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viernes, 3 de julio de 2009

XIV Domingo del Tiempo Ordinario (San Marcos 6, 1-6): Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración

Publicado por DABAR

Espinas en la vida
A Manuel que aprende a convivir con espinas clavadas en su carne física.

La vida nos sorprende casi siempre a la vuelta de la esquina, parece que ande esperándonos, agazapada, y ahí está el revés inesperado o la alegría ansiada, nos lleva por derroteros que consiguen desinstalarnos. Y en el medio de ella, Dios, quizás queremos leer que se sirve de ella como medio, escribiendo en ella su voluntad, pero me temo que la vida sea así y no haya renglones ocultos o torcidos escritos por dios en el libro de la vida de cada uno, sólo hay Dios y a cada cual le acompaña con lo que le toca vivir. Así nada más y nada menos.

Espero que a nadie le sorprenda esta interpretación porque la otra deja a mí entender en mal lugar a Dios: que parece necesitar de los males que sufrimos para manifestarse. No es legítimo pensar que Dios se hace valer de la utilidad que le encontramos a recurrir a Alguien superior que nos pueda ayudar cuando sufrimos, que necesita aprovechar los reveses que nos da la vida para manifestarse y estar presente en nuestras vidas, y que por tanto nos envía Dios los males para aumentar nuestra fe o mantenerla,… me temo no casa con la imagen fiel que nos transmitió Jesús.

Y además, aunque no quiero poner aquí el acento, sino en cómo dejamos a Dios al proyectar sobre Él esa imagen, tampoco está de más pensar en los creyentes: qué pasa con quiénes no logran con su petición alejar sus males, ¿están predeterminados a perder su fe ante la frustración de un dios inútil por sordo?

¿Cómo un Dios bueno va a enviarnos pruebas que nos hagan sufrir para manifestarse en nuestras vidas?. Si lo pensamos así es horrible: ¿puede dios recurrir al mal para manifestarse y lograr que tengamos fe? o más bien como afirma en esta lectura San Pablo: ‘me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea’, la vida tiene sus limitaciones, nuestros dolores físicos y nuestros pecados. Con eso jugamos, no podemos evitar lo que existe en nosotros, no solos, no siempre.

La clave está en cómo aprendemos a vivirlo, y digo bien aprendemos porque estoy segura de que es un proceso en el que vamos descubriendo que tenemos más fuerza de la que creíamos para convivir con lo doloroso y es ahí dónde vamos descubriendo la presencia de Dios, sanadora también en tanto nos da fuerza para sostenernos y convivir con ello. Hay todo un camino para ir asumiendo como propias nuestras limitaciones que nos marcan pero no nos determinan. De ese camino habla Pablo cuando confiesa que él mismo ha recurrido a Dios intentado que su presencia salvífica le apartara milagrosamente del mal que vive en él: pero después de pedirle por tres veces a Dios que le librara de su mal, no sabemos si físico o moral, aunque me inclino en pensar que podría ser una limitación no física con la que él se encuentre constantemente sin lograr convertirse definitivamente, purificarse y vivir por fin libre de ella, porque hace alusión a la soberbia con lo que puestos a conjeturar quizás tenga más que ver con un pecado que le impide verse cómo ‘el gran evangelizador’ y le devuelva constantemente la imagen de pecador. Pero también porque no podría ser un dolor físico que limite sus capacidades para moverse y responder a sus expectativas de transmitir sin pausa el evangelio, devolviéndole la imagen de ser humano limitado, al fin y al cabo.

No entra Pablo a contarnos el proceso en el que Dios le va acompañando para aprender a convivir desde la fe con esa espina en su carne, pero sí nos cuenta el resultado, el secretillo que Dios le va susurrando al oído: no te veas fuerte, no te creas el mejor, no vivas pensando que no tienes límites, no aumentes tu ego, no vivas de espaldas a tu cuerpo, no te aferres a nada, sea la salud física o la imagen de maestro que otros proyectan sobre ti, porque eres limitado y me necesitas para iluminar tu vida desde la humildad y la conciencia de limitación, pues uno sólo es Dios, no hagas de mí, no te ensalces. A ti: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad».

