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viernes, 3 de julio de 2009

¿No es éste el artesano, el hijo de María?: XIV Domingo del Tiempo Ordinario (San Marcos 6, 1-6)

Publicado por El blog de X. Pikaza

La liturgia recoge hoy un texto programático, eso que pudiéramos llamar el curriculum de Jesús, tal como le interpretan y presentan (de un modo despectivo) sus paisanos de Nazaret. Todo el cristianismo posterior dependen de algún modo de ese “curriculum”, en el que Jesús aparece como artesano (obrero eventual), no como maestro, y también como descendiente “irregular” de una mujer llamada María, dentro de una familia conocida (y de poco valor). En algún sentido, éste es un relato biográfico, donde se supone que los paisanos de Jesús quisieron condenarle. Pero el evangelio de Marcos convierte esa condena en signo de honor. Los nazarenos (nazaretanos) rechazan las pretensiones mesiánicas de Jesús, le “expulsan” de su familia-comunidad, de manera que él aparece como apátrida, sin apoyo de su gente. Ha tenido que romper sus raíces familiares y sociales, pero crea su grupo de discípulos, formando con ellos una comunidad mesiánica. A continuación presento una lectura bastante académica del pasaje, ofreciendo para los que quieran profundizar en el tema una referencia muy importante: la de Jane Schaberg, para quien el hecho de que Jesús haya sido hijo ilegítimo constituye un timbre de honor, un título cristológico.

Texto

1 Y salió de allí y llegó a su patria, acompañado de sus discípulos. 2 Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga y muchos, escuchándole, se admiraban y decían:
-- ¿De dónde le vienen tales cosas? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por él? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí entre nosotros? Y se escandalizaban de él.
4 Y Jesús les dijo: --Un profeta sólo es despreciado en su patria, entre sus parientes y en su casa.
5 Y no pudo hacer allí ningún milagro. Tan sólo curó a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. 6 Y se admiraba de su falta de fe.

Situación. Tema

Culmina aquí la sección comenzada en Mc 3, 7: Jesús viene a ofrecer testimonio de reino, y sus paisanos, y sus paisanos de Nazareti, vinculados a la tradición israelita no le aceptan. Se completa de esa forma, o se repite en nueva perspectiva, el tema de Mc 3, 21.31-35, con participación de madre, hermanos y hermanas.

Pero hay una fuerte novedad, motivada por el cambio de escenario; no estamos en la casa eclesial donde rodean a Jesús los miembros de su nueva familia mesiánica, mientras le critican o buscan los de fuera, sino en la sinagoga de su patria donde Jesús quiere llamar a paisanos. Él mismo parece causante del enfrentamiento: ha venido de forma ostentosa (rodeado de discípulos) para exponer el camino y condiciones de la nueva familia mesiánica.

-- Por un lado está Jesús con sus discípulos (Mc 6, 1). Vienen de fuera, con nueva identidad social, nueva forma de comunicación y relaciones personales. Es evidente que son un reto en Nazaret; su estilo de vida aparece como subersión social, va contra la estructura y orden de la tradición inmemorial del pueblo.

-- Al otro lado están los nazaretanos, con la familia de Jesús (Mc 6, 2-3). Ellos representan la identidad patriarcal de la aldea israelita, garantizada por la autoridad religiosa del judaismo. Su disputa con Jesús ha de entenderse a nivel de problemática social.

Jesús empieza a enseñar en la sinagoga (6, 2), proclamando mensaje y práctica de reino. Es claro que ha venido a crear un tipo nuevo de familia y que lo ha hecho con palabras de sabiduría que remiten al origen de la historia de su pueblo. El mismo texto ofrece la novedad de su enseñanza y las razones del escándalo de los nazaretanos (les llamo nazaretanos, para distinguirles de los nazareos como posible grupo mesiánico):

Las preguntas de los nazaretanos

--- Pregunta por el origen: ¿De dónde (pothen) le vienen tales cosas (tauta)? (6, 2). Parece que la procedencia determina el valor de lo que dice y es una persona. Los escribas de 3, 22 creían conocer su origen más profundo, al llamarle endemoniado (=hijo del diablo). Los paisanos conocen a un nivel la procedencia de Jesús; son de su tierra y piensan que así pueden (deberían) conocerle, controlarle. Pues bien, Jesús ha roto esos esquemas. Tiene gestos, pretensiones que provienen de otra parte. Por eso preguntan: ¿pothen, de dónde?

