hombre prisionero de su autosuficiencia, sino la buena noticia de la muerte en Dios, para que el hombre viva recibiendo la vida del Dios inmortal, en la participación en la comunión trinitaria, que aquella muerte ha hecho posible. Esta muerte en Dios no significa, por tanto, en modo alguno la muerte de Dios que el "loco" de Nietzsche va gritando...

El amor trinitario que vincula al que Abandona con el Abandonado, y con este al mundo, vencerá a la muerte, a pesar del aparente triunfo de ésta. El fruto del árbol amargo de la Cruz es la noticia gozosa de la Pascua: el (Espíritu) Consolador del Crucificado, que Jesús moribundo ha entregado al Padre, ha sido efundido por este mismo Padre sobre el Hijo, en la resurrección, a fin de que, a su vez el Hijo lo efunda sobre toda carne y así sea el Consolador de todos los crucificados de la historia, revelando así, junto a ellos, la presencia corroborante y transformante del Dios cristiano. En este sentido, el sufrimiento divino revelado sobre la Cruz constituye verdaderamente la buena noticia» (Siguiéndote a ti, luz de la vida, Salamanca 2004, 74-76).

Esas palabras (escritas por el último Forte teólogo) ofrecen el mejor resumen de su Simbólica Eclesial. Él ha sabido acercarse de un modo elegante a los temas básicos de la teología, superando un racionalismo de tipo cartesiano o hegeliano y un positivismo dogmático puro, propio de teólogos más vinculados a la tradición dogmática. Para ello ha encontrado buenos maestros y guías: el testimonio del mejor judaísmo (Buber, Lévinas) y una línea fuerte de experiencia cristiana (de → Agustín a Kierkegard), vinculándolo todo desde un personalismo eclesial muy poético, pero que a veces corre el riesgo de sobrevolar por encima de los grandes temas discutidos de la tradición teológica.


3. Un teólogo obispo. Ejercicios espirituales al Vaticano. Del 29 de Febrero al 4 de Marzo del 2004, B. Forte dirigió los ejercicios espirituales del Papa Juan Pablo II y de sus colaboradores próximos. El texto de esos ejercicios (Seguendo te, luce della vita. Esercizi spirituali predicati a Giovanni Paolo II,Milan 2004, editado el mismo año en castellan) viene precedido por una carta que el Papa Juan Pablo II «tuvo la bondad de dirigirme y que él mismo quiso leer al final de los seis días, en presencia de los participantes». En esa carta, el Papa le dice:
«Querido Profesor: tengo el placer de manifestarLe mi más cordial gratitud, al final de los Ejercicios Espirituales, en los cuales Usted nos ha guiado en la contemplación del misterio de Cristo, proponiéndonos profundas meditaciones sobre el tema: Siguiéndote a Ti, luz de la vida. Pienso, con vivo aprecio, en la tarea de preparación, remota y próxima, que ello ha implicado para Usted. En unión con los colaboradores de la Curia Romana, nos hemos aprovechado de las reflexiones que Usted nos ha venido presentando, paso a paso, con intuición original y amplitud de conocimientos teológicos, bíblicos y espirituales. Nos ha impresionado, sobre todo, la pasión con la que Usted ha expuesto esos contenidos, refiriéndose repetidamente a las experiencias ministeriales de la vida diaria. Le damos gracias porque, con el estilo que caracteriza su investigación teológica y su actividad pastoral, Usted ha ofrecido estímulos preciosos para nuestra mente y para nuestro corazón, a fin de que sigamos de un modo cada vez más exigente a Aquel que es la Luz del mundo» (Introducción).