Y éste no lo podemos ocultar es un camino arisco, duro, lleno de cardos y piedras, de límites y conciencias de limitación, de caídas y recaídas, y si es duro el proceso de conversión en el que año tras año vamos descubriendo que seguimos siendo los mismos, que caemos siempre en las mismas piedras, mucho más duro es el proceso cuando tenemos que convivir con espinas clavas en la carne física, cuando se sabe que no hay más remedio que aprender a convivir con el dolor sin desesperar y el mayor deseo deja de ser mejorar para ser no empeorar. Es un proceso complejo en el que quizás sólo algunos privilegiados como Pablo, puedan llegar a transitarlo hasta el final para lograr afirmar; ‘Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, las privaciones y las dificultados sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.’ Quizás en nuestra propia limitación espiritual no podamos llegar a afirmar que en nuestra debilidad está nuestra fortaleza, pero sí darle algún sentido al sufrimiento, revestirlo de alguna esperanza, sentir el calor de una presencia nos acompaña cuando el dolor punza, aparece el insomnio y la noche su vuelve más oscura todavía, seguir creyendo que hay luz al final del camino y hay pequeñas luces en él que pueden ayudarnos a hacerlo más soportable, esas pequeñas luces son muestras de la presencia de Dios en la vida de sus sufrientes.

ELENA GASCÓN
elena@dabar.net



DIOS HABLA

EZEQUIEL 2,2-5
En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: «Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: “Esto dice el Señor”. Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos».

II CORINTIOS 12,7b 10
Hermanos: Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad». Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultados sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

MARCOS 6,1 6
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?» Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.




EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
“Te escuchen o no, sabrán que había/hay un profeta en medio de ellos”. Con esta frase lapidaria el AT, una vez más, nos ayuda a entender la página evangélica que hoy leemos. Propiamente convendría traducir: “Te escuchen o se espanten”; es decir: acojan tus/mis palabras o las rechacen.

La frase está tomada de la página de vocación de Ezequiel, ese autor veterotestamentario tan distinto a Isaías (no es tan buen poeta como él) o a Jeremías (no es tan “humano”). Cabe decir que Ezequiel a es la corriente sacerdotal lo que Jeremías fue a la corriente deuteronomista. Sus visiones, apuntan ya a esa otra corriente que tanto auge tendría más adelante: la apocalíptica, representada en el AT por Daniel.

Su libro se abre con la visón del carro celeste, una teofanía que se ve interrumpida por la visión del rollo que él se traga: el capítulo 2, o vocación; y vuelve la visión celeste en el cap. 3 para relatar la misión profética de este sacerdote. De la segunda visión se desgajan los versos que hoy se proclaman ante la asamblea litúrgica.

En la disputa sobre si Ezequiel fue sólo profeta en el destierro babilónico o también lo había sido en Jerusalén en los días previos al destierro, parece que gana cada vez más peso la primera postura. Ezequiel es sacerdote, con cierto abolengo; en 1,1 se presenta como “hijo de Buzí”; pero cuando le llega la voz de Dios, es denominado con ese misterioso “hijo de Adán / hijo de hombre” que adoptaría el Nazareno (“el hijo de María, el hermano de Santiago y José y Judas y Simón”) y que tantas páginas ha suscitado. Es plausible considerar que frente al abolengo que él mismo esgrime en su presentación, la voz celeste se encarga de rebajar sus pretensiones y “reducirle” a su humilde condición humana. Porque es la humildad, la cercanía al “humus”, la que posibilita escuchar (audire) y obedecer (ob-audire = ob-oedire). Mientras que la dura cerviz, el rostro duro, el corazón empedernido, la arrogancia en suma... es el caldo de cultivo de la rebeldía y la terquedad. ¡Qué lejos de la paradoja paulina “la fuerza se realiza en la debilidad”!

Y ¿qué hay escrito en el rollo? Elegías, lamentos y ayes (2,10). ¿Quién, en su sano juicio, estaría dispuesto a aceptar semejante cometido? ¡Hablar a un pueblo terco y desembuchar elegías, lamentos y ayes! De ahí el verso que sigue pero que hoy no proclamamos: “No les tengas miedo, no tengas miedo a lo que digan, aun cuando te rodeen espinas y te sientes sobre alacranes” (2,6) Porque la verdad duele y suele presentar cara de hereje.