--- Pregunta por el conocimiento: ¿Qué esta sabiduría (tis hê sophia) de Jesús, capaz de hacer milagros (dynameis: 6, 2)?. Quieren seguridad. Reconocen que es buena la sabiduría y más cuando realiza curaciones, como indica el libro de la Sabiduría. Pero necesitan controlarla, descubriendo su sentido y situándola a la luz de la Ley israelita, conforme a las escuelas rabínicas del tiempo. Aceptan el poder sanador del conocimiento de Jesús, pero ignoran su origen y sentido. Reconocen que hace cosas que parecen buenas, pero desconfían del valor profundo y las ventajas duraderas de su acción. Pudiera ser un mago destructor. Por eso dudan.

---Pregunta por la familia: ¿No es este el carpintero, el hijo de...? (6, 3). Tanto el origen como el sentido de la obra de Jesús han de entenderse a la luz de la familia en que ha nacido y crecido. Sus paisanos se interesan por las relaciones sociales que definen sus vidas en la aldea. Desde ese fondo quieren definir y controlar el movimiento de Jesús .

Cuestión de oficio, de madre y de hermanos:

Nos hallamos probablemente ante un pasaje que transmite recuerdos históricos de Jesús. Pero Mc no lo ha utilizado por afán de erudición histórica o social sino para expresar la identidad del evangelio. En este diálogo culmina la segunda sección de esta primera parte de Mc. Volvemos a la perspectiva de Mc 3, 20-35. Allí se enfrentaban a Jesús escribas de Jerusalén y familiares. Aquí preguntan sus paisanos, escandalizados:


Cuestión de oficio: ¿No es este el tektôn, operario o artesano? (Mc 6, 3). Quieren definirle por su profesión de carpintero y/o albañil. Algunos han pensado que este nombre serviría para resaltar su ciencia, pues los carpinteros poseían fama de eruditos77. Ciertamente, los rabinos judíos posteriores han sido artesanos (en contra de la opinión de Eclo 38, 24-34): el estudio de la Ley va acompañado para ellos de un trabajo productivo que permita sostener la vida. Pero la pregunta tiene aquí un matiz peyorativo: los nazaretanos llaman a Jesús operario precisamente para descalificarle, destacando su carencia de estudios y poniendo en duda el valor de su sabiduría: carece de formación para enseñar, es sólo un obrero manual que debía haber permanecido en ese contexto de conocimiento técnico y trabajos materiales. En su pretendida condición de sabio y/o terapeuta Jesús resulta peligroso: ha dejado su labor, ha roto con su origen y su forma de trabajo.


Cuestión de madre: ¿No es este el hijo de María? (6, 3; cf. 3, 31-35). Falta el padre porque probablemente ha muerto (y por razones teológicas, vistas en 3, 31-35). Como representante de la tradición emerge aquí María: ella ofrece a Jesús su propio nombre (metronímico), un sentido en el mundo, un lugar en la familia. Pero Jesús ha roto ese origen, ha negado esa de familia y viene a presentarse como "extraño": actúa de forma irregular. No se dice aquí nada en contra o a favor de María, ni en la línea positiva de Mt 1-2, Lc 1-2, Jn 2, 1-12; 19, 25-27 (resaltando su aportación mesiánica) ni en la negativa de cierto judaísmo (que la acusará de madre irregular). Nuestro texto afirma algo anterior, mucho más sencillo: la sabiduría y obras de Jesús desbordan el nivel donde su madre ha podido situarle

La presentación metronímica de Jesús como hijo de María ha suscitado cuestiones de tipo social y teológico. La relación de María, madre de Jesús, con los que 6, 3 presenta como hermanos de Jesús ha sido y sigue siendo discutida desde razones históricas y teológicas, como indiqué en Dios como Espíritu y Persona, Sec. Trinitario, Salamanca 1989, 380-410 y como ha vuelto a mostrar con erudición J. C. R. García Paredes, Mariología (SP 10), BAC, Madrid 1995, 225-252; 307-350. En Mc sólo el pueblo nazareno (no Jesús, ni el redactor cristiano), llama a Jesús el Hijo de María (6, 3).