B. Forte aparece así como un teólogo “bendecido” por el Papa. Es normal que a los pocos meses de haber dirigido esos ejercicios espirituales, haya sido elegido obispo de una diócesis histórica del Abruzzo (Chieti), el 26 de Junio del 2004, siendo ordenado por el → el Cardenal Ratzinger el 8 de septiembre del mismo año. Son muchos los que piensan que B. Forte es en la actualidad uno de los teólogo más importantes de la Iglesia católica. Desde ese convencimiento quiero citar las palabras centrales de su meditación catorce de los ejercicios espirituales dirigidos al Papa, donde expone las tareas de la iglesia. «El discernimiento, tanto en el plano espiritual-personal como en el plano pastoral implica tres momentos, estrechamente conectados entre sí: la aceptación de la complejidad, la confrontación con la Palabra de Dios y la indicación de propuestas de acción provisionales y creíbles.

a. Asumir la complejidad significa reconocer la mundanidad del mundo en todo el ámbito de las relaciones históricas que lo caracterizan. Asume la complejidad el que no lee la historia a partir de un esquema ideológico pre-constituido, sino que se pone a la escucha de los signos del Espíritu que actúa en el tiempo. Naturalmente, esta asunción de la complejidad lleva consigo el riesgo inevitable de tener que enfrentarse con la ambigüedad de la historia: ¡La Iglesia corre siempre el riesgo de dejarse confundir!

b. Por esta razón, el discernimiento de la fe debe referirse siempre al criterio de orientación eclesial, que es la Palabra de la Revelación, trasmitida vitalmente por la Iglesia. Siendo experta en complejidades, la comunidad eclesial no buscará en la Escritura soluciones ya prontas o respuestas fáciles; al contrario, ella aceptará la exigencia de escuchar la Escritura de un modo religioso, asumiendo con paciencia itinerarios de comprensión que no siempre son breves y claros.

c. En el encuentro entre la Palabra y la historia – entre la Biblia y el periódico, como solía decir Karl Barth –, el discernimiento de la fe va ofreciendo propuestas provisionales y creíbles. No conduce a soluciones totales y definitivas, porque todo lo que está vinculado a la historia sigue estando marcado por la contingencia y la complejidad de la vida. A pesar de ello, la tarea del discernimiento espiritual y pastoral tiende a ofrecer indicaciones en las cuales uno se puede fiar, precisamente porque están arraigadas en la fidelidad al hombre y en la fidelidad exigente y normativa a la Palabra de Dios. Al leer la historia desde el Evangelio, el discernimiento lee igualmente el Evangelio desde la historia: de esa forma propone el punto de vista de la fe, no con inquietud permanentemente insegura, sino confiando en la fidelidad de Dios que, por su Palabra, habla también a la historia actual. De esa forma reconocemos "los signos de los tiempos" (cf. Mt 16, 3), como acontecimientos donde la mirada creyente capta la actuación de Dios en la historia que es, al mismo tiempo inmutable y dramática. A través de eso se va manifestando el misterio de la iglesia en la complejidad de sus expresiones y de sus realizaciones en el tiempo de los hombres».

FISICHELLA, RINO (1951- ).

Teólogo y obispo católico italiano. Ha estudiado y enseñado en la Universidad Gregoriana de Roma, dedicando su tesis al desarrollo del pensamiento de → Urs von Balthasar (Hans Urs von Balthasar. Amore e credibilità del cristianesimo, Roma 1981) y centrándose en la elaboración de una teología fundamental, entendida como diálogo del cristianismo con la cultura y la vida de los hombres, en una línea de fidelidad a las tradiciones de la Iglesia. En el centro de la teología fundamental ha situado la revelación de Dios, como acontecimiento de salvación que se expande y expresa en la teología y vida de las comunidades católicas. Desde 1998 es obispo auxiliar de Roma.

Fisichella defiende un método teológico de integración, que pone de relieve los múltiples elementos subjetivos y objetivos, personales y sociales del misterio de Dios y de su revelación, partiendo de la Palabra del Dios trinitario que sale al encuentro de los hombres en Cristo. Desde ese fondo ha presentado y expuesto el sentido de varios textos básicos del magisterio católico, de manera que han podido llamarle un “teólogo romano”: Commento teologico al Catechismo della Chiesa Cattolica (Casale M. 1993); Commento teologico-pastorale a Fides et Ratio (Cinisello B. 1999). Su obra más importante sigue siendo La revelación: evento y credibilidad; ensayo de teología fundamental (Salamanca 1989). Cf. también Introducción a la Teología Fundamental (Estella 1993); Jesús, profecía del Padre (San Pablo 2001).

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