JEREMÍAS LERA BARRIENTOS
jeremias@dabar.net



SEGUNDA LECTURA
En el contexto más amplio de las vivencias personales del Apóstol expuestas en estos capítulos, hallamos este párrafo en que cuenta el “correctivo” que Pablo tiene en sí mismo para mantenerle en su propio sitio.

En primer lugar es prácticamente imposible, y ciertamente inútil, preguntarse en que consistía concretamente la “espina” o “aguijón” de la carne. Desde luego “carne” no es lo físico simplemente, sino todo el yo (de Pablo en este caso) en cuanto débil. Por eso la espina puede consistir en cualquier debilidad, física o moral.

Más interesante, en cambio, son estás preguntas: ¿hay masoquismo en el cristianismo? o ¿es dios un Dios que sujeta a los seres humanos por medio de males para que no tengan otro remedio que someterse a él? O, todavía, ¿hay alguna virtualidad especial en el sufrimiento que le hace más agradable a Dios o más útil para el ser humano?.

Para responder a partir de este texto hay que situarse en el punto de vista de san Pablo. Parte de un hecho: se dan realidades malas, desagradables, que uno se resiste a aceptar y quiere superar. Pero esa liberación no se produce y Pablo, como hombre religioso de su tiempo, interpreta esa no liberación como voluntad de Dios y mira, en cambio, las consecuencias positivas.

También es real el peligro de la soberbia, de la confianza en las propias fuerzas o en los dones recibidos y que la persona puede llegar a creer como algo propio. Este recuerdo constante de cómo los logros cristianos, en santidad, en apostolado o en cualquier otra cosa, no son obra propia y debidos a los propios méritos sino puro don es el beneficio que uno puede sacar constantemente de las experiencias negativas. Cuanto más nos centremos en Dios menos en nosotros mismo, tanto más caeremos en la cuenta de nuestra situación creatura. Por eso, todo lo que vaya en esa línea será bienvenido.

Las consecuencias en una época en que fomenta tanto la autonomía humana y el olvido de Dios, se caen de su peso. Porque espinas sigue habiendo no pocas, aun con nuestras técnicas y avances.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO
Texto. Sigue sin solución de continuidad al texto del domingo pasado. La escena se ubica en la sinagoga de Nazaret. El comentario final de Marcos, y se extrañó de su falta de fe, nos indica que el texto sigue incidiendo en la temática de la fe.

La reseña inicial del v.2 suena a repetición de lo dicho con ocasión de la estancia de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún (1,21-22): asombro de los presentes ante su enseñanza, sin precisar en ninguna de las dos ocasiones el contenido de esa enseñanza. Una vez más, Marcos nos hurta contenidos docentes, en un nuevo intento de remitirnos a la gran proclamación de apertura en 1,14-15.

El asombro de los presentes termina siendo calificado de escándalo en el v.3 (Y desconfiaban de él, en la traducción litúrgica). Los paisanos de Jesús se escandalizan de Jesús. ¿Razones de ese escándalo? El conocimiento que creen tener de su paisano Jesús. Desde ese conocimiento ellos no alcanzar a explicar ni la sabiduría ni el poder de Jesús.

Marcos pone punto final a la situación de forma expeditiva: No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos.

Comentario. Este texto hace explícito lo que en textos anteriores estaba implícito: los milagros necesitan la tierra abonada de la fe.