El redactor de Mc había empezado hablando de su madre (=de Jesús), pero el propio Jesús le ha negado ese título, diciendo que son madre suya a los que cumplen la voluntad de Dios (3, 31-35). Significativamente, en el momento clave de su relato, el redactor de Mc presentar a María (al menos implicitamente) como madre [la de] de Santiago y José... (15, 40), siendo definida por ellos. Parece que Mc no la puede llamar aún la de Jesús (en tema que sigue abierto en 16, 7-8).

Cuestión de hermanos y hermanas (6, 3). Mc 3, 35 situaba el tema en ámbito eclesial. Aquí aparece a nivel de pueblo y familia. Es significativo que Mc cite los dos grupos (hermanos, hermanas), aunque destaque el de hermanos a quienes presenta por su nombre (Santiago y José, Judas y Simón), suponiendo que han sido importantes en la vida posterior de la iglesia. Parece claro que en principio no asumieron el camino de Jesús o lo hicieron tras pascua de una forma insuficiente, sin superar la tradición social del judaísmo, sin entrar en la casa universal de la iglesia (como vimos comentando 3, 31-35). Por eso los sigue presentando vinculados a los nazaretanos, es decir, como judíos. Pero aquí hay quizá un avance. El texto anterior (3, 31-35) les unía a los escribas. En este (6, 3) los familiares tienen algo en común con Jesús: forman parte de una familia despreciada (sin sabiduría ni valores especiales). Sea como fuere, para hacerse miembros de la iglesia, estos hermanos y hermanas tendrían que dejar la estructura social y religiosa de su aldea, para seguir al "maestro" (Jesús está enseñando en 6, 2) en el camino de su nueva familia mesiánica.

La pretensión de los nazaretanos. Un Jesús sin padre

Los nazaretanos quieren encerrar a Jesús en su patria, dentro de los límites ya conocidos del trabajo (operario) y hogar (madre, hermanos/as). Su familia le había ofrecido un espacio en el mundo (en Nazaret, en Israel). Jesús lo ha roto, ha quebrado (superado) ese tipo de familia. De manera comprensible, situados ante el enigma de Jesús, sus paisanos se sienten escandalizados; no le entienden, rechazan lo que ignoran o, quizá mejor, aquello que juzgan peligroso en su conducta. La seguridad de su vida nacional, la solidez de su modelo de familia y profesión en Israel, les impiden aceptarle.
A partir de aquí se entiende la ausencia paterna. Jesús no se apoya en un padre (Mc sólo cita a su madre y hermanos/as): no admite la autoridad de los escribas que instauran y definen un tipo de legalidad israelita, ni la autoridad de los "presbíteros" o ancianos del pueblo (cf. 7, 5). Por eso, la pregunta ()de dónde le vienen tales cosas?: 6, 2) puede encerrar una ironía: Jesús sería hijo ilegítimo, no tendría padre verdadero (es un hijo de María, hijo de soltera). El evangelista sabe en cambio, en ironía más alta, (desde 1, 9-11), que su Padre verdadero es Dios, como supone el "pasivo divino" (se le ha dado = Dios le ha dado). Es evidente que el lector de Mc debe responde: responder: (Dios mismo le ha dado sus poderes, es su Padre!. Por eso, la ausencia de padre en el mundo está evocando una presencia paterna superior.

Ellos, los nazaretanos, no quieren cambiar su modelo social; por eso rechazan al pretendido profeta de su pueblo. Jesús, en cambio, quiere superar el viejo esquema familiar; rompe la comunidad cerrada de su patria y viene a presentarse, rodeado de discípulos, como iniciador de un grupo que incluye a los pobres y expulsados de la tierra. Leido en esa perspectiva, nuestro texto puede evocar el momento en que Abrahán dejó patria y familia, para iniciar así un camino de bendición en favor de todos los humanos (Gén 12, 1-16).

Patria, parientes y casa

Como creador de humanidad se presenta aquí Jesús, pero la gente de Nazaret no le acepte, queriendo encerrarle otra vez en la familia vieja de su pueblo. Jesús responde recordando a los profetas que, conforme a una larga tradición israelita (en línea Dtr), han sido rechazados por su patria, parentela y casa (6, 4).

Patria (en patridi). Como profeta ha venido Jesús y su patria, el grupo de gentes que comparten su origen, le desprecia. Forman y tienen una misma "patria" los que apelan a un padre común, manteniendo y cultivando su herencia o tradiciones sobre el mundo. Jesús ha superado ese nivel: ha roto la urdimbre de nexos fundantes que definen al pueblo israelita, tal como aparece en Nazaret. Es comprensible que sus paisanos le desprecien.


Parientes (en syngeneusin). Por etimología, parentela (de parens, pario: dar a luz) y patria (de pater: padre) son términos cercanos. Pariente en griego es syngenês: alguien del mismo genos, con origen común. Son parentela aquellos que poseen una proveniencia "genética" en sentido extenso. Allí donde el genos define al ser humano, allí donde los vínculos de carne (cultura, nación, pueblo) se convierten en ley y determinan desde arriba la existencia de los individuos no se puede aceptar la profecía, no queda lugar para el mesianismo. Es lógico que Jesús rompa ese nivel de parentesco.

Casa (oikia) es la unidad familiar más pequeña de aquellos que conviven, unidos por vínculos de origen y consanguineidad (padres, hijos, hermanos, primos) o trabajo servil, como indica el mismo nombre castellano de familia (de famulus, siervo). Mc nos había puesto ya en contacto con la nueva "casa de Jesús", formada por aquellos que cumplen con él la voluntad de Dios (cf. 3, 20-35). Ahora le acusan aquellos que desprecian su antigua casa, integrada por los parientes primeros (cercanos) de Jesús.

Estos mismos términos aparecen en Gen 12, 1 LXX, con la diferencia de que Mc dice patria donde Gen pone tierra. En el fondo está la misma experiencia. Abrahán deja su tierra (que la tradición judía y luego musulmana define como lugar de idolatría) para encontrar el camino de Dios y su promesa en Palestina. Jesús debe superar su patria (hecha lugar de opresión) para caminar con sus discípulos buscando el reino.

Frente a la vieja patria, parentela y casa, que ha tenido que dejar porque le expulsan de ella, ha venido a establecer Jesús la nueva casa o comunidad de creyentes, iniciada con sus discípulos. Ésta es la casa que hallamos en 3, 20, es la comunidad formada por el grupo de aquellos que son-con-él (3, 14) o se sientan en su corro (3, 32.34). El mismo Jesús expulsado (no recibido) en su patria, parentela y casa de Nazaret ofrece a sus discípulos y amigos, a todos los que quieran seguirle en el camino, la nueva comunidad mesiánica.

Jesús crea una iglesia de personas que acogen su palabra y creen en su reino. Fuera queda la sinagoga judía, como lugar donde Jesús ha venido a ofrecer su palabra y no le han creido, no han aceptado su sabiduría. Logicamente, no ha podido hacer allí ningún gesto de poder, ningún milagro (6, 5). Él no es un mago que actúa desde fuera de los hombres. Sólo puede curar donde hay fe, sólo puede cambiar a los demás si es que le aceptan.
La curación que Jesús puede ofrecer es curación en la debilidad de la fe y sólo puede expresarse allí donde los humanos acogen su nuevo comienzo, superando las certezas viejas que están representadas en el Nazaret de carne, con su sinagoga llena de seguridades, con sus familias llenas de certezas y derechos. Vino Jesús y no pudo curarles. Es la tercera vez que ha entrado de forma solemne en una sinagoga. En la primera curó al endemoniado (1, 21-28), en la segunda al de la mano seca, en día de sábado (3, 1-6). Ahora no le queda nada que hacer: los representares de la sinagoga judía, paisanos nazarenos, discuten su origen, rechazan la fuente de su sabiduría/milagros y él tiene que marcharse, sin haberlos transformado.

Un Jesús expulsado

Vemos así al Jesús expulsado (no recibido) en su patria, parentela y casa de Nazaret, al Jesús no creído, que se admira de la apistia, falta de fe, de las gentes de su pueblo. No puede actuar si no le creen: necesita la fe de aquellos que le acogen, que reciben su palabra, dejando que la fuerza de la libertad de Dios transforme su vida. A los humanos sólo se les puede cambiar en humanidad, con fe. Jesús no ha conectado en fe con los nazarenos, ha sido rechazado en su patria. Así, rechazado, fracasado, sin milagros, tiene que irse de su pueblo y sinagoga (6, 5-6). Ya no volverá a Nazaret, no entrará más en la sinagoga de los judíos.