Por fe se entiende la actitud abierta y sin reservas a la realidad aquí y ahora del Reino de Dios. Buscar ese Reino, formar parte de él: he aquí lo prioritario, lo que debe constituir el objeto de nuestros anhelos y aspiraciones. Sin este anhelo, sin esta aspiración no nos sucederá nada memorable ni digno de reseña. La falta de ese anhelo y de esa aspiración nos convierte a todos en paisanos de Jesús. Quizá hasta lleguemos, como ellos, a escandalizarnos de él. Prisioneros por carencia de perspectiva, podemos perder de vista, como les pasó a ellos, que Jesús es el Hijo de Dios.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net



NOTAS PARA LA HOMILIA

“Se extrañó de su falta de fe” (Evangelio).
El evangelio de hoy nos presenta a Jesús como “el hijo del carpintero”; otra variante del texto original, acreditada por fiables manuscritos, le llama “ el trabajador de la construcción”. Lo importante es que esta calificación de sus paisanos, nos presenta la cristología de Marcos. Esta evangelista hace aterrizar a Jesús hasta el nivel de todo mortal : uno más de un pequeño pueblo, donde todos se conocen. El trato de años hace que ahora, al predicar en su sinagoga, se extrañen de su manera de entender la vida, se escandalicen de sus novedad y le rechacen.

Estamos ante la misma actitud aludida en la primera lectura: el pueblo de Israel, “ pueblo rebelde que se ha rebelado contra mi ... los hijos son testarudos y obstinados” ( primera lectura). También hoy sigue siendo verdad que nadie es profeta en su tierra.

Los paisanos de Jesús tenían de él una imagen puramente externa, unida a la de sus familiares. No conocían su crecimiento interior, ni habían escuchado sin prejuicios su mensaje del Reino de Dios; para ellos seguía siendo aquel niño, de aquella casa, con aquellas anécdotas tan conocidas. No podían aceptar que hubiese en él novedad alguna. No supieron dar el salto a la confianza y a la admiración. Hubiesen tenido que cambiar de idea y probablemente de conducta; no estaban dispuestos y exigieron más seguridad antes de arriesgarse.

Esta actitud se repite cuando los mensajes del Espíritu nos llegan desde fuera de nuestros horizontes en los que nos sentimos seguros. Esta misma seguridad que da todo lo conocido, nos impide a veces sospechar que en lo nuevo pueda estar la voz de Dios. No nos atrevemos a correr el riesgo de la duda sobre lo anterior, con lo cual nos privamos muchas veces de exigirnos más creatividad, más oración, más apoyo en los demás, más purificación de lo que creíamos auténtico.

Puede ocurrir que la convivencia constante con los dogmas y prácticas religiosas nos inmunice ante la novedad con la que el misterio de Dios se nos presenta. Como los letrados de Israel, tan seguros de sus interpretaciones de la ley de Moisés, fueron capaces de rechazar a Jesús en nombre de su dios, también hoy la novedad de determinadas maneras de entender y vivir el Evangelio de Jesús, puede escandalizar a letrados y no letrados a causa de la seguridad o rutina con la que creen tener la recta interpretación de la fe. “Por sus frutos los conoceréis”.
Este hecho es una advertencia muy seria para todos. Dios siempre supera nuestra comprensión. Su salvación quiere llegar a todos y tiene capacidad de salvar a todos. La nueva sensibilidad de las gentes y las nuevas circunstancias de la evolución histórica, nos llevan a extraer del evangelio nuevas luces y nuevas posibilidades. Es la viva tradición de la Iglesia que progresa también con “la contemplación y el estudio de los creyentes” (Dei verbum nº 11), la que, movida por el Espíritu Santo, hace avanzar la fe de esta Iglesia hasta aquella plenitud que sólo alcanzaremos en la eternidad gloriosa.

El evangelista tiene otra importante intención al aducir esta anécdota de la vida de Jesús. Quiere que sus discípulos, en plena campaña misionera cuando Marcos escribe su evangelio, estén preparados para aceptar con naturalidad el rechazo de sus oyentes, cuando éste se dé. Su Maestro también fue rechazado por sus paisanos.

“La fuerza se realiza en la debilidad” ( 2ª lectura ).
Débil, muy débil es el barro humano para soportar la carga de la vida, por eso todos los humanos sufrimos fracturas en nuestro interior. El Creador que manifestó su infinita capacidad artística en las dos primeras esculturas humanas, Adán y Eva, no escogió materiales nobles para su obra, sino que le bastó la arcilla, el barro humilde y pobre, para expresar su amor y su inspiración. El proyecto creador se completó cuando “el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo”. Gn 2, 7.