Este es el éxodo nazareno y sinagogal de Jesús: tiene que salir del entorno de su vida antigua (patria, parentela y casa de este mundo) para crear la nueva familia o comunión de los humanos, a partir de su palabra o siembra (cf. 4, 14). Tiene que dejar la sinagoga, sin haberla transformado. Acaba de curar a la hija del Archisinagogo (5, 21-43), ha dejado abierta la puerta de la salvación para el judaísmo. Pero a la sinagoga en sí no ha podido cambiarla: allá queda, en Nazaret, en medio de Galilea, como institución al servicio de los intereses familiares, nacionales, de los "buenos" israelitas. Este mismo Jesús expulsado (hombre sin patria, parientes, ni casa, israelita sin sinagoga), rechazado por los hombres de su pueblo, será raíz y fundamento de la nueva familia de los hombres liberados.

Jesús ha sacudido la conciencia nacional del judaísmo, ha quebrado los valores que sustentan su estructura familiar, hiriendo la fibra más sensible de sus gentes, no por lo que dice en teoría, sino por lo que implica su nuevo programa de familia. Ha fracasado en su aldea: no ha sido capaz de convencer a su familia, pero ese mismo fracaso es principio de nuevo mesianismo.

Esta escena marca un corte en la narrativa de Mc y debe interpretarse como final de la sección dedicada a la casa mesiánica. (Mc 3, 7-6, 6a). Jesús sale de su patria (Nazaret) y de la sinagoga de su pueblo. Extenderá hacia muchos su mensaje (cf. 6, 6b-8, 26); pero la sombra del rechazo final y de la muerte ha empezado a planear sobre su vida, anticipando así el juicio y condena de Jerusalén (Mc 14-15). El viernes santo nazareno (6, 1-6a) es como anuncio de viernes santo jerosolimitano (Mc 15)82.

Para una lectura ulterior. Jesús ilegítimo:

Schaberg, Jane ( ). Exegeta y teóloga norteamericana, de tradición católica. Es profesora de Estudios religiosos y de Estudios de Mujer en la Mercy University de Detroit (USA). Sus investigaciones y libros han marcado de forma poderosa la historia teológica del cristianismo primitivo, a partir de su tesis doctoral titulada, The Father, the Son and the Holy Spirit. The Triadic Phrase in Matthew 28:19b (S.B.L. Dissertation Series61, Chico CA 1982), que se ocupa de uno de los textos básicos de la tradición teológica cristiana (y en especial católica), pues sirve de fundamento para la profesión del dogma trinitario. Su libro más significativo sigue siendo The Illegitimacy of Jesus: A Feminist Theological Interpretation of New Testament Infancy Narratives (New York 1987). Se trata del primer trabajo sistemático escrito por una mujer, con todo el instrumental científico moderno (histórico, psicológico, antropológico) sobre los relatos de la infancia de Jesús (Lc 1-2, Mt 1-2), releído desde la afirmación de Mc 6, donde a Jesús se le presenta como “el hijo de María. Tras un extenso trabajo de análisis multi-disciplinar, Shaberg llega a la conclusión de que ese pasaje y el conjunto del Nuevo Testamento supone que Jesús ha tenido una concepción y nacimiento “irregular” (en la línea de las mujeres de la genealogía de Mt 1, 2-17). Ese nacimiento irregular no implica un “reproche” contra María (y contra Jesús), como suponen los nazaretanos de Mc 6, sino más bien una alabanza: Dios ha penetrado de manera sorprendente en la historia de los hombres y mujeres a través de la acción especia de una mujer, María.Schabert ha escrito otro libro muy significativo, titulado The Resurrection of Mary Magdalene: Legends, Apocrypha and Christian Testament (New York 2002; versión cast. La resurrección de María Magdalena, Estella 2008) en el que realiza una lectura feminista de las fuentes antiguas para acercarse y recuperar la figura de María Magdalena. Así estudia los escritos gnósticos, las fuentes cristianas canónicas, las leyendas o la arqueología para ofrecernos una visión fascinante de lo que pudo ser la Magdalena y de lo que ha sido en la mente de los primeros cristianos, que han recreado de diversos modos su figura. Cf. también Mary Magdalene Understood (con M. Johnson-Debaufre, New York 2006).

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