Desde entonces el barro humano conserva grabadas en su sus más profundos pliegues, la huella de las manos amorosas de Dios. “Ese tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que su fuerza superior procede de Dios y no de nosotros”. 2 Cor 4, 7. Son palabras de san Pablo que en sus escritos da testimonio de sus cualidades de misionero, teólogo y fundador de comunidades, al mismo tiempo que describe sus luchas, debilidades y fracasos. Este apóstol es un caso singular en el que se manifiesta la fuerza de Dios y la debilidad del hombre unidas para salvación de la humanidad. Realmente “la fuerza se manifiesta en la debilidad”.

El ejemplo de san Pablo, que desde su debilidad fue capaz de realizar una obra tan vasta y tan fecunda, nos estimula a asumir nuestras limitaciones y con ellas afrontar los retos del mundo presente, confiando en la misma gracia de Dios.

LORENZO TOUS
lorenzo@dabar.net



PARA LA ORACION

Nuestro mundo, Señor, parece que quiere construirse al margen de Ti, como si pudiese alcanzar la justicia y el bien con sus solas fuerzas.
Nosotros somos conscientes de la flaqueza del ser humano y de la salvación que por tu Hijo Jesucristo nos ha llegado.
Ilumina la mente de todos los que organizan los objetivos de esta humanidad
tan herida por tantos males y tan dolida con tantos sufrimientos.
Ayúdanos a los que por la fe hemos conocido tu obra salvadora para que, por el mensaje de Jesucristo y el ejemplo de sus seguidores, contribuyamos a poner verdad, justicia y amor en nuestro mundo.
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Tu Espíritu, Señor, resucitó a Jesús de entre los muertos. Este mismo Espíritu nos congrega en torno a este altar para celebrar el gozo de este resurrección de nuestro Señor.
Que este mismo Espíritu nos transforme a nosotros en testigos de tu nueva presencia entre nosotros, de modo que al ver nuestra vida, los hombres se acerquen a tu verdad y experimenten tu salvación.
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Gracias, Señor, porque nos has amado tanto que has querido ser uno más entre nosotros. Gracias porque, cuando lo consideraste oportuno, te manifestaste en Jesús de Nazaret como un vecino más de aquel pequeño pueblo; tanto, que algunos dudaron de ti y hasta se escandalizaron de tu humildad y de tu amor.
Nosotros te agradecemos con toda el alma tu cercanía que nos manifiesta tu amor y nos está salvando.
Padre santo, por la fe hemos entrado a formar parte de tu familia gracias a la resurrección de tu Hijo Jesucristo.
Hoy nos reunimos en torno a tu mesa para alimentarnos con tu palabra y con el pan bajado del cielo.
Nuestra fraternidad queda reforzada con el lazo del amor que tu Espíritu derrama en nuestros corazones.
Te damos gracias porque, en medio de la confusión, la injusticia y la mentira del mundo, nosotros por la fe recibimos tu luz y tu verdad para contribuir a construir un mundo mejor con todos los que creen en el bien del hombre.
Con tu gracia nuestra libertad se confirma en la opción fundamental de nuestro bautismo para seguir los pasos de Jesús.
Hoy esta gracia se renueva con la celebración de esta eucaristía que nos une con todos tus hijos que peregrinan en el mundo y con los que ya alcanzaron la bienaventuranza de la gloria junto a ti.
Con todos ellos invocamos tu nombre, te alabamos y te damos gracias.
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Después de escuchar tu palabra y recibir el pan bajado del cielo, te damos gracias, Señor.
Nos sentimos fortalecidos e iluminados para poder afrontar nuestra vida social y cumplir nuestros deberes.
Confiamos en tu ayuda para dar testimonio de creyentes en Jesús en medio de nuestro mundo. Sigue a nuestro lado para que sepamos entender la vida según los criterios de tu evangelio.




LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
La celebración de la eucaristía en el día del Señor es el alimento de nuestra fe. A ella somos convocados por el Señor como la familia de Dios en la que todos somos hermanos. Acudimos cada uno desde nuestra situación personal en busca de luz y de energía renovada para seguir creciendo y dando testimonio de Jesús en nuestro mundo.

SALUDO
Sed bienvenidos, hermanos, a la casa de Dios. Que su paz y su amor estén con todos vosotros.

ACTO PENITENCIAL
Antes de acercarnos al altar de Dios, reconciliémonos con él y con nuestros hermanos.
- Tu conoces la necesidad que tenemos de superar nuestra debilidad. Señor. ten piedad.
- Tu conoces la sinceridad con que deseamos seguirte. Cristo, ten piedad.
- Tu que eres generoso y rico en bondad. Señor, ten piedad.
Dios misericordioso y fiel, tan espléndido en sus dones, nos conceda la abundancia de su perdón para acercarnos con alegría a su altar. Por Jesucristo nuestro Señor.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
El profeta es el enviado de Dios para mantener sus exigencias contando también con la debilidad humana.
A pesar de su propia debilidad el profeta es insobornable y no deja de exigir el cumplimiento de la voluntad del que le ha enviado.
Su mensaje siempre es un signo de controversia porque no todos aceptan las exigencias de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Salmo 122)
Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.
A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores.
Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.
Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.
Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos.
Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
La obra de Dios en el mundo se lleva a cabo por medio de nosotros los humanos. A pesar de nuestras limitaciones Dios cuenta con nosotros y a pesar de ellas, mantiene sus planes de salvación.
San Pablo nos habla de sus debilidades, concretamente de una enfermedad que no podemos precisar, pero que le impedía a veces alcanzar sus objetivos pastorales y que por eso pidió a Dios que le curase.
Dios no accedió a sus ruegos, porque su gracia es capaz de superar nuestra debilidad. Así nos deja un ejemplo de confianza y de exigencia al mismo tiempo.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Escucharemos una anécdota de la vida de Jesús que nos revela hasta dónde llega el misterio de la encarnación y el de la libertad humana.
Dios se manifestó en Jesús de tal manera que aparentemente fue uno de tantos, un vecino más de Nazaret.
Tan normal era su vida en el pueblo, que al proclamar su mensaje en aquella sinagoga, sus paisanos no aceptaron su sabiduría y rechazaron su mensaje. Vino a los suyos y los suyos no le recibieron.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Escucha, Señor, las súplicas de tus hijos que se sienten miembros de esta humanidad tan necesitada de tu misericordia. Respondamos: Ayúdanos, Señor.
- Señor, estamos rodeados de debilidad, pero confiamos en la fuerza que nos da el pan bajado del cielo. Oremos.
- Señor, nuestra libertad nos engaña y a veces no la usamos para bien. Oremos.
- Señor, estamos envueltos en muchos problemas, pero tu eres la luz y el camino. Oremos.
- Señor, a nuestro alrededor muchos sufren y algunos en grado extremo, pero tu dijiste: “Venid a mi los que estáis cansados y agobiados”. Oremos.
- Señor, en nuestro mundo hay mucha injusticia y mucha mentira, pero tu dijiste: “Yo soy la verdad y la vida”. Oremos.
- Señor, todos tenemos ya en el cielo contigo a seres muy queridos. Tu dijiste: “Yo soy la resurrección y la vida”. Oremos.
Oración. Padre nuestro, origen de todo bien, te pedimos que, experimentando tu ayuda, seamos confirmados en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.


CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada. Alegre la mañana (del disco ‘Una ciudad para todos’); Con nosotros está el Señor (Del disco ’15 Nuevos cantos para la Misa); ¿Dónde están los profetas? (De R. Cantalapiedra ‘El profeta’); Cristo nos une en torno al altar (del Cd ’15 Cantos para la cena del Señor’ de Erdozáin).
Salmo. A Ti, levanto mis ojos (1 CLN-526).
Aleluya. (1 CLN-E 4).
Ofertorio. Te presentamos el vino y el pan (1 CLN-H 3); Quiero ofrecerte, Señor (de Aradillas en el disco ‘Ven, amigo, ven’)
Santo. (1 CLN-I 4)
Comunión. Cristo es el camino, la verdad y la vida (Del disco ‘Dios es amor’ de C. Erdozáin); Alabad al Señor (Popular CB-5).
Despedida: Te seguiré (Sembrador de A. Bravo).


Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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